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XXIV

Dos meses habían pasado desde que ante la sociedad había terminado con Harold. La noticia fue una locura para todos, reitero, ¿cómo la pareja más estable ha terminado? Seguía tal interrogante en las personas, mientras nosotros seguíamos nuestra vida aparte, atentos a cualquier situación que pudiera estropear nuestro plan.

De Jeison puedo decir que habíamos tenido varias salidas, siempre una mejor que la anterior, su comportamiento era de todo un galán de ensueño, pero este chico no le llegaba ni a los talones a Harold... A fin de cuentas, mi amor era él. Durante este tiempo de espera que se sintió eterno pude conocer más a fondo a mi imbécil acosador, lo bueno es que ahora lo íbamos a desenmascarar y se acabaría la función... O eso esperamos.

Lunes, 8:30 p.m.

—la puerta principal de la casa de Jennie sonó dando a entender que Jeison había llegado por Keyla, por lo que es abierta por Jennie la cual le sonríe después de saludar—. Hola, Jeison, puedes pasar a la sala, que Keyla está todavía arriba preparando a Cloe.

—Hola Jen, ¿cómo así que preparando a Cloe? ¿La pequeña también irá con nosotros? —pregunta un tanto confundido mientras se adentraba en la vivienda tomando asiento en el sillón.

—No seas tonto. ¿Cómo se te ocurre que ella va a entrar en ese lugar? Se la llevaremos a su abuela —está suelta una pequeña risa al ver su semblante de eufórico que trataba de esconder su contrario.

—Por eso es que lo decía y me había sorprendido, no por más nada Jennie...

—Más bien considero que quieres estar a solas con mi mejor amiga —levanta una de sus cejas de forma juguetona.

—Esos son asuntos entre Keyla y yo que a nadie le compete —la mira con una sonrisa tan falsa como su actuar, además de insinuarle que era una chismosa en pocas palabras.

—Qué grosero eres —bufa la joven antes de darse media vuelta y subir a la segunda planta antes de sonreír para sí misma— pero más idiota aún.

—al escuchar como Jennie me avisaba que Jeison estaba abajo termine con mi pequeña para despedirme levemente de ella, que sería llevada con los padres de Harold. Al ver a Jeison no puedo negar que se veía bien, pero él hoy pagaría todo lo que nos hizo—. Hola, Jeison, ¿cómo estás?

—Estoy muy bien y ahora mucho mejor, con solo ver lo hermosa que eres me anima mucho a estar bien —sonríe de forma coqueta antes de dejarle un beso en el dorso de su mano.

—Muchas gracias, querido, pero tú no te quedas detrás —le devolví la sonrisa antes de salir a su auto.

—Somos la pareja perfecta, ¿quién lo diría? —sus brazos se habían entrelazado para caminar de esa forma hasta subir y ser llevados por el chófer de este.

—Puede ser que te dé la razón —reí un poco por la estupidez que acabo de "aceptar", en verdad solo él se cree sus mentiras.

—Key... ¿Qué te parece si nos desviamos un rato antes? Conozco un buen lugar donde podemos estar los dos juntos, no se preocuparán tanto en esa fiesta —comenta de forma indecente mientras posa su mano en la pierna de la contraria.

—¿Estás loco Jeison? Claro que no, debemos llegar a tiempo, ¿qué pensaran de nosotros? —lo mire antes de retirar su mano de forma sutil.

—Vamos, Keyla, todos nos pueden esperar uno que otro minuto, además de que nos vamos a divertir mucho —el chico vuelve a posicionar su mano en la pierna de la contraria, la cual le reacciona con una bofetada dejándolo con un semblante de impresión.

—A mí no me toques Jeison, no te propases conmigo, usted y yo solo somos amigos, así que bájate de esa nube, que por salir contigo en varias ocasiones no significa que tenga o quiera algo contigo —lo mire mal como respuesta ignorándolo durante todo el camino. Su mirada de confusión lo acompañaba que al llegar y bajar del auto vi a los chicos en la puerta con una sonrisa que no podían ocultar.

—Keyla, mi amor —dice Harold al acercarse y tomar de la cintura a la joven antes de dejarle un beso en los labios— que hermosa te ves mi amor.

—Lo sé, me puse este vestido que tanto te gusta para ti —le guiñe el ojo con una sonrisa y volví a dejarle otro corto beso antes de que mi esposo mirara al chico que tenía un semblante de asombro detrás de mí.

—Gracias por haber traído a mi esposa —le sonríe en burla antes de darse media vuelta e ingresar.

—Esta vez no me ganarás Harold Contreras —susurra enojado para entrar detrás e ir a la mesa donde estaba sentada Keyla con sus amigas únicamente— será que podemos hablar, ¿a solas?

—No veo la necesidad de hablar a solas con alguien como tú. ¿Qué deseas Jeison? —arqueo una de mis cejas con una sonrisa.

—A solas Keyla, esto es un asunto privado —mira a ambas chicas en la mesa, las cuales se levantan por la señal de su amiga y al estar solos este se sienta frente de ella— me puedes decir que clase de juego es este, yo pensé que nosotros podíamos llegar a ser algo.

—¿Cuándo te di señales de ese tipo? —reí un poco negando al verlo— eres un descarado, por poco y tu plan funciona, ha sido muy perfecto.

—¿Plan? ¿De qué estás hablando? —la mira frunciendo el entrecejo haciéndose el que no sabía nada, estaba cada vez más seguro que Tiffany había abierto la boca.

—Dime mejor cuál es tu verdadera identidad... Es, ¿Jeison o Michel? —lo miré riendo para ver como Harold subía a la tarima para poder hablar frente de todos, gran parte de los presentes conocía a Jeison, este mismo se puso de importante ante la sociedad— mejor disfrutemos del show.

—Buenas noches a todos los presenten, como la gran mayoría ha de saber mi nombre es Harold Contreras, y bueno, aprovechando la presencia del doctor Jeison Andrade, me gustaría hablar un poco de lo ocurrido entre mi esposa Keyla Jones, él y yo —sonríe haciendo que todas las miradas se pusieran en la pareja que estaba en la mesa.

—Vamos, ¿qué vas a inventar? Tu exesposa me prefirió a mí —dice este con tal seguridad escuchando la carcajada de Harold y Keyla.

—¿Preferirte? Por favor, por qué no le cuentas a todos mejor que has cambiado más de veinte veces de identidad, no somos los primeros que has intentado separar con tus extrañas obsesiones, pero déjame decirte que Keyla es mi esposa aún y tú iras inmediatamente a prisión —sonríe al momento de escuchar las sirenas de policías; mientras en una gran pantalla mostraba los antecedentes de Jeison. Era una joyita de persona a fin de cuentas.

—Te equivocas Contreras, una vez ganaste el amor de Keyla, pero esta vez es mi turno de ganar —el hombre se puso en pie al ver que Keyla lo hizo y la tomo como saco de papas para correr, un grupo de guardias empezaron a entrar por las distintas puertas apuntando a cualquiera que se moviera.

—¡Suéltame imbécil! —dije en alto cuando sentí que me tiro en la parte de atrás de un auto distinto al que vinimos y con un trapo en mi nariz sentía que me quedaba inconsciente, mi vista se nubló en negro que solo escuchaba los gritos que venían de afuera.

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