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XIII

En casa de Harold.

—Bueno, huelen mucho mejor ambos, se ven mejor sus rostros después de comer, así que como dicen por allí, barriga llena, corazón contento y buen cerebro —está suelta una pequeña risa— tenemos mucho que hacer.

—Creo que sí, ahora, es momento de empezar a ser detectives —ríe un poco mientras la miraba.

—¿No prefieres ir a ver a tu esposa, Harold? —sonríe para tomar su bolsa.

—Claro que quiero ir a ver a mi esposa, ¿qué clase de pregunta es esa Jen? —se levanta rápidamente del sillón con una gran sonrisa. Su semblante había cambiado a uno más animado.

—Bueno Harold, para tu suerte Lupe me ha llamado y quiere que vuelva a casa lo antes posible, por ello diría que aproveches y hables con Keyla, ambos ahora mismo están calmados y con la cabeza fría.

—Me parece perfecta la idea, cariño, vámonos entonces —sonríe el moreno para salir con ambos de la casa e ir a la suya, pasaron por una tienda y llevaban regalos para Keyla, no sería agradable llegar con las manos vacías.

Los tres en esos momentos salieron de nuestra casa para ir a donde estábamos, los regalos que Harold me trajo fueron muy hermosos, aunque siendo sincera al verlo entrar di un paso atrás, no me lo esperaba. Por otro lado, estaba de todas formas aturdida, así que cualquier acción me hacían extrañarme, puesto que la duda me invadía sobre la invitación. ¿Quién era el hombre que llego minutos antes? Vaya, si antes hubiese sabido lo que acontecería, me fuese preferido quedar con la duda antes de conocer a Jeison.

—Amor, hola... —sonríe un poco mientras le enseñaba la caja de chocolates, el peluche y el gran ramo de tulipanes azules, mientras sus manos temblaban— ¿Puedo hablar contigo un rato?

—lo miré para poder suspirar levemente mientras lo miraba— vamos a la habitación, Jen te encargo a Cloe y a Kris, están en el patio jugando —me di media vuelta intentando estar sería, pero recordé aquella escena al subir a la escalera que me dolía un montón en el corazón.

—este la sigue desde atrás para al subir se sienta con ella en la cama mirando ambos al suelo, un pequeño e incómodo silencio se precipitaba, pero Keyla no lo permitió.

—¿Qué es lo que deseas decirme? ¿Qué necesitas? —tome la fortaleza de mirarlo al rostro, notando inmediatamente que no había dormido nada, por ello tome su mejilla acariciándola levemente con la yema de mis dedos, una reacción normal de parte mía a él cuando sabía que no tenía una buena noche.

—Yo... Bueno, la verdad es que yo te necesito Keyla, a ti y a Cloe las necesito en casa... Yo sé que no debí hacer eso que hice con Tiffany, pero ella me obligó y sé que no es excusa, pero yo en verdad no lo quería hacer y no se me ocurrió que su amenaza era para engañarme —le toma de las mejillas a su contraria para que sus ojos se miren mutuamente— sé que había estado raro y de seguro ahora no me has de creer... Solo puedo decirte que te amo. Sin ti no soy nada Keyla Jones, te juro que sin ti no me dan ganas de vivir —baja su mirada queriendo sollozar, se sentía tan mal consigo mismo.

—lo miré para poder abrazarlo mientras acariciaba su espalda— no seas tonto, claro que puedes vivir sin mí, puedes conseguir a otra chica con un abrir y cerrar de ojos, tu encanto nunca acaba Harold Contreras.

—Pero yo no quiero a otra chica, yo te quiero es a ti y solo a ti Keyla —la abrazaba fuertemente posicionando su cabeza en el cuello contrario para poder sentirla y respirar su aroma— extraño todo de ti, no necesito a otra mujer ni mucho menos una como Tiffany.

—suspire un poco para mirarlo y darle un corto beso en los labios, formando un silencio acogedor entre nosotros, dejando al punto que solo nuestras miradas hablasen por sí misma.

que estarán pensando, ¿en verdad lo perdonaste Keyla? Y la respuesta es sí, esa misma pregunta me la hicieron varias personas que se enteraron de la infidelidad de mi marido, Tiffany había hecho lo posible con fotos soltar al aire la noticia, por lo que a mi celular llegaron varios mensajes para intentar saber a fondo; todos unos chismosos que ocultan su necesidad de saber lo que pasa en la vida de otros a través de una falsa preocupación. Pero, para serles sincera, si no lo perdonaba me iba a arrepentir de por vida, soy feliz con Harold, cosa que ningún otro hombre lograría hacer.

Ahora, tocaría esperar un poco para descubrir que era lo que pasaba, sabía de los alcances de Tiffany, ella siempre ha sido una cualquiera y regalada. Discúlpeme si me expreso así, pero en verdad nunca la he tolerado, por ello teníamos que pensar en que hacer, aunque ello implicara alejarme levemente de mi esposo. 

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