XI
—Tranquilo, Keyla te escuchará, no te preocupes por ello, porque como dije amigo, tienes razón —lo mira con un semblante pensativo mientras toma asiento a su costado— la pregunta es, ¿quién hace todo esto?
—Y lo más importante, ¿qué quiere ganar con esto? —los mira la joven pensando— creo que sé quién puede ser.
—¿Quién Jen? Si lo conozco le romperé la cara —la mira Harold mientras empuñaba sus manos aún temblorosas por el exceso de licor.
—No estoy segura, pero creo que puede ser Mike, recuerden que él siempre ha tenido esta rara obsesión con Keyla y es la hora la pobre sufre al ser este el gerente del hospital.
—No lo creo, Mike me tiene miedo y por ello se ha controlado, además que es muy estúpido como para crear un buen plan.
—Lo sé, pero lo que paso la última vez con susto y todo casi pasa esa locura, pasaron seis meses, pero no sabemos qué estaba pasando en su cabeza en ese entonces...
Seis meses atrás.
—¡Acaso no entiendes que Keyla es mi esposa o qué pedazo de imbécil! Te terminaré de romper esa cara con mis propias manos —lo toma del cuello con fuerza para levantarlo del suelo.
—¡Harold ya! Déjalo hermano, le has destruido todo y te meterás en problema —separa a su amigo agarrándolo de los brazos para separarlo dejando caer al chico que tenía el rostro bañado en con sangre.
—¿Cómo quieres que me calme? Este idiota intentó abusar de mi esposa —lo mira con aquella mirada fulminante que hacía temblar a cualquiera.
—Harold, tranquilo, vas a poner a Keyla más nerviosa —abrazaba a la chica que estaba en el rincón temblando y de sus ojos escapaban lágrimas.
—este miraba a su esposa para arrodillarse en el suelo y abrazarla, brindándole seguridad— tranquila, amor, estás conmigo.
—limpia su nariz el chico del suelo mientras los ve a lo que se queja señalándolos— ella será mía cuando menos te lo esperes Harold Contreras.
—Vuélvele a poner un dedo encima y te mato con mis propias manos, ella no está sola, así que atreve a hacerle algo y verás —lo señala de forma amenazante.
—Eso lo veremos —se levanta del suelo para tomar su mochila y caminar algo cojo.
—¡Idiota, te vamos a denunciar! —le cierra la puerta con fuerza el moreno para no escuchar lo que reprochaba y poder llamar a las autoridades competentes.
Retomando la conversa.
—Después de esa denuncia, solo duro dos días en la comisaría y volvió a su normalidad, con la orden de alejamiento se alejó un poco de Keyla, pero yo sigo insistiendo que cuando están así obsesionados hacen lo imposible para acabarles su vida, tipo: "No estás conmigo, no estarás con nadie" —hace las comillas con sus dedos mientras los ve.
—Eso es verdad cariño, pero no creo que sea Mike, ese chico es algo estúpido y si bien este es un plan bien estructurado, si es como pensamos, debe ser una persona astuta, la que está detrás de todo y sabía el momento y lugar exacto donde atacar.
—Ambos tienen razón en parte, pero juguemos con cabeza fría —responde Harold mientras se pone en pie— me iré a dar una ducha, en esta ciudad existen varias personas que me han querido separar de Keyla, podemos ir descartando hasta dar con el culpable, ¿qué opinan?
—Claro, vayan a tomarse una ducha ambos que se ve que no tuvieron buena noche, así que mientras les preparo el desayuno de nuevo pensaré en lo que ocurre, además de hacerle un regalo a Keyla y se lo des al llegar. —los mira con una sonrisa mientras ponía en pie de nuevo.
—Se los agradezco, en verdad, a los dos, son los mejores —abre sus brazos con intención de abrazarlos, pero es detenido por las señas contrarias.
—No, abrazos aún no, ves a limpiarte primero y al final los agradecimientos —ríe un poco Jennie mientras tenía sus manos en frente.
—Jen tiene razón, vamos a ducharnos y nos vemos en el comedor —sonríe para ambos chicos tomar caminos distintos y la joven salir de la habitación a la sala para prepararles el desayuno.
—Quien te vería así por una mujer Contreras —ríe un poco mientras saca lo necesario para realizar el desayuno, calentando el suyo y completándolo con lo que le preparaba a los chicos, ninguno podía actuar con el estómago vacío.
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