VII
Llamada telefónica entre Kevin y Tiffany.
T: Kevin, lindo, ¿esos milagros que recibo tu llamada?
K: No es precisamente para escuchar tu estúpida voz. ¿Por qué estás molestando a Harold? Le has arruinado la vida.
T: Oh, vamos Kevin, no me digas que estás celoso, no me lo esperaba, pero fue tan delicioso volver a ser de tu amigo —ríe un poco.
K: ¿Celoso? ¿De una persona de mierda como tú? Ja, no me hagas reír Tiffany.
T: Yo sé que deseas mi cuerpo Kevin o por ello no fue que traicionaste a Harold hace un par de años, ¿te lo debo recordar lindo? —ríe negando mientras se escuchaba como caminaba— qué hipócrita eres, primero lo traicionas y luego lo quieres ayudar con tu cara de yo no fui.
K: Ese fue el peor error que pude cometer, estar con una persona como tú que no vale nada, me imagino que debes estar contentar por haberlo separado de su esposa, por qué para ello eres experta, ¿no? Puta de cuarta.
T: A mí me respetas hijo de puta, yo soy una mujer y lo merezco.
K: ¿Respeto tú? Ja, no me hagas reír en serio, deja a Harold en paz, ya conseguiste lo que querías, solo déjalo en paz.
T: Claro que no tontín, apenas empieza el juego —dice por último antes de colgar.
—¿Cómo que apenas empieza el juego? ¿Qué tramas Tiffany? —suspira un poco antes de fruncir el entrecejo y recostarse en la cama de la habitación de invitados, tenía mucho que pensar mañana.
Por otro lado, con Tiffany.
—Listo estúpido, ya tu patrón tiene lo que quería, la chica está libre, ahora págame y déjame en paz.
—un silencio se apoderó del parque solitario donde Tiffany se encontraba en compañía de un hombre de contextura robusta y más alto que ella le observaba sin darle atención mientras informaba a alguien más a través de un micrófono— mi patrón me dice que aún no se ha acabado el trato Tiffany, debes alejar totalmente a Harold de Keyla, conociendo a ese idiota la ira a buscar.
—Bueno, dile a tu patrón por qué cojones no lo hace él, yo cumplí con separarlos, ahora le toca a él encargarse de lo otro, quiere a Keyla, ¿no? Que juegue por ella —dice la joven hastiada mientras se cruzaba de brazos.
—¿En serio te piensas rebelar contra el jefe? —el hombre deja escapar una pequeña risa mientras saca un arma apuntando a su pecho— a mi señor le gusta jugar, ¿sabes a qué? A matar zorras y yo le hago el favor de llevárselas, quizás tú quieras ser la nueva víctima.
—Tu jefe es más psicópata que yo, por ello es que Keyla jamás le daría atención a alguien como él. ¡Ni yo lo haría!
—el hombre le da una bofetada y le apunta a la altura del abdomen— si no quieres perder a tu hijo y a tu familia, lo mejor será que nos respetes, cumple con las reglas, porque a mí no me tiembla la mano para matar a una persona y llevarle la cabeza a mi jefe.
—está traga en seco y suspirar para separar aquel metal frío de su vientre de dos meses que aún no se notaba— ¿Qué quiere que haga ese idiota?
—Mucho mejor así, el señor dice que debes consolar a Harold para que no busque a Keyla, mientras que de ella se encarga él, dice que en verdad no tienes mucho que hacer —ríe un poco guardando el arma.
—No conoce a Harold, así que no le recomendaría que anduviera riendo y pensando que esto es fácil —rueda un poco sus ojos algo irritada, ni ella se consideraba tan molestosa.
—Eso es lo que tú crees, ahora solo lárgate a tu perrera, esperamos buenas noticias antes del viernes —sonríe ladino mientras se da la vuelta para entrar en una camioneta negra.
—¡Idiota! El rey de la idiotez —comenta indignada mientras sube a su auto para poder manejar a su casa. Este estúpido soborno la tenía muy estresada, y tendría que calmarse por su bebé.
—por otro lado, un hombre de traje negro que se encontraba en una oficina apaga la comunicación con sus trabajadores para tomar una foto de la pareja— pronto serás mía Keyla, yo seré el afortunado al que ames —sonríe para sí mismo antes de con un encendedor quemar la parte donde aparece Harold.
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