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II

—Te repito que estoy cansado en verdad, tus dramas pueden esperar para mañana —le mira con un semblante de seriedad antes de recostarse en la cama ignorando cualquier gesto de la chica dándole la espalda. Sentía que su cabeza quería estallar como para escuchar a Keyla imaginarse sus historias.

—me recosté dispuesta a abrazarlo por la espalda e intentar convencerlo cuando noté tal mancha en su cuello, estaba claro que estaba con una mujer antes de llegar a casa— Harold, dime la verdad, ¿ya no me quieres a tu lado? ¿Ya no me amas? —suspiré para darle ahora yo la espalda a él.

—¿De dónde sacas eso Keyla? Claro que te amo, eres mi esposa, por ello te debo amar y mucho, ¿no crees? —sus palabras resuenan en los oídos de la chica cuando decide darse la vuelta observándola, pero esta se le notaba una tristeza aunque lo que viese era su espalda, ya este conocía tan bien a su esposa que sabía que no estaba bien por su corporalidad.

—No porque sea tu esposa, estás obligado a hacerlo —suspire abrazando la almohada que tenía a mi lado, terminando por voltear mi cuerpo topándome con sus hermosos ojos observándome— estás demasiado raro, por eso quiero que seas sincero conmigo, ¿ya no soy suficiente?

—No digas eso, amor, solo que he tenido unos meses complicados, lamento haberte descuidado y que pienses que ya no eres suficiente para mí —este la envuelve en sus brazos en forma de un abrazo mientras le acariciaba del cabello, por lo que la joven se acurrucaba en su pecho.

—al volver a sentir su calor después de tanto tiempo me hizo sonreír que volvimos a conectar miradas— entiendo que han sido meses complicados, pero en verdad quiero saber el porqué de tu rareza, yo sé que por estrés no es, porque no es solo conmigo, sino con Cloe también, ella me pregunta por su papá cada que no te ve llegar.

—Si te vas a poner de esa forma, entonces no hablemos mejor nada —de un impulso, este le suelta volviéndole a dar la espalda. Era consiente de lo que hacía, pero su problema era demasiado grande y dijera o no sería una catástrofe. 

—Está bien Contreras, que tengas linda noche —susurré algo incómoda para levantarme de la cama y salir de la habitación caminando en dirección a la de Cloe, al ingresar me recosté junto a la menor que se levantó acurrucándose en mi pecho al sentirme dormir con ella, y fue allí que intentaba conciliar el sueño.

—Keyla... En verdad lo siento, yo te amo amor... Todo es culpa de esa mujer... —al sentirse solo en la habitación abraza la almohada de su esposa apretando sus ojos intentando dormir, pero era claro que no podría, no del todo, puesto que el calor de su esposa le hacía falta.

Mi esposo en verdad se encontraba raro, me preocupaba y tendría que averiguar qué era lo que pasaba, por lo que al día siguiente, después de que Cloe saliera de la escuela, decidí llevarla a la oficina de Harold, no tenía quien la cuidara, puesto que tendría turno en la tarde. Estar en ese lugar me permitiría saber qué es lo que está atormentando a mi marido, por lo que subí directamente a su oficina después de saludar a varias personas que conocía. No me anuncie y estaba decidida a entrar, pero tuve que tocar la puerta al esta encontrarse con seguro.

Minutos previos dentro de la oficina.

—Señor, ¿por qué tan arisco? —sonríe ladina la mujer mientras estaba apoyada del escritorio contrario y tomaba a Harold por la corbata.

—Por favor, Tiffany, te he dicho que salgas de mi oficina, ¿no lo entiendes? —menciona con aquella voz de seriedad al soltarse de esta y escuchar la puerta sonar.

—Usted no tiene visitas programadas, ¿qué imbécil podrá ser? —rueda sus ojos para acomodar su vestido, el cual dejaba que su cuerpo se notase tras la tela fina de color rojo. Abre la puerta con desagrado para al ver a Keyla elevar una ceja—disculpe, ¿qué se le ofrece, señora?

—mire a la chica de pies a cabeza con la misma cara de repulsión, por poco y no se encontraba desnuda en la oficina de mi esposo con ese traje, pero sin saber quién era sostenía de la mano a mi pequeña— vengo a ver a Harold, así que si me disculpa necesito que se haga a un lado para pasar, si no es mucha molestia señora.

—¿Perdón? Yo no soy señora que le pasa, eso en primer lugar y en segundo usted no puede pasar y menos con esa cosa —señala a Cloe con desagrado— mi señor no da limosnas, así que le pido que se retire si no quiere que llame a seguridad.

—la mire arqueando una ceja antes de soltar una leve carcajada, dejando libre a Cloe de mi agarre, la cual entro corriendo en la oficina gritando la palabra "papá" en llamado de Harold— debería de informarse antes de hablar burradas, ¿no? Señora —sonrió para darle un empujón con mi hombro haciéndome paso al interior de la oficina.

—Mi princesa, ¿qué haces aquí mi amor? —comenta sorprendido antes de levantarse de su asiento para poder cargarla y llenar de besos a la menor, que al ver a Keyla acercarse decide plasmar un corto beso en los labios de su esposa— qué sorpresa más hermosa me han dado ustedes dos.

—Cariño mío, vine porque está pequeña salió temprano de la escuela y necesito que me la cuides mientras tanto, recuerda que las chicas no pueden y la niñera nos pidió el permiso, además de que nana está haciendo compras —lo mire acariciando un poco su mejilla para plantar otro beso al sentir la mirada penetrante de la otra mujer en mi espalda.

—Claro que sí, hermosa, Cloe la pasara bien con papá —sonríe para ver como su pequeña se bajaba de sus brazos para correr a un pequeño espacio de juegos que tenía Harold ya en su oficina, no era la primera vez que nuestra pequeña pasaba el día aquí.

—deje su bolsa en el escritorio para volverme a acercar tomándolo del cuello— ya sabes cómo es Cloe, ¿los veo en la casa o prefieres que te llegue aquí?

—Nos vemos mejor en la casa hermosa, hoy saldré algo temprano —sonríe para plantarle otro beso en sus labios, eran tan adictivos y le encantaba ver la molestia en los ojos de Tiffany.

—correspondí para despedirme y al salir ver que aquella mujer tenía el entrecejo fruncido por lo que reí antes de caminar al ascensor; al llegar me tope con Lina, ella era una de las secretarias de Harold de la primera planta, esta me detuvo antes de irme y lo que me comento alteraba mis sospechas frente a la actitud de mi esposo.

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