El origen
La luz de mi casa titiló hasta que se murió, dejándome en la oscuridad de mi pequeño departamento.
No tenía dinero, en unos días me iba a quedar sin hogar; tomé las llaves y recorrí por décima vez las calles de la pequeña ciudad donde habitaba, mirando en todas direcciones, tratando de encontrar algún papel que indicara que buscaban un empleado.
Frustrado, seguí caminando hasta la próxima ciudad, menos habitada que la mía pero quizás con más suerte, y así fue: "se busca asistente para proyecto científico", debí de haber sospechado, pero la necesidad de dinero nubló mi razón.
Tomé mi celular y marqué el número del aviso, me recibió la contestadora "si te estás comunicando por el trabajo, ve a la siguiente dirección…"
Fui, me encontré frente a un laboratorio, en la recepción no había nadie o, en realidad, en todo aquel lugar. Cuando di la vuelta para irme, no reaccioné lo suficientemente rápido y me golpearon, al principio me aturdí y vi un rostro borroso, después fue todo negro.
Cuando abrí mis ojos, me dolía todo el cuerpo, sentía que la sangre me ardía y mi cabeza era una olla hirviendo.
No veía nada más que plástico, estaba en una especie de carpa, asustado quise levantarme pero estaba agarrado a la mesa, atado fuertemente.
A mi alrededor había máquinas, cosas que no sabría explicar pero que no eran artefactos normales.
Escuché unos pasos a mí alrededor y un hombre canoso, con bata blanca, se paró a mi lado, sonriéndome.
-¿Qué… hago… acá?- me costaba hablar, mi garganta estaba seca.
-Estás para cambiar el presente y convertirlo en el inicio del futuro.
Antes de poder responderle me puso un bucal en la boca, y lo pegó con cinta para que no lo escupa.
Me removí asustado, esto no estaba bien, este hombre no estaba bien.
Tomó unas pinzas, y comenzó a ponerlas en distintos puntos de mi cuerpo, cuando terminó se acercó a una máquina, ésta sólo tenía una perilla. Le dio un cuarto de vuelta y sentí una descarga eléctrica en mi cuerpo, los latidos de mi corazón se aceleraron, la electricidad viajaba en mi sangre y los vellos de mi cuerpo se encrisparon.
Esto lo repitió durante semanas, meses quizás, nunca comprendí qué me había hecho para que mi cuerpo soportara las descargas, cada vez más elevadas.
Un día me liberó, pero mi cuerpo estaba entumecido de estar tanto tiempo en la misma posición, y él lo sabía.
-Levanta la mano, piensa en un hilo de electricidad y tíralo.
No sé por qué hice lo que pidió, no sé cómo pasó, pero la luz de la habitación se apagó.
Más meses, más órdenes y yo sólo tenía un mantra en mi mente: "tú no eres aquello para lo que te hicieron. Tú eres algo más. Eres lo que decides ser".
Me lo repetí esperando el momento, y pasó, él recibió una descarga eléctrica, demasiado intensa para su corazón. Y, desde ahora, sería yo quien marcase mi futuro.
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