El General Flint sostenía en su mano un interruptor mientras miraba fijamente la pantalla que tenía enfrente. En ella, estaban la identificación de los cuatro niños que rescató Melisa Alfonso. Se debatía mucho el si usar el detonador o no, ya que corría el riesgo de que ocurriera un escándalo que le perjudicaría mucho su reputación. Si lo hacía, en cambio, lo más probable es que solo perdiera la confianza de la policía. Igualmente, el Proyecto Quimera había sido comprometido y trataba de analizar cómo pudo dejar escapar semejante información a manos del Dr. Rosovich. Finalmente, había tomado su decisión. Inmediatamente, cogió el teléfono de su oficina:

-Díganle a Reptil que se retire. Su misión ha acabado.

Reptil estaba a punto de encarar nuevamente a Chaqueta Amarilla. La criatura estiró el brazo para nuevamente asestarle un golpe mortal, pero el ágil asesino logró esquivarlo. Aprovechando, de un salto se encaramó en los hombros del monstruo. De su bolsillo sacó una granada, a la que le quitó la espoleta. Acto seguido, la introdujo en la boca de la feroz bestia.

Rápidamente, se bajó del mismo. No obstante, la criatura logró chocar sus manos contra la cabeza del asesino, escachándola completamente en el acto. Entonces, la granada estalló en su boca. Lejos de matarlo, Reptil cayó inconsciente.

Melisa y los niños andaban lejos de allí. La joven estaba dispuesta a llegar a cualquier parte del país donde no hubiera autoridad de Ahab Flint. Afortunadamente, habían podido recuperar la camioneta.

-No se preocupen, niños. Todo estará bien. En la ciudad, ese hombre no les podrá hacer daño.
De pronto, los niños empezaron a escuchar un zumbido. El ruido enseguida se hizo insoportable.

-¿Se sienten bien?
A los niños se les veía un claro rostro de que no estaban bien. Era como si estuvieran sintiendo mucho dolor. El hecho de no hablar, desconcertó mucho más a Melisa. Entonces, la cabeza del pelirrojo estalló.

-¡Aaaaaah!

Había sangre salpicada por toda la camioneta. Lo único que quedaba era el cuerpo sin cabeza de ese niño. Sin poder tener tiempo de reaccionar, el resto de los niños sufrieron un destino igual. La explosión de sus cabezas, como si se reventaran calabazas, resonaba en la cabeza de Melisa. Sin poder procesar todo, perdió el control del timón y la camioneta acabó estrellada contra un árbol.

A la mañana siguiente, Flint se hallaba en su oficina, cuando el sheriff solicitó verlo.

-Adelante.-dijo el general.

El sheriff no llevaba su uniforme esta vez y traía en su mano la estrella que era parte de este. Entonces, la colocó en la mesa del general.

-Estás renunciando.-dedujo el general.

-Sí. Ya me cansé de ser tu títere, Flint. Mi sobrina casi muere por tus creaciones.

-Mis condolencias. He oído que ya está mejor.

-Si tan solo te acercas a ella, ninguna inmunidad diplomática va a detenerme. ¿Oíste?

El general lo miró seriamente, sin perder la calma. Era un hecho público que tanto él como el Conde Von Matters poseían inmunidad diplomática en caso de emergencia, pero no les salvaría si la población decidía tomar cartas en el asunto.

-Le aseguro que no tiene de qué preocuparse, Sr. Alonso.-continuó.-Los cuerpos fueron exitosamente retirados antes de que se pudiera hacer una investigación y le aseguro que incidentes como este no volverán a ocurrir.

-Eso espero, “general”.

Mientras el ex-sheriff salía de la oficina, el general se disponía a atender una llamada.

*Rolling Stones-(I Cant Get No) Satisfaction*