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III

III
El ser reptiliano avanzaba hacia Melisa y los niños. Uno de estos empezó a caminar frente a él.

-¡Eh, niño! ¡No te le acerques, niño! ¡Vuelve aquí!-ordenó.

El muchacho alzó su mano en dirección al ser y en un movimiento brusco, salió disparado al otro lado del pasillo, quedando inconsciente. Melisa quedó atónita ante esto. El niño con toda la facilidad del mundo había podido darle un empujón sin mover un dedo. Inmediatamente, lo agarró con el resto de los niños y se apresuró en huir.

El tipo de la chaqueta amarilla no tardó en despertar. Rápidamente salió del edificio antes de que llegara seguridad. Al salir, pudo ver a Melisa con los niños entrando en una camioneta del Departamento de Energía, otra de las fachadas del General Flint. Asumió que lo estaban robando mientras se iban. Enseguida volvió al bosque cerca del laboratorio, ahí pensaría mejor en qué hacer antes de que lo atrapen los matones de Flint.

Melisa trataba de no sobrepasar el límite de velocidad. Se hallaba asustada y tensa al mismo tiempo. Se trataba de concentrar, mientras tanto, en llegar a la comisaría. Al llegar la encontró tranquila, casi desolada.
Parqueó en una esquina, dejando a los niños adentro.

-Quédense aquí, ¿sí? Vuelvo enseguida.

Al entrar, divisó a Rebeca, la secretaria del sheriff. Era una señora mayor, con gafas.

-¿Dónde está todo el mundo?-preguntó la joven.

-Timoteo y Vázquez están patrullando el pueblo, joven, pero sospecho que no viniste a preguntar por los únicos dos oficiales que tenemos.

-No, quiero ver a mi tío.

-Él no quiere visitas, querida.-avisó Rebeca.

-Él va a quererme escuchar, si tan solo lo llamaras.

-Lo siento, pero no puedo. Él no quiere que le molesten.

-Ya, claro.

La joven entonces se dirigió a la oficina de su tío al final del pasillo.

-¡Oye! ¿A dónde vas?-protestó Rebeca.

Ya la muchacha había llegado a la puerta cuando escuchó a Rebeca. La oficina de su tío estaba bastante ordenada. Andaba con los pies encima de la mesa, hablando por teléfono cuando notó a su sobrina.

-¡Eh, Melisa! ¿Qué te trae por aquí?

-Tienes que ver algo.

El sheriff veía fijamente a los cuatro niños. Andaban formados en fila india. El primero, el que empujó al ser reptiliano, era pelirrojo, de ojos oscuros. La segunda, llevaba el cabello violeta, con ojos claros. La tercera era morena, pero con los ojos casi rojizos. El cuarto, que fue el primero que Melisa rescató, era casi pálido y calvo. Los cuatro debían tener casi la misma edad.

-¿Y dices que habían más?-preguntó el sheriff.

-Estoy casi segura. Estaban encerrados como prisioneros en estas celdas. Eran puertas de metal, tío. Y además, estaba esta…cosa.

-¿Qué cosa?

-Una especie de reptil, de lagartija, pero con forma humana, era como un mutante. Y estaba este sujeto, el de la máscara antigás.

-¿Qué sujeto?-Roy se mostraba casi tan pálido como el cuarto niño.

-Tenía una chaqueta amarilla. Y nos empezó a disparar, pero la criatura lo dejó inconsciente.

-Mmm…ya me lo temía.

-¿Le conoces?

-Me temo que sí. Llevo casi 20 años tras de él. Se llama Edmond Whitechapel. Solíamos llamarlo Chaqueta Amarilla. Hace dos décadas empezó a hacer todo tipo de desastres en el pueblo. Es un hombre muy peligroso, un psicópata. Explotó la estación de bomberos, provocó un tiroteo aquí en la estación y luego envenenó el hospital. Todo casi al mismo tiempo. No tienes idea de lo retorcida que es su mente. Desarrolló una enfermiza obsesión conmigo.

-Entiendo. Creo que ese hombre fue para matarlos y buscar a otro, un doctor. Creo que él iba a matar a uno de los niños. Rosovich se llamaba. El motivo lo desconozco, pero creo que el doctor tramaba o era parte de algo ajeno al general y por eso se tuvo que ir. Lo habían descubierto.

-Nunca oí hablar de un tal Rosovich.

-La criatura, debió ser una especie de guardia. Si los niños o las investigaciones del general estaban en peligro, él era el encargado de eliminar cualquier amenaza. Lo peor es que sospecho que una vez fue un humano.

-¿Y dices que este niño empujó a esa criatura sin mover un dedo?-preguntó mientras señalaba al joven.

-Sí, eso he dicho. Sospecho que no te lo crees. Tío, creo que estaban experimentando con estos niños, por eso los tenían ahí.

-Bueno, a ver. Emm… ¿tienen nombre?-preguntó mirando de nuevo a los niños.

No hubo respuesta. Los niños estaban en completo silencio.

-Bueno, parece que también les comieron la lengua.

-Tío, la gente tiene que saber de esto. Tenemos que ir a la prensa. Angelo Lars nos puede ayudar.

-¿Angelo Lars, Melisa? Creía que eras inteligente. ¿Les dirás que viste a un niño derribar a un monstruo verde y a un tipo que no aparece desde hace 20 años en la base subterránea de un laboratorio? Además, Angelo Lars es un borracho que apenas se puede mantener y dudo mucho que pueda ver algo aún usando lentes.

-Se oye mal si tú lo dices así.

-Mira, yo me encargaré de esto, ¿sí? No tienes que preocuparte. Simplemente tú y los niños siéntense un rato y yo haré una llamada.

-Está bien, tío. Gracias por tu ayuda.

-No es nada.-se dirigió a los niños.- ¿Quieren helado?
Habían pasado ya varias horas. Debía ser cerca de las 5 de la tarde. Los niños habían comido el helado suficiente para llenarse y cayeron dormidos inmediatamente. Melisa también durmió con ellos. Estaban sentados en la sala de espera, enfrente de la secretaria. No había rastro de los otros agentes. El sheriff se acercó a la joven.

-Eh, levántate. Dormiste cantidad. Ya viene la ayuda.-avisó.

-¿En serio?

Melisa salió inmediatamente a la acera. Afuera, ya era casi de noche. A lo lejos pudo ver tres camionetas del Departamento de Energía como la que se había robado del laboratorio. Intuyó rápidamente que aquello no estaba bien.

-¡Les avisaste!

-Esos niños son peligrosos, Melisa. ¿Por qué crees que los tenían allí encerrados?
Las camionetas se iban acercando cada vez más por la calle. Los niños salieron con Melisa. Al ver que ya se acercaban, el pelirrojo se puso delante de la joven y alzando nuevamente su brazo, volcó completamente la camioneta, pasando por encima de ellos, cayendo en el otro extremo de la calle.

Las otras camionetas se detuvieron. De ellas salieron agentes uniformados con cascos, chalecos antibalas y armas que parecían una versión más avanzada de la taser. Inmediatamente rodearon a Melisa y los niños, que se habían puesto como un escudo, protegiéndola.

-¡No le hagan daño a mi sobrina! ¿Entendieron?

Los agentes estaban apuntando a los niños. Uno de ellos, el que parecía ser el líder, empezó a hablar.

-Sujetos 1, 2, 3, 4. Vengan con nosotros inmediatamente o habrá consecuencias.

Ninguno de los niños respondió ni movieron un músculo. Los agentes estaban esperando la orden para empezar a disparar.

*My Chemical Romance-Teenagers*

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