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18 - PARTE DIECIOCHO

Momo casi saltaba cuando miró la inyección ya lista. Había terminado. No encontraba la hora de ir corriendo y decírselo a las demás.

No celebraba tanto porque había una pequeña posibilidad de que no funcione, pero según todo lo que contenía, debía funcionar.

Se inyectará, no hará nada al principio pero en el lapso de una hora podría haber hecho toda su función. Jihyo regresaría a la normalidad y por fin habría terminado su más grande tortura.

Momo ya tenía las instrucciones para hacer una, pero aún así tomó cuidadosamente la jeringa para ponerle su tapa y empaquetar con precaución. No quería perderla o que se derrame, le costó hacerla.

Robarle un poco de medicamentos a sus abuelos no era precisamente difícil pero tampoco lo más fácil del mundo.

Primero había pensado que podía probarla con Boo, pero aparte de que Boo no tiene lo mismo que Jihyo, éste le había comunicado extensamente que no quería ser un perro normal, quería seguir siendo como había nacido.

Momo lo aceptó solo porque físicamente ya estaba pareciendo más un perro normal, así pasaría desapercibido como todo perro.

De hecho, ahora Boo la miraba entretenido por cómo estaba emocionada.

— Este es el antídoto para Jihyo — Momo se lo informó y el perro saltó por la habitación — Ya te está creciendo pelo, antes eras pelón — Momo se agachó para acariciarlo pero el cachorro retrocedió indignado — No es insulto — aclaró pero Boo se volteó para ignorarla — Quedate aquí, no hagas ruido. Yo me tengo que ir ya, no hay porqué esperar.

Tomó la jeringa junto a su mochila, que nunca deja sola, y salió con la vaga excusa de ir con una amiga. Claro, sus abuelos le dijeron que era muy tarde y lo era, estaba anocheciendo, pero si iba corriendo no pasaba nada, ¿no?

Luego recordó que el teléfono es para algo y lo sacó sin dejar de caminar hacia la casa de Sana.

Marcó varias veces pero Sana no contestaba, su teléfono ni siquiera sonaba, solo mandaba al buzón de inmediato. Lo intentó unas veces más hasta que mejor marcó a Tzuyu, quien era la que más visitaba a Sana.

— ¿Momo? — la otra voz sonó adormilada. Momo se preguntaba si Tzuyu siempre estaba durmiendo o es que era casualidad.

— Tzuyu, ¿estás con Sana? — prefirió ir directamente.

— Buenas noches, y no, mi padre no me deja salir muy tarde — Tzuyu le contestó.

— Buenas noches. Es que la he estado llamando y no contesta — frunció el ceño.

— ¿Para qué la ocupas? — Tzuyu le preguntó y se escuchaba como empezaba a pelear con Chaeyoung.

— Bueno... Acabo de terminar la inyección y pues... — ni siquiera pudo terminar de decirlo para cuando escuchó un grito agudo que la obligó a separar su teléfono de su oreja.

— ¡¿En serio?! — Tzuyu le preguntó emocionada.

— ... Sí, por eso busco a Sana — Momo se detuvo al llegar, viendo como la puerta parecía entreabierta.

— Dejame llamarla, iré a su casa — Tzuyu se apresuró a decir.

— Estoy en su casa — Momo dijo mientras se acercaba y tocaba la puerta aún cuando estaba abierta.

— Entonces allá nos vemos. Llamaré a las demás — Tzuyu le dijo y se escuchó como Chaeyoung también se apresuraba.

— Pero Sana no contes... — y Tzuyu le colgó — ... ta — terminó frustrada. Guardó el celular y con cuidado abrió la puerta porque no iba a mentir con que no tenía miedo.

Con la mente puesta en eso del asesino del pueblo, entró cautelosa y miró todo. Aunque un ruido de teléfono se escuchó y saltó asustada, aunque se acercó y se dió cuenta que era el teléfono de la casa, no el de Sana.

— ¿¡Sana!? — llamó pero no hubo ningún ruido más que el teléfono de casa todavía haciendo ruido.

Dudó mucho en contestar, pero solo lo haría para decir que Sana no estaba, sí, o también para ver para qué la llamaban.

— ¿Mande? — colocó el teléfono en su oreja.

— ¿Sana? Soy Hinata. Te estuve llamando, pero como no contestabas tu teléfono personal, llamé al de casa — Momo se quedó un momento procesando y fingió lo mejor que pudo la voz de Sana.

Según lo que dijo Sana, ella y Hinata tenían una relación muy tensa y cortante, así que debía tratarlo de esa manera.

— Está descargado. ¿Querías decirme algo? — preguntó con la voz un poco ronca, podría usar eso de enferma para excusar la voz diferente.

— No hay mucho tiempo. Jihyo debe estar atrapada ya por los agentes que el gobierno envió. En el pueblo se informó sobre un asesino, ¿verdad? — se escuchaba cansado.

Momo se quedó estática, apenas parpadeó pero se obligó a sacudir la cabeza y contestar.

— ... Sí, ¿cómo es eso de Jihyo? — preguntó alterada.

— ¿Estás enferma? No importa — Hinata le restó importancia — Lo de un asesino en el pueblo es mentira, alguien descubrió que Jihyo puede ser asesinada si le dan en el pecho y entonces la atraparon para seguir experimentando hasta matarla. A mí me encerraron pero pude escapar y decírtelo.

Momo no podía procesar muy bien pero asintió y decidió quitarse la mochila para empezar a anotar como cuando debía recordar algo importante.

— ¿A dónde llevaron a Jihyo? — preguntó removiendo toda su mochila.

— Escuché sobre que la llevarán primero al edificio, la tendrían ahí pero pronto la trasladarían hacia un laboratorio de la cuidad.

— ¿Como cuánto tiempo? — desesperada preguntó. Su letra parecía de doctor pero no le importaba mucho, ella lo entendería.

— Tal vez una semana. Debes ir rápido o le inyectaran más cosas que podrían hacerla perder aún más la razón. Sería un verdadero monstruo sin rastro de la chica que conociste — Momo se detuvo y con eso se alteró aún más.

Si inyectaba más cosas en Jihyo, su antídoto podría ser cosa pequeña y no funcionaría.

— Me tengo que ir — colgó rápidamente y escuchó como la puerta se abría por una emocionada Tzuyu, con las demás acompañándola claro.

— ¡Momo! — Chaeyoung la saludó primero, pero se dieron cuenta de su semblante — ¿Por qué esa cara? — preguntó acercándose.

— Sana y Jihyo acaban de ser arrestadas. No tengo tiempo de explicarles. ¿Me acompañan a hacer lo más ilegal y arriesgado que harán en sus vidas? — sonrió de lado.

Ya tenía un plan.

— ¿Qué?

[ . . . ]

Sana se quejó un poco, abriendo los ojos y notando que su vista estaba un poco borrosa. Se quejó aún más cuando su cuerpo empezó a reaccionar y su cabeza dolía, era como si un taladro la estuviera golpeando.

Llevó su mano a su frente, en un intento de masajear, pero se encontró con curitas. Confundida removió un poco y se dió cuenta que eran por una herida en su frente.

De pronto se recordó a sí misma que chocó muchas veces su frente contra un vidrio durísimo a prueba de balas.

Claro que estaba lastimada.

Bufó viendo a su alrededor, su vista se aclaraba mejor y pudo ver los barrotes que la encerraban en un pequeño espacio. Estaba sentada y ya no tenía las esposas, pues de todos modos tenía la libertad limitada a un cubo pequeño llamado jaula.

Se concentró en calmar su dolor de cabeza y escuchó un gruñido a su lado.

Jihyo.

— ¿Jihyo? — inconscientemente llamó y volteó a todos lados, encontrándose con que su amiga estaba a su lado pero en una jaula aparte y más grande.

Jihyo tenía su brazo pasando por los barrotes, como si quisiera tocarla. Parecía tranquila aún cuando estaba muy asustada, y Sana lo sabía muy bien.

— ¡Jihyo! ¿Estás bien? ¿Te han lastimado? — Sana se levantó como pudo, estando de rodillas porque la altura de la jaula no era muy grande.

Sacó su mano por los barrotes para tocar la mano de Jihyo, un pequeño toque para que ambas estuvieran mejor.

Jihyo negó lenta, ni siquiera podía levantarse porque todo en ella estaba débil. Se había despertado pero no podía hacer que sus extremidades funcionaran como se suponían que lo hacían.

— ¿Qué pasó? ¿Te duele algo? — Sana se preocupó, acariciando su mano como un consuelo.

Jihyo negó y hizo un gesto hacia su cuerpo echado, sin tanto movimiento, así como a su mano temblando al ser estirada hacia ella.

— ¿No sientes el cuerpo? — Jihyo asintió descontenta mientras Sana suspiraba y veía alrededor. Si no se equivocaba estaban en el piso dos, en el pequeño almacén — Te dieron sedantes fuertes — murmuró entre dientes.

Jihyo soltó un gruñido y Sana la miró cuestionante, pero Jihyo gruñía hacia otro lado.

— ¿Qué? — preguntó y volteó hacia donde Jihyo parecía furiosa, viendo como personas uniformados entraban con armas en las manos. Sana se puso alerta, apretando la mano de Jihyo quien se quiso levantar pero no pudo.

— Saquen con cuidado a el proyecto — uno de ellos ordenó y alzaron las armas al abrir la jaula.

— ¿Qué están haciendo? Ella es una persona — las personas la ignoraron y Jihyo lanzó un pequeño rugido al ser arrastrada por varios de ellos — ¡Ella es una persona, ¿que mierda hacen?! — Sana se sujetó de los barrotes cuando Jihyo se vió en la obligación de soltarle la mano.

— ¿Qué hacemos con ella? — un hombre dijo mientras apuntaba a Sana con el arma.

— Ella es hija de el científico Minatozaki, estará allí hasta que nos llevemos a el proyecto — una mujer le contestó, haciéndolo bajar el arma.

Sana se dió cuenta que no podían matarla a ella, porque Hinata era persona importante entre sus superiores. Aprovecharía un poco.

— Que no es un maldito proyecto, es una persona — murmuró entre dientes, observando a Jihyo ser llevada. Jihyo aún buscaba su mirada como pidiendo ayuda.

Eso destrozaba más a Sana.

El hombre uniformado se acercó con una sonrisa hacia ella, se agachó para estar a su altura y Sana solo pudo hacerle frente a su expresión burlesca.

— Mira, niña, esa cosa es un monstruo, ¿lo entiendes o te lo explico con figuritas? — ladeó la cabeza, pero Sana no se inmutó mucho a su burla, por fuera, porque por dentro estaba furiosa.

— Soldado, vámonos — la mujer lo llamó seria, al parecer era su superior.

— Es una ilusa si piensa que esa cosa no la comerá cuando tan solo le falte comida — el hombre volvió a provocar, pero Sana solo sonrió un poco, haciéndolo confundir.

Sana en un movimiento rápido, sacó la mano para tomarlo del cuello de aquel uniforme. Solo bastó con atraerlo hacia sí para hacerlo chocar contra los barrotes, luego soltarlo para hacerlo caer hacia atrás.

Se escucharon las risas de algunos de sus compañeros y la mirada decepcionada de la mujer, haciendo que el hombre se levantara avergonzado y furioso le apuntara con el arma, amenazando con disparar.

Sana sonrió.

— Es un iluso si cree que tiene algún tipo de poder, imbecil — murmuró y estaba en lo cierto porque la mujer uniformada empujó al hombre para que caminara hacia la salida.

Solo una vez sola, Sana quitó inmediatamente su sonrisa y no pudo evitar romperse a llorar, sollozando bajo, pensando en las mil cosas que podrían hacerle a Jihyo en poco tiempo.

Debía escapar a ayudarla, pero no podía moverse a mucho de la jaula, solo podía sacar el brazo pero no había nada alrededor. De nuevo estaba desesperanzada.

Sin saber de la presencia de cinco chicas que se habían dado cuenta de la situación y iban a ayudarla.

Sana no sabía que, cuando aceptó la ayuda de esas cinco chicas, también aceptaría una amistad.

— Tzuyu, ¿podrías decirle a Chaeyoung que deje de cantar en mi oreja? — Momo exigió, porque todo el camino sigiloso por los pasillos, Chaeyoung había estado cantando con el radio encendido.

No es que cantara mal, pero Momo estaba harta de no saber si el ruido era de la otra línea o del pasillo donde estaba.

— Chaeyoung, a que no sabías que tú eres la adoptada y no yo — Tzuyu dijo por el radio.

— ¿Qué? — Chaeyoung se detuvo de cantar así.

— Que te calles porque el plan ya empezó — Tzuyu cambió burlesca, y Chaeyoung bufó molesta.

— Me avisan cuando haga mi fabulosa entrada — Chaeyoung les pidió.

Tzuyu y Momo estaban en el primer piso, no estaba lleno de gente pero sí había de la cual esconderse. Afortunadamente los perros rastreadores estaban en algún otro lugar, porque si no, ya las habrían encontrado.

— Sí, dile a Boo que haga su mejor actuación de perro muriéndose, a la gente le causa empatía eso — Tzuyu le dijo muy seria y Momo frunció el ceño.

— A esta gente nada le causa empatía, son del gobierno — Chaeyoung obvió.

— Tú solo dile eso a Boo — Tzuyu le dijo.

— Mina, ¿ya estás? — Momo interrumpió su pelea, llamando para verificar que todo estuviese saliendo como lo que planeó meticulosamente.

No tan meticulosamente porque no conocía casi nada de lo que pasaba, no sabía si todo el personal estaba registrado pero quería intentarlo.

— Estoy en proceso, me voy a cambiar — Mina le contestó del otro lado. Mina en ese momento debería estar en el tercer piso, porque habían sacado una poca información de un científico y un soldado a los cuales ya noquearon y desvistieron.

Se harían pasar por ellos.

Eso tenía pensado hacer Momo, noquear a otros dos soldados, quitarles las ropas, dejarlos escondidos por ahí, y hacerse pasar como ellos.

Chaeyoung solo debía estar afuera, avisar y luego ayudarlas a escapar.

— ¿Y Nayeon? — Momo preguntó al no escuchar a la mayor.

— Ya golpeó a una soldado y le cambió la ropa, se está vistiendo — y por esa razón Nayeon no podía contestar.

— Nosotras estamos en eso de encontrar para cambiarnos, así que pueden ya entrar en el personaje — Momo les avisó y por el otro lado Mina y Nayeon se empezaban a vestir rápidamente.

Mina con la ropa del científico que le quedaba un poco grande y por eso recortó un poco las mangas, mientras que a Nayeon le quedaba bien el de la soldado.

— ¿Es necesario desvestir a dos soldados? — Tzuyu preguntó dudosa.

— Es necesario para salvar a Jihyo y liberar a Sana — Momo le contestó, viendo para cuando algún soldado se acercaría a la zona donde estaban.

— Sí, pero estamos hablando de dos soldados bien entrenados, ¿cómo los vamos a dejar inconscientes y desvestirlos? — Tzuyu preguntó incrédula.

Ambas eran adolecentes de dieciséis, poca fuerza y altura, eran vulnerables a perder contra soldados probablemente letales.

— Nadie soporta un golpe en la nuca, hay que llevarlos a dormir — Momo sonrió de lado.

— Eso sonó bien — y Momo se sonrojó.

Tal vez no fue muy buena idea emparejarse en trabajo con quien estaba flechada, pero le gustaba.

Por otro lado estaban Nayeon y Mina, asegurando que la mujer y hombre inconscientes estén bien amarrados y amordazados.

Nayeon estaba preocupada por su novia, por el tema de sus ataques de respiración, pero veía a Mina muy calmada, solo seria y un poco inquieta pero su respiración parecía bien.

— ¿Segura que no quieres el inalahador? — Nayeon preguntó antes de salir de la pequeña habitación en la que estaban. Mina la miró un momento con duda — Es mejor llevártelo, solo tenlo en el bolsillo — se lo tendió y Mina por fin lo aceptó.

— He estado bien, no creo necesitarlo — Mina lo guardó.

— No está de más llevarlo, igual estaré contigo — Nayeon se acercó para darle un pequeño beso y ambas salir.

— Bien, soldado Kim — Mina apuntó a su pecho, donde tenía la etiqueta con el nombre 'Kim Minjan'. Nayeon también lo vió.

— Cientifica Han — Nayeon apuntó a Mina, quien le sonrió y asintió.

Caminaron hasta donde Kim Minjan les había informado, a base de presión y pequeñas amenazas que tuvieron que emplear, eso con el arma que Nayeon tenía en mano.

Si le decían a la Nayeon de hace semanas que amenazaría con un arma a una soldado de gran importancia entre las personas importantes del gobierno, no creería para nada.

El hospital tenía electricidad ahora por las plantas de luz que se pusieron. temporalmente, así que los pasillos estaban iluminados aún siendo de noche.

— Dijeron que estaba en la habitación 32 — Nayeon murmuró viendo los números en las puertas.

— ¿Y si mintieron? — Mina se preguntó.

— Nadie miente a alguien que te amenaza con un arma — Nayeon le contestó mientras llegaban a la habitación — Debes entrar primero, eres científica, yo detrás custodiando — Mina asintió y abrió la puerta sin tocar.

No sé supone que debía tocar si era su lugar de trabajo, ¿no?

Nerviosa entró viendo como Jihyo estaba tirada en una camilla más grande, despierta pero al parecer inmóvil, y por poco un hombre estaba por inyectarle quién sabe qué por la zona de las costillas.

— ¿Qué mierda está haciendo? — Mina entró en personaje, sintiendo revuelto el estómago pero aún firme y mostrando enojo.

— Ehh... ¿Quién es usted? — el hombre con la jeringa preguntó perdido.

Jihyo también las miró pero solo hizo eso, mirarlas sorprendida. Nayeon, aprovechando que nadie la veía, hizo un gesto que Jihyo apenas entendió.

— Soy la científica Han. ¿Por qué están inyectandole cosas tan temprano? Morirá así — Mina se acercó mientras Nayeon se quedó al lado de la puerta, vigilando todo con atención.

— Es un monstruo, no importa si muere — el hombre con etiqueta 'Park Wonjin' y otro que lo acompañaba lo apoyó.

— Debemos sacar la mayor información para los superiores, debe seguir viva, aquí tengo la inyección que la tendrá con más energía — Mina sacó la inyección que le dió Momo, con un líquido azul dentro.

Era el antídoto que Momo creó.

— Si tiene energía, nos matará a todos — el hombre acompañante aseguró.

— Energía para vivir, no la suficiente para que ataque — Mina se acercó hasta el lado de Jihyo, viendo como esta solo miraba todo atenta, más la jeringa que Mina portaba en manos.

— ¿Y esa qué inyeccion es? Tenía pensado inyectarle solo más sedante — el hombre Wonjin preguntó, retirando la jeringa propia para dejarla en el escritorio empolvado.

— Tanto sedante, y más en las costillas, podría matarla. Esto es más como un medicamento pequeño — Mina no tenía mucho saber en eso, pero decía lo más lógico en un tono especializado para sonar que sabía.

Tenía una actuación perfecta.

— Se dijo que solo en el pecho — Wonjin murmuró viendo pensativo hacia Jihyo.

— Dejemoslo en torso — Mina se apresuró a decir — ¿Podrían salir para así hacer mi trabajo? — preguntó cuando los dos hombres esperaban para ver la inyección.

— Me dijeron que es usted solitaria pero no creía que por voluntad — le mencionaron a Han con pronombres masculinos pero le restó importancia.

— Pues ahora lo sabe. Salgan, menos la soldado Kim — Mina exigió de nuevo, viendo a su novia abrir la puerta para que los dos hombres salieran.

— Como quiera — Nayeon se aseguró de que se hayan ido realmente y cerró, sonriendo.

— Te vendría bien ser actriz, cariño — comentó sonriente.

— Casi vomité — Mina confeso, haciéndola reír — Jihyo, ¿nos recuerdas, no? — Jihyo asintió y se removió, al parecer los sedantes estaban terminando.

Jihyo miró fijamente la jeringa y Mina mejor le explicó antes que la ataque.

— ¿También recuerdas que Momo ayudaría a buscar una cura para tu situación? — Jihyo se quedó un momento pensativa y asintió — Esta es, y necesito inyectarle ya, para que haga efecto pronto, ¿me dejarías? — preguntó intimidada porque Jihyo se sentó lentamente y era realmente alta.

Nayeon inconscientemente apretó el arma pero esperó.

Jihyo tardó unos segundos, realmente no recordaba de qué Momo hablaban, pero sí recordaba a Mina y era amiga de Sana, así que asintió pesadamente.

No quería más inyecciones, pero se prometió que sería la última.

— Bien, solo un pinchazo y tendrás dolores porque el ibuprofeno no se pudo mezclar con éxito — Jihyo no entendió pero asintió a la explicación.

Sintió el pinchazo y por fin tenía el antídoto corriendo por su cuerpo.

Mina sonrió y miró hacia Nayeon, haciendo que esta aplastará el botón del radio.

— Momo, ya tiene el antídoto, ¿qué seguía? — preguntó y luego se escuchó la voz emocionada de Momo.

— Quédense con ella, y díganle a quién sea que están experimentando todavía — Momo les dijo mientras que también se vestía junto a Tzuyu, ambas de espaldas mientras ya tenían a dos soldados inconscientes a un lado.

— ¿Y si es alguien superior? — Mina preguntó por sí acaso.

— Hagan que Jihyo huya, la quieren a ella — dijo y no escuchó más así que supuso que estaban siguiendo el plan.

Tzuyu había escuchado y sonreía, terminando de colocarse el uniforme que Momo ya había acabado de colocarse.

— ¿Lista? — Tzuyu preguntó a punto de salir.

— Recemos a que el antídoto sirva bien y solo nos toca liberar a Sana. Esa soldado dijo que estaba en un jaula en el piso dos, en un almacén — Momo alistó su uniforme mientras habrían la puerta y salían.

— ¿Y le crees? También nos dijo que la mantendrán aquí una semana, eso es demasiado — Tzuyu dijo preocupada.

— Parecía asustada, así que sí — Momo se encogió de hombros — Solo asegúrate de parecer mayor y no una niña, soldado Kang Kaito — Momo apuntó a su uniforme.

— Claro, soldado Kang Minju — Tzuyu leyó igual — ¿Serán familiares? — Tzuyu se refirió a ambas soldados de igual apellido.

— No importa.

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