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XXII


Sleeping at last - Saturn


Último capítulo

London despertó en una cama con sábanas de color azul claro, le sorprendió que una tonalidad tan simple le sea extraño. Después de vivir años en un ambiente controlado donde los únicos colores predominantes eran el blanco y plateado, la vida que daba aquel pequeño espacio le hizo esbozar una sutil sonrisa.

Una mano lo despertó por completo. Marco tenía los labios resecos, pero su mirada delataba su estado de preocupación. Había pasado ya una semana y pensaron que la herida del doctor no era tan superficial como creían. Solo les restó esperar hasta ese momento. El moreno alcanzó con sus dedos una pequeña campanilla que se volvió su pertenencia más valiosa. Con ella pudo llamar a los demás que de inmediato entraron a la habitación vieja cuya pintura estaba a nada de caerse.

Kaled, como era de esperar, fue el primero en ir hacia London y tomándolo de las mejillas se aseguró de que este estuviera mejor. La preocupación que pasaron los hizo dejar de dormir adecuadamente durante toda aquella semana. Rick tenía alrededor de la casa una poderosa barrera que era tan transparente que cualquier humano no podría verla. En las tardes 44-36 salía por los cielos para verificar que nadie sospechara de su estancia.

London perdió la pequeña sonrisa en su rostro cuando se percató de algo: Marley no estaba. Solo entonces recordó a detalle lo ocurrido, la manera en el que el pelirrojo quiso quedarse en aquel lugar  acabar con todos él solo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, porque las ropas de los demás eran negras, como una forma de luto para aquel gran amigo que hizo lo posible para darles una libertad completa, sin que nadie los persiguiera.

Se levantó con dificultad, sus piernas estaban débiles, pero pudo dar una paso, apoyado de Kaled, quien vigilaba su avance.

El sol estaba afuera, iluminaba aquella pequeña casa con fuerza, era un nuevo día, estaban libres, Ion no pintaba el panorama, pero no sintieron felicidad por ello. London se preguntó si es que todos los días iban a ser tan agrios como ese. Pensó que todo lo que hizo no pudo haberse completado como era debido y eso era porque sin Marley la victoria no era completa. Suspiró, cansado, su cuerpo estaba en las últimas, pero incluso así siguió avanzando hasta la salida.

44-36 los llevó a una isla en el centro de américa. Después de que todo colapsara varios países solo evacuaron a las personas. Algunos territorios seguían estando desiertos incluso con la intervención de ODAH. Aquel lugar era uno de ellos. Los edificios que se sostenían con mediocridad parecían caer en cualquier segundo. No había ni una vida cerca de ellos y esa era una de las razones por la que creyeron que era seguro.

Ese territorio era el más desierto que todos algunas vez vieron. El asfalto no permitía que la naturaleza crezca. Estarían seguros durante un gran lapso. London salió, pasó por la barrera y el viento soplando su rostro le confirmó que aquello no era un sueño.

—Lo hemos logrado —Kaled también compartía el sentimiento—. Somos libres.

—El precio fue demasiado alto.

44-36 se detuvo justo detrás de ellos. Su cabello negro lacio se elevaba con la suave brisa. Sus ojos rasgados se cerraron unos segundos y se armó de valor para finalmente hablar.

—Verifiqué la zona —No importaba el lugar en el que se encontraban, todos ellos seguían siendo fieles a London y lo veían como un líder—. No hay nadie, ni un animal. Es seguro.

London volteó a verlo. 44-36 era de los pocos que se quedaron a su lado cuando estaban a nada de perder todo. Su fuerza era casi la mitad de la de 94-03 pero incluso así superaba la de un humano promedio.

—¿Puedes llevarme hasta donde estaba ODAH? —preguntó London.

El límite del poder de Marley era casi cerca a la potencia del sol, pero con ello destruiría la tierra. Si solo usaba la mitad de aquella fuerza podría tener grandes consecuencias; entre ellas, su propia muerte. La cuarta parte era más que suficiente para acabar con aquella isla de metal que Ion fabricó solo para seguir creando súper humanos. London quería verificar que ninguno haya escapado. Todos poseían habilidades así que no le sorprendería encontrar a alguien vivo.

Kaled frunció el ceño, pero él también lo acompañó hasta el sitio que los mantuvo presos durante un gran lapso.

La dos gemelas restauraron un poco del océano hace años. Les tomó bastante tiempo e Ion no las dejó descansar hasta estar satisfecho. Después se hizo dueño de aquello y amenazó con acabar con aquel que se atreva a usarla sin su consentimiento. Gran parte de su poder estaba en aquella enorme cantidad de agua. Empezó a venderla con un alto precio que ayudó a mantener los proyectos a flote.

Con la explosión de hace una semana, todos se enteraron que el agua ya no tenía dueño y otra guerra más se llevó a cabo, el ganador se haría con ella. Desde el cielo podían ver algunos puntos de humo que delataban el estado de batalla en bastantes orillas. London lamentó que la naturaleza deba tener un dueño, por eso calculaba que la misma volvería a acabarse en solo unas cuantas décadas.

Al llegar al centro de todo, los tres se pararon en una madera plana que se fusionaba con el cuerpo de London. El sitio estaba solo con agua y los restos de lo que alguna vez le perteneció a ODAH ya no se veían, ni un solo rastro de aquella organización que puso un pie al avance para crear humanos mejorados.

44.36, HanMo, les indicó que volaría por los alrededores para verificar si es que había alguien con vida.

Kaled alzó su brazo cuando vio a Han ya bastante lejos y abrazó a London hasta atraerlo a su pecho. Solo entonces pudo verle caer de rodillas donde empezó a llorar con bastante fuerza, sus gritos desgarradores se suprimían para no llamar la atención y el pecho de Kaled servía para amortiguarlos. El mismo solo bajó la cabeza compartiendo el dolor de aquella perdida. Su mirada viajó hasta el cielo y respiró profundo.

—Ion ocultó toda la información de Marley —London dejó caer su mano hasta el agua, como si en aquel lugar todavía hubiere alguna presencia de aquel ser—. Dijo que al ser alguien de tal fuerza, era más conveniente mantenerlo como un papel en blanco. Las cosas que pude averiguar de él son muy pocas y nada significativas.

—Quiso evitar que Ion se atreviera a perseguirnos —Kaled conoció bien a Marley como para comprenderlo, igual aquello no lo hacía menos doloroso.

—Murió en soledad.

A London lo que más le dolía era el estado en el que Marley se encontraba antes de su fin. Con los ojos rojos por la culpa y pocas intenciones de vivir en sus actos. Incluso cuando estuvieron a nada de llegar a su felicidad, el pelirrojo no pudo disfrutarla con ellos. La libertad por la que dio la vida, no pudo verlo.

London no pudo acompañarlo en aquel último instante. Pensar en lo solitario que se veía aquella noche antes de su fin le hacía llorar mucho más. Sin nadie a su alrededor que le diera un último abrazo y sin que pudiera decirle que conocerlo fue lo que puso algo de alegría en su vida en aquel hospital. London se arrepentía de todo lo que el menor no pudo disfrutar con ellos.

—Kaled —llamó, su voz estaba ronca y temblaba por el nudo en su garganta— ¿si pudieras volver en el tiempo, traerías de nuevo a Marley?

Kaled abrió los ojos por la sorpresa, porque era todo lo que se preguntaba cada noche antes de dormir. Sin embargo, negó. Marley empezó como una fulguante luz que iluminó todo a su alrededor y que llevó felicidad hasta a aquellos que no la merecían, pero el hospital lo obligó a desvanecerse hasta convertirlo en lo que al final fue, un humano sin esperanza.

—No lo hagas —London evitó que Kaled hablara—. Marley ya ha tenido demasiado de esta vida, merece este descanso y cuando la naturaleza lo diga solo iremos con él.

—Si pudiera tener el tiempo una vez más, solo te llevaría al pasado y buscaríamos a Marley en su vida antes de ODAH. Un último abrazo quizás y unas cuantas palabras.

London sonrió y se levantó para abrazarlo, sus raíces rubias ya estaban más notables.

El agua reflejaba sus rostros con tranquilidad pura y London se percató que, en efecto, ODAH había terminado. Llevó sus manos hasta debajo de sus ojos café claro, el tono dorado que solía tener desde antes se extinguió.

Alguna vez hubo un proyecto que podía ver mediante los ojos de cualquiera. El proyecto murió semanas después de su creación, pero Ion mantuvo su poder un largo periodo solo para mantener vigilado a todo su personal. Después Vincent lo ayudó a no necesitar aquella habilidad para realizar un control. Desde ese instante la mano derecha de Ion logró crear un mecanismo de vigilancia perfecto. Los ojos de peculiar color eran la prueba de ello y después de que todo terminó también se desvaneció.

Eran libres.

—Entonces es un trato —London alzó la vista hacia el cielo donde Han ya estaba cerca—. Cuando puedas volver a tener el tiempo, no cambies nada, solo llévame a despedirme de Marley.

—¿Por qué? —Kaled cerró los puños, todavía no acostumbrado a lo que London hacía— ¿Por qué a pesar de ser así de cercanos todavía no confías en mí para decirme todo lo que guardas dentro de tu mente? ¿Por qué sigues ocultando cosas y actuando solo? Armaste todo para escapar tú solo. ¿No confiabas en mí?

London negó y sonrió. Elevó su mano hasta ponerla en la mejilla de Kaled y lo acercó para darle un tierno beso en los labios, con los ojos cerrados, apreciando aquel momento.

—No puedo decirte mi pasado, porque de hacerlo no me atrevería a verte a la cara —London alzó la mano para llamar a Han—, pero puedo decirte nuestro futuro. Que con Rick nadie podrá atraparnos, con 94-03 y su fuerza removeremos la tierra y sembraremos tatas plantas como podamos, con 44-36 siempre estaremos seguros pues vigilará el cielo por nosotros. Con Valeria y Carlo tendremos seguridad. 12-03 podrá ayudarnos a conciliar el sueño cuando las pesadillas sean demasiadas. Que yo, como adaptación, haré todo lo posible para mantenernos a salvo sin importar lo que venga y que me quedaré a tu lado en todo el tiempo que nos permitas.

Kaled suspiró y abrazó con más fuerza a London.

—Es una promesa —terminó London.

HanMo llegó a ellos y sin mucho esfuerzo los elevó por los aires. Como supusieron no encontraron sobrevivientes.

Los tres volvieron a su nuevo hogar, que necesitaba algunos arreglos, pero que restaurarían con gusto, pues esa era su libertad. La población humana seguía peleando por comida, las guerras seguían destruyendo la tierra y aquello continuaría por varios años más, pero ellos ya no estaban en el blanco, no necesitaban seguir peleando. Su libertad era aquella.

Todo el proyecto ODAH (organización de análisis humano) terminó.

Fue un placer haber compartido este infierno con ustedes
Marley

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