XVIII
"El corazón vive mientras tiene algo que amar, así como el fuego mientras tiene algo que quemar".
—Victor Hugo—
Capítulo 18: El primer plan
London pocas veces era visto. Desde que volvió, Ion puso tres a cuatro hombres que evitaban cualquier interacción innecesaria con los proyectos. De igual manera, el líder del sector B, Ian, hacía todo lo posible para trabajar con Kaled, Marley y otros más del mismo bloque. Las cosas parecían volver a la normalidad, con mucha lentitud.
Kaled seguía pensando en el día en el que salvó a London, pensó que había adquirido una nueva habilidad por sobre las otras y sin darse cuenta. Era la única forma de explicación que le daba a el suceso. Claro que Ion también era sospechoso. Kaled concluyó que al igual que todos los habitantes de aquel hospital, Ion también debía tener algún poder que lo hacía invencible pues su posición lo ameritaba.
Marley por su lado estaba encerrado en una habitación oscura al fondo de todo el hospital. Al enterarse del regreso de London quiso destruir el lugar por completo. Y estuvo a nada de hacerlo, pero fue London quien llegó a él para detenerlo y antes de que ambos se acercaran lo suficiente, los guardias personales del doctor se llevaron al pelirrojo al sitio más recóndito de todo el hospital.
Como la guerra todavía estaba presente afuera, el castigo de Marley terminaría cuando tenga otra batalla que pelear. Su transporte ya estaba listo.
London pasó su tarjeta por la entrada para su respectivo reconocimiento. Tres hombres lo vigilaban de cerca, como si supieran sus intenciones. Su bata blanca se notaba sucia por los últimos trabajos de laboratorio que debía hacer. Ion quería revertir varias habilidades de los proyectos, entre ellas, porque la veía como una amenaza, eliminar el poder de Kaled. En la actualidad esa fuerza solo traería problemas e Ion ya no le veía utilidad.
A pesar de negarse a realizarlo, se obligó a hacerlo para mantener el perfil bajo. Lo último que quería en ese instante era llamar la atención, quería mantener a Ion relajado. Caminó hasta el fondo de la habitación en la que estuvo preso durante meses. Se acercó a los frascos con muestras humanas de antiguos proyectos. El líder del sector B era una pieza fundamental para ello, pero al igual que él hubo más y los registros lo detallaban. London tomó una pequeña muestra y volvió a salir.
Mientras avanzaba por el pasillo sus ojos se cruzaron con 55. Marco no pareció sorprendido por su vuelta, solo le sonrió y evitó. Marco también tenía en cuenta que debía fingir desinterés. Conocía demasiado bien a London como para saber que esa cabeza suya estaba planeando algo. Por esa misma razón Ion no lo contempló como un problema.
—Gracias por dejarnos a solas —indicó Marco dando la vuelta y parándose frente a London y los demás guardias.
Marco era hábil en engañar a la mente, podría ordenar a cualquier hombre que dejara de respirar y lo haría. No era considerado una amenaza por su bajo perfil y los pocos problemas que dio desde la partida de London. En cuanto terminó su oración, los hombres dejaron el pasillo.
—¿Cuál es el plan? —Marco se apresuró a abrazar a London, porque esperó a hacerlo desde hace bastante— espero que no vuelvas a morir, ya no tengo la edad de soportarlo.
—Eres más joven que yo —bufó London. Desde que despertó, había cierto brillo en sus ojos, una segunda oportunidad era algo que pocos experimentaban— ¿Kaled te dijo lo que quiero hacer?
—Supongo que sí
—Ion quiere crear más guerras. Hacer que los demás países le deban tanto que se haría de todo el territorio —No era algo secreto. La ambición de Ion era notoria—. Debemos salir antes de que envíen a Marley a otra batalla.
—¿Es muy importante en tu plan?
—Primero debemos evitar que exploten cuando intentemos escapar. El sistema está resguardado muy bien, Marley podría hacer explotar todo en minutos.
—Yo puedo hacer que Ion lo abra para mí.
—Ion no tiene acceso a eso —London suspiró, porque a pesar de lucir sencillo, Ion solo era una fachada del verdadero líder de ODAH—. Primero deberíamos encontrar a su hermano, pero no tenemos tiempo.
—Ahora ve a Marley como enemigo, no dudo que quiera enviarlo a morir en alguna batalla.
—Sí —London se acercó a Marco y lo sujetó de ambas mejillas, como solía hacerlo cuando eran niños—. Confío en ti, te encargo esto. Estoy seguro que Ion está viendo, así que ten mucho cuidado, te dejo la organización a ti.
Marco asintió y le ordenó a los guardias volver. London y él crecieron juntos en un pueblo olvidado por la mano de Dios, se valieron muchos años por astucia y suerte. Criados por la misma monja eran la única familia que les quedaba. Podían confiar en ellos.
El moreno asintió y caminó con tranquilidad por el pasillo viendo a London y a los demás guardias escoltarlo al comedor.
A pesar de odiar acercarse a 09, Kaled era alguien de confianza y necesitaba ayuda.
Marley no veía nada.
Sus manos estaban en perfectas condiciones, pero era como si hubiera olvidado como usarlas, ni siquiera recordaba la forma de mover los dedos. Sus oídos eran inservibles de igual forma y se encontraba a nada de volver a la condición de un bebé. Sin embargo, conocía muy bien el plan de Ion. Como siempre se caracterizaba por eliminar lo que le estorbaba, lo debilitaba para su segura muerte cuando vaya a pelear.
Bufó al verse en esa situación. Incluso si no podía escuchar, el dolor en su garganta al hacer cualquier sonido ardía.
Tenía un golpe en la cabeza, cuando supo que London estaba vivo intentó llegar a él, pero varios guardias se lo impidieron. Incluso antes de atacar o defenderse le quitaron la vista y se quedó indefenso. El fuego ya no salía de sus manos. Temía volver a ser tan inservible como lo fue en el principio.
Kaled acercó su mano a la puerta de seguridad, sabía que Marley estaba del otro lado. Se concentró e hizo que el espacio también le obedeciera. Volvió hasta antes de que la puerta estuviese y pasó con tranquilidad. Su larga travesía solo fue un segundo del presente. Kaled sonrió al ver a su amigo pelirrojo sentado en una esquina con las manos encadenadas tras su espalda y grandes y gruesos grilletes en sus tobillos.
Se acercó al pelirrojo y a pesar de sus pasos no vio ninguna reacción en Marley, este seguía con la vista en la pared. Kaled frunció el ceño y se inclinó hasta ponerse delante para mover su mano y comprobar que una vez más Marley estaba sin vista y supuso que el oído también estaba ausente. El poder se parecía mucho al de Marco así que creía conocer una forma de desvanecerlo.
Puso sus manos en los hombros de su amigo y revirtió las cosas hasta hace poco, solo lo dañado, cerró los ojos para concentrarse. Desde su enfrentamiento con Ion se le hacía mucho más difícil controlar lo que tanto había entrenado esos días y meses. Requería el doble de concentración.
Escuchó a su amigo soltar un jadeo de sorpresa al volver a ver y oír todo. Kaled sonrió dándole la bienvenida.
La celda en la que estaban era oscura salvo por el pequeño hoyo en el techo que apenas y entraba una mano. La iluminación era poca, pero había. Una pequeña manta tendida en el suelo, la suciedad y sangre seca demostraba el poco cuidado que tenía. Además las paredes negras estaban rayadas con lo que parecía ser uñas de antiguos presos. Algunos números escritos con sangre, quizá para mantener la cordura.
—Kaled, bastardo, hiciste justo lo que querían que hagas —Marley sonrió, rastros de sangre se veían en sus dientes—. Eres igual de ingenuo como la primera vez que te conocí.
—Si hay la posibilidad de salvar a alguien, lo haré —Kaled quería creer que esa era la única razón—, pero también lo extrañaba.
—Fue egoísmo puro. Querías a London otra vez para llenar el vacío y la enferma obsesión que tienes con él.
—No eres diferente a mí.
Marley suspiró y apoyó su cabeza atrás en la pared. Sus hombros le dolían por la extraña posición en la que las esposas ponían a sus brazos. Intentó varias veces prender fuego en sus manos, sin importarle quemar otra parte de su cuerpo, pero no funcionó nada.
Intentó otra vez y otra hasta que la rabia de saberse inútil lo hizo gritar y golpear su nuca contra la pared. Acomodó sus piernas para arrodillarse y bajó la cabeza, derrotado, la única arma que tenía para salvar a London ya no existía y le aterrorizaba perderla para siempre.
Volvió a gritar enojado consigo mismo.
—Intentaré arreglarlo —Kaled se dio cuenta del problema y puso sus manos en los brazos de su amigo.
Marley asintió derrotado. Sin el fuego no era nada en ese hospital. No levantó la cabeza, se sentía avergonzado.
—¿Sabes por qué London me gusta tanto? —Preguntó Marley y no le sorprendió el apretón fuerte que le dio Kaled ante esa pregunta— La primera vez que desperté fue porque me lanzó un tarro entero de agua helada. Me encerró en el cuarto de salida semanas enteras y luego me obligó a entrenar sin ningún descanso.
—Eres masoquista, supongo —se burló Kaled.
Marley sonrió y siguió recordando.
Todavía podía sentir el frío del metal apresarlo mientras intentaba escapar por tercera vez. Los guardias preparados para disparar y el listo para morir. No recordaba nada de su pasado y el despertar abrupto que tuvo solo lo alteró más de la cuenta. Ni siquiera conocía su nombre o si tenía familiares, estaba en nada. Lo único constante en su vida hasta ese momento eran aquellos ojos dorados que le veían con una frialdad innata.
No se sorprendió de ser atrapado por los guardias y llevado una vez más a su habitación. Lo que sí le hizo gracia era ver al mismo doctor sentado en su cama con tranquilidad mientras anotaba su comportamiento durante los últimos días.
—Tienes un buen progreso —le indicó London sin apartar su vista de los papeles—. Si dejas tu comportamiento a un lado serías un proyecto perfecto.
—Si tú dejaras de mandar guardias para capturarme, tendrías menos problemas.
—Supongo que ninguno va a tener lo que quiere —London suspiró y se levantó para salir de la habitación—. En las últimas pruebas que hice noté que tu cuerpo se adapta un poco mejor al fuego. Una gran cantidad te mataría, pero podrías manejarla.
—No vivimos en historietas —Marley rodó los ojos—. Tus experimentos solo son tortura humana, no justifiques tus crímenes.
—Mañana empezaremos con el entrenamiento con fuego, si descubrimos que ese es tu poder entonces habremos dado un gran avance.
—No me estás escuchando.
—Hasta mañana.
—¡No me estás escuchando!
Marley sintió su furia crecer, porque las pocas respuestas que recibía solo le daban más preguntas y lo poco que conocía de todo lo alteraba incluso más. Ni siquiera conocía su nombre y ser llamado por un número no le reponía la identidad. 71-99 era la forma en la que lo llamaban, no era su nombre.
La luz bajo su quijada llamó su atención y abrió los ojos sorprendido al ver sus manos encendidas en un fuego naranja que amenazaba con detenerse. Al notarse peligroso los guardias intentaron entrar a la habitación, pero London los detuvo y les ordenó que cerraran la puerta. No tuvieron otra cosa más que obedecer.
Marley creyó que encerrarse con un lunático con las manos prendidas en fuego era lo peor que el doctor de ojos dorados podía hacer, pero de alguna forma sintió la compañía que le brindaba. Porque al pelirrojo le costaba aceptarlo, pero estaba aterrado de lo que ocurría. Sentía la presión en su pecho por el enojo, miedo, coraje, tristeza y desesperación, tantas emociones querían explotar como llanto puro.
Se calmó un poco cuando sintió unos brazos rodearlo. A London no le importó en lo absoluto el quemarse, solo se acercó para darle un abrazo que le decía una sola cosa “No estás solo” Marley suspiró hondo y correspondió el gesto. Sus manos no se apagaban, pero no parecía ser dañino para el doctor.
La bata de London y su camisa blanca fueron consumidas por el fuego y antes de que alcanzara su piel el doctor se aseguró de quitársela. Marley, ya más calmado se separó y limpió el rastro de las pocas lágrimas que soltó. Cuando quiso levantar la vista para agradecer el gesto, quedó más perplejo que antes, incluso el fuego en sus manos se apagó. London tenía su delgado, pero firme torso, descubierto, su largo cuello tenía una marca de números y una barra de producto.
Sin embargo, lo que más le sorprendió fue ver el sonrojo que este tenía en sus mejillas. El rostro de London era verguenza pura.
—Descubrí algo entre los papeles de Ion —Del bolsillo de su pantalón, London sacó un papel doblado lo más pequeño que pudo—. Solo pude encontrar tu nombre, eres Marley, tu archivo está bien resguardado.
Haber sido llamado por un nombre y no solo por 71-99 le hizo sentir un calor confortable en el pecho. La respiración se le detuvo unos segundos y sonrió agradecido. London todavía tenía las mejillas rojas e intentaba cubrirse la piel con sus manos.
Después de eso Marley quemó medio hospital solo por estar feliz. Su fuego alcanzó hasta solo la mitad, ese era su límite, si avanzaba más su piel se quemaba por sus propias llamas y con ello se llevaría todo lo que era él, moriría, o al menos esas eran las estadísticas de London.
Marley quemaba el lugar cada que podía, solo para comprobar su capacidad o para divertirse. Todos le temían y solían atarlo de manos y piernas para llevarlo a cualquier entrenamiento. Incluso así muchas veces escapaba y corría solo para burlarse de los guardias. Sin embargo, todos sabían que el único ser que podía ponerlo en calma era London. Con el doctor, Marley se volvía atento y más amable, incluso evitaba prender fuego a cualquier cosa.
—Puedes acabar ejércitos enteros con el fuego —Una vez le dijo London. Marley también recordaba ese instante—. Ataque a distancia y muchas veces de gran alcance. Tienes una muy buena habilidad.
—Soy el mejor, lo sé —Marley se jactó de su poder mientras encendía sus manos, el fuego naranja calentaba un poco el ambiente—. Incluso puedo escapar.
—Puedes hacerlo —London le sonrió y palmeó su hombro—, pero no manches tus manos de sangre, nadie merece ensuciar tu alma de esa manera.
—¿No vas a preguntar la razón de que todavía no escapo?
—Ya la sé.
Marley sonrió al ver al doctor irse. London era la única razón de quedarse en aquel hospital.
En ese entonces Marley no le prestó demasiada atención al consejo del doctor.
Sus manos cayeron a los costados cuando Kaled le soltó las esposas. Observó sus palmas y recordó las vidas que se llevó. En ese instante no tendría el valor de enfrentarlo. Había fallado en lo único que London le pidió de forma sincera y pura.
Volteó a ver a su amigo que levantó los pulgares para advertirle que ya estaban libres. Kaled tenía una gran sonrisa en su rostro, no podía ocultar la felicidad que le causaba el hecho de tener a London una vez más. Sacó un poco de papel de su bolsillo y se la tendió a su amigo para que limpiara su rostro. La sangre no sería una buena forma de volver a verse con el doctor.
No importaba si no podían ver a London más de unos cuantos minutos Kaled se conformaba, porque había pasado tanto tiempo sin él que se conformaba con las migajas que le tocaban. Además lo anterior dicho ya estaba en proceso. Kaled estaba listo para cuando Lonod quiera escapar del lugar, porque tenía razón, primero sería Marley, pero luego cada uno de sus compañeros y demás proyectos morirían por una causa ajena.
Kaled se levantó y caminó a la puerta, respiró profundo, su poder estaba en las últimas, creía que era lo último que podría hacer. Pero funcionó la cerradura cedió en cuanto se volvió chatarra pura. Sonrió y abrió la puerta, Marley le siguió en silencio.
—¿Qué es lo que haremos? —preguntó el pelirrojo.
—Escapar —Kaled confiaba en las palabras del doctor de ojos dorados—. London me lo dijo en cuanto despertó, estoy seguro que tiene un plan. Te esconderé hasta entonces, para tener más tiempo.
—Es un buen plan, lástima que sea realizado por personajes tan poco inteligentes como ustedes —Ion estaba frente a ellos, deteniendo el paso—. Escapar, no me sorprende que London lo haya planeado, me sorprende más que haya quién lo siga.
Marley maldijo y se puso delante de Kaled. Recordar su principio con London le sirvió de algo, recordó la forma en la que las llamas envolvían sus manos. Con enojo puro. Sus brazos fueron cubiertos por llamas naranjas que amenazaron a bastantes guardias que retrocedieron. Kaled buscaba una salida para evitar su captura.
Ion se acercó al pelirrojo con tranquilidad. El lugar quedó en silencio cuando los brazos del hombre también produjeron un cálido fuego.
Ion tenía sus brazos encendidos en llamas azules cuyas ráfagas se balanceaban de un lugar a otro destrozando tanto como sea posible. Marley frunció el ceño y quiso atacar, pero la mano de Ion fue más rápida en tomar su cuello, el calor quemó su piel y el grito alertó a Kaled que sentía impotencia pues el tiempo parecía haberle dejado de responder.
Marley intentó otro ataque, pero fue detenido por la otra mano. El calor del fuego azul consumió la estructura en segundo. Ion intensificó el poder de su fuego las oleadas de calor llegaron hasta Kaled que intentó ayudar.
Los guardias sujetaron a Kaled de los brazos y un proyecto le puso a dormir en segundos.
Kaled fue llevado a un laboratorio del sector B y Marley volvió a su celda, sin vista, oído u olfato.
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