XIV
—La fuerza no es sino un accidente nacido de la debilidad de los demás—
"Joseph Conrad"
Capítulo 14: Inicio de la segunda fase.
En vida, su primera, se llamó Marco Heing. Un nombre cualquiera del convento en el que lo hospedaron como un niño al que sus padres abandonaron. El único buen recuerdo de niñez fue la estancia en el aquella iglesia, con las hermanas que lo cuidaban a todas horas y protegían.
Su mejor lugar fue allí, donde conoció a London por primera vez, donde todo se derrumbó con aquella llegada.
Sin embargo, ahora son solo recuerdos que no le servían de muchos. Su nombre fue reemplazado por un número y nadie lo llamó Marco desde entonces. A los ojos de todos siempre sería 23-55. Un arma de ODAH que sirve para manipular la mente de cualquier persona a su alrededor.
Se volvió más fuerte, hizo que grandes personajes lo necesitaran para no sufrir ningún abandono más.
Su habilidad era impresionante. Podía hacer creer una estupidez a cualquier cerebro humano. Podía convencer a un sabio que era el más idiota en el planeta. Hacerle creer a cualquier ser que era ciego incluso si sus ojos funcionaban adecuadamente. Podía meterse en la mente humana y jugar con ella a su conveniencia.
Por eso Ion lo llevó hasta la sede presidencial del país en el que el hospital residía. El edificio que, en otrora fue una estructura fuerte e imponente, se redujo a simples trozos de cemento, ladrillos y algunas pinceladas de pintura plateada. Las ventanas se cambiaron por plástico que alguna vez tuvo otro uso. El techo era paja seca que lograron conseguir de algún extraño lugar y que solo ese país poseía.
Ion se sentó, elegante y prolijo, en la silla de algún tronco viejo y quemado. Frente a este se encontraba el presidente de un país que estaba a nada de su desaparición. La gran sorpresa era que ese lugar era el que tenía más recurso natural en todo el mundo. La humanidad se encargó de eliminar a la naturaleza.
El presidente del país tenía la piel completamente dañada por el sol. Su cabello estaba seco y sucio, la pobreza en la que el mundo se sumió agotó bastantes insumos de higiene, alimento, seguridad y demás. El hombre que dirigía aquel país a penas contaba con ropa limpia que solo usaba para ocasiones como aquella.
El sol hacía de las suyas en la actualidad. Una brisa era igual a lo que una explosión dejaba a su paso. La tierra era arena sin planta alguna y el café predominaba en todo, salvo algunos asfaltos que lograron salvarse a pesar del tiempo.
—La oferta me resulta atractiva —indicó el presidente—, pero me niego.
Acudieron a aquel lugar para hablar con el mandatario acerca de la segunda fase de ODAH. Le explicaron que contaban con humanos especiales con la capacidad de revivir la vida vegetal en su país. Y si aquello no era suficiente, Ion añadió que aquel servicio sería completamente gratuito para ellos, como agradecimiento por dejarlos permanecer en la frontera. Un pago por su estancia.
Pero aquel presidente conocía las consecuencias de ser el primero en tener un recurso que todo el mundo ansiaba. Sabía que en cuanto los demás países supieran de sus riquezas atacarían. Lastimosamente su gente tenía muy poca provisión para cualquier guerra. Ni siquiera contaba con soldados.
Era peligroso.
Ion cruzó sus piernas y brazos. Volteó a su derecha, donde 55 se encontraba y con un gesto le indicó que era su momento de actuar. Marco obedeció sin chistar.
Al principio su habilidad no podía darse sin una orden suya. Antes debía decir lo que el cerebro contrario hiciera, esto dejaba su voz como su punto débil. Sería muy fácil para su rival saber dónde atacar para ganar. Sin voz, Marco estaría inerme. Sin embargo, Ian le obligó, a base de dolor, a cambiar y que su habilidad funcionara solo con su propio pensamiento. Evolucionó para beneficio de todos en aquel hospital.
Sus ojos brillaron en rojo un segundo. Cuando terminó solo sonrió hacia Ion quien asintió en respuesta.
Parecía no haber ocurrido nada, pero la mente del presidente fue alterada a favor de ODAH. El hombre lució confundido un segundo antes de comenzar a hablar.
—Entonces, ¿cuándo podemos empezar? —preguntó Ion, seguro de que el hombre cambió de opinión.
—Hoy mismo —respondió el presidente—, cuanto antes empiecen mejor.
Ion solo se levantó después de dar un leve asentimiento. Marco lo siguió en seguida.
El trato estaba hecho, empezarían la segunda fase de inmediato.
Cuando las puertas del enorme hospital se abrieron, el rechinar del metal contra metal indicó el tiempo en el que esta puerta estaba sin uso. Eran dos enormes portones del tamaño de una flota de dos pisos y el ancho acaparaba cerca de seis metros.
El metal pintado de rojo había perdido el color puro y lucía viejo y casi en las últimas. En medio del portón derecho estaba una pequeña puerta de tamaño más para humanos.
Cuando se abrió por completo uno de los proyectos apresuró su paso en un intento de llegar a su libertad. Nadie vio a detalle su rostro ni sus características. En cuanto salió del hospital, sin una orden, un pitido en su pecho le anunció su muerte. A cinco pasos de su escape, el fugitivo explotó en una forma de salvaguardar los proyectos de ODAH. Ion sabía que con esa advertencia era más que suficiente, sin embargo quiso explicarlo mejor. Por eso se puso en medio del portón abierto.
—Recuerden que sus cuerpos son la unión de varios más. ODAH hizo y deshizo cada órgano que los mantiene vivos. Por ello controlamos sus acciones y un error como ese representa su muerte —Ion caminó hasta la mancha de sangre que el anterior proyecto dejó—. Si quieren escapar, lo que les espera es esto —señaló la suciedad en el suelo.
—El equipo A subirá en la segunda camioneta —Vincent atrajo la atención de todos—. En la primera y tercera estarán el equipo B. Ya explicamos este plan a detalle —Señaló una gran caja tras él—. Les pondremos unos collares de metal, esto evitará que exploten al salir de las instalaciones. La duración de estos aparatos es de siete horas, por eso debemos volver al hospital antes de ello o sino explotarán igual que su compañero.
No era un collar, parecía más una correa metálica, con una cadena rota al medio. Las luces a sus costados indicaban la tecnología avanzada que llevaban. Sin embargo, parecía ser los residuos de alguna tienda animal. Incluso con aquel pensamiento, nadie objetó nada pues era mejor a tener una muerte como la que vieron segundos atrás. Hicieron tres filas para recibirlos y sucesivamente subir a las camionetas.
El equipo A estaba conformado por las piezas fundamentales de la segunda fase. Entre ellos tenían a 68-09: Kaled Bauer; 68-65: Ana Jocks; 68-66: Danna Jocks; 68-31: Abigail Riden y 94-03: Tim Tenet. Como líder de todo aquel equipo estaba 23-55: Marco Heing catalogado como el único con una habilidad lo suficientemente fuerte para controlar a cada uno de ellos, si es que presentaban problemas o rebeldía. Ellos irían en la segunda camioneta.
En la primera y tercera camioneta estaban varios proyectos hechos para el combate, su deber era llevar a salvo al equipo A hasta cumplir la misión. Entre ellos estaban habilidades como fuego, tierra, hielo, fuerza y demás. 71-99 estaba en la primera camioneta. Como líder tenían a 01-02: London Meyer, quien tenía más experiencia en combate de todo tipo y cuya personalidad se había ganado el respeto del equipo B.
Ion, Vincent e Ian irían cada uno en cada camioneta, su deber era vigilar a los proyectos más difíciles como London, Kaled y Marley. Tenían la orden de suspender la misión si es que veían algún inconveniente respecto a estos tres personajes.
En cuanto todos tuvieron sus collares bien asegurados y su posición dentro de la camioneta ocupado. Las tres movilidades partieron hasta el lugar acordado para empezar con la segunda fase. El hospital sería resguardado por el hombre más poderoso de ODAH, el hermano de Ion.
Las camionetas eran negras y con ventanas polarizadas, el sol no se filtraba entre el cristal, pero la imagen del exterior se seguía notando. Las llantas a penas rodaron y se estancaron a unos cuantos metros. La tecnología parecía ya no ser bienvenida en lo que restaba de la naturaleza. Por eso, de la tercera camioneta, un proyecto salió y se sentó sobre el capote.
El sujeto hizo tronar sus huesos a modo de calentamiento y con un golpe en el metal las tres camionetas empezaron a avanzar. Las llantas se cubrieron de piedra y de esa forma recobraron su funcionalidad ante las órdenes del proyecto.
Kaled entrecerró los ojos para ver tanto como sea posible el exterior. La tierra no tenía ni un vestigio de vida vegetal. Solo era arena compactada que se elevaba con un poco de viento. Media hora después, el paisaje cambió y lo que antes fueron grandes edificios se convirtieron en trozos de ladrillos a punto de colapsar. Lo que antes parecían ser autos ahora lucían como simple metal compactado.
El tramo fue largo. Una hora de un camino tranquilo, pero desolador. El equipo A lucía asustado, casi agotado de solo pensar que debían trabajar más de lo que antes siquiera hicieron. En su camioneta estaba Ian quien sonreía con soberbia. Él parecía haberse vuelto mucho más cercano a Ion de lo que London era.
Cuando llegaron a su destino, lo que los esperó fue igual al resto de camino. Un terreno sin nada de vida vegetal, solo tierra compactada y partida por el acoso del sol hacia esta. La arena se levantaba cada cierto tiempo y del solo respirar los proyectos se sentían sedientos. El sujeto que hizo posible llevarlos hasta el lugar fue inmediatamente resguardado en la camioneta y una de las mellizas le dio toda el agua que creyó necesaria.
Cuando los proyectos ya estaban formados fuera de las tres camionetas, Ion se puso frente ellos. A su lado izquierdo estaba Ian y Vincent y del derecho London y Marco.
—Será un gran terreno el que cubriremos con nueva vida —inició Ion—. Ustedes han entrenado cada día para esto. Sus capacidades han evolucionado y ahora son capaces de hacer lo imposible. Fueron modificados para este día así que no decepcionen a la humanidad.
Vincent e Ian aplaudieron, fueron los únicos en hacerlo. Cada uno de los proyectos estaba nervioso. El asfixiante ambiente molestaba a todos ellos. El aire quemaba los pulmones. Querían volver al hospital.
—Comencemos —dijo London.
El doctor de ojos dorados caminó hasta 94-03 ignorando por completo a Kaled quien bufó por lo bajo, acostumbrado ya a esa actitud. Sin embargo, al estar sumidos en un silencio sepulcral su gesto se escuchó y llamó la atención de Ion quien en su mente ya estaba tomando las respectivas cartas en el asunto.
De entre los pasajeros de la primera camioneta, salió un joven de casi la misma edad de Marley. Su cabello era negro y un tanto largo, sus ojos rasgados hacían evidente su proceder. El hombre asiático se acercó a London y asintió a una orden que nadie más había escuchado. De entre los murmullos se escuchó su número, porque pocas veces sabían sus propios nombres, 44-36.
Este sujetó a London por la cintura con su mano izquierda, mientras por la derecha tomó la mano de 94-03. Para nadie era un secreto del cierto aprecio excesivo que Ion tenía para con London, por eso siempre sería tratado bien por cualquier proyecto. 44-36 parecía tener en cuenta ello, porque la determinación de cuidarlo se notaba en su mirada.
En un segundo, 44-36 se elevó en el aire, llevando consigo a London y a 03. El rubio tenía una expresión aburrida, parte de su cuerpo lucía todavía dormido. 94-03 era mucho más fuerte que varios de ellos por lo que siempre lo mantenían medianamente dopado.
—Por cada integrante del equipo A, hay dos del equipo B. Por eso dos deben cuidarlos. Uno a cada lado. El equipo A debe ser resguardado de cualquier ataque sorpresivo. Cuídenlos incluso con su vida —ordenó Ion a los integrantes de la segunda y tercera camioneta.
En seguida acataron sus órdenes. Marley corrió hasta Kaled al reconocerlo como la única cara conocida que vio. Se aferró al único que parecía confiable. Sin embargo, a parte de él estaba el mismo sujeto que en muchas ocasiones lo apresó en hielo como una forma de recalcarle el nivel de fuerza que los diferenciaba. Ambos eran los más fuertes por eso debían cuidar al tiempo.
En cuanto se formaron los tríos la tierra tembló. A lo lejos se escuchó el silbido característico de algo cayendo a toda velocidad. El aire se rompió ante cada segundo que 03 caía en picada, a su lado estaba London quien lo sujetaba con piernas y brazos, como si se tratara de una armadura humana. En cuanto los dos estuvieron a centímetros de chocar con tierra, Meyer transformó su cuerpo en metal para proteger al rubio.
La tierra tembló cuando ambos cayeron al suelo. Sin embargo, fue el golpe del rubio el que quebró el suelo y creó una onda de impacto lo suficientemente fuerte como para remover la tierra. Debían cambiar el suelo para que este sea apto para dar frutos.
Un solo golpe por el puño de 03 hizo que la tierra se vuelva a su favor.
Cuando London volvió a su forma humana los daños que se hizo fueron alarmantes. La sangre cubría su rostro, manos, rodillas y tronco. 36 lo sostuvo antes de que este cayera y los llevó junto a 03 a las camionetas.
En el momento de volver junto a los demás proyectos, Ion arrebató a London de los brazos de 36. Su rostro lucía triste, pero no sorprendido. 94-03 se quedó a su lado, como agradecimiento por haberlo protegido de aquella caída necesaria para potenciar el golpe que removería la tierra.
—09, 31, 65 y 66 pueden comenzar —ordenó Ion.
Kaled apretó los puños, pero decidió continuar con las segunda fase.
Los cuatro se sentaron en el suelo y posaron sus manos en la tierra, listos para empezar.
31 fue la primera en actuar. Un brillo dorado se tiñó en sus ojos antes que de sus manos se extendieran raíces que se trenzaron entre la tierra hasta cubrir el gran terreno que 03 había removido con anterioridad. Ella tembló al sentir su fuerzas terminar antes de siquiera hacer brotar las semillas. Sin embargo, conocía el castigo para aquellos que son considerados inútiles en ODAH.
Con un poco de esfuerzo y su cuerpo completo temblando, terminó su primer trabajo. Las semillas brotaron hasta dejar a la vista pequeños pastos y palos que se convertirían en grandes árboles capaces de dar frutos.
Las mellizas le siguieron, remojaron la tierra incontables veces hasta tenerla lo suficientemente hidratada para el siguiente paso. El silencio fue impoluto en cuando Kaled supo que era su turno. Estiró sus dedos y se concentró. La clave era dejar pasar el tiempo a través de él, no retenerlo en su cuerpo. Incluso si entregaba todo su poder, el mismo volvería a él, no había problema.
Cerró los ojos y se concentró. A su lado las mellizas proveyeron al tiempo de agua. Su trabajo en equipo hizo que aquellos insignificantes brotes se convirtieran en grandes árboles de todo tipo. Pinos, manzanos, arbustos y muchos más. Kaled sonrió cuando, al abrir los ojos, notó su esfuerzo palpable y útil para los demás. Por eso quiso seguir esforzándose hasta ver los vestigios de frutos aparecer.
31 volvió a unírseles. Ella hizo que los frutos se hicieran visibles y Kaled solo hizo que estos maduraran.
El proceso que llevaba años, tomó cerca de minutos.
Solo que lo que ellos lo sintieron como segundos fueron horas en las que el cielo ya estaba teñido de oscuridad. La luna estaba ahí para darles un respiro. Cinco horas en total.
Los cuatro estaban demasiado cansados para siquiera ponerse de pie y por ello los dos proyectos que los resguardaban los sujetaron y los escoltaron hasta sus camionetas. 55 los esperaba dentro y después de darles una leve palmada en el hombro, se durmieron pues el cansancio pareció aplastarlos de inmediato dejándolos sin fuerza alguna. Incluso entre sueños Kaled buscaba a London por la preocupación que tenía desde que vio su destrozado cuerpo descender desde el cielo.
Podría decirse que 55 era muy poderoso al suprimir el cansancio de las mentes del equipo A, Sin embargo, en cuestión de manipulación, su puesto era cerca del tercero. El primero, con una capacidad similar a la suya, era tan fuerte que lo mantenían congelado desde que despertó y mató a cinco oficiales en un segundo. Marco tenía la mitad de aquel poder, pero igual era suficiente para ser reconocido.
Ion desde la primera camioneta cuidaba a London. A pesar de estar concentrado en este, sus ojos cambiaban constantemente de color, desde el rojo hasta un azul fosforescente que perdió el brillo en segundos.
—Marley —llamó Ion, a sabiendas que el mencionado estaba pendiente de London al igual que él—, ¿cuánto mejoraron tus llamas?
—Todavía no controlo cuando cubro mi cuerpo con fuego, las heridas fueron demasiado dolorosas la última vez.
Marley apretó los puños cuando escuchó una pequeña burla del sujeto sentado a su lado.
Ion cerró los ojos y cuando los abrió una vez más estos estaban teñidos del mismo azul. La expresión en su rostro se endureció y a pesar de no querer hacerlo le entregó el cuerpo de London a uno de los proyectos con una habilidad de barrera, lo suficientemente fuerte para proteger a Meyer. También le dio una advertencia para cuidarlo con su vida.
Los problemas se acercaban, podía presentirlo.
Ion se levantó y sacó su mano por la ventana dejando su pulgar hacia abajo, una señal más que suficiente para que las tres camionetas se detuvieran a unos metros de llegar al hospital.
38-41, quien era el mejor controlando el hielo, se levantó junto a Ion y se dispuso a ayudarlo en lo que este necesitara. Una explosión cerca de las tres camionetas les advirtió de los problemas que se acercaban a ellos. Incluso con todo el ruido los integrantes del equipo A no se despertaron de su sueño. 55 se aseguró de que nada perturbara sus sueños. No los necesitaban estorbando.
Fuera de las tres camionetas se reunieron todos del equipo B. La mayoría hechos para el combate con habilidades más que suficientes. Pero Ion solo necesitaba a Marley y su contraparte que sería el hielo.
—Sabíamos de los problemas que conllevaría la segunda fase —explicó Ion—. Pero los que están en la segunda camioneta son la clave para un nuevo mundo. Por eso necesito que los protejan con su vida e incluso a costa de ella. Sin ellos todo ODAH fracasaría y ustedes serían exterminados como un error más.
En seguida, todos los proyectos se pusieron en guardia, listos para proteger la segunda camioneta. Sus ojos opacos eran la prueba que su mente estaba siendo manejada por 55 quien observaba a todos desde el interior de la movilidad.
—Con ustedes dos es suficiente —ordenó a Marley y 41—, si quemarte con tus propias llamas es el problema entonces el hielo ayudará a que el fuego no alcance tu piel.
Solo los tres, con suficiente seguridad, se encaminaron al lugar de la explosión donde seguramente estaban sus atacantes. El fuego se extinguió en segundos al no encontrar nada que quemar dejando a la vista a los cinco atacantes.
Ion conocía que en cuanto empezara la segunda fase otros países querrían capturar su trabajo para su propio beneficio. No iba a dejar que su esfuerzo se vaya a otras manos. Todo lo que sacrificó no sería en vano.
Sus atacantes eran rubios, lo que indicaba una nacionalidad distinta a la de su residencia. Los altos hombres tenían la piel seca y sus trajes militares lucían sucios. Pero las armas en sus manos eran lo suficientemente nuevas como para acabar con ellos en segundos. Algunos países todavía estaban empeñados en armarse para una guerra a la que nadie estaba dispuesto a arriesgar la vida de sus pocos hombres.
El sujeto que lucía como el líder de ellos se acercó a Ion, con demasiada confianza.
—Mi país te ofrece tu peso en oro por los humanos modificados que tienes ahí —señaló la camioneta a unos metros de ellos.
Ion sabía que cada país tenía un espía en aquella ciudad, pues era la última en tener productos para ofrecer, aunque estos se habían terminado hace meses. Ion no dudaba que uno de los espías corrió a avisar a sus superiores en cuanto vio el casi milagro que sus hombres habían conseguido. Solo que no era tan idiota para aceptar una miseria por los proyectos que elaboró rigurosamente.
—No —respondió Ion de inmediato—. El trato es el siguiente —esta vez volteó para hablar con el hombre más delgado, bajo y débil de los cinco hombres extranjeros—, ustedes me dan dinero y yo les presto las habilidades de mis hombres para dar plantaciones enteras en sus tierras.
El débil muchacho asintió y repitió las palabras de Ion, como si quisiera memorizar cada oración exactamente igual. Ion sonrió satisfecho por ello.
El líder de sus atacantes empujó con una mano a Ion, recordándole que a quien debía dirigirse era a él. Sin embargo, Ion volteó a los dos proyectos a su lado y con una sonrisa ordenó lo que serviría como una amenaza para advertir a los que quieran aprovecharse de su trabajo, que ODAH no iba a cambiar de mando. No hasta conseguir su objetivo.
—Quémalos —ordenó Ion a Marley, al mismo tiempo que posaba una mano en el hombro del mencionado—, menos al escuálido de la izquierda. Si no lo haces, ellos capturarán a todos los de la camioneta, incluso a London.
Ion conocía que el alma de Marley era noble, su juventud, sin embargo, lo hacía fácil de convencer y como punto débil siempre estaría London. Marley haría lo que fuese si eso beneficiaba a London. Ion se aprovecharía de ello incluso en esas circunstancias.
—41 va a proteger tu cuerpo de tu fuego así que no es problema. Adelante —susurró antes de darse la vuelta y caminar hacia las camionetas, seguro de que Marley lo obedecería.
Ion quería dejar a uno de ellos vivo, eligió al que parecía más débil para no tener una amenaza a futuro. De esa forma este sobreviviente sería la prueba viva del potencial que tenía ODAH y los demás países no dudarían en acudir a él para hacer negocios. De esa forma también serviría como una amenaza.
Marley cerró los ojos y extendió sus manos. En segundos quemó a los cuatro individuos. 41 protegía su cuerpo del fuego así que esta vez no hubo daños mayores. Pero Marley se negó a ver lo que sus llamas ocasionaron. No quería aceptar que sus manos se tiñeron de tanta sangre. Sintió asco de sí mismo, de su poder.
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