Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XII

No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.

Alejandro Dumas—

Capítulo 12: El miedo de perder.

Ion lucía relajado, como si ya hubiese sospechado de ello desde la primera vez que Kaled despertó. Y quizá lo hacía, por eso esperó pacientemente porque quería saber lo que Meyer haría.

Estuvo esperando un momento oportuno para saber si el doctor era de confianza o ya le había dado la lealtad a alguien más. Incluso si así fuera Ion tenía a 55 a su lado, eso era suficiente para mantener a London de su lado.

Para el líder de ODAH le era conveniente tener a 68 de su lado. El tiempo podía ser el arma más poderosa que tendría. Con él todo estaba listo para pasar a la segunda fase. La única razón por la que Ion todavía no fracasó fue el hecho de no tener piedad en los momento exactos. Él estaba dispuesto a matar a Meyer si es que este no cooperaba.

Se aceró hasta 68 y puso su mano sobre el hombro de este, en un gesto que, intentó, sea de confianza y amistad. London ni siquiera se atrevió a acercarse a ellos y con una de sus manos cubrió aquella herida que seguía fresca, producto de una de las tantas torturas a las que fue sometido.

Kaled solo quería entender un poco de todo lo que estaba ocurriendo. Por eso se quedó en silencio, esperando a que la explicación llegué a él por su cuenta.

—La Organización de Análisis Humano, o como la mayoría lo conoce ODAH —Empezó a explicar Ion. Se separó de Kaled y con tranquilidad se sentó en la única cama de aquella habitación— empezó con un proyecto mediocre de farmacéutica. Nadie en todo el mundo conocía si quiera su uso.

«Su primer éxito fue inmediatamente después de que Meyer entrara a trabajar con nosotros —London  todavía recordaba aquellos años dorados en los que su nombre resplandecía en las mejores revistas científicas del mundo. Lo conocían como una nueva oportunidad para la vida—. Sin embargo, creo yo, que todavía no estaba utilizando todo el potencial que tenía. Por eso le di un nuevo reto.

—Suficiente —interrumpió London, con los ojos cerrados y retrocediendo un poco más a cada palabra, como si le temiera a su propio pasado—. No es necesario que sepa ese detalle.

—London es un gran fanático de los secretos, algo que me fue útil hace tanto pero que ahora solo está perjudicando todo el proyecto —Suspiró y continuó—. Por diversas razones el proyecto fue cerrado y nuestro trabajo empezó a hacerse en la clandestinidad.

—Ve al punto —volvió a interrumpir, no queriendo recordar completamente todo.

—Bien.

Se levantó de la cama y empezó a avanzar a la puerta. Un gesto en su rostro fue más que suficiente para indicarles que debían seguirlo. Ambos lo hicieron sin pensarlo demasiado, Kaled por la curiosidad y London por el miedo de quedar complemente al desnudo de todas sus mentiras.

Sin embargo, así todo salga a la luz, London volvería a hacerlo.

Caminaron por el pasillo hasta llegar a una de las puertas metálicas que Kaled nunca vio antes. Demasiado alejado de su campo de entrenamiento y habitación.

—Quizá London ya te lo ha explicado. El proyecto tiene cerca de cuatro fases. Un plan perfectamente estructurado por mi hermano antes de morir —explicó Ion—. La primera fase y la más importante fue la de los SH o Súper Humanos. Individuos que, después de haber pasado por un serio proceso de cambio, mutaron a lo que tú y los demás son. Con alguna clase de poder que los vuelve mejores.

«Seleccionamos a un grupo reducido de anti sociales. Ji, quien se encargaba de la parte psicológica, estudió a cada uno de los criminales y solo apartó a un grupo selecto de ellos. Necesitábamos a asesinos, con ciertas características para cumplir sus objetivos. Nos limitamos a reclutar a los menos atroces.

«Sin embargo utilizamos a los otros como carne de repuesto. Ellos no nos servían pero algunas partes de su cuerpo sí. Meyer fue el primero en tener éxito con los 01, aunque esa información fue solo nuestra. Con los 02 fue igual de exitoso y con eso reclutamos a más médicos para continuar. En cuanto la tierra entró en una crisis completa vimos una oportunidad de ser la cúspide. Por eso empezamos a entrenarlos.

—Como soldados o armas humanas —bufó London.

—Podría ser así —continuó hasta que las puertas se abrieron y entraron a una bodega helada—, me gusta pensar que les hemos dado una segunda oportunidad.

La habitación era completamente fría. No había más que un halo de luz producida por los botones rojos al otro extremo de todo. Estaba vacía y dos sillones estaban justo a lado de las puertas. Kaled no quiso preguntar la utilidad de aquel lugar, porque en un segundo, cuando Ion presionó algo en la pared, cilindros congelados, con humanos dentro respondieron sus dudas.

Entre uno de aquellos cilindros estaba el mismo chico que vio hace poco. Con el cabello rubio hasta un poco más arriba de los hombros y completamente desnudo.
Ion notó en seguida la atención que Kaled le daba a uno de los dormidos.

—En esta habitación guardamos a los más fuertes y poderosos —explicó Ion— aquellos que nos es imposible controlar y por los que estamos desarrollando algún mecanismo para mantenerlos bajo nuestras órdenes. Eres como ellos, tienes la misma fuerza, por eso, si es que no nos das los adecuados resultados o siquiera te atreves a cuestionar los que decimos, entonces serás encerrado con ellos.

—El tiempo no puede ser congelado —respondió Kaled. Su rostro demostraba determinación.

Ion solo le sonrió de lado, como solía hacer cuando sabía que podía ganar aquella pelea. Por eso se acercó al oído de Kaled y mientras mantenía contacto directo con la mirada de London dijo:

—Si tú eres el tiempo entonces conozco su punto débil.

Avanzaron hasta llegar al otro extremo de la habitación donde las puertas metálicas se abrieron apenas Ion puso la palma de su mano en el lector de la pared. Al otro lado un nuevo pasillo se dejó ver, con las mismas baldosas blancas y la limpieza reflejando sus pasos. El aroma era neutro.

—Volviendo a la conversación de antes —continuó explicando mientras avanzaba—. La primera fase se vio completa con la tanda de los 68 lista y el entrenamiento de 23-55. Entre ellos tenemos a casi todos los que me son necesarios. Tenemos el tiempo, naturaleza, mente, entre otros aspectos.

«Con ustedes listos podemos proceder a la segunda fase —llegó hasta una habitación transparente de entrenamiento, con dos mujeres entrenando dentro—. Lo que el mundo busca en este momento es alimentación, nosotros vamos a ofrecerlos como... —buscó una palabra para explicar adecuadamente aquello— plan completo de creación de alimento. Ustedes van a poner la tierra justo como estaba antes de la crisis. Claramente solo lo harán con los países que puedan pagar el servicio. Crearán vida vegetal en la mayoría del planeta. Primero empezaremos con nuestro país residente, nos dieron alojamiento y por eso será gratuito, así los demás continentes van a conocer el poder que tenemos entre nuestras manos.

En la habitación de entrenamientos estaban dos morenas quienes lanzaban grandes chorros de agua a la pared que inmediatamente aspiraba el líquido. Una de ellas creaba el agua mientras la otra tomaba aquello y lo lanzaba con fuerza. Arriba de la pared estaba un puntero que parecía marcar la fuerza de los golpes de agua.

—68-66  y 68-65 son las gemelas que van a trabajar contigo en cuanto estés listo. El plan, en pocas palabras consiste en crear tanta vida verde en el planeta como ustedes cinco puedan crear.

—Sabes que eso tiene consecuencias —advirtió London.

—Lo tiene —continuó Ion avanzando hasta otro salón de entrenamiento donde podía verse a la misma joven de cabello negro en coleta que antes estaba en la oficina de Ion—. Es seguro que una vez mostremos los resultados de ODAH, más de un país querrá hacerse de todo esto. Y ahí, querido amigo, entraría la fase tres.

La chica estaba practicando de igual forma. Bajo sus pies no había el usual piso con baldosas blancas. Había tierra por todo el lugar. En cuanto ella puso ambas manos en el suelo brotaron unas cuantas plantas pequeñas que parecían insignificantes.

—Cuando un país quiere tener a toda costa lo que el otro posee, solo ocurre una cosa... guerra —Ion conocía muy bien el comportamiento humano, él podría simplemente tomar lo que quería con uno de los SH, pero le parecía demasiado aburrido y los poderes mentales siempre tenían una limitante, por eso no iba a confiarle todo el trabajo a 55—. La fase tres y por la que han estado entrenando en combate es para prepararlos para ello.

«La fase tres es prestarlos como armas humanas. Para esa ocasión hemos escogido a los más fuertes. 71-99, 12-01, 38-41 entre otros serán los principales para esta fase, cualquiera  que pueda pagar su fuerza será el vencedor en la guerra que quieran ocasionar. E incluso así la lealtad de todos ustedes será a ODAH.

—Al parecer tiene un plan a bastante largo plazo —dijo Kaled, todo el plan de Ion lucía sencillo y complicado en cierta medida.

—Tengo el tiempo de mi lado así que no tardará más de lo que quiera —calló unos segundos y quiso reponer su error—, lo que tú quieras.

London suspiró derrotado y frotó el puente de su nariz en un gesto que implicaba nervios y enojo. Había perdido gran parte de lo que él quería. Volteó y empezó a caminar por el camino por el que llegaron. Quizá había fallado pero podría simplemente adaptarse a las nuevas circunstancias. De todas formas esa era su habilidad. Él podía adaptar y cambiar su cuerpo a lo que necesitara.

Ion sonrió un poco más que antes cuando vio el estado de London. Sentía que había ganado aquella batalla. Aunque en su mente lo que más valía es que le demostró a Meyer que siempre estaría sobre él. No iba a librarse de él. Estaban unidos mucho antes de que todo haya comenzado. 55 era el testigo de ello.

Kaled vio las habilidades de todos ellos y se percató de la pérdida de tiempo que hubo en él. La fase dos, aquella en la que iban a revivir al planeta entero, le agradaba y con gusto prestaría sus poderes para ello, por eso quería practicar, aprender.

—Sigue a London —ordenó Ion— él va a entrenarte adecuadamente.

Kaled asintió, porque necesitaba aprender y porque no se confiaba de Ion.

—Kaled —llamó Ion una vez más antes de irse—. Si tu entrenamiento no es productivo, Ian se encargará de ti y London será expulsado por completo —era obvio que había descubierto la debilidad de 68-09.

Al alcanzar a London lo notó un poco más furioso que antes. Cada pisada suya era un golpe que se escuchaba en todo el pasillo y más cuando entraron a la misma habitación de antes, con los cilindros contenedores ya en sus respectivos lugares.

Kaled sintió un poco de decepción al verlos acercarse a su habitación y pareció predecir que London dejaría su entrenamiento para mañana. Por eso se detuvo antes de siquiera entrar y observó fijamente al doctor de ojos dorados. Recordó las palabras de Ion y no iba a permitir que le cambien de doctor. Ya se había encariñado con aquel proceso de mentiras y, debía admitirlo, ya sentía un poco de comodidad con Meyer.

Por eso decidió que debía poner aquella situación más en sus manos. Por eso se detuvo y advirtió sus inquietudes y necesidades con seriedad y un poco de terquedad.

—Necesito que el entrenamiento sea de inmediato —ordenó. Kaled estaba dispuesto a ser inflexible con aquel doctor si aquello significaba mantenerlo a su lado tanto como sea posible—. London —volvió a pedir—, necesito que empecemos a desarrollar mis habilidades.

El enojo de London se hizo notar en un bufido. Sin embargo, pese a su resistencia decidió darle lo que quería. En parte veía la razón en aquella decisión. Estaba seguro que aquel error que Ion había descubierto hace poco le habría quitado la cabeza de inmediato, pero sentía que aquello era una oportunidad más. Su deber era continuar como antes, ser eficaz igual a como era antes de querer tener un poco de moral.

Volteó una vez más sobre sus talones y avanzó al mismo cuarto en el que Kaled estuvo en la mañana. Cuando las puertas metálicas se abrieron la perspectiva del lugar cambió por completo.

Kaled se equivocó cuando pensó que iba a volver a sentarse y acomodar unos cuadros de madera en un juego infantil. La habitación de la mañana fue totalmente cambiada a una vacía como las que usaba mucho antes de descubrir su habilidad. El metal reflejaba cada acción suya y el eco se escuchaba en cada paso que daba. En el centro de todo había un marco del mismo material. Un cuadrado que no tenía nada en su interior.

La puerta volvió a abrirse y cerrarse dando vista a la doctora que hace tanto no veía. La reconoció por el cabello rojo y los ojos violeta. Ella le sonrió con sutileza, al parecer sabía el gran descubrimiento que tuvieron con él.

La doctora Ji sacó de dentro de su bolsillo una manzana roja, brillante y de apariencia deliciosa. La puso justo al centro del cuadrado de metal y retrocedió hasta estar a lado de London.

—Si quieres ayudar a lo que Ion quiere entonces aprende a enfocar tu habilidad en un solo punto —señaló la fruta en el cuadro— avanza el tiempo solo para la manzana, si lo haces mal tú serás el que envejecerá.

London cruzó los brazos tras la espalda, con la mirada fija en 68-09. La mujer a su lado seguía con el semblante amable mientras tomaba notas de cualquier acontecimiento que necesitara análisis. El tiempo era algo que no podían estudiar completamente, por ende no habría gran posibilidad de controlarlo.

Kaled apenas puso las manos en el cuadro de metal cuando la voz de London lo detuvo. Antes de atreverse a reclamar, la mujer pelirroja le mostró su reflejo en el metal.

Bajó su vista hasta sus manos arrugadas que temblaban, tenía las manos y apariencia de un anciano en ese instante.

—El problema con tu poder es que lo concentras en ti —indicó London—, has adelantado el tiempo para ti, no para la manzana. Por eso es que el único que ha envejecido eres tú.

Kaled se concentró una vez más hasta ver cómo sus manos volvían a ser las de su edad. O al menos la que aparentaba. La arrugas se eliminaron y el temblor se detuvo. Debía controlar hacia qué enfocaba el tiempo.

Una vez más, se concentró y puso su vista en la manzana, nada más que en ella. Pensaba una y otra vez en acelerar el tiempo y justo cuando la vio podrirse y se sintió un poco más capaz, London golpeó la planta de su zapato contra el suelo, llamando la atención.

Al elevar la vista hacia ellos Kaled encontró a la doctora envejecida, con el cabello cano y encorbada. Las arrugas fueron suficiente prueba de que había fallado una vez más. No le sorprendió ver la figura no afectada de London, conocía que este podía controlar y cambiar su cuerpo a su gusto.

—Una vez más —ordenó London cuando Kaled volvió a la doctora Ji a su edad normal.

Después de la orden, ambos salieron dejando a Kaled solo. La instrucción ya había sido dada, solo faltaba que sea acatada. Kaled debía encontrar la solución a sus dificultades por cuenta propia. Su objetivo era concentrar el avance acelerado del tiempo solo en aquel cuadro de metal.

Lo intentó una, y otra, y otra, y otra vez en los que los resultados variaron en diferentes formas. Desde volverse a sí mismo un niño de doce años hasta tenerlo como un anciano. En ninguna de esas ocasiones la manzana avanzó un poco en su maduración. Ni siquiera había ganado un poco de color a podrido.

No comió bocado alguno. Cuando un guardia llegó a su habitación con la comida usual, Kaled lo ignoró por completo, no tenía tiempo que perder para la alimentación. Debía encontrar la forma en la que esa manzana acelere su tiempo de putrefacción.

Recordó la primera vez en la que su habilidad se presentó. Producto del intento de salvarle la vida a London. También vino a su mente aquella segunda vez en la que retrocedió hasta verse a sí mismo, motivado por los recuerdos y el anhelo de proteger,  y los sentimiento que despertaron en él por extrañar a su familia.

En ese momento llegó a la conclusión de que quizá necesitaba un sentimiento fuerte para controlar un poco mejor su habilidad. No importó si funcionaba, él quiso intentarlo.

Cerró los ojos y recordó la vez en la que casi vio a London morir. El sentimiento de poder llegó a él con gran fuerza y de él brotó una fuerza que se expandió hasta chocar contra las paredes de metal.

Sin embargo la manzana seguía igual.

Intentó con su familia. Dejó que el sentimiento de extrañarlos llegue a cada parte de su cuerpo. Anheló manejar el tiempo para poder volver a verlos.

Cuando abrió los ojos frente a él la manzana antes roja tenía un color entre verde y blanco que le indicó que en vez de avanzar su tiempo, lo había retrocedido. Al menos él no se vio afectado por aquel lapso así que ya había dominado la parte de enfocar su poder en un solo punto. La mitad del camino ya estaba lista.

Quiso volver a intentarlo pero con el sentimiento de avanzar el tiempo,  para ver lo que ocurría después de todo ODAH, sin embargo pasaron dos cosas: En un punto del futuro, justo cuando quería avanzar un poco más,  algo lo empujó a su tiempo otra vez. Una fuerza que no supo identificar  le evitaba avanzar más en el futuro.

Lo segundo que ocurrió fue Marley corriendo a su alrededor preguntándole sobre su ejercicio y hablando de tantas cosas que Kaled no supo descifrar ninguna. Tras él llegó London que se mostró sorprendido por el avance inverso que había tenido la manzana, pensó que aquello pareció demasiado sencillo.

—London me dijo que eres algo así como el tiempo —Marley lucía más enérgico que de costumbre, incluso en aquel estado casi tranquilo, las palmas de sus manos se encendían en cortos intervalos, como si no pudiese controlarlo—. En serio pensé que tu habilidad era otra.

Cuando London le dejó a solas con Kaled, Marley encendió la temperatura de la habitación por completo. Pensó que aquella sería una buena forma de verlo actuar de una u otra forma.

—Incluso después de calentar la habitación a una temperatura casi infernal te noté frío —confesó el pelirrojo— supuse que al igual que London podías adaptarte a cualquier entorno. Tal vez solo quería tener una respuesta inmediata para que London acepte lo que quería que haga.

—Fue así —reclamó London, incluso con esa pequeña riña su expresión era tranquila para hablar con Marley—, tu desesperación por una recompensa hizo que te equivocaras.

Kaled recordó el momento en el que London fue puesto en aquella especie de tortura, la primera vez en la que él experimentó su habilidad. En aquel instante, lo último que pasó por el rostro de London fue la sorpresa. Como si este supiese su poder desde antes.

—Recordé algo —casi gritó Marley, con la mirada pegada hacia London, con la usual mirada de enamoramiento adolescente y admiración—, London me dijo que me daría una oportunidad en cuanto crezca un poco más.

—Me sorprende que recuerdes ese tipo de cosas —London sonrió y acarició la cabeza de Marley, tal como un hermano mayor—, pero cuando se trata de recordar algo importante lo olvides en seguida.

—Mis importantes y los tuyos son completamente diferentes —respondió el pelirrojo apegándose a Kaled solo para susurrarle su pedido—, así que si puedes hacerme crecer unos años más te agradecería mucho.

Kaled no quiso ignorar el pedido de Marley pero en su mente la anterior cuestión seguía molestando. Fijó su mirada en London quien lucía un poco menos tenso que antes. Atribuía aquello a Marley quien con su juventud hacía todo un poco más llevadero, aunque en ocasiones nostálgico.

Le preocupaba el saber cómo es que London descubrió su habilidad mucho antes que él. Sentía que aquel secreto podía saberlo con solo preguntar.

—¿Cómo lo sabes? --preguntó entonces.

—¿Que cómo sé que si crezco tendré una oportunidad con London? —dijo Marley, pensando que la pregunta fue dirigida hacia él— London antes salía con Ion, eso significa que le gustan los hombres mayores.

—No —No pudo evitar reír un poco pero en seguida fijó  su mirada a London quien adivinó que la pregunta en realidad era para él.

—Me lo dijiste tú —respondió el doctor de ojos dorados.

—No recuerdo haberlo...

El silencio que vino después fue para que Kaled descubriera inmediatamente sobre a lo que se refería London.

—Desde algún lugar del futuro yo te lo he dicho —concluyó retrocediendo hasta apoyarse en la pared, porque le parecía casi irreal todo lo que estaba pasando—. Es increíble.

—Lo es —respondió London con un poco de nerviosismo. Kaled se dio cuenta que un secreto estaba entre aquella expresión.

—¿Te dije algo más?

Las mejillas de London brillaron en un rojo intenso. Carraspeó avergonzado y con su puño cubrió la parte inferior de su rostro. Inmediatamente se fue.

No habían sido solo palabras las que recibió junto a la advertencia de la habilidad de Kaled.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro