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XI

"Confía tu secreto al viento, pero luego no le reproches que se lo cuente a los árboles."
_Khaled Hosseini_

Capítulo 11: Dos es mejor que uno

Ion no era idiota, su intelecto lo había llevado hasta ese lugar. Estaba a un paso de dominar el mundo por completo, y no en términos pequeños, literalmente, si es que todo seguía el plan, todos los países estarían en sus manos. Así que no, Ion era todo, menos alguien fácil de engañar.

Él se dio cuenta de la mentira de London en cuanto este la soltó. Porque conocía que el doctor estaba nervioso en cuanto 09 lo sacó de aquella pequeña tortura a la que él, suponía, ya estaba acostumbrado. Tenían bastante historia juntos como para conocerlo perfectamente. Sin embargo solo asintió y volteó a ver al proyecto. Sentía un gran potencial en él. Y si no se equivocaba entonces formaría una parte fundamental para su plan.

Proyecto ODAH consistía en tres fases. Cada una de ellas perfectamente planeada como para siquiera fracasar. El primero era crear súper humanos (SH) tan fuertes e invencibles como pueda hacerse. La segunda Fase era ofrecer sus servicios. En una época de guerra, armas humanas como ellos tendrían un gran costo. Sin embargo al ser seres vivos tendrían la lealtad con ODAH, por ello siempre estarían a la cabeza. ODAH tendría al mundo en sus manos. La tercera fase, solo la sabía London e Ion.

Habían pasado cientos de años en solo desarrollar la primera fase, y la más importante, sin embargo ya tenían resultados. Solo estaban esperando una pieza más para empezar  con la segunda fase. Al menos Ion, él esperaba que alguien de sus proyectos fuera el tiempo, lo necesitaba para que todo funcionara en cuanto a su plan. Esperaría unos cuantos años más y ya vería un plan B. De todos modos tenía grandes herramientas, para él nada era imposible.

Ion siempre aceptó que los proyectos de London fueron los más ventajosos. En especial las dos últimas tandas. Los 68 y 71 tenían a los más importantes proyectos que él esperaba para pasar a la segunda fase. Por eso no se tragaba el cuento de que 68-09 fuera un sin talento. Si London era el que lo había creado entonces eso aseguraba un éxito rotundo. Quizá su método para hacer despertar su don fue demasiado agresivo, pero se les agotaba el tiempo, en unos cuantos meses más el país que les brindaba asilo se cansaría de esperar.

Al final tuvo razón, 68-09 tenía un don, y a pesar de que London le haya asegurado que era teletransportación, no se creía aquello. Pero fingiría hacerlo, solo por el momento, hasta averiguar exactamente lo que 09 hacía.

—Ya tenemos a alguien así —Su tono fue duro, como si le diera una última oportunidad a London para retractarse y así ser sincero.

—Tal vez velocidad o telequinesis —Intentó salir de esa de inmediato. London todavía estaba con la sangre manchando su ropa y sus manos apegados en el cuello de Kaled, en sus brazos—, hay que hacerle más estudios.

Kaled solo entonces se dio cuenta de la posición en la que estaban. Él bajó al doctor al suelo y evitó cruzar miradas. El dolor en su cabeza lo estaba matando y el rubor en las mejillas de ambos era demasiado vergonzoso. Ion no pasó desapercibido aquello.

—Te doy dos días para que me des unos nuevos resultados —amenazó Ion, avanzando hasta London y sujetándolo del cuello. Sus ojos fríos mandaron un escalofrío al cuerpo del doctor, era una amenaza— si no me dices la verdad entonces voy a sacar a 59-01 de su hipersueño y conoces muy bien su procedimiento para saber la verdad.

London tembló y asintió. A su lado Marley ya estaba completamente descongelado, con los puños ardiendo en llamas y sus ojos llenos de ira por no poder ayudar en lo más mínimo. Ios solo llamó a 55 para enseñarle que su alma libre y juguetona no era útil y que a pesar de ser fuerte había alguien más que podría vencerlo si es que no obedecía las reglas. Ion siempre planeaba cada movimiento con mucho cuidado, no hacía nada a menos que le diera algo a cambio.

La puerta tras ellos se abrió e Ion les dio la espalda, demasiado frustrado por no conseguir lo que quería por las buenas. Sin embargo, él obtuvo algo que nadie se dio cuenta. Ion esa tarde supo cuál era la debilidad de Kaled, algo que luego le sería útil.

Las piernas de Kaled seguían temblando y la cabeza le daba vuelta, e incluso de esa forma él respiró profundo y salió de aquella oficina. London no tardó en darse cuenta y con un gesto parecido a una sonrisa tomó su mano y la pasó por sus hombros, sería su apoyo en ese momento. Se lo debía, después de todo le había salvado de casi morir una vez más.

London había perdido la cuenta de las veces en las que terminó muerto.

Marley estaba tras ellos, demasiado tenso, en ese momento estaban seguros de que si alguien se atrevía a cruzarse en sus caminos, el menor los quemaría en segundos. Su furia se notaba en las llamas que provenían de sus manos. Se habían tornado de un azul característico del fuego.

En la mente del pelirrojo solo estaba el rostro de aquel proyecto de hielo, quería enfrentarle y estaba seguro de ganar.

Ya cuando estaban en el pasillo del sector A, Kaled volvió sus pensamientos al principio de todo aquello. En el momento en el que Ion tomó a London, con demasiada familiaridad. Y quizá a pesar de las antiguas advertencias de Marley, nunca creyó que la relación entre el doctor y el jefe de todo ODAH tengan una interacción que le puso incómodo en su momento.

Tampoco le gustaba pensar que ambos tenían una clase de relación amorosa, no después de ver a Ion poner en tal peligro a London. Lo que ambos tenían, ponía a Kaled demasiado desesperado y hasta incómodo.

—¿Qué clase de relación tienes con Ion? —se animó a preguntar. Marley y London detuvieron su paso para observarlo.

—¿A qué te refieres? —London se separó de Kaled en cuanto escuchó su pregunta, ya había tenido aquella conversación con Marley antes. Debía ser precavido.

—Sabes a lo que me refiero —En un intento de verse no tan lastimado, Kaled se apoyó en la pared, los pasos de alguien a lo lejos le advirtieron del poco tiempo que le quedaba para averiguar— él te toca como si fueras su... —Hasta ahí, no encontró un término que sea cómodo.

—Eso es terreno peligroso —quiso intervenir Marley pero la mano de London lo detuvo.

—Viste el periódico donde anunciaron mi muerte hace años. Ya sabes de la relación que tuve con él —se defendió London, él también escuchó los pasos acercándose y suspiró, agotado por todo el día que tuvieron— no creas que esto es sencillo, todos somos los peones de Ion, simplemente piezas que él maneja a su antojo. Este es su juego.

55 llegó a ellos y detuvo la conversación con su  simple presencia. London fue a él en seguida, porque en los ojos del proyecto había dolor y su brazo sangraba de forma peligrosa, manchando su uniforme.

Marley suspiró agotado, el fuego en sus manos había parado y el cansancio recién hizo mella en él. Tomó a Kaled del brazo y se convirtió en su apoyo. Sabía que London le pediría llevarlo a su habitación y lo haría, porque sabía del mal estado de 55 y a pesar de odiarlo tenía cierta misericordia con su sufrimiento. Además luego le pediría algo a cambio. La fuerza de 55 era muy importante, con ella podrían salir de aquel lugar sin problemas. Le asombraba que todavía no haya escapado.

Cuando avanzaron por el pasillo, dejando atrás a 55 y a London, ambos tenían la misma pregunta. Kaled no conocía el poder exacto del proyecto pero por la mirada de Marley podía adivinar que era muy fuerte. Incluso lo había visto pelear y salir victorioso sin sudar ni una gota y en segundos. 55 era un enigma en ese momento, y más al ver la relación de odio-cariño que mantenía con el doctor de ojos dorados.

Esa noche, cuando Marley se quedó a dormir en su habitación, y con los guardias resguardando la puerta. Kaled extendió sus manos y las vio quebrarse por segundos hasta finalmente poder verlas con lentitud. Volteó a ver a Marley y al igual que sus manos, sus respiraciones eran en largos intervalos.

Cerró los ojos e imaginó a London, en la tortura que había vivido en la tarde, con sangre recorriendo su piel y una leve expresión de dolor en su rostro. Se preparó mentalmente, tomó la sábana de su cama y la lanzó en el aire, y justo antes de que esta caiga a su lugar, el tiempo se detuvo. Kaled detuvo el tiempo una vez más.

Con cuidado volteó a ver a Marley y lo notó totalmente quieto, el sutil sube y baja de su respiración había parado. Las luces de las cámaras dejaron de parpadear y él quiso probar algo más. Cerró los ojos y se concentró un poco más. La imagen de su familia en su mente le dio un poco más de fuerza. Apretó los puños y se concentró.

La luz entró a la habitación. Se vio a sí mismo en aquella camilla, con una intravenosa conectada a su brazo. Frente a esa figura vio a London anotar unas cuantas cosas en su libreta antes de voltear a la salida. Kaled sonrió y avanzó hacia su yo dormido. Había retrocedido en el tiempo.

Solo que al primer paso, un parpadeo y un gran mareo volvieron a llevarle a su tiempo actual. Se dio cuenta que aquello llevaba gran fuerza al sentir sus labios secos y las piernas completamente sin fuerzas. Cayó al suelo y notó la sangre brotando de su nariz. El fuerte dolor en su cabeza parecía querer partirlo y sus ojos perdieron el enfoque por toda la noche. Ni siquiera tuvo la fuerza de volver a su cama.

El entrenamiento de aquel día parecía ser menos fuerte que cualquier otro. No había peleas, ni natación, no tenía cables en su cabeza o torso mientras corría. Kaled aquella mañana solo fue llevado a una sala diferente, completamente oscura y con un aroma a cloro impregnado en cada respiración.

London lo dejó solo durante tres horas, con unos cubos de madera con diferentes números. Kaled identificó aquel juego como los que les daban a los niños para aprender a contar. Había una caja más grande de madera frente a él, solo iluminada por una pequeña linterna interna. En cada cuadro debía poner un número, desde el cero hasta el nueve. Fue entretenido al principio pero a los minutos sintió que estaba ahí sin razón alguna.

“El juego ha terminado”

La voz mecanizada del aparato le confirmó a Kaled que aquello no era un entrenamiento, un simple juego para mantenerlo ocupado. Bufó y lanzó los cubos de madera al fondo de aquel salón.

La puerta se abrió y dos guardias lo derribaron al notar en él una actitud agresiva. Kaled no peleó cuando le sujetaron las manos tras su espalda y caminó en dirección a su habitación. A medida que avanzaba podía escuchar el sonido del entrenamiento de los demás. El usual chapoteo en el agua de aquel gran cilindro que casi lo mata al principio, le llevó a una extraña nostalgia.

Una ventana de vidrio le dejo ver a uno de ellos corriendo, con los usuales cables en su torso y cabeza. Los doctores verificando su avance.

Justo antes de entrar a su habitación, notó a London frente a ellos. El doctor lucía enfadado mientras un proyecto lo seguía. En el brazo derecho, donde el número de tanda se bordaba, se notaba un “94-03” los más recientes entre todos ellos. Los ojos del chico estaban inyectados en sangre y sus manos tenían esposas sujetando sus muñecas. Una gran bola de, lo que parecía ser, piedra apresaba una de sus piernas.

A pesar de su estado, el muchacho parecía ser demasiado delgado para su bien, con el cabello rubio  llegándole hasta los hombros. No lucía merecedor de estar completamente inmovilizado por todos esos aparatos. En especial aquel collar con distintas luces y que estaba conectado por un cable hasta un pequeño control en las manos de London.

—Yo me encargo de 09 —ordenó London llegando a ellos y entregando el pequeño control a uno de los guardias— lleva a 94-03 a hipersueño.

Los guardias negaron en seguida ante la orden. Aferrándose un poco más a Kaled quien se preguntó lo que pasaba en ese momento. London tan solo bufó y tomó una de las manos de un guardia para ponerle el control en ellas.

—Si intenta algo presiona el botón rojo, le da un descarga para que no se atreva a desobedecer —indicó una vez más— si sabe que le tienen miedo entonces será peor para ustedes así que cumplan con su trabajo.

London sujetó a Kaled de un brazo y con suavidad, lo metió a su habitación. Los guardias tan solo obedecieron.

Cuando las puertas se cerraron London elevó la vista hasta una de las cámaras de la habitación. El clásico parpadeo le hacía notar que estaban siendo vigilados. Ion ya no le confiaba completamente a los proyectos. Debía tener cuidado, un paso en falso y sería llevado al sector B.

Kaled por su parte lucía enfadado, aquel día en el que pensaba iban a enseñarle a usar sus poderes resultó en un juego solo para mantenerlo ocupado. Su enojo explotó en cuanto notó la característica altivez en el contrario, siempre tan seguro mientras él parecía depender si su poder era útil a alguien.

—¿Hubo algún avance hoy? —preguntó London mientras sacaba la libreta de dentro de su bata.

—No hay mucho que hacer con un juego infantil —se quejó Kaled.

London se dio cuenta de inmediato de la disconformidad de 09. Debía mantenerlo a raya, al menos unos cuantos días más. Lo sujetó con suavidad del hombro y le invitó a sentarse en la cama para poder hablar aquello. Porque así le daban la espalda a la cámara y creaban un punto ciego.

—Todavía no conocemos tu poder, estamos planeando una serie de ejercicios para averiguarlo, por el momento debes realizar algunos juegos mentales —indicó.

—Claro que lo conoces —Kaled se levantó, enfadado por no poder siquiera decidir en eso— me viste detener el tiempo el anterior día.

—No hay certeza de ello —London, por primera vez, se notó nervioso— quizá eres más veloz que un ser promedio y eso te hace ver el tiempo tan lento.

—Yo vi mi pasado —confirmó Kaled, intentando buscar una forma de validar su poder— en la noche volví a cuando solo me mantenían sedado, te vi a ti tomando apuntes de mí. No hay forma de que sea un recuerdo por que yo estaba completamente dormido.

—Tal vez una alucinación —London anotó algo en su libreta— como te dije, no sabemos cuál es tu poder hasta el momento.

Kaled entonces se dio cuenta de lo que el doctor de ojos dorados quería lograr. London parecía buscar confundirlo, mantener su mente en lo mínimo de espectativas. Quería hacerle creer que no puede controlar el tiempo y que todo fue un invento suyo. Pero Kaled sabía que London logró ver cómo detuvo el tiempo la vez que lo salvó.

Por eso negó y retrocedió hasta la puerta. Vio la cámara de seguridad de cerca y sabía que si tan solo articulaba su poder, los demás lo sabrían. Si Ion conocía que era capaz de controlar el tiempo entonces su trato mejoraría, esperaba. Sentía que London no era de confiar en ese momento.

—Tienes muchos secretos, London —afirmó Kaled, había visto una mentira tras otra después de conocer al doctor. Se preguntó la razón de seguir confiando en él. Y la respuesta que obtuvo no le gustó—. Quieres mantener mi poder como una mentira más.

Kaled simplemente no quería ser un secreto más, por eso se dirigió a una cámara, dispuesto a mostrar su poder frente a ella. Para que Ion se entere de lo que era capaz. Solo quería dejar en claro que tenía un gran poder entre sus manos.

Solo que antes de intentar hacerlo los brazos de London lo rodearon en un abrazo que congeló todo de Kaled. Su corazón latió más fuerte que nunca y se avergonzó por la posibilidad de que el doctor escuchara su nerviosismo. Quiso corresponder pero entonces volvió a paralizarse en el momento en que London ocultó el rostro en su pecho.

—No te muevas —ordenó London una vez más y Kaled sintió el calor del aliento del doctor entre sus músculos—, voy a soltarte, solo déjame explicarte todo.

London vio en aquel abrazo una forma de ocultar su rostro de la cámara, así no podrían leer sus labios. Estaba haciendo aquello solo para mantener un secreto más. Incluso con ello en mente, Kaled solo apreció el calor del cuerpo del doctor, y cómo sus cuerpos se amoldaban perfectamente.

—El plan de Ion es controlar todo —empezó a explicar, bajo, solo para que Kaled le oyera— él solo está esperando alguien capaz de controlar el tiempo para así empezar su siguiente plan. En cuanto lo tenga, empezará a vender a cada uno de ustedes a diferentes países. Serán armas humanas para peleas que ustedes no han provocado, los llevará a su propia muerte.

London apretó su abrazo un poco más cuando sintió a Kaled intentar separarse.

—Dame una semana, yo quiero intentar que ustedes no mueran afuera, solo necesito un poco más de tiempo —pareció tragarse su orgullo antes de pedirlo— por favor, hay miles de proyectos que ahora dependen de ti.

Kaled entendió poco de la explicación, porque London seguía aferrándose a sus secretos. Pero escucharlo pedir por favor le hizo darse cuenta de la seriedad de todo. El doctor parecía querer protegerlos. Por eso aceptó.

Siempre estás ocultándome cosas, Meyer —el altavoz en la habitación logró que ambos saltaran. Reconocieron la voz de Ion—, pero que me mientas de esta forma ha sobrepasado un límite ¿no crees? —En ese instante entró al lugar—. Sabes que de una forma u otra voy a enterarme de tus mentiras, por eso éramos un gran equipo.

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