Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Prefacio.


Os traigo el primer capítulo, aún quedan algunas cosas que mejorar, pero no podía esperar a traerlo.

Tendréis cita conmigo todos los Lunes, porque pienso subir un capítulo a la semana.

Sin más dilación... espero que les guste :D

**ACTUALIZO**

Tal y como sospechaba... he cambiado algunas cosas del Prefacio, que ahora está narrado enteramente por Peter. Tenía que darle un poco de forma a su personaje que era muy plano, lo siento.

Prefacio.

El proyecto Magnus comenzó hace mucho tiempo, antes incluso de que el doctor Cooper tuviese una hija, antes de que este mundo se volviese algo incierto, que el ser humano se opusiese a las máquinas, cuando las visiones de sus colegas eran las de crear algo innovador, un mundo mejor, crear un guardián que protegiese a las familias, el nuevo guardaespaldas del futuro lo más real que fuese posible.

Crear vida artificial fue durante mucho tiempo la meta de este grupo de profesores, un proyecto que fue apoyado por la NASA y el Instituto de Tecnologías Robóticas. Algo más perfeccionado, dejando a un lado a los robots del ejército, por supuesto.

Sí, habéis leído bien, la NASA. ¿Y qué pintaba la administración nacional Aeronáutica y espacial en todo aquello? Pues bien, yo os lo diré. Después de las últimas innovaciones del mundo de la robótica para la armada de los estados unidos de américa, nació el proyecto del que hablamos, algo totalmente distinto a lo que se había hecho con anterioridad. Querían crear un híbrido entre robot, humano y parte alienígena. Por supuesto todos los intentos de los científicos fueron fallidos hasta el Magnus 7.

El Magnus 7 había sido creado con el propósito de salvaguardar a la humanidad de futuros peligros, algo así como un guardaespaldas personalizado que sólo algunos podrían permitirse. Este híbrido sería capaz no sólo de proteger a su amo, sino que, según los recientes estudios, también podría comportarse como cualquiera de ellos. Esto último me parecía pura palabrería, pues... una máquina jamás deja de ser una máquina. Pero, no podía estar más equivocado.

Cuando me inicié en el mundo de la ciencia robótica, jamás pensé que una guerra como la que estaba por comenzar tuviese cabida en nuestra sociedad, más teniendo en cuenta que las nuevas tecnologías eran el futuro. Quizás no caí en aquella época, en que esos seres que estábamos creando destronarían al ser humano de su vida cotidiana. Y ese, amigos míos, es el principal foco de este asunto, la razón de que toda aquella historia diese comienzo, de que el profesor Cooper se encontrase allí, en su despacho, guardando todo su estudio en cajas, con su única misión de preservar sus descubrimientos, antes de que los rebeldes acabasen con todo.

Los rebeldes: un grupo de personas que se habían visto afectadas con la llegada de los robots a nuestra sociedad. Les habían usurpado sus trabajos, quitado sus pagas y despojados de su realidad. No era de esperar que estuviesen un poco alterados.

Había salido en las noticias de la mañana, que las autoridades no podrían detener por más tiempo la sed de venganza de la población por destruir aquello que unos pocos crearon. La culpa de todo aquello era del gobierno, por supuesto, pues cuando empezaron a crear en masa a los robots de combates hubo muchas bajas humanas, por no hablar de los despidos masivos, la de miles de personas que se quedaron en la calle, sin trabajo, sin poder dar de comer a sus familias. Ese fue el detonante de todo lo que vino después.

Los valientes que estuvieron en cada progreso robótico de la humanidad, desde que apareció el primer robot (Elektro) en 1939, hasta que se convirtieron en algo del día a día, llegando incluso a colapsar al ser humano, que ya no era necesario en la mayoría de los trabajos del día a día. Algunos escapaban del país con sus estudios que quizás algún día verían la luz de nuevo, otros no tenían tanta suerte y eran despojados del trabajo de sus vidas. Para un científico que ha dedicado toda su vida a la robótica, que le quiten su trabajo lo es todo.

Aún recordaba la conmoción de la humanidad cuando llegaron los primeros robots al frente de batalla, fueron acogidos con gran emoción, a pesar de que eso significaba la llegada de una nueva era, aunque, como os digo, su entusiasmo duró poco, en cuanto llegaron las primeras bajas, los robots despertaron el odio en aquellos que hasta hace poco eran sus más fieles seguidores.

Volviendo al tema que nos atañe... el profesor Cooper tenía prisa, pues él también necesitaba proteger algo, así que ni siquiera se fijó en la cápsula de congelación que había al fondo de la sala, ni en el humanoide que había en su interior, aún dormido, sin haber visto nada más que la sala de ensayos, ni siquiera tuvo la oportunidad de ver el mundo exterior con sus propios ojos, tan sólo fotografías y vídeos que el mismo profesor le mostraba como parte de su enseñanza en el proyecto Magnus.

- Profesor Cooper – le llamé, entrando en su despacho, mientras él cerraba las cajas, preocupado por lo que pudiese pasar en cualquier momento – ya vienen.

Sus peores temores se reflejaron rápidamente en su rostro. Aún no sabía cómo me había podido dejar convencer por él, cuando me propuso aquella loca idea, más en los días en los que estábamos, la guerra estaba a punto de comenzar. Pero bueno, quizás, mi favoritismo hacia él tuvo mucho que ver. El doctor Cooper era el mejor profesor de la universidad en el campo de la robótica.

Recogí las cajas que quedaban y le indiqué que me siguiese por aquel silencioso y largo pasillo hasta llegar al vehículo que estaba a medio cargar, pero este aún tenía interés en su despacho, se resistía a dejar el lugar que consideró como un segundo hogar. Y no le culpaba, en ese laboratorio hicimos muchas mejoras y descubrimos cosas increíbles, pero la era de la investigación había llegado a su fin.

Cuando el doctor se embarcó en aquella locura jamás pensó que perdería a su mujer de la manera en la que lo hizo, que el guardaespaldas humano que intentó salvarla también yacería y menos aún que su hija estaría en peligro. ¿Qué hubiese sucedido si hubiesen contado con la ayuda de un robot, si el mismo que descansaba en ese momento ahí estuviese de su lado? Habrían tenido muchas más oportunidades de sobrevivir a aquel atentado terrorista, ¿verdad?

- No – le detuve, en cuanto volvió a entrar con una idea fija en la cabeza. Le conocía bien y sabía exactamente qué era lo que pretendía. Me parecía una idea pésima, he de añadir – no tenemos tiempo para esto...

Me hizo caso omiso, pues él debía proteger algo más, el activo más importante de la universidad y de su equipo, ya que... ¿de qué serviría guardar toda la información sobre el proyecto si dejaban ahí la prueba de que todo había funcionado correctamente?

Pulsó el botón rojo, descongelando el cuerpo del robot, este tardó unos minutos en obtener el color deseado, y entonces... abrió la cápsula.

- Profesor Cooper – le llamaba, totalmente aterrado de que los rebeldes pudiesen encontrarnos – no tenemos tiempo que perder, si ellos le encuentran a usted también, será el fin para el proyecto – Por supuesto me hizo caso omiso, más cuando su creación acababa de abrir los ojos y estudiaba el medio que lo rodeaba, reconociendo en seguida al profesor que lo había creado.

Aquel ser observó la estancia en aquella penumbra reconociendo el lugar, despertando de aquel sueño que había durado más semanas de lo previsto y luego miró hacia él, quizás esperaba instrucciones para un nuevo análisis.

Una explosión a las afueras de la universidad nos alertó. Los rebeldes estaban allí y destruirían cualquier cosa tecnológica creada por el hombre, sin restricciones. Debíamos marcharnos.

- Magnus 7 – llamó el profesor, haciendo que el robot se fijase en él – operativa de evacuación y activa el protocolo principal.

El robot se puso en pie de un salto, con agilidad, agarró la mochila que el profesor le cedía y nos siguió por los largos pasillos desiertos y oscuros de la universidad.

- Sigo pensando que esto es una mala idea – me quejaba, entre susurros, evitando ser descubiertos por los rebeldes – traerlo con nosotros no es muy sensato.

- ¿Cuál es tu misión principal, Magnus 7? – quiso saber el profesor, haciendo que este contestase de forma segura y concisa.

- Proteger a Sarah Cooper con mi vida – contestó. El profesor sonrió, orgulloso, mirándome de reojo en un intento de hacerme ver un "te lo dije" del pasado.

- ¿Y no será un poco sospechoso? – insistía, de nuevo, viéndole lagunas por todas partes a aquel plan – llamarle todo el tiempo "Magnus 7"

- Tienes razón – se percató, pensando con rapidez un nombre para su creación. Sabía cuál era el que iba a elegir – A partir de este momento, tu nombre en clave será Tyler Magnus – el robot guardó esta información y se preparó para escuchar algo más – amplia tu operativa... evita que otros puedan conocer tu verdadera identidad.

- Operativa salvaguardar identidad activada – contestó.

- Esto no va a funcionar – sí, reconozco que soy un toca-pelotas en potencia – se le ve de lejos que es un robot.

- De ahora en adelante no repetirás protocolos – ordenó el profesor – a no ser que yo mismo, el profesor John Cooper te los pregunte directamente. Y te comportarás como un humano. Lo llamaremos operativa Salamandra.

No me gustaba aquel plan, pero mi voto no era válido para el profesor, y menos cuando se trataba de salvar el trabajo de toda su vida. Así que, debía resignarme, al menos el profesor estaba allí para guiarnos en aquella misión suicida.

Salimos por la parte de atrás del campus a los aparcamientos, dejando a un lado el coche en llamas que aquellos salvajes habían hecho explotar, terminamos de cargarlo y nos dispusimos a entrar en él para abandonar las instalaciones en la mayor brevedad, pero entonces... fuimos descubiertos.

- Vaya, vaya... pero ¿qué tenemos aquí? Si es el profesor Chiflado y su inseparable comadreja – ¡Maldición! Era Fletcher: el cabecilla de la resistencia. Como os podréis imaginar, odiaba todo lo que tuviese que ver con las máquinas, incluso vivía en un búnker con su familia e hijos.

Tomas Fletcher tuvo una vida antes de todo aquello, era un buen soldado, uno de los mejores, hasta que los robots llegaron y el gobierno despidió a toda su cuadrilla y los mandó a casa. Quizás hubiese podido sobrevivir con la corta paga que le había quedado, pero cuando llegaron los recortes de fondos para seguir investigando en el campo tecnológico, suprimieron todas esas pagas, y dejaron a miles de familias en la miseria.

En cierta forma, yo también comprendía a esa gente. No es que estuviesen en contra del progreso, es que las máquinas le quitaron todo lo que conocían y les dejaron sin más opciones que las de sublevarse.

- ¿y quién es el tipo que os acompaña? – quiso saber, mientras el resto de su tropa nos rodeaba, con bates de béisbol en las manos, más que dispuestos a tomarnos como rehenes.

- Yo los detendré – susurró profesor, mientras yo negaba con la cabeza, me parecía de lo más absurdo que un hombre de su edad pudiese tener más oportunidades que los tres juntos. Más cuando nosotros disponíamos de un robot híbrido totalmente equipado – llévate al activo y pon a salvo la investigación – y es ahí cuando lo comprendí. No era sólo nuestra vida lo que estaba en juego – A mi señal – rogó, justo cuando levantaba las manos, haciendo que Fletcher sonriese y se confiase en exceso, al darse cuenta de que había logrado secuestrar al hombre más buscado por los rebeldes, el que lo había empezado todo con sus ideas progres por el futuro - ¡Ahora! – gritó, echando a correr al bosque, mientras yo me metía en el coche, seguido por el activo y ponía rumbo hacia lo desconocido.

- ¿Qué hacéis ahí? – se quejaba mirando hacia sus hombres – Seguid a ese viejales ahora mismo, nosotros iremos a por esos dos críos.

Estaba de los nervios, el corazón me latía a toda velocidad, el miedo apenas me dejaba pensar con claridad, pero no podía si quiera quitar el pie del acelerador, no cuando sabía que Fletcher no se detendría hasta habernos capturado.

Ni siquiera podía pensar en una razón válida por la que me uní en aquella locura. ¿Por qué me pareció una buena idea meterme en una universidad para estudiar robótica avanzada?

La culpa era de mi padre. Esa profunda admiración que siempre he sentido hacia él. Quería seguir sus pasos, eso es todo. Aunque... después de que mi madre fuese disparada por un robot policial por error, ya no tenía tantas ganas de seguir defendiendo a las máquinas. ¿Cómo se puede disparar a alguien por error?

No tenía tiempo para pensar en mis dramas, debíamos escapar. La noche nos rodeaba, no había ni una sola luz en aquella oscura carretera, y el ser que estaba sentado a mi lado lucía tremendamente fascinado con absolutamente todo lo que encontrábamos por el camino.

Era algo normal, oye, era la primera vez que ese ser presenciaba de primera mano nuestro mundo. Un robot que jamás había salido del laboratorio, estaba viendo todo aquello por primera vez. Ni siquiera puedo imaginar que era lo que estaba sintiendo.

Espera un momento, ¿he dicho sintiendo? No. Los robots no sienten.

- El doctor Cooper no volverá ¿verdad? – preguntó, rompiendo el silencio solo interrumpido por el rugido del motor, haciendo que dejase de prestar atención a mis pensamientos y me fijase en el activo.

No contesté, no podía, más cuando ni siquiera sabía cómo hacerlo. Así que seguí temblando, con el pie rígido, sin querer soltar el acelerador, temiendo por mi propia existencia, de camino a la residencia en la que debíamos recoger a Sarah Cooper, que iba a llevarse una gran decepción al no hallar a su padre con nosotros.

- ¿Por qué crees que no merezco vivir? – insistió, volviendo a despertar mi interés – Te oí hablar con el doctor antes de que nos encontrasen, querías entregarme.

- Eres una abominación – fue mi respuesta, haciendo que ese ser empezase a experimentar esas famosas emociones de las que el profesor Cooper le habló una vez. No tenía ganas de calmarme y menos de ser cortés con una máquina – por tu culpa el profesor no podrá volver con Sarah...

- No pienso que sea mi culpa – contestó, sin quitar los ojos de la carretera, mirando hacia el bosque, fijándose en cada detalle de aquella perfecta noche estrellada.

Aquella cosa me caía mal, me caía pésimo, y odiaba haberme quedado como niñera de esa cosa. No podía estar más disgustado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro