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Capítulo 8 - Regeneración molecular.


Requisamos un vehículo y seguimos nuestro camino, sin detenernos a coger el tren. Me alegraba saber que el magnus opinaba como yo. Aunque... lo cierto es que el ambiente entre aquellos dos era extraño, no dejaban de mirarse con timidez, sonriendo nerviosos.

Esa puta situación me sacaba de mis casillas, porque me parecía de lo más inverosímil que Sarah Cooper pudiese estar sintiéndose atraída por un robot. Era injusto, joder, yo llevaba loco por ella desde hacía tres años, y jamás se fijó en mí de esa manera.

- Tu padre no lo permitirá – le dije, después de que el robot saliese a echar gasolina, mientras nosotros comprábamos algunos víveres. Me miró sorprendida de que me atreviese a decir algo así – esta extraña relación entre vosotros.

- ¿Por qué no? – preguntó, despreocupada, dejando los paquetes de patatas, los bocadillos y los refrescos sobre el mostrador. Me encogí de hombros, sin querer soltar prenda, metí las manos en los bolsillos para sacar el dinero con el que debíamos pagar todo aquello, y luego la seguí hasta el coche, donde Tyler ya había terminado.

Estábamos cerca de Topock, pero aún quedaba bastante hasta llegar a Wyoming. Tan sólo quería llegar de una vez, alejar a aquellos dos, porque me molestaba terriblemente su cercanía.

- Se ha dormido – me dijo él, haciendo que me fijase en la personita que dormía a su lado. Sonreí, sin querer opinar al respecto – sé que te gusta – abrí la boca, sin dar crédito. No quería opinar al respecto, pero terminé haciéndolo, porque me jodía mucho aquella situación.

- A ti también te gusta.

- Eso creo – contestó, sin negarlo ni nada, lo que me dejó algo desconcertado. Quizás fuese un robot muy inteligente, pero era algo ingenuo en según que tipo de situaciones – aunque yo nunca antes he sentido – asentí. Lo entendía perfectamente, porque las máquinas no tienen sentimientos, no fueron creados para eso – Fui creado, no nací como tú... - abrí la boca, dispuesto a corroborar su teoría, pero entonces él dijo algo más y yo me atraganté con mi propia saliva – A veces siento cosas distintas a las que debería sentir... cuando estoy asustado o ansioso puedo ver imágenes en mi mente que no recuerdo haber vivido – lamí mis labios, intentando recuperar el habla.

- ¿Qué es lo que ves en esas imágenes? – quise saber.

- A robots de combate apuntándome con sus armas, disparándome... - ¡Oh Mierda! Él recordaba su muerte cuando era humano - ... siento dolor, me desangro y ... luego sólo hay oscuridad.

¡Dios Bendito! Él tenía recuerdos de su vida humana, de ese soldado moribundo del que salvaron tan sólo su cerebro, su conciencia. ¿Cómo era si quiera posible? ¿y si aquellos científicos habían inventado algo mucho más importante que un robot con conciencia? ¿y si habían inventado una forma de preservar la conciencia de las personas en otros cuerpos?

Me permití pensar en el KH4 por un momento, y eso servirá para que os cuente más sobre esa sustancia gelatinosa tan parecida al fluver. Recordaba bien cuando el profesor me habló sobre ella. Al parecer la encontraron en Venus, cuando mandaron un equipo de reconocimiento que sólo iba a estudiar la atmósfera del lugar, pero que al volver tenía esa extraña pasta pegada al metal del artefacto, así que... llegados a ese punto, ni siquiera sabemos si esa cosa era de Venus o si es algo que se le pegó por el camino. Es todo un misterio.

Causó gran revuelo en la agencia del gobierno, estuvieron haciéndole pruebas durante años, hasta que descubrieron que era una sustancia muy parecida a la que crean los lagartos terrestres para regenerarse. Eso dejaba muchas más preguntas sin resolver, y a miles de científicos con ganas de probar todas sus teorías.

En seguida empezaron a hacer experimentos con animales, intentando curar sus enfermedades, pero en lugar de eso, sólo consiguieron agravarlas y que estos muriesen a las pocas horas de haberles suministrado el suero.

Por supuesto, el ser humano no iba a darse por vencido. Comenzó a mezclarlo con otras sustancias terrestres, intentando dar con la clave, y mientras que esa investigación seguía su curso, el profesor Cooper propuso usarla en su proyecto. Así fue como ese híbrido, resultó un éxito, y no un intento fallido más.

La teoría era que esa cosa tenía que regenerar el cerebro medio muerto de un soldado que yació en el campo de batalla. Nunca nos dijeron de que había muerto, ni quién lo había matado, pero después de que Tyler me lo confesase... me di cuenta en seguida, que él sólo era una víctima más del sistema, al igual que todos nosotros, al igual que mi madre.

Pues bien, durante mucho tiempo pensé que el profesor no lo había logrado, pero después de esa conversación, tenía ciertas dudas. Pero .... Lo que no dejaba de rondar mi mente en ese momento era ... ¿qué haría ese ser cuando descubriese que lo habían convertido justo en lo mismo que acabó con su vida? Porque era más que obvio que estaba empezando a recordar, esa sustancia que vivía dentro de él estaba curando su cerebro humano, y yo no lograba entender... ¿por qué él? Es decir... esa cosa mató a todos los que antes lo probaron, pero parecía que ese híbrido entre robot y humano, podía resistir realmente bien llevar esa sustancia en su interior.

Quería probarlo ¿sabéis? Quería ver si realmente esa cosa que vivía en su interior, podría sanarlo como si fuese un lagarto. Sacudí la cabeza, molesto con mis propios pensamientos, mirando hacia aquellos dos, que se lanzaban miradas de complicidad, parecía que Sarah había despertado de su sueño.

Detuve el auto en las montañas Hualapai, haciendo que ambos mirasen hacia mí, sin comprender.

- Estiremos las piernas – sugerí, salí del vehículo y me encendí un cigarrillo.

- ¿Estás bien? – dijo Sarah a mi lado, justo cuando observaba el hermoso paisaje que nos rodeaba, y Tyler se impacientaba junto al coche – Fumar acabará con tus pulmones – sonreí, al darme cuenta de que de alguna forma ella se preocupaba por mí – Eres un buen tío, Peter.

- Pero, sin lugar a dudas, lo prefieres a él – lancé. Sonrió, sin atreverse a decir nada, mientras yo tiraba el cigarro al suelo y metía las manos en los bolsillos, hacía un frío de muerte en aquellos días. Se giró a mirarme.

- Es distinto, Peter.

- ¿Distinto? – me quejé, ladeando la cabeza para observarla - ¡Por supuesto que es distinto! – señalé hacia él, haciendo que este me observase, sin comprender – él no es uno de nosotros.

- ¿Qué quieres decir? – preguntó, sin entender a lo que me refería. Justo iba a responder, a desvelar todo el pastel, cuando escuché un ruido constante a lo lejos.

- ¿Qué es eso? – pregunté, mirando hacia atrás, observando anonado una pequeña avioneta en el cielo.

- Son ellos – gritó Tyler, preocupándonos - ¡Volved al coche! ¡Rápido! – corrimos hacia él, justo cuando nos disparaban, como el magnus haciendo de escudo.

Sarah se metió en el vehículo y sin tan siquiera preguntar si podía hacerlo metió la marcha y derrapó, con ambos introduciéndonos en el vehículo. Parecía que nos habíamos salvado por los pelos, estábamos a salvo, aunque debíamos ocultarnos en el bosque lo antes posible para dar esquinazo a los rebeldes, justo ladeé la cabeza para sugerírselo a Tyler cuando me fijé en algo que me hizo palidecer. Le habían dado, a nuestro robot protector, y se estaba desangrando.

Tragué saliva, aterrado, al darme cuenta de que mi teoría no estaba surtiendo efecto. Él no tenía sangre verde como los gusanos, ni se regeneraba como los reptiles.

Llevó un dedo a sus labios, y negó con la cabeza, para que mantuviese la calma y Sarah no se enterase de aquello. Mis peores miedos se estaban cumpliendo, quizás mis deseos de hace unos días porque él desapareciese, aunque... después de conocerle un poco mejor, debo admitir que el tío me caía bien, a pesar de todo.

- Acorta camino por aquí – pedí a Sarah, señalándole el camino al bosque. Ella me obedeció en seguida.

- No dejes que ella lo vea – susurró, cubriéndose con la chaqueta, preocupándome incluso más. ¿Qué tipo de robot protector era ese si en cuánto le herían moría? – por favor... - suplicó. Asentí, con calma.

- Los árboles no les dejarán ver nuestra posición – aseguré. Ella asintió, deteniendo el vehículo un poco después – deberíamos seguir a pie.

- ¿Estás loco? – se quejaba ella – No tendremos ninguna posibilidad de huir sin él, no podremos llegar al refugio y ...

- Peter tiene razón – dijo Tyler, apoyándome, sorprendiéndola – debemos dejar el coche, no podremos seguir avanzando con él por el bosque, y no podemos seguir los caminos, ya sabemos que están siendo vigilados.

- Está bien – aceptó ella – pero requisaremos otro coche en cuanto podamos, odio caminar.

A medida que avanzábamos hacia el norte, mi preocupación iba creciendo. Tyler había recibido una bala y se estaba desangrando, sólo era cuestión de tiempo que cayese al suelo, sin poder soportarlo más, porque... ¿cuánto puede un hombre seguir caminando mientras se desangraba?

- ¿Estás bien? – pregunté, preocupado, justo cuando él llegó hasta mí, dejando a Sarah bastante rezagada. Sonrió, calmado - ¿me dejas echar un vistazo? – él miró hacia ella, que parecía haber hecho una parada unos metros atrás y bebía una latada de refresco, altamente agotada. No era broma cuando dijo que odiaba caminar, realmente detestaba hacer ejercicio, no tenía nada de fondo.

El magnus apartó su chaqueta, levantó su camiseta y me dejó ver la herida. Tardé un par de minutos en reaccionar, porque donde antes había estado esa herida abierta supurando sangre, en ese momento tan sólo había piel, aunque parecía que aún no había vuelto a su color original, estaba algo verdosa. Eso me hizo comprender que mi teoría era cierta. Él podía regenerarse.

- ¿Qué aspecto tiene? – quiso saber.

- Tiene buen aspecto – contesté, haciendo que él se fijase en ella, y se percatase con sorpresa de que no había nada por lo que está preocupado.

- ¿Dónde está? – estaba incluso más sorprendido de lo que lo estaba yo. Y era normal, seguramente él no sabía lo que vivía dentro de él – Sentí el dolor, Peter, estoy seguro de que me dieron... - tragué saliva, porque no estaba preparado para confesar aquello aún.

- ¿Qué fue lo que te dijo el profesor que eras? – me miró, sin comprender - ¿un robot? – asintió - ¿y no crees que esos recuerdos de una vida que no recuerdas haber tenido pueden significar algo?

- ¿Qué sabes? – quiso saber, pero se detuvo en su intento de obtener respuestas tan pronto como ella apareció y nos miró a ambos.

- ¿Va todo bien? 

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