5. Crushes
5. Crushes
Nada más verme Amy me obligó a tomarme un ibuprofeno y a sentarme cerca de una ventana con los pies en alto. Igual pensaba que tenían una enfermedad terminal o algo.
—No te molestes Amy. Lo digo en serio— le sonreí. Amy bufó. Un día trataba de ser una buena amiga y yo ni siquiera se lo agradecía... ¿Por qué seguiría siendo mi amiga?
—¿Estás segura de que estás bien?— me preguntó visiblemente preocupada. Yo asentí con la cabeza y me incorporé.
—Perfectamente— levanté ambos pulgares para reafirmarlo. Aquello pareció hacerle sentir a Amy mucho mejor, ya que su cara de estreñida pasó a ser una simple mueca con el entrecejo fruncido.
Me levanté de un salto para que Amy viera que, efectivamente, estaba bien. Mala idea.
Soy yo, ¿o el mundo ha decidido ponerse a dar vueltas y vueltas? ¿Quién lo ha difuminado?
Amy me obligó a sentarme de nuevo. Me agarré la cabeza con ambas manos y respiré superficialmente para tranquilizarme. Estaba funcionando.
Al final logré ponerme en pie sin desmayarme. Amy me acompañó al baño, donde bebí algo de agua, y acto seguido volvimos a clase. Al día siguiente teníamos un examen muy importante de física y química que contaba el 70% de la nota. Y si quería aprobar, tenía que asistir a todas y cada una de las clases... Una mierda, lo sé.
Caminé despacio por el pasillo. Pasamos por delante de secretaría y, mi necesidad de saber qué me rodea en cada momento (también conocida como curiosidad) me obligó a mirar hacia allí. En la pared había una especie de ventana por la que podías hablar con las profesoras que estuvieran allí en el momento, y gracias al genio que decidió colocarla en esa localización exacta, vi a mi nuevo crush.
No era muy alto, pero tampoco era bajo. Tenía el pelo rubio despeinado y sus ojos... Bueno, no lograba verlos desde aquí, pero estaba segura de que eran preciosos.
No fue hasta que oí a Amy resoplar cuando me di cuenta de que me había parado a observarle. Noté como me ardían las mejillas y me separé bastante del cristal, (al que al parecer también me había acercado sin darme cuenta).
—¿Otro enamoramiento?— preguntó. Yo hice una mueca e imité su voz— La próxima vez dejaré que te desangres en mitad del gimnasio... ¡No! Te dejaré hasta que estés casi desangrada, para que te lleven al hospital y te cosan. Así luego te podré matar con mis propias manos— lo dijo con un tono tan serio y convincente que me pregunté si la salud mental de mi amiga había empeorado— Seguro que así querrás burlarte de mí de nuevo— advirtió. Levanté los brazos a modo de rendición y me separé varios metros de ella. Me daba miedo, ¿okay?
...
Podría no haber ido a clase de física. Total, para la atención que presté... ¡Pero no había sido culpa mía! Bueno, no del todo.
Aquel chico había revolucionado mis hormonas y había puesto a mi faceta de artista a trabajar; llevaba horas dibujándolo. Es que era tan guapo... Suspiré. Me imaginaba a mí misma con corazones revoloteando a mi alrededor, exactamente igual que en los dibujos animados. Me hizo reír.
El timbre por fin sonó. Me tomé mi tiempo para recoger, asegurándome de que lo llevaba todo y que no olvidaba nada; no sería la primera vez que me pasaba.
Oh no. Ahora tenía artística en la otra punta del instituto. Me maldije a mí misma por no recordarlo y guardé a toda prisa los dibujos, sin ni siquiera asegurarme de si la carpeta estaba bien cerrada.
No, no lo estaba.
Más o menos a la mitad del camino, me choqué con alguien. Claro, ¡cómo no iba a chocarme, si iba corriendo como estúpida por el pasillo llevándome a la gente por delante!
Murmuré por lo bajo varias maldiciones que harían desmayarse a una monja y me apresuré a agacharme a recoger mis dibujos.
No me había dado cuenta, pero la única carpeta que se cayó era la que tenía los dibujos del chico de antes. Vale, admito que lo había dibujado varias veces, pero no pensaba que habían sido tantísimas.
Algunos solo eran esbozos; la forma de los labios, el contorno del ojo, intentos fallidos de dibujar su nariz...
—Oh, esto... ¿Ya nos conocemos?— preguntó la cosa con la que me había chocado. Un momento. Las cosas no hablan.
Levanté la mirada sorprendida.
Estuve a punto de desmayarme de nuevo. El chico estaba ante mí.
—N-no— logré articular— Si me disculpas un segundo...— me di la vuelta, con la excusa de recoger los dibujos que se me habían caído, aunque en verdad lo único que quería era impedir que viera mis mejillas color manzana de Blancanieves y las docenas de dibujos que tenía de él. Algo tarde para eso, ¿no crees? Cállate.
—¿Estás completamente segura? Tu cara me suena...— insistió. Yo negué frenéticamente con la cabeza. No quería ser conocida como "la acosadora con la cara pegada a la ventana", gracias.
—Tengo una cara bastante común— dije, aunque no era cierto.
—Oh, bueno. Me llamo Caleb— dijo, extendiendo la mano y esbozando una deslumbrante sonrisa, ¿cómo podía tener los dientes tan blancos?
—Yo soy Skyler, pero llámame Sky. En serio— solté rápidamente, aceptando su mano. Caleb sonrió de nuevo.
—Tus dibujos son geniales— señaló con una mano la carpeta de la que todavía se salían los dibujos— Yo también estoy apuntado a arte, pero ni de lejos sé dibujar así— rió. Yo sonreí también. Parecía un chico agradable y simpático. Razón de más para tener un Crush en él— De hecho, iba para allí ahora. Aunque no sé cómo llegar...
Abrí los ojos sorprendida. Yo también tenía clase allí.
—¿En serio? A mí también me toca arte— No podía creerme la suerte que tenía. Puede que el universo se hubiera apiadado de mí y hubiera decidido que un día de buena suerte podría hacerme olvidar los otros 16 de mala suerte. No, desde luego que no.— Te acompaño.
Evan's POV
¿Porqué tuve que colarme por la chica que no puedo conseguir? ¿Porqué tiene ella que odiarle tanto?
Suspiré como un tonto enamorado, mientras me dejaba caer apoyándome en la pared. Porque eso era lo que era: un tonto enamorado.
Traté de moverme lo menos posible, concentrado en oír aquella hermosa voz de la hermosa chica que me tenía loco desde hacía ya 2 años.
Al principio había pensado que era un tonto enamoramiento infantil, pero al pasar el tiempo me di cuenta de que la cosa no acababa ahí.
Alice era simplemente la mejor persona de este mundo.
Era atenta, carismática, sincera y alegre. ¡Sabía tocar un montón de instrumentos! La admiraba por ello.
Siempre estaba feliz, tratando de alegrarle el día cualquiera. Siempre sonreía... Menos cuando me veía.
En ese momento ponía los ojos en blanco, bufaba, me miraba extremadamente mal y se alejaba lo máximo que pudiera de mí. Nunca le había preguntado porqué me odiaba tanto, principalmente porque no quería que me asesinaran antes de sacarme el carnet de conducir, pero me daba mucha rabia.
Me daba mucha rabia que no pudiera confesarle mis sentimientos. Nunca había tenido ningún problema con las chicas, ¿por qué con ella sí?
Porque ella es diferente
Miré el reloj de mi muñeca. Ya eran las 12:30, justo la hora a la que ella acababa la clase de educación física.
Vale, esto puede sonar algo acosador, pero me encantaba oírla mientras se duchaba. Sí, oírla. No solía cantar, pero sí que tenía la costumbre de cantar en la ducha. Y, oh rayos, lo hacia tan bien...
Por eso en ese momento corría tan rápido como podía hacia allí. Me metí en el pasillo y avancé hasta el vestuario masculino. Alice solía ducharse en la última ducha de la fila, que afortunadamente, era la más cercana al vestuario de los chicos.
Si hacías el viejo truco de poner el vaso en la pared y pegar la oreja, podías oírla cantar. Suspiré cuando acabó la canción y el ruido del agua cesó. Solo de pensar que ella estaba sin ropa a dos metros de mi... Basta Evan.
Sentí mis mejillas calentarse, y decidí que ya era de hora de salir de allí.
Lo que no me esperaba era que Alice fuera Flash en secreto y que nada más salir de nuevo al pasillo, me chocase con ella. Todas sus partituras salieron volando: horas y horas de música desordenadas.
Traté de ayudarla a recogerlos, pero ella me apartó la mano de un manotazo.
—Puedo sola— sentenció. Yo asentí lentamente, usando toda la fuerza de voluntad que me quedaba para no sonrojarme y no besarla apasionadamente. Sólo de pensarlo volví a sonrojarme. Dios, ¿qué me pasaba?
Podía tener a cualquiera chica, pero resulta que la chica que quiero, le resulto peor que un monstruo. A esto yo lo llamo karma.
Me aparté de ella. Alice se agachó para recoger los papeles, mientras murmuraba algo sobre cerebros de mosquito y sobre rubios.
—Puto rubio teñido— susurró. Un adolescente normal no lo habría oído, pero cuando tienes un mayor porcentaje de audición que el de la media de la población, eso es lo que pasa.
—Primero; soy rubio natural. Segundo; Este "rubio teñido" te va a ayudar a recoger eso, tanto si quieres como sino— dicho aquello, me agaché junto a ella para ayudarla. Me cogió los papeles de la mano y se los guardó de nuevo en la mochila.
Se alejó corriendo. Me dio tiempo a oler su perfume de manzana antes de que se fuera. Solté un suspiro digno de una película romántica.
Puesto que ya habían pasado más de 10 minutos y, por desgracia, yo también tenía clases, decidí ponerme en marcha. Lo siguiente que recuerdo fue estar sentado en el suelo con un horrible dolor de culo. Miré al culpable de mi accidente: la primera página de las partituras de Alice.
Sonreí de nuevo; tenía la oportunidad de verla otra vez
***********
N/A
¡Lamento mucho hacer tardado tanto! Es que entre que no tuve más que exámenes y que me fui de vacaciones a ver a mi familia, no tuve tiempo de escribir.
Mañana espero editarlo e intentar escribir algo más. No prometo nada.
PD: ¿Alice y Evan? o ¿Sky y Evan?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro