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4. Bienvenido a la realidad, ogro durmiente

4. Bienvenido a la realidad, ogro durmiente

Abrí los ojos lentamente. Por alguna razón, no lograba enfocar bien la imagen. Sólo lograba ver manchas de colores completamente borrosas.

Me froté los ojos y por fin se me aclaró la vista. Fruncí el ceño y me incorporé. Estaba echada en una camilla, en una habitación en la que no había estado nunca.

—¿Pero qué demonios...?— susurré. Apoyé la mano en mi cabeza y logré sentarme: Mala idea. Me dio un gran mareo, que estuvo cerca de hacerme perder el conocimiento, de nuevo.

Repasé la habitación con la mirada, y casi me caigo al suelo al ver a Eve y a Evan dormidos cada uno en una camilla, justo a mi izquierda.

Iba a levantarme para salir de aquella habitación, cuando un chico alto y moreno de ojos oscuros abrió la puerta.

—¿Te he despertado?— preguntó. Yo negué con la cabeza. Pero al hacerlo, me entró un dolor muy fuerte. Debí de poner una cara muy extraña, porque el desconocido soltó una carcajada y sonrió, mostrando sus hoyuelos. Por instinto, me llevé las manos a las mejillas.

No, por desgracia, yo no tenía hoyuelos. Gracias genética.

Caminó hacia mí y se sentó a mi lado. ¿Es que no sabía lo que era el espacio personal?

—Soy Alex— dijo efusivamente. Su exceso de energía me daba sueño. Sonrió de nuevo. Y yo volví a quejarme internamente de mi genética.

—Yo soy Sk...

—Ya sé quién eres— me interrumpió— Skyler Evans, sobrina del profesor Evans, ex-miembro del club de baloncesto y una media de estudios de notable— Fruncí el ceño. ¿Se dedicaba a acosarme?— No me mires así. Un futuro candidato a presidente estudiantil debe conocer a sus futuros votantes, ¿no te parece?

Asentí con la cabeza, algo aturdida por tantas palabras. Alex volvió a reírse; supongo que de la cara de estúpida que tenía ahora mismo.

Una señora alta de pelo rizoso, que supongo será la enfermera, se apoyó en el marco de la puerta.

—¡Alex! ¡Te dije que esperaras afuera!— gritó. Su aguda voz les acortó, al menos, 10 años de vida a mis oídos— La señorita Evans debe descansar.

Alex la imitó con burla. La enfermera se le acercó y le sacó de la habitación llevándolo de la oreja.

Volví a echarme en la camilla. Miré hacia el techo y suspiré, ¿qué me había pasado?

7 horas antes...

Abrí los ojos alarmada. Estaba en mi cama, y el reloj de mi mesita marcaba las 4 de la mañana. Una mano acariciaba mi pelo. Me giré de golpe, tan rápido que hasta el cuello me triscó.

—¡¿Noah?!— grité en susurros. El susodicho sonrió como maniático.

—¿Sí, mi amor?— preguntó, con un falso acento francés que casi me hizo reírme en su cara. Me senté rápidamente en la cama, alejándome de él.

—¿¡Qué coño estás haciendo en mi cama?!—Noah también se incorporó. Tenía el pelo sumamente revuelto de dormir.

—¿No recuerdas lo que pasó anoche?— Cuenta hasta tres, Sky. No pegues al mejor amigo de tu hermano, Sky. Sé una buena chica.

Respiré profundamente. Y entonces se me ocurrió una buena forma de torturarle. Agarré el vaso de agua de la mesita y le vacié el contenido en la cabeza. Noah ahogó un grito, tremendamente sorprendido por lo que le acababa de pasar.

Aprovechando su confusión, corrí para salir del cuarto. Bajé las escaleras de dos en dos intentando no tropezar con la alfombra.

—¡El amor no tiene edad!— gritó, lo suficientemente alto como para que yo lo oyera. Estúpido niño.

—¡Nunca pasará nada entre nosotros! ¡Supéralo de una vez!— le grité de vuelta. No volvió a decir nada más. Supongo que no se volvería a abalanzar sobre mí de esa manera... Al menos durante lo que queda de día.

Pasé el tiempo viendo una película. Me duché, me lavé el pelo, me hice el desayuno, repasé los apuntes de biología e incluso me dio tiempo a leerme un capítulo de "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde".

Madrugar daba para mucho. A las 8 en punto, como todos los días, Amy apareció conduciendo su pequeño Fiat blanco. Esa era mi señal. Abrí la puerta de entrada y la cerré con un portazo. Quería dejarle muy claro a Noah que él era el motivo mi enfado.

Entré al coche de Amy, gruñendo por lo bajo.

—¿Y ese humor?— preguntó, extrañada.

—¿Qué un crío de 14 años se meta en tu cama y te empiece a acariciar el pelo es considerado violación?— le pregunté. Amy parpadeó confundida, sin apartar la mirada de la carretera.

—Creo que no.... ¿Noah otra vez?— intentó contener la risa. Yo le pegué un manotazo en la rodilla dejándole un mensaje muy claro: "No te rías"

Pero no aguantó y empezó a reír, hasta que lloró de la risa. Yo fingí una muevo de enfado, pero al poco tiempo también comencé a reír.

—Ese chaval tiene una seria obsesión contigo, Sky. Tiene Skytitis— añadió. Yo sonreí.

—Tú también— Amy me fulminó con la mirada, pero luego su expresión se suavizó y soltó una carcajada.

...

Una de las peores cosas del instituto para las personas vagas como yo, era la clase de educación física. Con una asignatura tan aprobable como aquella, era difícil preocuparse por no sacar un suspenso... Bueno, ése era mi caso.

Aparte de tener asma, mi horrible aptitud para los deportes hacía que fuera casi imposible para mí aprobar la asignatura. Alguien debería explicarle al profesor que mi condición física me impedía hacer varios deportes como los haría un adolescente normal ¡Yo no tengo la culpa de ser asmática!

—Dad seis vueltas al campo para comenzar, ¡venga, corriendo, pandilla de vagos!

Uf. Sólo pensarlo me daba pereza.

Empecé a correr junto a Amy. Estábamos hablando de lo considerado acoso sexual, cuando ella vio al chico de la fiesta y echó a correr para hablar con él, dejándome sola. Con amigos como Amy Morgan, ¿para qué se necesitan enemigos?

Evan se posicionó a mi lado. Yo iba sin aliento, casi con la lengua fuera, soltando maldiciones y él iba como si nada, como si estuviera dando un paseo por el barrio.

—Escuché algunas canciones— dijo. Tardé varios segundos en recordar nuestra conversación de ayer.

—¿Y qué tal?— La fase dos estaba en juego.

—No son tan buenas como dijiste— enarqué las cejas. Aquella mentira no se la tragaba ni él.

—¿En serio crees eso?— le miré. Evan trató de disimular su sonrisa de "Me has pillado" pero no lo logró. Solté un gran "¡Lo sabía!" Haciendo que muchos alumnos (por no decir todos) se me quedaran mirando como a la loca del pueblo.

—Sabía que te gustarían— dije, mirando a nadie en particular. Y entonces recordé algo más.

—Un trato es un trato— puntualizó él— Ahora dime tu nombre.

Lo pensé durante varios segundos. Estuve tentada de decírselo, pero eso no nos habría servido de mucho. En su lugar...

—Cántame una canción. Ese era el trato. Una canción a cambio de mi nombre— Evan suspiró, pero no podía hacer nada por impedirlo. Cantó una de mis favoritas de principio a fin. Y yo parpadeé sorprendida. Nunca imaginé que cantaría así de bien.— Eres un asqueroso— le comuniqué.

Evan parpadeó ofendido, y se llevó una mano al corazón.

—¿Qué he hecho para ofenderos, milady?— preguntó. Yo reprimí una sonrisa.

—Se te dan bien los deportes, tienes la mejores notas de la clase y sabes cantar, ¿hay algo que no sepas hacer, Wilson?

—Dibujar. Se me da de pena— Eso era lo único en lo que era aceptable. Nunca había ido a clases de dibujo, pero siempre que tenía un rato libre aprovechaba para dibujar lo que fuera: Un personaje, un paisaje o lo que fuera que se me ocurriera en el momento.

—Con que Evan perfecto Wilson no sabe dibujar... Lo tendré en cuenta— Evan hizo una especie de burla y yo le pegué un codazo, se frotó la zona dolorida, al parecer le había hecho más daño del que parecía.

—¿Vas a decirme ya tu nombre o tendré que esperar a que te mueras para leer el nombre en la lápida?— rodé los ojos.

—Mira, te lo iba a decir pero... Ahora ya no. Por pesado— Me estaba arriesgando mucho, lo sabía, pero si funcionaba, sería el mejor plan que Skyler Evans (es decir; yo) hubiese maquinado en su vida.

Evan suspiró exasperado.

—Rayos...— susurró. Logré no reírme a carcajadas y sólo soltar un pequeña risita que no pareció oír.

Miré a mi alrededor. Había una valla que nos separaba del estadio de fútbol a mi derecha, y otra que marcaba el final del terreno del patio, bastante más lejos. Se me ocurrió una idea.

—Te propongo otro trato— Ya parecía Rumplestiskin— Una carrera. Quien llegue antes a la valla gana. Si tú ganas, te digo mi nombre. Si yo gano... Ya pensaré en algo después— No dejé de mirar a la valla alejada. Evan sonrió. Sabía que estaba en mejores condiciones físicas que yo y que me ganaría. Era una apuesta segura. O puede que no tanto.

—Lo acepto— dijo. Sonreí. La astucia siempre gana.

—Bien, a la de tres... 1... 2... ¡YA!— grité. Evan corrió en sprint hacia la valla alejada, pero yo ya había llegado a mi objetivo.

—¡Lo siento Evan! ¡Gané!—
En cuanto lo entendió, se quedó con cara de tonto, mirándome como cualquier persona miraría a un mago que hace un truco impresionante delante de sus narices.

Esbocé la sonrisa más grande que pude y a Evan no le quedó más remedio que admitir su derrota.

Volvimos corriendo hacia el profesor, que había reunido a todos los alumnos de la clase y parecía estar explicándoles algo muy interesante para él. Ni siquiera notó cuando Evan y yo nos incorporamos al grupo,

—¡Haced dos equipos!— ordenó el profesor. ¿Por qué tenía el presentimiento de que íbamos a jugar al peor y más horrible de todos los deportes?

La clase se dividió en dos. Habíamos acordado ese sistema a principio de curso, para evitar perder clase formando los equipos. Los que eran un número impar de la lista iban en un equipo y los pares en otro. Afortunadamente, Amy y yo éramos números impares, por lo que íbamos en el mismo equipo.

Pero había un problema. Eve estaba en el otro equipo. Y no hacía más que posar la vista en mí y en Evan, repetidas veces. Ahora que me daba cuenta, tenían nombres muy parecidos. E incluso tenían la misma forma de la nariz....

El pitido del silbaron del entrenador me devolvió a la realidad.

—¡Que el equipo par coja en balón!— alguien debería explicarle que no hacía falta que nos gritara, estábamos a cinco metros de él.

El equipo par obedeció sus órdenes. Cada uno cogió un balón y mis sospechas se confirmaron: Íbamos a jugar al balón prisionero.

Eve me miró. Sabía perfectamente que iba a ir a por mí. Sonrió malvadamente, como la bruja que es.

—¡YA!— gritó el entrenador. Ay Diosito.

Logré esquivar todos los balones que me lanzó. Por una vez en mi vida, estaba jugando bien a un deporte. Tan bien que sólo quedábamos un chico moreno, Evan y yo en mi equipo, y Eve y dos gemelas que no había visto en mi vida. Eran pelirrojas y se movían demasiado rápido.

—Yo me encargo de estas dos— dijo Evan, quitándome al vuelo el balón que me disponía a lanzar. Me guiñó un ojo y sonrió. Le miré mal.

Eve lanzó el balón con todas sus fuerzas. Pero no debió de concentrarse muy bien en el tiro, ya que acabó dándole en la cabeza a Evan, que cayó como un peso muerto al suelo. No lo pude evitar y comencé a reírme.

Sólo recuerdo un golpe muy fuerte en mi cabeza, antes de que perdiera el conocimiento.

...

Con que era eso. Me dolía la cabeza de recordar, pero al menos ahora sabía que Alex era mi otro compañero de equipo y, supongo, el que había ayudado a traernos aquí. No sabía cómo, pero al parecer a Eve también la habían golpeado, ya que tenía un feo cardenal en el brazo.

Me quedé mirando en su dirección. Me fijé en el rostro de ambos. Tenían varias similitudes.

Mismas pestañas negras sumamente largas, que se contradecían con su pelo rubio, más claro en el caso de Evan. Las pocas pecas repartidas por su mejillas también eran iguales. Misma forma de nariz...

Me sentí estúpida. Había pensado que Eve estaba colada por Evan... ¿Podría ser que fueran hermanos? O yo me estaba volviendo cada vez más paranoica y sólo era una niña rica encaprichada con otro niño rico.

Evan despertó en aquel instante. Se llevó una mano a la cabeza, tal como había hecho yo antes murmurando: "¿Qué demonios?"

—Bienvenido a la realidad, ogro durmiente— le saludé. Evan me miró extrañada con una expresión de "No entiendo nada" que me hizo reír.

La misma enfermera de antes entró en la habitación. Señaló a Evan y a Eve.

—Vosotros dos... ¿Evan y Eve Wilson?— ambos asintieron. Con que sí que eran hermanos...— No hagáis muchos esfuerzos. Enseguida os traeré un ibuprofeno. Y tú, ¿señorita Evans?— me señaló. Agradecí que no hubiera dicho mi nombre real?— Debería irse a clase. Su amiga y su tío están preocupados por usted— Asentí lentamente y me levanté de la camilla.

Me moría de ganas de contarle a Amy que la Fase 2: Tener cosas en común, había salido perfecta.

**********************

N/A:

¡Tachán! Capítulo nuevo, Duh.

¿Qué os va pareciendo? ¿Qué personaje os gusta más?

Ains, no sé. Estoy muy emocionada XD.

Ahora estáis empezando a conocer a Evan, a Amy y demás personajes, pero todavía hay muchas cosas que no sabéis...

También tenemos una nueva incorporación: ¡Alex! *le aplauden*

(Cómo olvidar este momento, vaztha)


Uhum, ¡Alex Coleman está interpretado por Tyler Posey!

Pues...

Bye!!!!

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