Jueves

*Narra Gisel*

Nos despertó una azafata. Teníamos que colocarnos los cinturones para poder aterrizar. El avión se movía fuertemente. Avisaron que el aterrizaje iba a tardar un poco, había unos inconvenientes en la pista.

-Ya que, yo sigo durmiendo- Lara tocó mi hombro -Despiertame cuando...-

-¡PASE EL TEMBLOR!- Agregué yo.

-No estúpida, cuando aterricemos-

-Ah bueno- Reí.

Ella se quedó dormida de nuevo. Como buena amiga que soy, le saqué una foto para amenazarla a que hiciera lo que yo quiera cuando la necesite (Si, soy un amor de persona).
La gente estaba asustada. La verdad que me cagaba hasta las patas viajar en avión, pero en ese momento estaba tranquila.
Lara seguía durmiendo, yo no sabía que hacer para no aburrirme. Agarré mi teléfono y cuando la azafata me vio, pidió que lo apagara.

-Que amargada- susurré.

-¿Qué dijo señorita?- Se dio la vuelta fulminandome con la mirada.

-Nada- Levanté una ceja asiendome la desentendida.

Cerré los ojos por un momento, cuando los abrí, me encontré con que ya se habían bajado todos los pasajeros y nosotras estábamos todavía durmiendo en el avión.
Al bajar sentía que me temblaban las piernas. Estaba nerviosa, el sueño me mataba a pesar de haber dormido todo el viaje y el solo pensar que estaba en Buenos Aires era una meta cumplida.
Esa mañana llegamos al hotel destruidas. Abrimos la puerta de la habitación y sin guardar nada nos tiramos de palomita en las camas.

-Tendríamos que levantarnos para acomodar- mi amiga tenía su cara contra la almohada y su voz se escuchaba difusa.

-No, deja. Yo sigo durmiendo-

Cerré los ojos y mi mente se apagó. Sentí un alivio total. Habitualme no suelo soñar, pero hoy fue diferente.
Soñé que abrazaba a un hombre alto, con una remera amarronada, no diferencié su rostro pero tenía rulos castaños. Luego de unos segundos desperté.

-¡Mierda!- Me levanté rápidamente -¡Lara! ¡Ya es de noche!- Le tire con una almohada a mi amiga.

-¡¿Qué carajo?!- Ella se levantó asustada -¡Se nos pasó el día!- Agarró su cabeza.

Acomodamos nuestras pertenencias y bajamos a cenar en el bar del hotel. Yo pedí carne con ensalada, mientras que mi amiga pidió una pizza de doble queso, anchoas, morrones y huevo duro.
Cuando nos trajeron los platos ella se sirvió una porción mas grande que su mano y comenzó a comer.

-Hay pendeja ¿Cómo le haces?- Reí.

-¿Cómo le hago a que?- Ella levantó la cabeza y me miró con la cara llena de salsa.

-Como le haces para comerte todo. Yo me llego a comer eso y me agarra alto ataque al higado-

-Vos porque no te bancas nada Alex- (Mi segundo nombre) -A parte, tu sabes que soy de esas que comen pero no engordan-

-Si- Rodeé los ojos -Tenés alta suerte-

Luego de cenar, volvimos a la habitación. Nos cambiamos y salimos a recorrer un poco Buenos Aires.

-¡Mira el Obelisco!- Lo señaló Lara.

Las luces ya nos quemaban la cara. No hallaba a Gustavo por ningún lado. Tenía la pequeña esperanza de poder encontrármelo, pero nada.
Pasamos en frente del cementerio de Chacarita, en donde está su padre. Cerca del estadio de River. También por el planetario y muchos lugares hermosos de esta ciudad. Aun que ya estabamos cansadas seguíamos dando vueltas, entramos a varios boliches, bares y demás lugares donde había fiesta, pero Gustavo no estaba.

-Al, no creo que un día jueves Cerati salga de fiesta- Posó su mano en mi hombro -Mañana es viernes, seguro lo encontramos-

-Está bien- Bajé la cabeza -Vamos, tengo sueño-

Llegamos de nuevo al hotel. Luego de unas cuantas copas que tomamos en cada bar, ya estabamos un poco ebrias.
Caímos en las camas, vestidas y nos quedamos dormidas como dos troncos.