Capítulo 26
Camus quedó enfrente, miro a Milo quien seguía tirado sobre la fría nieve y comenzó a caminar, su larga melena rojiza se movía al compás del viento y al dar pasos, Aiacos no hacia nada en absoluto. Solamente veían con suma atención los movimientos del francés.
Minos salio de su prisión, corrió con algo de dificultad y lanzo su ataque, ataque que rápidamente obtuvo una respuesta, Camus alzado su mano logrando crear una ventisca que congelara todo a su paso, Aiacos simplemente se retiró, tomo del hombro al peliblanco y dieron retirada.
Camus notaba las heridas graves del heleno, lo tomo en brazos y camino hasta la cabaña, tendría que ir solo por provisiones y tenia que hacerlo pronto.
~Horas mas tarde.
Camus se encontraba caminando hacia la habitación, llevaba una pequeño recipiente de agua tibia, seguido de unas toallas y miles de vendas. Su aventura, por así decirlo había sido realmente frustrante, puesto una vez que dejo al heleno en casa salio corriendo hacia al pueblo. Por fortuna encontró todo lo necesario y regreso rápido a casa.
Cuando ingreso a la habitación pudo notar que el heleno estaba despierto, sujetaba su camisa dispuesta a salir de ahí, sus heridas eran notorias y podía notarse que seguía brotando un poco de sangre.
-Amor, debes de recostarte -hablo Camus quien ingresaba.
-Camie, ¿que paso? ¿Tu cabello? -preguntó.
-Descuida amor, solamente dejarme ayudarte -hablo.
Camus había dejado la charola en una mesita, se aproximó al heleno, tomando aquella camisa, lo recostó en la cama mirando aquellas heridas. Sus ojos rubíes veían con cierta tranquilidad aquello, Milo miro con cierto dolor no quería que el galo se diera cuenta de aquello.
Las manos delicadas de Camus de posaron cerca de la herida del heleno, se puso de pie, se aproximó junto con un pequeño recipiente, introdujo el pañuelo al agua tibia para pronto comenzar a limpiar la piel, Milo sentía aquella para pronto seguir.
-Sabes que esto es doloroso... -hablo Milo.
-Entiendo, pero debo decirte que papá me siempre decía que era bueno hablar -dijo.
-¿En serio? Me cuentas como eran tus padres Camus -pidió recostado.
-Claro, ellos eran una buena pareja, mi papá Mystoria siempre era sumamente amable, sonreía a todo y las cosas complicadas siempre le salían solución, nunca tuvo problema en especial, era realmente amable -respondió.
-Mystoria, es un bonito nombre -replico. Camus miro al heleno con cierta seriedad. -No estés celoso, siempre seras mejor que el amo tu forma de hablar Camie -sonrió.
-Ecarlate, fue mi padre y había sido uno muy bueno, él fue mejor que todos, era serio, frío y distante, pero cuando estaba conmigo o papá, siempre era tan cálido, cariñoso, sin pensarlo, nunca creí que esa persona que a veces era distante fuera tan bueno conmigo -dijo Camus colocando una especie de parche en la herida.
-Vaya, fuiste muy feliz -hablo.
-Si, papá era medico, mientras mi padre era licenciado, cosa que siempre estuvimos bien, tuvieron tiempo para mi fui feliz, pero cuando regresamos a Grecia, ya que mi padre reñía negocio aquí, tuvieron ese accidente, apenas tenia catorce cuando eso ocurrió -dijo.
Camus había finalizo, Milo miro la herida vendando, paso su vista hacia Camus y lo abrazo un poco, cosa que el peliagua sintió, una lágrima silenciosa recorrió sus mejillas. Milo se separó un poco, limpio y se dedico a seguir con aquel abrazo, se sentía tan tranquilo ambos haciendo aquello.
-Camus... Eres lo mejor que me a pasado... Eres mi mejor amigo, la persona que amo, entiendo todo ahora, entiendo que debo cuidarte -hablo.
-Hay Milo... -susurro.
Aquello era perfecto para el galo, su corazón era lo mejor que había pasado, ahora dio un suspiro se separo y beso aquellos labios.
-Milo, no quiero alejarme de ti, nunca -hablo.
-Nunca te dejare Camie -afirmo para abrazarlo.
Ambos quedaron ahí por unos minutos más, las frías ventiscas hacia que la visibilidad de afuera fuera realmente imposible, para ambos era perfecto estar ahí, junto.
* * *
Krest se encontraba caminando, se detuvo al mirar la habitación de un proyecto, ingreso de manera tranquila y pudo notar a un peliceleste, se encontraba sonriendo mientras hablaba con alguien mas, un joven de corta cabellera color azul oscuro, una piel morena y ojos zafiro. El peliceleste detonaba un sonrojo, algo que le provocó cierta confusión al castaño.
Después de unos minutos el hombre de bata salio y noto la presencia del líder de aquellos laboratorios, cosa que saludo cordialmente al presidente de aquellas investigaciones y proyectos.
-Señor Krest, me da gusto verlo, que se le ofrece -hablo el joven.
-Manigoldo, he sabido que Albafica y tu llevan este proyecto demasiado bien, pero ¿porque el proyecto a cambiado? -pregunto mirando al proyecto.
-Bueno desde que recibió un ataque del proyecto de Degel, cambio, ya no es tan "divo" es mas humilde que digamos, aunque sabe bien su objetivo primordial -hablo el joven.
-Interesante, por cierto ¿donde esta Albafica? -pregunto.
-Se encuentra en su departamento, me pidió hacerle compañía al proyecto -respondió.
-Interesante -habló.
No quiso molestarlo y salio de aquella habitación, Krest se detuvo en el pasillo, las palabras del moreno hacían eco en su cabeza, mas cuando se trataba la primera vez que habían discutido, aquello que había dado final a la relación que tenían, el mismo sabia que había hecho mal, puesto varias veces lo había engañado, no podía creer que la tentación le ganara de sobremanera. Se molesto consigo mismo, pero gracias a eso estaba completo, en el ámbito de que el mismo era alguien diferente, que Zaphiri aun no peleaba con el verdadero enemigo, había sabido que los líderes de países habían arreglado las diferencia, eso había causado los terribles finales a los proyecto, aun así él mismo quiso hacer una excepción, siendo el un proyecto.
Quería saber si podía lograr acercarse mas a Zaphiri, pero desde que se entero de la nueva relación los celos lo invadían. No quería que su amado moreno estuviera con otro, que sus ojos vieran su cuerpo, que el moreno fuera solamente de el, que lo amara tanto como el lo amaba, pero el mismo se reprendía.
Llegó a su casa, se quito el chaleco, se tiro al sofá... Unas enormes gruesas lágrimas recorrían sus mejillas, había perdido todo, por una estúpida calentura, había perdido a su amor, Zaphiri, también había perdido todo contacto de su hijo, que tiempo después descubrió su terrible desgracia. Nunca pudo ver a su hijo, recibido en la carrera que había pedido, doctor, no estuvo con él, el día especial para aquel hijo, su boda, nunca conoció a la persona quien termino enamorándose de su hijo, nada. Inclusive su nieto, aquel pequeño niño que pudieron adoptar.
-Me siento tan frustrante... Soy pésimo... -habló.
Había perdido todo y todo por aquel trabajo que hasta momento había sido un fracaso, los últimos proyectos eran aquellos que estaban en los laboratorios, los primeros habían sido de ellos y no iba a mentir había tenido problemas pero pudo solucionarlos, pudiendo matarlos, pero él no podía hacer nada. Los primeros habían sido Kasa, Aiacos y Minos aquellos que representaron el nuevo cambio, aquellos que darían el temor entre todos los enemigos.
Miro a su costado a una mesa que estaba en el sofá, tomo el retrato que se hayaba ahí, miro con dulzura era un foto de él y de Zaphiri, ambos se veían felices, Zaphiri abrazaba con suma delicadeza a Krest mientras detonaba una sonrisa ambos veían hacia la cámara. Recordaba ese día, un año de noviazgos eran felices hasta que su calentura lo obligo a separarse.
La habitación comenzaba a helarse, aquello también molestaba puesto recuerdos fe Zaphiri diciendo que tenia a alguien le fastidiaba, sabia bien que el moreno no podía olvidarlo, nunca haría eso, sabia que estaba tan enamorado de él aunque este no lo deseara.
Krest dio un suspiro se relajo un poco sentía la habitación helarse y no quería llamar la atención, aunque algo mas interrumpido sus pensamientos. Se dirigió a la puerta, abrió pudiéndose dar cuenta de la presencia de ambos, les permitió el paso y comenzaron aquellos a relatar la situación.
-Entonces... Kasa no hizo nada bien, fue un estúpido -hablo con fastidio.
-Doctor, ¿quiere que matemos a Antares? -pregunto Aiacos.
-No, Zaphiri debe entender que ese sujeto es peligroso se bien que el mismo lo matara... -habló.
-Entiendo, pasamos a retirarnos debemos regresar a Alemania -afirmó el pelivioleta.
Krest simplemente afirmo y miro a ambos irse. No le quedaba de otra, mas que Zaphiri acabara con ese proyecto, el no podía hacer más total, ya había cumplido, solamente haría lo posible por llamar la atención de aquel moreno quien aún removía su corazón de una manera inexplicable.
* * *
Milo se había quedado dormido, Camus había notado aquello, se separó un poco pudiendo notar las facciones del mayor, si cabellera había retomado su típico color morada... Sonrió un poco para pronto salir de la habitación, tomó rumbo a la cocina en donde preparó una cena, sabia que su amado despertaría con hambre y quería darle una sorpresa.
Algo había sentido, si, una extraña sensación quería hablar con alguien, aquel sentido... Sensación. Era extraño para su cuerpo, sentía como si algo le brindara algo, le hiciera sentir nervios, sintió un ligero mareo para pronto sostenerse en la mesa de madera de aquella cocina. Algo no estaba tan bien, ¿estaba enfermo? No, no pudiera, puesto nunca se había enfermado, nunca paso por eso, que el recordara de infancia nunca lo sintió. Dio un suspiro y finalmente se desvaneció, acaso era su propia mente jugando.
Alguien había llamado a la puerta, quedo confuso, puesto sabia que no abría alguien mas en esa zona, simplemente se encamino, abrió un poco para luego ser lanzado, un grupo de militares le apuntaba con armas, otros había ido tras de Milo quien de la misma manera lo lanzaron en donde se encontraba Camus quien estaba hincado, confuso por lo que estaba pasando.
Milo abrazo a Camus, estaba temblando a decir verdad, aun así el heleno no se separaría nunca, miro hacia enfrente al mirar al pelinegro, usaba un suéter grueso. Su mirada era fría, peor que las ventiscas de afuera, simplemente miro a ambos con algo de molestia a decir verdad.
-Ustedes dos... No deben de estar tan libres por aquí -hablo con cierto deje de seriedad. -¡Soldados lleven se los, a la base! -ordeno.
-¡No! Ustedes deben dejarnos en paz -replico Camus.
El heleno quedo sorprendido, Camus se zafo del agarre y se puso de pie camino hacia el moreno mayor quien detonaba una molestia ante tal negación.
-Ustedes deben servirle a los ciudadanos, soy ciudadano, debo de tener respeto de usted -dijo con molestia mientras señalaba al mayor. -Nosotros no queremos ir y no nos debe de obligar -replico.
-Están en territorio no apto, esto es una baldío, un lugar perdido en el pasado, este lugar no existe, para los otros ciudadanos ustedes serian los locos -afirmo.
Camus no podía replicar los nervios lo estaban matando, quería ser fuerte pero no podía en absoluto. Un colapso lo hizo desmayarse preocupando de sobremanera al heleno quien rápidamente lo sostuvo, Zaphiri miro a la pareja quien pronto hizo una seña y salio de la cabaña.
Milo fue empujado por un soldado obligándolo a caminar hacia la salida, en brazos llevaba a Camus quien seguía inconsciente.
* * *
¡Hola!✨
Traigo mas capítulos que ya están dando por terminado los problemas, solamente falta la última batalla y abra momentos felices :3
Gracias por leer.
Siempre leo sus comentarios y todo.
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