—Sé que estás ahí, te he oído. ¿Quién eres?

—Soy Alicia, y tampoco sé ni como, ni porque me han traído hasta aquí. Ahora mismo tu voz es lo único que me está dando paz.

—Continuaré, pero si te acuerdas de algo que nos beneficie para huir, no dudes en hacérmelo saber.— Le dije a la voz detrás de la pared.

Los recuerdos vienen a mi cabeza, como si fuese ayer. Ese día supe que no era producto de mi imaginación y que mis sospechas eran ciertas, ya que poco a poco las piezas iban encajando. El día comenzaba como sacado de una mala película adolescente, soleado y yo con una gran autoestima y unas ganas enormes de comerme el mundo.

«Mi madre tiene preparado el desayuno, pero como siempre llego tarde al instituto y tengo que comerme la tostada de camino al autobús, salir corriendo y decidirme con que pie comenzar la mañana. Pero desde que salgo por la puerta siento que no voy sola en el camino. Miró de lado a lado de la calle, no precisamente porque vaya a cruzar, es porque ese camino de diez minutos se me hace eterno. Al girarme para ver si viene algún coche, me percato de que una sombra se vuelve atrás para no ser vista, me digo a mí misma que son simples paranoias mías y sigo hacia adelante. »

Después de mucho rato de charla con Alicia, necesito descansar. Si se puede donde nos encontramos. Necesito una cama de verdad.

—Ah. ¿Alicia? Tengo más por contarte.— Me acerco más al hueco que hay en la pared, soy consciente de que tengo que cuidar los detalles.

«Noches de insomnio, siempre con fatiga y mucho sudor. Ya no recuerdo que soñaba. Cuando levanto la vista veo una sombra mirándome desde la esquina de la ventana. Me echo hacia atrás, estiro mi brazo y enciendo la luz, pero ya no hay nada. Esta obsesión lleva días atormentándome. ¿Quién me va a querer seguir a mí? Me tiro de nuevo sobre la cama e intento coger el sueño.

—¡Nereida, Nereida!— Veo a Erica desde lo lejos, corriendo con su mano en alto.—Hoy, Hoy, ¡Ay!— Le cuesta sacar las palabras - ¡Por fin te encuentro! ¿Vienes hoy al cine?—Sé me había olvidado la quedada con las

chicas, pero mi paranoia no me ha permitido ver más allá del resto de vid a mí alrededor.

—Allí nos vemos, llámame luego y hablamos. Ahora voy con prisa. —La dejo con la palabra en la boca, abro la puerta de salida y voy dirección a la parada del autobús. Al final quede con las chicas a la sesión de las ocho de la tarde. Iré dando un paseo, ya que el aire me vendrá bien. No tarde en dejar de pensar en todo lo que rondaba mi cabeza.

Mi teléfono móvil vibra en mi bolsillo del pantalón. Ernesto me llama, mi mejor amigo desde la guardería, no hay persona en la que más pueda confiar.

Estos días sé que lo deje algo apartado de mí, pero estaba algo obsesionada y distraída con las imágenes en mi cabeza. No estaba siendo racional y tampoco hablaba con nadie.

—¿Dónde estás metida? —Le pido que nos veamos mañana en mi casa por la noche y cuelgo. Esa noche mis padres y mi hermano saldrán y estaré sola.

Continuo la caminata hasta el lugar de encuentro, pero antes de poder llegar me quedo quieta por un momento. Caen gotas sobre mi cabeza, el cielo está más oscuro de lo normal. Cuando decido aligerar el paso, es entonces cuando por el rabillo del ojo percibo una sombra alta detrás de mí. Acelero más y más el paso. De nada me sirve, siento que me pisa los talones. El miedo me sube desde el estómago por la garganta e invade mi mente haciendo crecer cada vez más mi la psicosis que se está creando dentro mi.

Cambio de dirección y me escondo en una calle contraria, detrás de unos coches y espero que pase de largo. Pasa por delante de mis ojos, es bastante grande, 《es imposible que yo pueda con esa persona pensé. No logró distinguir de quien se trata, va tapando su rostro. Mira en mi dirección, mi respiración se acelera y noto el temblor de mi cuerpo y las lágrimas que bajan por mis ojos. Cuando pasa de largo dejó que pasen unos minutos y salgo corriendo en dirección contraria. No miro atrás, ni me detengo en comprobar si él se dio cuenta. A lo lejos veo el cine y a las chicas en la puerta e hice lo peor que podía pasarme por la cabeza, olvidarlo todo y no contar nada. »

—¿Logro hacerte daño con el bisturí?— Vuelvo a recordar ese momento. Aunque no precisamente como lo cuento. Le doy un poco de brillo a la historia.

—Si, pequeños cortes.— Ella vuelve a escuchar y yo le relato ese momento.

«Empuña el bisturí, no le tiembla el pulso. Tampoco me quita la mirada.

—No deseo marcar tu bonita cara. —Es un enfermo y jamás pensé que él estuviera detrás de todo esto. Me repugna la situación que me hace vivir. Para mí era como un hermano, pero él siempre quiso más.

—No te enfades Nereida, sé que quieres esto, sino que es ahora, será en otro momento.—»

—Alicia, pero fuera de todas las historias que te pueda contar, debemos de trazar un plan. Lo primero está claro. La primera que salga debe quedarse con cada detalle para poder escapar.—Le dije siguiendo una pauta en mi cabeza.

—Y la primera que consiga salir deberá liberar a la otra.—Dice ella.

—Eso no lo dudes.— Entonces es cuando comienzo a escuchar ruido en el pasillo, no lejos de aquí siento pasos muy cerca y cada vez más. Alicia se quedó en silencio y yo procuro agudizar el oído para poder escuchar algo. Las pisadas pasan de largo y continúan escudándose por unos minutos más, Alicia no vuelve a hablar. Yo finalmente decido dormir un poco, tenerme despierta tampoco me está sirviendo de mucho.

De forma brusca me despierto por los gritos de mi nueva compañera de detrás del muro, la escucho forcejear contra su raptor Pero por lo que escucho no le sirve de nada, después se oye un fuerte golpe y finalmente Alicia es silenciada. Luego de que se marche la calma vuelve y yo vuelvo a dormirme.

Sí te gusto el capítulo, al igual que la historia dale me gusta. Eso ayuda mucho.

¡Gracias!