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Capítulo 17¿Inocente?

Capítulo 17 ¿Inocente?

El cuerpo del hombre cayó inerte al suelo y en ese momento pasaron muchas cosas al mismo tiempo. Rose Granger, quien iba llegando en un taxi, se acercó corriendo y dejó salir un grito de horror y Hermione al fin pudo abrir la puerta, pero nada la preparó para la visión que tenía frente suyo: su padre estaba tendido en el piso con los ojos abiertos y Draco se encontraba de pie mirando al hombre sin poderlo creer.

Hermione se sintió mareada, su corazón latía con fuerza y aunque trataba de abrir la boca para decir algo, de ella no salía nada. No podía dar crédito a quesu padre estuviera muerto, muchas veces fantaseó con que su padre ya no existiera, pero en ese momento no sabía cómo sentirse al respecto.

—¿Qué…qué  hiciste, Malfoy? —le miró Hermione con los ojos muy abiertos.

—Yo…yo no sé  lo que pasó —dijo el joven, llevándose una mano a la nuca—. Él de pronto cayó al suelo. ¡Te lo juro!... ¿No creerás que yo…?

Rose se arrodilló y no pudo evitar derramar algunas lágrimas para el que por muchos años fue su compañero de vida.

—¡Muchacho, ¿por qué lo hiciste?!—dijo la mujer angustiada—. ¡No debiste hacerlo, las cosas no se solucionan así! ¡Por Dios, ¿ahora qué haremos?!

—Se lo juro, yo no hice nada —le contestó el medimago ante la mirada reprobatoria de ambas mujeres.

De pronto, en el domicilio se apareció Harry en compañía de Ron y algunos otros aurores.

—Potter, ¿qué estás haciendo aquí?
Harry negó con la cabeza con decepción y se acercó a él.

—Recibí una lechuza advirtiéndome de tus intenciones… pero veo que llegamos tarde.

—Era un maldito—opinó Ron, pero al instante su amigo le regañó con la mirada.

—Lo siento, Malfoy, pero tendrás que acompañarnos —dijo Harry.

—Un mortífago siempre  será un mortífago —exclamó uno de los hombres detrás de Harry.

—Esto tiene que ser una broma. ¡Yo no lo mate! Pueden revisar mi varita si quieren —dijo sacando su varita de entre su ropa.

—Aclararemos eso en el Ministerio, por ahora nos tienes que acompañar — declaró El Niño Que Vivió y luego pasó su vista a su amiga—. Lo siento, Mione.

Sin embargo, ella estaba en shock; se sentía como si estuviera flotando, como si  estuviera fuera de la realidad. Su padre estaba muerto y no podía sentirse triste, pero tampoco feliz. No sabía cómo sentirse al respecto. Todo pasaba en cámara lenta frente a sus ojos, miró  como Malfoy era llevado a la fuerza por varios aurores, mientras repetía su inocencia.

—Hermione, ¡tienes que creerme… yo no lo hice!

La joven lo observó con tristeza y con una opresión en el pecho.

Su madre dejó que los aurores se encargaran del cuerpo de su esposo mientras ella se ponía de pie y llevaba a Hermione al interior de la casa, esta se dejó guiar y cuando menos pensó estaba sentada en la sala con su hermano dibujando tranquilamente sobre la mesa de centro frente a ella . Por un momento lo envidió: él vivía feliz en su propio mundo, sin preocuparse por nada.

—Hija, ¿estás bien? —le preguntó  su madre preocupada, ya que se mantenía callada con la mirada perdida.

Hermione parpadeó un par de veces y finalmente dirigió su atención a su madre.

—Está muerto.

Rose asintió y acarició la mejilla de su hija.

—Sé que tu padre no fue el mejor del mundo y nos maltrataba… pero después de todo era tu padre. ¡No le guardes rencor, hija, por favor! Perdónalo.

—No se si pueda hacerlo —dijo con lágrimas corriendo por sus mejillas—. Él me alejó de mis amigos, de la magia, de…de todo.

—Hija…

—No, madre…necesito estar sola.

Sentía un gran peso en su estómago y soltando un profundo suspiro se alejó de allí, necesitaba tomar aire. Si seguía en ese lugar se asfixiaría. Le dio un beso a su hermano y salió de la casa sin un rumbo fijo.

Caminó por varios minutos o quizá horas; no fue consciente de cuánto tiempo anduvo sin rumbo fijo.

Llegó a un parque y se sentó en una de las bancas, notó que no había personas. Lo cual le pareció perfecto ya que no quería que nadie la viera llorar.

—Estás muerto y ni siquiera puedo sentir tristeza, solo un profundo alivio —se admitió a sí misma.

De un momento a otro sonó el celular que llevaba en el bolsillo de su chaqueta, atendió la llamada y era Ginny, quién preocupada le preguntó cómo estaba, pues ya se había enterado de lo sucedido.

—Ginny, por favor, ahora no quiero hablar, ¿sí?

—Pero, Mione… llamé a tu casa y tú mamá está preocupada por ti. ¿Dónde estás?

La joven soltó un suspiro y se levantó de la banca, comenzando a caminar nuevamente rumbo a su casa.

—Estoy bien, ya voy de regreso… No quiero preocuparla.

—Bien…oye, ¿de verdad crees que Malfoy lo hizo? 

—No sé qué e creer, él dijo que lo mataría, pero…

En ese momento la sangre se le heló a la joven, al encontrarse de frente con el hombre enmascarado que llevaba tiempo acechándola. El teléfono cayó de sus manos y ella abrió los ojos asustada dándo un paso hacia atrás dispuesta a salir corriendo, pero al girarse se encontró con otra persona vestida de negro. No obstante, pudo distinguir que se trataba de una mujer.

—Hola, Granger —saludó la voz femenina y Hermione pudo reconocerla. Sin embargo, el hombre detrás de ella la golpeó en la cabeza dejándola inconsistente y a su merced.

Draco fue llevado al Ministerio y puesto en disposición del jefe de aurores, quien lo veía como si se tratara de un bicho que debía ser eliminado.

Analizaron el cuerpo y los alrededores de la casa, concluyendo que murió a causa de un avada.

Horas más tarde, Draco fue requerido en la sala de interrogatorios. Entró con las manos esposadas, sin su varita y con dos aurores a sus costados. Lo sentaron en la silla y ataron sus manos a los brazos de esta.

Harry al ver aquello no podía creer que lo hubieran encadenado como si se tratara de un criminal peligroso. Malfoy lucía demacrado como si hubiera estado en Azkaban durante años en lugar de solo una celda de detención del Ministerio por un par de horas.

—¿Es realmente necesario? —preguntó Harry a los aurores que custodiaban a Draco.

Uno de los hombres ensombreció su mirada y entrecerró los ojos ligeramente. 

—En caso de que la audiencia del Sr. Malfoy vaya en su contra —hizo una pausa—, queremos estar preparados para actuar lo más rápido posible.

Sacó de su saco un sobre que entregó a Harry, quien lo tomó con algo de molestia y le devolvió la mirada. El hombre respondió con un breve asentimiento y permaneció en su sitio.

El auror abrió el sobre y leyó varias veces el contenido puesto que no podía dar crédito a lo que leía.

—¿Están sentenciándolo sin detenerse a ver la evidencia?

Ron a su lado se acercó curioso y Harry le dio el papel.

—Es obvio, con solo ver la marca está sentenciado —concluyó Ron, chasqueando la lengua.

Draco permanecía serio, no podía pensar en otra cosa que no fuera Hermione.

“¿Qué estará haciendo?, ¿lo creera culpable?” pensaba “¿por qué no había ido a verlo?

—No me digas que te importa lo que me pase, Potter —dijo Malfoy.

Harry puso sus manos sobre la mesa y acercó su rostro al suyo.

—Me importa…por Hermione…Dime la verdad, ¿lo hiciste?

El bufó exasperado y repitió lo que llevaba diciendo toda la tarde.

—¡No lo hice, Potter! ¡Soy inocente! Aunque ganas no faltaron para hacerlo —aceptó  y Harry rodó los ojos llevando su mano izquierda al puente de su nariz.

—¿Eres inocente? —preguntó de nuevo.

—¡Sí! —respondió moviéndose hacia adelante y los hombres a su lado lo tomaron de los hombros asegurándose que no intentara nada.

Harry lo miró a los ojos en busca de algún rastro de mentira pero al no encontrarlo, asintió y salió rumbo a la oficina del ministro para solicitar que se analizara toda la evidencia y se le hiciera un juicio justo.

Mientras tanto Ron se quedó con Malfoy siguiendo las preguntas de rutina en ese caso.

—¿Cuándo me dejaran salir de aquí? ¡Soy inocente! —gritó Draco con impaciencia, removiéndose en su silla.

El auror exhaló pesadamente, dejando la carpeta que tenía en la mano sobre la mesa.

—Si Harry consigue que te den un juicio justo… Tal vez en unas semanas.

—¿Semanas? ¡Se han vuelto locos! —gritó levantándose un poco de su asiento, haciendo que los aurores junto a él lo sentaran a la fuerza.

—Cálmate, Malfoy… Harry sabe lo que hace.

Draco movió la cabeza hacia ambos lados.

—¿Dónde está Hermione?, ¿por qué no está aquí? —exigió saber el joven—. ¡Ella estuvo ahí! Sabe que no lo hice.

Ron no tenía paciencia para lidiar con el medimago, pero pensando en su amiga hizo lo posible por soportarlo.

—No ha venido, debe estar en casa… Además, Hermione estaba encerrada, así que no pudo ver nada de lo sucedido.

—¡Maldición! —exclamó desesperado—. ¡¿Entonces qué?! ¡¿Me pudriré en Azkaban solo porque fui un mortífago?!

—¡Malfoy no…! 

—¡Cállate, zanahorio…! ¿Es esa su justicia de la que tanto pregonan? ¡¿Juzgarme solamente por mis errores de adolescencia?! ¡Vaya justicia…!

Ron llevó su mano derecha a su  rostro con frustración. Entendía el punto del medimago, pero si Harry no conseguía que se le juzgara adecuadamente no habría mucho que hacer. Y lo sentía por Hermione, no por él. Ginny le había contado cómo su amiga y Malfoy parecían entenderse mejor y tener una relación romántica. 

En un principio detestó la idea de ellos dos juntos, sin embargo, después de ver cómo el joven cuidó de Hermione cuando estuvo enferma, se replanteó la idea de que tal vez Malfoy no era tan mala persona.

Minutos más tarde, que para Draco fueron una eternidad, Harry regresó con buenas noticias; había hablado con el ministro de magia y conseguido que se le juzgara debidamente.

—Tranquilo, Malfoy, tu juicio será pasado mañana.

—¿Tan pronto? —se sorprendió Ron.
El joven de lentes afirmó con la cabeza, orgulloso.

—¿Cómo lo…? — empezó Draco.

Harry ordenó a los aurores retirarse, haciéndose responsable de Draco si algo ocurriese.

—Digamos que el ministro me debe algunos favores y bueno… llegó la hora de cobrarlos —dijo con una sonrisa de suficiencia.

—Sí, sí, sí. Todo muy lindo, Potter.Pero, ¿dónde está Hermione?

—Y sigues con eso —gruñó Ron.

—Sí, sigo con eso —replicó el joven, rodando los ojos—. Ella ya debería estar aquí.

—Malfoy, su padre acaba de morir. No creo que tenga cabeza para esto y además, está disgustada contigo o ¿me equivoco? —preguntó Harry.

Y Draco resopló ante la idea de que la pequeña Weasley le había contado todo a Harry.

Lo que me faltaba: que Potter me sermonee”,pensó.

Draco negó rotundamente.

—Ese maldito la golpeaba y tal vez… —bajó la mirada negando con la cabeza fervientemente—... tal vez abusaba de ella. ¡Maldición!

Harry y Ron se miraron a las caras y el primero en hablar fue Harry.

—Hermione es fuerte, no creo que ella lo permitiera… sabe que nos tiene a nosotros.

—Sí claro y, ¿dónde estuvieron todo este tiempo? —apuntó Draco y ellos se quedaron callados—. Ella sufrió en silencio por años y ustedes simplemente no hicieron nada, solo se limitaron a observar en silencio cómo su espíritu moría lentamente.

Ron arrugó el entrecejo.

—¡Nosotros le preguntamos muchas veces si estaba bien y ella decía que sí! ¿Qué podíamos hacer? —se defendió Ron.

—Ah, vaya y con eso mantienes tu conciencia tranquila, ¿verdad? —refutó Draco.

Harry exhaló con pesadez.

—Tiene razón —admitió y su amigo le volteó a ver cómo si hubiera escuchado mal.

—¿Qué?

—Sí, Ron, tiene razón… Siempre nos conformamos con lo que ella nos quería decir y nunca vimos más allá —se alzó de hombros, incómodo—. Debimos interesarnos más en ella.

Los tres se miraron a la cara sin saber bien qué decirse. 

—Ustedes no entienden lo que es sacrificarse por tu familia —agachó la mirada, recordando cómo en Hogwarts tuvo que aceptar la tarea que le impuso el Sr. Tenebroso, únicamente para proteger a sus padres—. Ustedes no saben lo que es dejar tus deseos a un lado con tal de que estén bien —levantó el rostro, recriminándoles con la mirada.

Ron y Harry intercambiaron miradas y suspiraron.

—Parece que tienen más en común de lo que pensé —soltó Ron.

Harry sonrió débilmente.

—Veré si puedo hacer que venga —dijo el joven de lentes antes de salir.

Después de siglos he vuelto, prometo actualizar más seguido mis historias.

¡Nos leemos!

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