Capítulo 5Aquí siempre hay oscuridad
El único medio de conservar el hombre su libertad es estar siempre dispuesto a morir por ella.
-Edgar Allan Poe
Al entrar a la sala del cuadrilátero, situado en el fondo se encuentra un tablero iluminado que parece tener nombres escritos, por lo que nos acercamos para poder mirar. Cora camina a mi lado.- ¡Están nuestros nombres escritos! - exclamó.Heike nos mira sorprendida, y se sonroja. Cora de nuevo siente una punzada de miedo sobre su pecho. Alek se detiene ante el tablero y añade: - Bertolt tu nombre está debajo del mío.
Detrás de nosotros se escucha una voz familiar, giro la cabeza para saber de quién era la voz. El cuadrilátero se ilumina de golpe, la voz proviene de Hiroshi.
- Ya habrán notado que sus nombres aparecen escritos en el tablero. Pelearán hasta formar equipos y para ser más justos los que vayan perdiendo en las siguientes rondas se reagruparán en los equipos que se hayan formado en las rondas semifinales - agregó Hiroshi, mientras bajaba del cuadrilátero - . Acumularán puntos para seguir avanzando. Les deseo suerte y elijan con sabiduría a sus compañeros.
Doy una mirada al espacio al lado de mi nombre, pero está en blanco. El nudo en mi estómago desaparece.
- Esto no es bueno - murmura Alek, empujando su codo golpeándome en una costilla. Esta mañana tengo los músculos adoloridos.
- ¡Eso duele! - exclamé.
- Lo siento, mi nombre aparece junto al de Arne.
Desde que llegué a este lugar me han estado acompañando Heike y Alek y cuando vamos a los comedores nos sentamos juntos. En providencia no había esa clase de trato, no es posible tener una amistad cuando hay desconfianza y nadie cree que puede aceptar ayuda o incluso hablar de uno mismo. Eso no ocurría aquí. Ya sé de Heike y Alek más de lo que podría saber de cualquier persona.
- ¿Quién es Arne? - pregunté.
- Escuché hablar de Arne, es ese sujeto corpulento sentado en aquella mesa a un lado de Benedikt su secuaz. Ambos son de Gu-Dong - respondió Heike, señalando hacia el otro lado de la habitación.
- Esos tres - agregó Cora, señalando con su mano - Bert, Ernst y Birgit están juntos desde que vinieron aquí, ambos han demostrado tener habilidades.
Detlef y Armin están en el cuadrilátero, se llevan las manos al rostro para protegerse, como Hiroshi nos enseñó y van de un lado a otro en círculo.
Echo un vistazo a Benedikt y a sus compañeros. Arne es un poco más bajo, pero es fornido como una roca y sus hombros están encorvados.
- ¿Por qué hay que tener cuidado con ellos? - pregunté.
- Arne en la academia organizaba peleas clandestinas y cuando un profesor lo reportaba, inventaba alguna historia acerca de cómo otro de sus compañeros la empezó. Y por supuesto le creían porque estaba en un grado más avanzado - respondió Heike.
En el cuadrilátero Armin golpea duro la mandíbula de Detlef. Del otro lado de la habitación Birgit le sonríe a Armin mientras gira un zarcillo de su oreja. Detlef tambalea con una mano, presiona su rostro y bloquea el siguiente golpe de Armin. Le causa dolor como lo habría sido un golpe. Armin es torpe, pero fuerte. Bert, Ernst y Birgit observan hacia nuestra dirección, como si se hubieran dado cuenta que estamos hablando de ellos.
- Ya se dieron cuenta de que estamos hablando de ellos - murmuré.
- Birgit sabe que no me agrada - añadió Heike.
Armin toma el brazo de Detlef y lo jala hacia atrás, golpeándolo contra el piso. Detlef gatea sobre sus pies.
- Vamos con Alek y los demás, creo que el grupo de Birgit aún nos sigue viendo - dijo Heike, a través de sus dientes apretados.
Armin y Detlef a un continúan peleando por unos segundos más, sus movimientos son lentos. Detlef se quita el sudor de la cara. Da un vistazo a Hiroshi como si esperara que detuviera la pelea, pero permanece inmóvil con los brazos cruzados sin hacer nada.
A unos metros Eckard observa el reloj y añade: - ¿Creen que esta pelea continuara todo el día? ¿Quieren pedir medio tiempo y tomarse un descanso? ¡Vamos a pelear!
- Cuando... - Detlef baja los brazos y pregunta - ¿cuándo terminará la pelea? ¿hay que acumular puntos para poder pasar a la siguiente ronda?
- La pelea continuará cuando uno de ustedes ya no pueda seguir luchando.
- O uno de los dos se rinda - repuso Hiroshi.
Eckard mira hacia Hiroshi, se puede sentir como si estuvieran dos tipos diferentes, uno bueno y otro despiadado. Pero incluso en esta sala se puede saber que Hiroshi es el líder y que él tiene la autoridad.
El sudor recorre la frente de Detlef, se limpia con el dorso del brazo.
- ¡Esto no tiene sentido! ¿Cuál es el motivo de golpearnos?
- ¿Te da temor terminar lastimado? ¡vamos! Da tu mejor golpe - comentó Armin.
Detlef levanta las manos. Se puede ver la determinación en sus ojos ¿realmente podría ganar? O un duro golpe de Armin lo dejará noqueado sobre la lona. Detlef trata con un golpe, Armin retrocede y esquiva otro golpe, deslizándose por detrás de Detlef y patea con fuerza su espalda. Detlef corre hacia Armin, dándole un duro golpe en la mandíbula. Puedo ver cómo los ojos de Armin se cierran mientras su cabeza gira hacia un lado. Toda la tensión cae de su cuerpo, deslizándose como peso muerto de las manos de Detlef. Toda la habitación se queda en silencio, esperando a que se levante Armin pero durante un tiempo no lo hace, sólo sigue en el suelo con un brazo doblado debajo de él. Durante unos segundos parpadea claramente se ve que esta aturdido.
- ¡Levántelo! que siga la pelea - ordenó Eckard. Se queda mirando con ojos sedientos de sangre el cuerpo de Armin
En el tablero la luz que iluminaba el nombre de Armin se apaga y el nombre de Detlef permanece iluminado.
- ¡Los siguientes en pelear serán Birgit y Heike! - exclamó Hiroshi mientras tira del brazo de Armin sobre su hombro y lo saca del cuadrilátero.
Birgit cruje sus nudillos, la curvatura que dibujan sus labios la hacen ver como un depredador, su mirada parece codiciosa como si estuviera viendo su almuerzo. Heike es fuerte, nos gustaría desearle suerte, pero no sabemos si podría hacerle algún bien. Alek le da una palmada en la espalda, mientras ella sube al cuadrilátero.
Desde la otra sala Hiroshi apoya a Armin, nuevamente sobre su hombro y lo lleva afuera. Detlef permanece mirando por un momento. La partida de Hiroshi nos pone nerviosos. Quedarnos solo con Eckard es como estar parado enfrente de un cazador esperando el momento justo para disparar.
Heike se hace una coleta en el cabello, aunque parece nerviosa ¿quién no lo estaría después de ver Armin desplomarse sobre el suelo? Si la pelea terminara con uno de nosotros en pie... Será egoísta de mi parte el desear la victoria, sabiendo que fui yo quien lo lanzo al suelo ¿quisiera ser Detlef parado a un lado del cuerpo de un hombre? o ¿quisiera ser Armin? Me limpio el sudor de la frente. Vuelvo a prestar atención cuando Heike da el primer golpe a Birgit en el estómago. Birgit jadea tratando de recuperar el aliento, se aparta del rostro un mechón de su cabello negro mientras sonríe. Junto a mí esta Detlef quizás espera que lo felicite por su victoria, pero estoy ocupado en la pelea como para prestarle atención. Alek y Cora se acercan para felicitarlo.
Birgit golpea la mandíbula de Heike tirándola hacia la lona. Cora aprieta el brazo de Alek, la sangre corre por un lado de la cara de Heike, salpicando el piso. Heike patea la pierna de Birgit dejándola fuera de balance y se arrastra lejos. Ella logra ponerse de pie con una mano sobre su rostro. La sangre que sale de su boca es espesa y oscura. Birgit grita y corre hacia Heike con los brazos extendidos anclándola. Heike se agita con su codo golpea uno de los costados de Birgit para intentar soltarse, pero Birgit solo golpea hasta que su puño golpea la nariz de Heike. Alek logra liberar su brazo y tira de Cora apartándola. Heike con su brazo libre golpea el oído de Birgit se retuerce para liberarse. Ella llega hasta sus rodillas, con una mano detiene la sangre que sale de su nariz; por la agitación que se está causando puede decirse que está llorando, pero apenas se alcanza a percibir por el ruido que hay a mi alrededor. Birgit patea el costado de Heike, tirándola sobre su espalda, aprieto los dientes para evitar gritar. Heike se arrastra alejándose, su mano deja una mancha de sangre sobre el suelo. Ver a Heike agarrando su costilla, hace que quiera detener la pelea.
- ¡Me rindo! - Exclama Heike, mientras Birgit intenta golpearla de nuevo. Ella sostiene una mano en alto, se lamenta - ¡basta, me rindo!
- Haz dicho que te rindes ¡apenas acabas de empezar! - comenta Eckard. Mientras camina hacia el cuadrilátero sus pasos parecen lentos.
Heike se coloca sobre sus rodillas y con una mano detiene el sangrado de su nariz y asiente con la cabeza.
Birgit sonríe, Detlef sube al cuadrilátero, apoya a Heike sobre su hombro para intentar ayudarla a bajar.
- Que continúe la pelea - ordena Eckard.
Si hubiera gritado tendría sentido lo que dijo, por su grito se sabría qué era lo peor que pensaba hacer, pero su voz es tranquila.
- Acaba de decir que se rinde - respondió Detlef.
- Suéltenla.
- Apenas se sostiene en pie.
- He dicho que la suelten, aquí no hay lugar para los débiles.
- Creo que ha sido suficiente por hoy - respondió Hiroshi, mientras caminaba hacia el cuadrilátero.
- Como ordenes, llévenla a la enfermería - masculló Eckard.
Me acerco para intentar ayudarla paso su brazo sobre mi hombro, Birgit sonríe al pasar junto a ella, Heike se levanta, gira su rostro y posa los ojos hacia los míos y después hacia Detlef, su rostro aun se encuentra manchado de sangre.
Esa misma noche sueño a Heike tirada sobre el suelo. Esta vez Birgit se encuentra sobre ella golpeándola. Eckard grita - ¡alguien de aquí tiene el suficiente valor para subir y detener la pela! Corro hacia ella, pero alguien me empuja, despierto antes de golpear contra los escalones del cuadrilátero.
Empapado en sudor camino hacia las regaderas, para bañarme y cambiarme. Cuando regreso, Birgit camina por el pasillo y al pasar junto a mi grita: - ¡Me rindo! ¡Me rindo! - Imitando a Heike. Arne la sujeta haciendo que la golpea. La rabia provoca que mi corazón se acelere. Es difícil creer que en tan poco tiempo pueda llegar a odiar a una persona. Detlef camina delante de mí y con su mano me detiene.
- Guarda todo tu enojo para después.
- No puedo soportar que se burlen de Heike.
- Ignóralos, son unos idiotas. Si no te enfadas dejarán de molestarte tarde o temprano.
Mi mano me tiembla por el enfado. Trato de distraerme - ¿viste a Heike después de la pelea? - pregunté en voz baja.
- Ella está bien, ahora duerme. Creo que nos recordarán como los primeros que desafiaron las órdenes de Eckard - responde Detlef mientras suelta un leve suspiro.
- Creo que hay peores maneras de ser recordado. Al menos no nos continuará fastidiando.
- De todos modos no habría detenido la pelea - añadió Detlef, sacudiendo la cabeza demasiadas veces. Suspira - teníamos que intervenir.
Cruzamos la puerta de la habitación con el piso de madera.
- Teníamos que ayudarla - respondí.
Detlef tiene el rostro serio.
Al entrar veo el tablero. Ayer no luche, pero hoy es seguro que lo haré. Al ver mi nombre, me detengo en medio del camino.
- ¡Pelearé contra Arne! - exclamé.
- Pelearás contra Arne - añadió Alek, camina detrás de nosotros. Al ver el tablero, arruga el envoltorio de panecillos que lleva sobre su mano - Creo que van en serio ¿Te harán pelear contra Arne?
Arne es más robusto que yo, en su primera pelea logró vencer a Bertrant en el primer asalto. Hoy Bertrant tiene la cara magullada y amoratada.
- Talvez puedas llegar al segundo asalto, antes de terminar noqueado - respondió Detlef.
Miro mi nombre en el tablero. El sudor recorre mi frente, Cora y Alek intentan ayudar, pero solo empeoran las cosas. El hecho de que no crean que tenga la posibilidad de llegar hasta el segundo asalto me molesta.
Me concentro en la pelea de Birgit y Dirk. Es más rápido que ella, Birgit no ganará hoy. Mientras la lucha continúa, mi temor va desapareciendo. Pienso en las palabras que dijo Hiroshi durante el entrenamiento: encontrar el punto débil. Arne es más alto que yo, pero no es lento. Es rápido para dar un golpe y puede encontrar las debilidades de la gente; no me tendrá piedad, me gustaría decir que de algún modo me subestima, pero sería mentir.
Tal vez Detlef tenga razón, y solo deba durar hasta el segundo asalto antes de terminar noqueado. Pero no puedo darme el lujo de perder y quedar en el último lugar.
La pelea de Birgit está por terminar. Vuelve a ponerse de pie, parece aturdida. Gracias a Dirk siento que mi sangre se congela, puedo sentir cómo mi corazón se acelera. No puedo recordar cómo dar un golpe. Camino hasta el cuadrilátero, mi estómago comienza a enfermarse. Arne camina hacia a mí, es más alto de lo que recordaba. Me pregunto si dar el primer golpe serviría de algo.
- ¿Te encuentras bien? parece como si quisieras salir huyendo. Solo lograrías que fuera tras de ti.
Miro a mi izquierda y veo a Hiroshi apoyándose contra la pared con los brazos cruzados. Parece enfadado. Al lado de él esta Eckard limpiando su arma.
La mano de Arne esta levanta a la altura de su cara tira una de las cuerdas del cuadrilátero, sus rodillas están flexionadas esperando el momento de saltar. Da un salto logrando subir sobre el cuadrilátero.
- ¡Vamos sólo un salto! - exclamó. Su sonrisa parece maliciosa - soló un salto y lograrás subir.
El pensamiento de subir al cuadrilátero, me provoca vértigo, hace que mis piernas tiemblen haciendo que dé un paso hacia atrás, de un impulso doy un salto sobre el cuadrilátero. Pateo un costado de Arne o intento golpear su costado, si él no me hubiera detenido tomándome de la pierna, haciendo que pierda el equilibrio. Mi brazo golpea la lona, me impulso con mi pie libre, logrando levantarme.
Tengo que mantenerme alejado de Arne, es lo único que pienso.
- ¡Comiencen a pelear! - exclamó Eckard - No tienen todo el día.
La sonrisa maliciosa de Arne desaparece. Da un golpe con su puño sobre mi mandíbula, mi visión se torna borrosa, sacudo mi cabeza mientras que todo a mí al rededor se oscurece. No recuerdo ver venir su puño sobre mí rostro.
Pierdo el equilibrio y trato de alejarme de Arne todo lo que el cuadrilátero me lo permita. Él avanza frente a mí y me golpea con fuerza el estómago. Saca todo el aire de mis pulmones, me duele tanto que no puedo respirar y me caigo sobre mis rodillas. Me impulso a levantarme, pero Arne ya está ahí. Él patea mi cara. El dolor es diferente al que se puede sentir a un choque. Caigo sobre el piso y la sangre sale de mi boca. Trato de empujarlo dándole una patada en un costado. Arne me golpea otra vez, ahora en la nariz. Gateo hacia un costado del cuadrilátero. Él patea mis costillas, trato de no caerme. Toda la habitación gira, mi nariz sangra. Veo algo frente a mí, golpeo tan fuerte como puedo, pero mi puño golpea algo suave. Arne apenas retrocede, golpea mi mandíbula con su puño y escucho una campanada. Trato de parpadear pero hay una mancha roja sobre mi ojo; me froto con la manga de mi camisa y trato de quitármela.
Con la visión periférica veo a un costado del cuadrilátero a Detlef y Cora que están parados frente a mí y veo a Alek salir de la habitación. Parece no interesarle la pelea o trata de averiguar por qué la habitación gira. Mis brazos ceden y caigo mi cara golpea el frio suelo, algo patea mi costado tan fuerte que apenas puedo moverme y me golpea de nuevo. No puedo ver nada, todo se oscurece.
Cora grita - ¡basta!
Trato de levantarme, pero mis brazos no se mueven.
Detlef sube al cuadrilátero, pasa mi brazo sobre su hombro y pierdo el conocimiento. Cuando despierto no siento la mitad de mi rostro; tampoco puedo recordar la pelea.
Sé que he perdido, el dolor no me permite pensar con claridad.
- ¡Esta depertando! - exclamó Cora.
Abro los ojos por un lado está sentada Cora. Detlef está parado debajo del marco de la puerta. Heike está sentada sobre la cama.
- ¿Qué le ha pasado a tu cara? - pregunté.
Mi boca se siente entumida.
Heike sonríe y añade - deberíamos de conseguirte una compresa fría para tu ojo.
- Tengo una breve idea de lo que le pasó a mi rostro. Recuerdo haber estado ahí.
- Los analgésicos están dando resultado, acabas de hacer una broma. Deberíamos de conseguirte más si vas a comenzar a bromear - contestó Cora.
- No puedo creer que no hayas llegado al segundo asalto - respondió Detlef, encogiéndose de hombros.
- Era más fuerte de lo que pensaba - contesto mientras me siento sobre la cama
- Además ya aprendí que para no perder una pelea tengo que evitar ser golpeado en la mandíbula.
- Creo que los golpes que recibiste te han dejado aturdido; ahora sé por qué terminaste perdiendo la pelea. No eres muy bueno para pelear ¿cierto? - comentó Alek.
- ¿Te sientes bien? - preguntó Heike.
Tiene el cabello castaño y ojos claros parecido al color de su cabello. Sus mejillas parecen suaves, puedo ver moretones debajo de sus pecas.
- Sólo desearía haber llegado al segundo asalto.
Pero Arne era más fuerte que yo. Estoy aquí en la enfermería. Hay camas en el otro lado de la habitación. Algunas camas tienen las cortinas corridas. A la derecha está el puesto de la enfermera debe ser donde los reclutas van cuando están enfermos o heridos. Ella nos mira sobre sus papeles, veo algunos voluntarios. La primera vez que entré a un hospital tenía ocho años. Else se había caído de un árbol y roto un brazo. Escuchar sus gritos y verla estallar en lágrimas me hizo correr hacia la casa para buscar a mi madre. En el hospital una enfermera amable tomó el brazo de Else y acomodó el hueso.
Recuerdo a mi madre abrazar a Else. Ella le decía que las caídas nos enseñan a saber el momento justo para levantarse, que ya no debía de llorar. Mientras le daba un beso en la frente y cerraba los ojos recordando que ella puso alguna vez en riesgo sus brazos e incluso su vida.
- ¿Quieres que nos quedemos aquí? - pregunta Heike.
- Ya es tiempo de irnos - añade Cora, mientras observa su reloj.
- Estaré bien - respondí.
Cora, Alek, y Detlef se adelantan, pero Heike se queda. Ella tiene un aroma a menta, la luz hace que su cabello brille en un tono dorado. Cuando se pierde en la noche y percibo su olor, puedo darme cuenta que ella está ahí.
- Iremos mañana al sector dieciséis a conseguir provisiones, por lo que tenemos que reunirnos a las 8:00 de la mañana en el hangar.
- Estaré ahí - contesté.
- Ignora lo que dijo Detlef. Fuiste valiente al pelear contra Armin. Me refiero a que no tienes de que avergonzarte porque luciste valiente arriba del cuadrilátero.
Me mira fijamente, sus ojos se incrustan sobre los míos, y muerde su labio inferior. El silencio que hay es agradable, pero ella actúa como si quisiera decir más que sólo palabras. Espero equivocarme, pero presiento que comienzo a sentirme atraído hacia Heike. No puedo sentirme atraído por alguien tan frágil como Heike. Sonrío para mitigar la tensión.
- Tengo que dejarte descansar - responde Heike, mientras se levanta para irse; antes de que se vaya sujeto su mano.
- ¿Te encuentras bien? - la miro fijamente a los ojos y añado: - me refiero a lo que pasó después de tu pelea...
Ella tira de su mano para liberarse. Debió haberla molestado, no la había visto así. Si eso pasara el resto del día y no me hablara, yo me sentiría avergonzado.
- Quedé en último; después de haber luchado tengo temor de terminar herida no quiero volver a subir el cuadrilátero.
- ¿Eso es lo que quieres?
Ella mira hacia a un lado: - Tal vez pienses que soy una cobarde pero no quiero pelear otra vez.
- No creo que seas una cobarde al no querer luchar.
Durante un momento nos miramos. Tal vez sé lo que signifique ser un cobarde, pero Heike no lo es. Al intentar preocuparse por los demás, no disfruta el dolor ajeno, se rehúsa a pelear, a actuar.
Me da una mirada desolada y dice: - Cuando peleé contra Birgit, me dejé ganar. No quería seguir luchando más. Recibí un par de golpes, caí y me quedé allí, creí que se detendría, pero siguió golpeándome, hasta que ustedes subieron para detener la pelea.
- Eckard no habría detenido la pelea, teníamos que intervenir.
- Te lo agradezco - respondió Heike, mientras besa mi mejilla y se aleja.
Dentro de una semana comenzará el festival en Providencia. Recuerdo que antes de las festividades iba con Grit a cazar al prado. Era el único día en el que los novatos de la facultad Lombord podían entrar al capitolio. Solía esperar con impaciencia ese día, al anochecer veíamos los fuegos artificiales que lanzaban desde la torre. Podíamos estar reunidos como familia. Recuerdo a mi padre comprarle a Else algodón de azúcar y a mi madre regañando a mi padre, diciéndole que los dulces eran malos para el crecimiento de Else, Grit solía llevar a sus hermanos a comprar en los puestos de comida.
Recuerdo que a los cursos más avanzados de la facultad los llevaban al sector dieciséis a repartir víveres para los más vulnerables. Solíamos escuchar que el sector dieciséis era el que más ataques había sufrido durante la guerra, debido a que se encontraban a fuera de la valla y ningún oficial quería entrar por el peligro que representaba entrar solos. Comienzo a quedarme dormido o tal vez no lo estoy haciendo. La habitación se torna cada vez más oscura y sin darme cuenta dejo de escuchar el sonido del monitor que está a mi izquierda.
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