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Capítulo 45 Annika

Lo llaman esperanza, ¡ese fuego de fuegos! Pero no es más que la agonía del deseo.

-Edgar Allan Poe, Tamerlane.

Cuando era niña creía que morir era lo peor que podría ocurrirte, sin embargo, al volverme adulto descubrí que me había equivocado, lo peor que podría ocurrirte es sentirte sólo con las personas que te rodean.

<< Madre perdóname por creer que eras débil y que yo era fuerte, pero todo este tiempo tú eras la fuerte y yo era la débil >>.

Recuerdo que mi familia y mi madre, me preguntaban a qué me dedicaría cuando fuera mayor, siempre respondía que sería piloto igual que a mi padre, me sentía orgullosa de él. Me gustaba la idea de volar tener la libertad de ir a cualquier parte. Ahora no sé en donde me encuentro, sólo puedo sentir frío y soledad. Quisiera no haber dicho aquellas palabras que lastimaron a las personas quienes me amaban, pero ahora no puedo hacer nada para remediarlo, tengo que enfrentar las consecuencias de mis propios actos. Un breve recuerdo que creí haber olvidado llego a mi mente, respire profundamente y continúe mirando.

Mi padre tomó su vieja cámara fotográfica, era la primera vez que se sentía entusiasmado de volver a casa. Había planeado pasar la tarde en mi recámara escuchando aquellos viejos discos de vinilo, sin embargo; pasamos la tarde fuera de casa. Aquella noche cuando regresamos, mi madre preparaba la cena, mientras yo permanecía en la sala hojeando un libro. Mi padre a un permanecía con su cámara tomando fotografía a todo lo que se le cruzará en su camino.

— ¡Annika sonríele a la cámara! — exclamó mientras entraba a la habitación.

— Padre no me gustan las fotografías.

— Annika, sólo será una fotografía — insistió mi padre.

— Está bien sólo una fotografía, pero antes de que la tomes quisiera decirte algo.

— Si, Annika ¿qué quieres decirme?

— Quiero ser piloto igual que tú y poder volar.

Mi padre lanzó un suspiro disimuladamente. Mantenía su deseo de que yo siguiera sus pasos.

Si es tu sueño el ser piloto, lucha por cumplirlo y que nadie te impida lograrlo.

Cuando me volví adolescente lo único que deseaba era tener mi individualidad, detestaba seguir órdenes. Cuando me reunía con mi grupo de amigos solía reír a carcajadas, por segunda vez en mi vida me sentía libre o al menos así lo creía. No soportaba ser ignorada deseaba que mi voz se escuchara. Quería gritar y no seguir reglas, mi madre solía ponerse histérica cuando regresaba a casa.

— ¡Annika de dónde vienes mira cómo estás!

— Déjame madre — contesté haciendo una pausa para calmarme y que no se quebrara mi voz.

— Mira cómo está tu ropa — dijo con voz temblorosa.

— Subiré a mi habitación — repliqué.

— ¡No sé por qué tu padre te consiente tanto!, Annika no me dejes hablando sola.

Cerré la puerta de mi habitación y bloqueé el cerrojo con seguro y coloqué la llave en mi bolsillo. Extrañas luces dentro de mi habitación llamaron mi atención, ¿de quiénes son esas voces? ¿Quién me está llamando? Me pregunte.

Mis parpados se abrieron, un gemido apagado de dolor lleno el aire.

— ¡Parece recobrar la consciencia!, Pero sus signos vitales continúan bajos — exclamó Caroline, mientras sujetaba mi mano.

Respiro un poco por la nariz, mis ojos se giraron hacia arriba hasta que el color blanco se logró ver, mientras mi cuerpo temblaba sobre la fría mesa de acero.

— ¡Está entrando en paro! — exclamó Antón.

Una enfermera sujeto mis pies y su compañero mis brazos. Todas las miradas permanecen fijas sobre mí. Un fuerte ruido metálico resonó en el quirófano. Caroline con un sobresalto, había descubierto un fragmento de metal sobre mi hombro. Espesas gotas de sangre escurrían hacia el suelo.

— Hay que quitarle el fragmento de acero que tiene incrustado en su hombro — agregó Caroline mientras me observaba — Annika... no te mueras... Annika...

Sentí una ola de confusión mezclada de pánico. Dirigí la mirada hacia la luz y las voces que me eran familiares se tornaron extrañas e incomprensibles. Quería gritar y llorar. Al principio soló veía sombras que se movían, pero pronto comenzó a delinearse un cuerpo ¿madre eres tú?, me pregunte. Mientras Retrocedía hacia un rincón, alguien me hablo.

— Annika puedes venir a la sala.

Sentía confusión como para prestar atención.

— ¡En un momento bajo padre!

La habitación lucia bastante familiar a mi antigua casa, sentí un extraño estremecimiento en mi cuerpo ¿qué es todo esto? me pregunté.

— Tú madre me dijo que llegaste tarde a noche y en un mal estado, ¿es cierto eso?

En mi mente la confusión se había apoderado, quería correr y esconderme.

— Si, padre — murmure.

Examine su rostro y analice cada expresión suya, su voz, el aroma de su colonia. Todo era igual a como lo recordaba, había tantas cosas que quería decirle; mantenerlo al tanto de mi día. Lo extrañaba tanto, desde el día de su muerte; sólo me quedé parada mirándolo en silencio.

— Annika tanto tú madre como yo nos preocupamos por tu bienestar y mantenerte a salvó.

— Padre — murmure deseaba escuchar de nuevo su voz — mi madre no me deja salir.

— Nos preocupamos por ti, somos tus padres es nuestro trabajo.

Hasta el día que perdí a mi padre no me había dado cuenta de lo importante que era para mí y de cuanto me protegía. Ojalá hubiese podido decirle lo mucho que lo amaba. Recuerdo a mi madre sentada en la sala con dos oficiales de su escuadrón, intentado calmarla mientras lloraba desconsoladamente.

— ¡Madre voy a salir! — exclame cuando cruce el pasillo.

— Annika puedes venir un momento a la sala hay algo que ocupo decirte.

— Madre, ¿qué pasa quienes son estos tipos?

— Ellos son miembros del escuadrón de tu padre — respondió mi madre, tratando de disimular su voz temblorosa.

— Del escuadrón de mi padre ¿y que hacen aquí? — repuse.

— Vienen a darnos una noticia.

— Madre, ¿qué pasa? — pregunté confundida.

— Vienen a darnos una noticia sobre tu padre.

— Lamento ser el portador de tan mala noticia, pero la nave en la que volaba tu padre fue derribada. No... No... No sobrevivió.

— ¡No es así!, hable con él antes de que partiera.

— Ha sido derribado durante un patrullaje por una nave enemiga — agregó el comandante seguido de una breve pausa — pero me pidieron que le entregará personalmente su reloj e insignia de su escuadrón, una vez más lamento su pérdida era un buen piloto y un gran amigo.

En la sala de espera del quirófano la concejal Dagmar, tenía la sensación que todos los eventos ocurridos; eran un catalizador para realizar su última jugada. Sin sonreír, se alejó, tratando de gritar a todo el mundo que estaba decidida de acabar con esta guerra. Reflexiono un minuto en medio del alboroto.

El oficial Kant permanecía sentado observándola en silencio.

— Cuando encontramos a Annika — dijo la concejal Dagmar, seguido de una breve pausa — su vida era un desastre, yo la ayude a entrar a la academia y fue la primera mujer en ingresar en una academia militar para pilotos de combate. Hay aprendió a dirigir y controlar su nave, fue la primera en su clase, también aprendió tácticas de combate como si su vida dependiera de ello.

El oficial Choi observo durante unos segundos a la concejal Dagmar y luego miró hacia los miembros de la Oficialía concejal que se habían reunido en un semicírculo alrededor de ella. El oficial Choi camino hacia la concejal Dagmar, quedando afuera del círculo, con aspecto ansioso y preocupado exclamó:

— ¡Hemos obtenido la localización del escuadrón de la muerte y de la raíz!, Merick se encuentra entre ese grupo, el reconocimiento facial arrojo un ochenta y ocho por ciento de coincidencia, puede ser nuestra última oportunidad de detenerlo autorice un ataque directo.

Se hizo un silencio en la sala, como si todo el mundo se hubiera detenido. Los miembros de la Oficialía concejal permanecían observando a la concejal Dagmar, esperando que autorizará el ataque.

— ¡Oficial Choi esperó que me dé un informe detallado y que de algún modo justifique la intervención! — exclamó la concejal Dagmar, dirigiéndose a los oficiales y señalando al oficial Kant, que se había reunido — de lo contrario será un uso excesivo de fuerza.

Cualquier clase de motivo o justificación que había existido en realizar un ataque a la raíz y el escuadrón de la muerte, se había esfumado por completo ante esa afirmación. Algunos oficiales parecían estar de acuerdo con la recomendación de la concejal Dagmar, el oficial Kant comenzó a silbar para mitigar la voz de Choi, quien pedía a gritos un ataque. Pero los demás miembros no estaban de acuerdo. La sub oficial Young Mi sacudió la cabeza, cuando todos los miembros comenzaron hablar al mismo tiempo, la concejal Dagmar sintió admiración por el oficial Choi, pero a la vez se preguntaba ¿porque habría decidido hacer un primer ataque?, Tiene que ser una broma, pensó. Volvió a mirar hacia el oficial Choi deseando no estar en la misma habitación. Finalmente hizo un gesto con su mano y se dirigió hacia los asistentes para que hicieran silencio. Al principio nadie prestó atención, pero el orden se restauró y todos volvieron a guardar silencio.

— Oficial Choi — prosiguió — debo de admitir que nunca había visto a tantos oficiales reunidos y de acuerdo, en realizar un ataque en base a una corazonada, se supone que nuestra principal función es mantener el orden. Actúen como oficiales o de lo contrario disolveré esta reunión y comenzaré de cero, con nuevos reclutas para la oficialía concejal — advirtió, y caminó mirando a cada uno de los oficiales a los ojos — ¿les ha quedado claro?

El oficial Kant lanzó una carcajada y se recargo contra la pared.

— Si que tiene agallas oficial Choi, tratando de aprovechar la crisis en la que nos hemos encontrado — comenzó a decir — que gana usted al realizar un ataque, suponiendo que Merick se encuentra dentro de ese grupo, cree que nosotros nos sentaremos a parlotear sobre qué hacer. Mientras que el resto del escuadrón de la muerte y la raíz nos buscaran para cazarnos.

La concejal Dagmar quería aplaudirle al oficial Kant, acababa de decir lo que estaba pensando.

— ¿Cuál es tu recomendación? — preguntó el oficial Choi.

— Entrega un noventa y nueve por ciento de coincidencia o de lo contrario no se te dará una orden de ataque.

Las voces comenzaron a elevarse en todas las direcciones. A la concejal Dagmar le llevó un minuto calmar a la multitud. El oficial Choi se estremeció, el oficial Kant se había extralimitado con su recomendación.

— De acuerdo — dijo la concejal Dagmar mientras observaba los ojos del oficial Choi — si quieres un ataque tienes la autorización, pero toda relación que guarde con nosotros será inexistente y tu operación desde este momento será extraoficial, si te atrapan estarás sólo y nosotros negaremos dicha misión. En lo que a mi concierne está reunión y esta conversación jamás existió, hay algo que tenga que agregar oficial Choi.

— No, concejal Dagmar.

— Escoja muy bien a sus hombres llevará un grupo reducido — repuso la concejal Dagmar — ahora que la reunión terminó todos vuelvan a sus actividades.

El oficial Choi asintió y la concejal Dagmar garabateo algo sobre un papel. Parecía que la mayoría de los oficiales estaban a su favor. De todos modos, el mal momento por el que estaban pasando había terminado. El oficial Choi deseaba defenderse, pero se esforzó por seguir sus órdenes y quedarse callado.

— ¡concejal Dagmar! — exclamo una enfermera al entrar a la habitación — la operación fue un éxito, Annika se encuentra durmiendo en su habitación ahora la recuperación depende de ella.

Se hizo un nuevo silencio en la sala de espera, la concejal Dagmar permaneció mirando a la enfermera. Finalmente camino por el pasillo. Cualquier clase de lástima que hubiera sentido hacia el oficial Choi se había esfumado. Algunas enfermeras tomaban notas. Caroline estaba al lado de la cama, acomodando una venda sobre mi hombro. Estaba haciendo todo lo posible por mantenerme viva. Verónica salió al patio, a respirar el aire fresco de la montaña. Estaba segura de que le traería consuelo, pero le atrajo algún tipo de recuerdo. Continúo su camino hacia la enfermería, una de las enfermeras le sonrió. Era una sonrisa verdadera. Mientras pasaba por el corredor, los sonidos y los olores le resultaban familiares. Finalmente se encamino hacía el dormitorio donde me encontraba, acerco una silla a lado de mi cama. Y observo en silencio mi rostro reflejado sobre el ventanal.

— Se pondrá bien despertará en unas horas, la operación fue un éxito — susurró una enfermera que colocaba flores dentro de un jarrón.

Verónica sintió una tristeza inesperada, mientras sujetaba mi mano.

— Madre perdóname — Murmuré una lagrima recorrió mi mejilla.

Caroline se sentó al borde de la cama y se colocó justo al lado de mi cabeza, se inclinó hacia adelante para estudiar mi rostro. Mis ojos parecían moverse con gran intensidad como si estuviera pasando por una pesadilla.

— ¿Quién me habla? — Murmuré.

Caroline dio un salto hacia atrás y se alejó de la cama lo más que pudo, golpeando la mesa donde se encontraba una lámpara.

— ¿Ahora qué pasa? — pregunté mi corazón se aceleró, mi cabeza retumbaba — ¿quién me habla? ¿eres tú padre?

Cubrí mis oídos con las manos y cerré fuerte los ojos. Todo era extraño y permanecía oscuro me negaba a la idea de despertar. Finalmente ignoré las voces y bajé las escaleras de un salto, me detuve hasta llegar a un acantilado. Mientras examinaba el área mis instintos se agudizaban.

— ¿Quién eres? — pregunte.

— Soy tú padre ¿acaso me has olvidado?

— No padre — murmure.

Al darme vuelta encontré a mi padre, que me sonreía. Esa expresión fue como si el mundo volviera a acomodarse de nuevo.

— Annika despierta ellos te necesitan.

— Padre quiero quedarme contigo.

— Estaré siempre a tu lado, tú tiempo a un no ha llegado tú lugar es con los vivos.

En un bloque de concreto escondido detrás de un arbusto espinoso, había una puerta de madera con un pasador de metal salido de la edad media. Mi padre Alger sacó de su bolsillo una llave y abrió la puerta haciéndome una señal para que pasará.

— Tienes una oportunidad, te estaré esperando a tu regresó.

Una lagrima recorrió mi mejilla, mientras me contemplaba. A mí a su hija Annika el único recuerdo de lo que había hecho bien en vida, a lo cual hubiera sido su único propósito.

— Diviértete en tu nueva vida — dijo mi padre antes de cerrar la puerta.

Al abrir los ojos observé la habitación, sobre una silla se encontraba la concejal Dagmar durmiendo y con gran esfuerzo estiré mi mano para sostener la suya. Su cabeza surgió debajo de sus manos, que usaba como una almohada y sus ojos se cruzaron por primera vez con los míos, con una sonrisa en el rostro agregó: — Veo que has tenido una buena siesta, me alegra el saber que estás de regreso con nosotros, tómalo con calma no te esfuerces tienes tubos en tu boca, fue una operación complicada la que has tenido los pusieron hay para ayudarte a respirar.

Reí con dificultad.

— Annika es bueno ver que ya has despertado — contesto Caroline mientras sostenía una lámpara sobre mis ojos — ahora estoy examinando que no haya complicaciones que eviten tu recuperación.

Cuando sacó el tubo de mi boca sentí un dolor sobre mi garganta tragar saliva hacía que ardiera a un más. No creí que fuera doloroso el volver a la vida, examiné de nuevo mi mano en busca de él reloj de piloto que le pertenecía a mi padre, lo solía llevar a todos lados conmigo era como un amuleto para la buena suerte.

— Creó que debes de estar buscando este reloj debe de ser importante para ti — respondió la concejal Dagmar mientras lo sacudía en el aire.

— Pertenecía a mi padre.

— Será mejor que me retire y te deje descansar a un estamos preparando nuestra última para carta para intentar ganar esta batalla.

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