Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 43 Preludio

Solo por esto sobre la muerte descargo la rabia que almacena mi corazón; ha separado tanto nuestras vidas que ya no nos oímos hablar.

- Alfred, Lord Tennyson, In Memoriam A.H.H.

Será mejor que empieces hablar si quieres salir vivo de este lugar — dijo Dong-Sun golpeando la mesa con su mano.

— ¿Eh? Perdona, ustedes fueron los que me detuvieron — el chico esbozó una sonrisa.

— En eso tienes razón. Lo de esta noche fuimos nosotros, seguramente no te importa ser torturado hasta que te decidas a hablar.

Esta vez, la sonrisa de Dong-Sun fue más genuina.

— No se atreverían — murmuró.

— Tienes aspecto de ser inteligente, así que puedo explicarte: este lugar técnicamente no existe, por lo tanto nosotros no estamos aquí. Es más, se podría decir que en este momento te encuentras en tierra de nadie — añadió Dong-Sun mientras encendía un cigarrillo.

— Puedo darte unos nombres. ¡Lo que sea por salir de este lugar!

— Agente Gador, ¿estás escuchando? quiere darnos unos nombres.

— Como si eso pudiera ayudarlo ¿sabes en que lío te has metido?

Gador se dirigió hasta la puerta, no podía quitarse de la cabeza la imagen de Baek sobre un charco de sangre, mordiéndose los labios colocó el cerrojo sobre la puerta.

— Sólo hacia un encargo, dijeron que no habría heridos.

Gador se detuvo, se inclinó y apoyó las manos sobre la mesa su aspecto asiático, labios escarlata y pelo negro largo; daba la impresión de ser mayor que Dong-Sun. El chico respiró con gran esfuerzo, su frente cubierta de sudor y su ropa empapada daban la impresión de haber corrido un maratón. Dong-Sun lo miraba fijamente. Sentía mucha rabia, todavía no había logrado descifrar quién lo había enviado. Basado en lo ocurrido en los últimos días, alguien deseaba mantenerlos fuera de la nación de Guseo. Se aproximó hacia él, deseaba conocer quién lo había contratado hacerle algunas preguntas. Antes de que pudiera completar alguna frase, el chico se desplomó en el suelo. Gador se quedó observando durante unos minutos. El miedo la había paralizado, pero después de un momento logró reaccionar. El chico necesitaba de su ayuda.

— ¡Dong-Sun, qué le has hecho al chico! — Gritó.

Corrió hacia él y se arrodilló a su lado.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó Gador. Tenía la cabeza del chico sobre sus piernas y respiraba con dificultad. Aun se encontraba consciente, pero estaba completamente agotado.

— Estoy bien — balbuceó.

— Si no te molesta, revisaré tus mangas y tus bolsillos, debo asegurarme de que seguirás aquí hasta que amanezca — repuso Dong-Sun

— Te refieres...

— Me refiero a que intente suicidarse.

A la mañana siguiente, Qhawachi permanecía durmiendo sobre el sofá, el ruido de la habitación lo había despertado de su sueño profundo. Se incorporó frotándose su ojo izquierdo. Como no había logrado despertar por completo, se volvió a acostar, esperando que nadie lo molestara.

Pero no duró ni un minuto su tranquilidad.

Un golpe sobre el sofá lo había despertado, al abrir los ojos, se encontró a Gador, quien lo observaba parada de pie a lado de él.

— Será mejor que te prepares, iremos a darle una visita al Gobernante Belmont,

Antes de que Qhawachi pudiera pronunciar alguna frase, un estruendo se escuchó en la habitación del detenido. Miró por la puerta, como si esperara encontrar al chico atado sobre su silla. En su lugar el chico estaba tratando de salir a través de la ventana. No hizo ningún comentario. Esperaba poder terminar el día sin que pasara algún incidente. Finalmente decidió entablar conversación.

— Si quieres escapar por la ventana será mejor que te desates de la silla.

— ¡No me mates, les dije todo lo que sé!

— ¿Quién habló sobre matarte?

El chico volteó hacía Qhawachi confundido.

— ¿Cómo...?

— Quién hablo sobre asesinarte.

— La chica asiática parecía muy decidida — repuso.

— Gador — respondió Qhawachi mientras se frotaba los ojos.

— ¿No se trata de algún truco?

Qhawachi levantó los hombros mostrando indiferencia.

— Ahora puedes bajar de esa mesa antes de que caigas y te rompas el cuello — replicó.

Las palabras parecieron surgir de la nada. Estuvo a punto de cambiar de tema, pero se quedó en silencio. Quería aparentar nuevamente indiferencia. Verónica observaba desde el otro lado de la habitación. Sentía que era necesario que interviniera.

— Será mejor que desates al chico y lo dejes ir, tenemos a la persona equivocada.

— Creo que estuviste en el mismo sitio que yo, le disparó a uno de nosotros — protestó Qhawachi.

— La persona que le disparó a Baek tenía un tatuaje sobre su rostro, el chico que hemos detenido no lo tiene.

— ¿Estás segura de eso?

— La persona que buscamos se llama Dong-Yul y pertenece a la triada de los Jang, una liga menor de la raíz, y mientras continuamos discutiendo tal vez esté acercándose a la esposa del Gobernante Belmont— añadió Verónica.

La cara de Qhawachi se puso sería de pronto.

— ¿A qué te estás refiriendo?

— Hace unas horas la raíz envió un mensaje de amenaza dirigido al Gobernante Belmont. Algunos miembros del ministerio de defensa, piensan que sólo ha sido una especie de provocación — comentó Verónica brevemente, mientras se frotaba el rostro. Qhawachi pensó que sus sospechas eran innecesarias.

— ¿Cómo pretendes detenerlos? — preguntó considerando que cuanto más hablará Verónica, más podría averiguar.

— La única forma que creo posible es infiltrarnos en su seguridad, aunqué tal vez la raíz ya tiene alguien dentro — repuso seguido de una breve pausa — tengo a una persona que puede ayudarnos.

— Hay algo que debemos considerar: la seguridad del Gobernante es asignada por el Ministerio de Defensa.

— Me haré cargo de ello, aún continúo siendo agente concejal — respondió Verónica.

Hank frunció el ceño. No entendía la motivación de Dong-Sun en continuar la misión o entender que lo alentaba. Algo dentro de su interior le advertía que podían fallar. Lo podía sentir en su cuerpo.

— Dong-Sun ¿por qué mantienes tanto interés en continuar la misión? — preguntó.

Temía volver a repetirlo en voz alta.

— Quiero evitar otra guerra, no tengo otro interés.

Las palabras permanecieron en la mente de Hank. Estuvo a punto de cambiar de tema o disculparse, pero guardó silencio. Quería saber todo sobre sus intenciones. Qhawachi observaba confundido. Aún después de lo que había sucedido la noche anterior.

— ¿Que estamos esperando? tenemos una misión por terminar — preguntó Gador.

Verónica observo con suspicacia.

— Creo que debemos empezar con los preparativos, no queremos llegar tarde a la fiesta. Los aliados de Merick no sabrán que los golpeó — contestó mientras recargada su arma.

La cara de Qhawachi se puso sería de repente.

— Espero que podamos detenerlos a tiempo.

— Sé que podremos detener a Merick, considérenlo un hecho, y ahora para comenzar la misión propongo un brindis con vodka.

— Dong-Sun, eres tan terrible — dijo Gador haciendo una mirada suspicaz.

— Ahora todos tomen sus tragos: "arriba al centro y por los nuevos y viejos amigos, salud"

Gador palmeó la espalda de Dong-Sun.

— ¡Comencemos la misión!

Qhawachi hizo una señal afirmativa.

Dong-Sun no podía esperar para poder detener a Merick, pero temía que ya fuera demasiado tarde. Froto su barba tupida con la palma de su mano. Gador repasaba los planos una vez más, cuando una bala impactó el cristal blindado del humvee.

— ¿Hey, que fue eso? — dijo Hank mientras cubría con un chaleco antibalas la ventanilla de su puerta.

— No me preguntes a mí, sabía que era mala idea tomar una ruta con demasiados edificios — repuso Dong-Sun con un tono de molestia y sarcasmo — felicitemos a Gustav Bradbury por su gran elección.

— ¡Gador, trata de solicitar apoyo! — exclamó Verónica.

— Eso intento, pero la radio está muerta, han intervenido las comunicaciones.

— No me digas — repuso Qhawachi — ¿Ahora como saldremos de esto?

Gustav Bradbury parecía muy concentrado en sus pensamientos.

— Ahora todos mantengan su cabeza abajo, no queremos que alguien salga herido — contestó Dong-Sun.

— Ah ¿sí?, dime algo que no sepa — contestó Verónica con un tono de sarcasmo — gracias por la sugerencia.

Una bala golpeó la capota del auto.

— Bueno y entonces ¿intentarán sacarnos de aquí? o ¿quieren esperar a que ajusten su puntería?

Gador hizo un gesto de indiferencia y observó por la ventanilla con un espejo.

— Parece que los disparos provienen del techo, no logro ver al tirador.

— Mantén tu cabeza abajo — repuso Dong-Sun.

— Mantén la calma Dong-Sun, a unos tres metros de nuestra posición podemos ocultarnos en un estacionamiento subterráneo, podría darnos tiempo para ubicar de dónde provienen los disparos — dijo Gador.

— ¡Qhawachi, puedes llevarnos hasta a la dirección que indica!

— Trataré de llevarlos aunque no les garantizo que será un viaje tranquilo.

Qhawachi puso marcha atrás al humvee, las balas impactaron sobre la puertezuela derecha. Dong-Sun permanecía con la cabeza abajo mientras sostenía su arma. Un grupo de tiradores los esperaban al final de la calle. No les sorprendió que una granada de humo les explotara debajo del humvee, no sabían que esperar. Gador levantó la mirada hacía la parte trasera del humvee y luego continuó con la cabeza abajo.

— ¿Cuáles son las probabilidades de que salgamos con vida? — preguntó tratando de sonar despreocupada.

Dong-Sun levantó la mirada hacia ella y luego continuó hablando: — Tal vez parezca que hemos perdido, pero aun podemos salir con vida de este lugar.

Gador sintió una punzada en su muslo derecho, una bala había atravesado la portezuela, tenía las manos cubiertas de sangre y fragmentos de metralla incrustado en su costado derecho. Cansada y adolorida, Verónica se digirió hacia Gador para cubrir con un pañuelo la herida de su costado derecho. Hank observó en silencio.

— ¡Resiste, no cierres los ojos, quédate con nosotros! — exclamó Verónica.

Gador soltó una risita.

— Tranquila, no me iré a ninguna parte, Qhawachi ¿cuanto falta para salir de este sitió ?, deseo estirar las piernas.

— Sólo quedan unos metros, es difícil conducir viendo a través de un pedazo de espejo, ¿Dong-Sun era necesario que tomáramos un humvee?, pudimos haber usado un auto que tuviera cámara de reversa y una pantalla.

— Si no hubiéramos tomado un auto blindado, ya estuviéramos muertos unas cuadras atrás.

— Dong-Sun, creo que no estás observando lo que acaba de ocurrir, pero una bala acaba de atravesar mi muslo derecho — repuso Gador.

— ¡Guarden la calma, saldremos vivos de este aprieto! — exclamó Hank.

Gustav Bradbury soltó una risita, que a todos les resultó muy molesta. Verónica tenía más preguntas y los demás no habían querido dar alguna respuesta. Pero de pronto, cuando menos se lo esperaban, un auto los había impactado por detrás, Gador estaba a punto de desplomarse del agotamiento. Se inclinó sobre su rodilla y observó por el espejo. Respiró profundamente y rogó no morir. Verónica observó cómo se mordía la uña de su dedo gordo; nunca la había visto hacerlo antes. Gustav Bradbury permaneció sentado ignorando a los demás.

— ¿Qué pasa? — susurró Verónica.

— No sé — respondió Hank — pero tenemos que actuar si queremos salir con vida.

— Estoy escuchando cada una de sus palabras — dijo Qhawachi en voz alta — no veo que ninguno de ustedes haga algo para deshacerse del auto que nos está deteniendo.

— Ya que insistes, es tiempo de que actúe — respondió Hank seguido de una breve pausa — Verónica ¿en qué posición está nuestro atacante?

— ¿De qué estás hablando? vienes en el mismo vehículo que yo, ya deberías saber que está a nuestras espaldas, o acaso el sonido de las balas que impactan el cristal trasero te han dejado sordo.

— De acuerdo, es suficiente para mí, Gador y Qhawachi, presten atención, esto sucederá una vez — añadió Hank mientras bajaba la ventanilla.

Hank se asomó por la ventanilla del humvee. Ahora tenía un mayor blanco al cual disparar, sintió un torrente de adrenalina que recorría su cuerpo. Dirigió su arma hacia el chófer del auto y tiró del gatillo. La bala atravesó el parabrisas y se impactó en su cráneo. Antes de darse cuenta, el auto se impactó contra una jardinera dejando el cuerpo de un tirador sobre el suelo. Gustav Bradbury continuó observando en silencio. La expresión de Gador fue de horror, sus mejillas se contrajeron. Una vez que lograron llegar al estacionamiento, Verónica echó una mirada tan dura hacía Hank que pensó que le dispararía; pero era evidente el terror que había cruzado por su rostro.

— ¡No tenías que exagerar! disparar a su radiador hubiera bastado — dijo Verónica con un tono de enfado.

— Nos hubieran matado de cualquier modo... eran ellos o nosotros.

— Estoy de acuerdo con Hank, si no hubiera sido por su disparo quizás ya habríamos muerto — respondió Qhawachi.

— Lamento interrumpir su discusión, pero tenemos una misión que completar — repuso Gador.

Las luces de un auto se encendieron y un chirrido de llantas sobre el asfalto se escucharon. La preocupación de Dong-Sun había aumentado corrió hacia Gador, mientras un tirador se asomaba por la ventanilla del auto en movimiento. Nadie logró detener a los tiradores quienes abrieron fuego hacia Dong-Sun. Siguiendo sus órdenes a regañadientes, Verónica y Hank salieron del estacionamiento con dirección hacía el auditorio Wellington.

— ¡Basta! no puedo seguir, acabaron de herir a Dong-Sun y lo dejamos atrás — replicó Verónica.

— Está situación tampoco me agrada, pero si no hacemos nada por detenerlos te aseguro que te sentirás a un peor.

— Hank, no estás ayudando — respondió Verónica con un tono de enfado.

— Lo sé, tampoco me gustó haber dejado a Dong-Sun atrás, pero si no lo hacíamos ellos habrán ganado.

No le sorprendió a Verónica ver preocupado a Hank por Dong-Sun. Pero debían llegar al auditorio Wellington, sólo habían logrado avanzar medio camino.

— Tu idea es seguir caminando a pie hasta llegar al auditorio o ¿tienes un mejor plan?

— Tal vez podríamos tomar un auto — respondió Verónica.

— No creo que sea buena idea seguir sumando cargos.

— ¿Por qué ahora estas dudando?

— No lo hago. De acuerdo, qué auto te gustaría tomar — respondió Hank soltando un suspiro.

Verónica puso la mano sobre un Mercedes Benz, que se encontraba aparcado debajo de un árbol definitivamente parecía interesada por el auto. Hank camino hacia Verónica atraído por su mirada. Pero luego se fueron hacia el reflejo del parabrisas.

— Veo que has elegido el auto que menos llama la atención.

— Hank, no te contengas, sé que también te atrae.

— Cómo pretendes subir al auto.

— Usaré mi PDA.

— Ahora también tiene una aplicación para robar vehículos.

— Sólo observa — agregó Verónica mientras colocaba el PDA sobre la puertezuela del auto.

Hank sacudió la cabeza y miró hacia el interior del vehículo, los seguros de las puertas se habían quitado apenas había logrado entender como lo había conseguido. Un ruido de lado del conductor atrajo su atención, Verónica se encontraba a bordo del auto. Retrocedió inquieto pensando que era peligroso robar el automóvil. Continuó observando con los ojos desorbitados.

— ¡Piensas subir o terminaré la misión yo sola! — gritó Verónica.

Hank tardó en reaccionar, se encontraba aturdido por los acontecimientos que habían sucedido.

— De acuerdo, no te desesperes, vigilaba que nadie nos estuviera observando.

Hank volvió a observar por el espejo retrovisor. Durante varios minutos permaneció en silencio, sintió que el mundo a su alrededor se detenía, se recostó sobre el asiento del copiloto. Las nubes cubrieron el cielo como si de algún modo el sol escapara temeroso, ante lo que sucedería en el auditorio Wellington. Le corrió un escalofrío en el cuerpo.

— Piensas que nos hemos excedido — dijo Verónica — si piensas que esta misión se ha salido de control será mejor que nos detengamos. Aunque si no logramos parar a Merick, se podría ocasionar una guerra.

Hank sintió que la cara se le encendía.

— No puedo pedirte que nos detengamos, ni tampoco quedarme de brazos cruzados.

— El auditorio Wellington está a doblar la esquina.

Verónica miró hacia la acera. Un sujeto con el rostro tatuado cruzaba la calle.

— ¿Has visto eso? — preguntó.

— Qué cosa.

— Acabo de ver a Dong-Yul cruzar por la calle, al parecer iba a entrar al edificio que se encuentra enfrente, llevaba una especie de maleta.

— Detén el auto, iré por Dong-Yul y tú encárgate de la seguridad de la esposa del Gobernante Belmont.

Hank sintió que se le aceleraba su respiración, un sonido metálico se volvía cada vez más fuerte mientras subía las escaleras, se inclinó en la barandilla. En ese momento, se estiró y observó a los pisos contiguos. No podía dejar escapar a Dong-Yul. Siguió subiendo las escaleras, intentó no prestar atención a la posibilidad de que el plan fracasara.

— Estoy en el estrado — dijo Verónica a través del comunicador.

— Estoy por las escaleras de emergencia, perdí de vista a Dong-Yul.

— Hay banderas en el estrado, pueden servir para corregir las condiciones de viento, debemos encontrarlo.

— Tal vez ya han planeado la muerte de la esposa del Gobernante Belmont — respondió con un susurro.

— ¿Qué es lo que te preocupa? — preguntó Verónica.

— Puedes guiarme desde afuera.

— Buscaré un lugar despejado.

Las extrañas luces de la habitación del tercer piso llamó la atención de Verónica. Vio nuevamente el destello de luz que provenía del tercer piso. Se había dado cuenta que sobresalía un cañón de un rifle. Algunas personas se habían reunido cercas del estrado. Verónica observó con detenimiento el podium, miembros de seguridad revisaban con sensores los alrededores.

— Verónica, me oyes — repuso Hank por el comunicador.

— Veo un destello en el tercer piso.

— ¿Logras ver algo más?

— Veo un cañón afuera de la ventana, debemos de darnos prisa.

— Subiré al tercer piso, guíame si logra disparar podrá desaparecer entre la multitud.

Verónica observó de nuevo los ventanales de los pisos contiguos, su aspecto lucía serio. No podía apartar la imagen de su mente, lo que supondría fracasar al intentar detener los planes de Merick. Mientras continuaba observando los ventanales la esposa del gobernante Belmont subía al estrado, alzó la cabeza y dirigió la vista hacia los espectadores. Sintió que su corazón se aceleraba, un zumbido se escuchó sobre su oído y un chasquido metálico atrajo su atención. Un corredor saltó bruscamente hacia su dirección, lanzándola sobre el suelo, sintió que la furia la invadía y superaba su miedo de fracasar. Frotó su odio con su mano, no podía sentir el audífono, se levantó y retrocedió esperando encontrarlo en el suelo. Permaneció mirando el lugar donde había caído y una repentina sensación de pánico se apoderó de su interior. El corredor se dio vuelta hacia Verónica, que seguía buscando el audífono en el piso, el corredor buscó en el interior de su mochila una barra de acero se estiró y la golpeó la cabeza de Verónica. En ese momento Verónica se arrodilló, y colocó su mano sobre su cabeza esperando encontrar sangre, no podía permitirse perder el conocimiento tan fácilmente, se colocó en cuclillas y tomó su arma. Cuando consiguió enfocar el blanco, un estallido se escuchó sobre el podium, su corazón se aceleró.

¿Cuánto tiempo podría haber pasado?, se preguntó

Algunas personas corrían intentando escapar de la explosión, sus rostros de terror y cuerpos cubiertos de sangre, confirmaban su mayor miedo habían logrado asesinar a la esposa de Gobernante Belmont, cubriéndose el rostro con un pañuelo, corrió hacia el podium, algunas personas rogaban por ayuda otros permanecían inmóviles sin emitir algún tipo de ruido. El grito de los heridos producía un sonido horroroso. El aire apenas se aclaró, pudo distinguir parte de lo que quedaba del auditorio Wellington, recordó haber escuchado un extraño zumbido y haber visto extrañas luces. Ahuyentó su pánico y se puso a trabajar.

Levantó un pedazo de muro que mantenía aplastado la pierna de un herido, examinó nuevamente su alrededor no logró divisar nada que pudiera poner su vida en peligro, los quejidos de la gente atrajeron nuevamente su atención, ató fuertemente un pedazo de su camiseta sobre la pierna de un herido. Y continuó buscando entre los escombros, intentando no prestar atención al fracaso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro