Capítulo 38 Cada uno
Faulkner dijo: "note molestes en ser mejor que tus contemporáneos O que tus predecesores. Trata de ser mejor que tú mismo"
La confusión me invadió, seguido de una ola de pánico. Las voces eran extrañas y sonaban metalizadas a través de sus máscaras. Algunas palabras eran incomprensibles otras familiares. Entrecerré los ojos y dirigí mi mirada hacia uno de ellos. Las caras se volvieron nítidas como si de algún modo hubiera ajustado la lente de una cámara. Me encontraba en medio de una habitación, lo que al principio parecían manchones que se movían; se fueron convirtiendo en personas. Uno de ellos continúo observándome en silencio, hasta que las cuatro personas que llevaban la camilla dejaron la habitación. Continúe observando el techo en busca de una posibilidad de escapar, el adormecimiento que sentía en mis extremidades poco a poco fue desapareciendo; algo del miedo que sentía se fue desvaneciendo, pero no lo suficiente; mi corazón a un continuaba acelerado. Alguien tiro de la cinta que sujetaba mi mano izquierda contra la camilla. Dude si debía continuar desatándome, pero después tire de la cinta que sujetaba mi mano derecha; con las dos manos libres, tire la cinta que sujetaba mi espalda contra la camilla y con algo de dificultad desate mis piernas; quedándome sentada sobre la camilla.
— Veo que te ha tomado tiempo el desatarte.
— ¿Por qué me has liberado? — pregunte.
— A un no reconoces mi voz.
— Tu voz se distorsiona con esa máscara que llevas puesta — respondí.
— ¿Te es reconocible mi voz? — agregó mientras se quitaba la máscara del rostro.
— ¡Doreen!
— ¿Por qué te sorprende el que te haya liberado?, ambos estamos del mismo bando.
— ¿Qué ocurrirá si te descubren?
— Creó que culparan al guardia del próximo turno.
— ¿Sabes en donde está mi equipo?
— Están en el otro complejo de edificios, pero debes de apresurarte antes de que hagan pruebas con ellos.
— ¿Qué clase de pruebas?
— Te lo diré en el camino, pero antes debemos disfrazarte — agregó Doreen mientras estiraba la mano y me ofrecía uno de los trajes.
No sabía que podía encontrar al salir de la habitación, sentí confusión mezclada con frustración. Algunos pasillos lucían iguales; iluminados con grandes lámparas sobre los techos. Doreen caminaba delante de mí evitando que me perdiera dentro del laberinto de corredores. En una de las habitaciones se encontraban jóvenes, algunos más chicos; otros mayores. Varias personas permanecían observándolos por un cristal en el techo. De una de las rejillas que se hallaban en la habitación; comenzó a emanar un gas de color blanco, algunos de los chicos intentaban trepar para romper el cristal del techo. Otros intentaban tapar la rejilla con sus camisetas, sólo un par de ellos permanecían en silencio sentados sobre el suelo como si de algún modo se preparaban para su final. Cuando el gas cesó sólo había cuerpos tendidos sobre el suelo, de sus oídos brotaba sangre; algunos la sangre salía de sus bocas.
— Estos son los experimentos que les harán a mi equipo.
— Es solo una parte, pero debemos darnos prisa si queremos llegar a tiempo.
Continúe en silencio mientras recorría los corredores, trataba de evaluar toda la información, mi mente trabajaba de prisa; no podía entender lo que estaba ocurriendo. Imagine al resto de mi equipo atado en una de las camillas, mientras hacían dolorosos experimentos sobre ellos; el reflejo de uno de los ventanales atrajo mi atención, se hallaba un enorme patio con una cancha bordeándolo por grandes paredes de piedra. Las paredes debían tener más de cien metros de altura formando un cuadrado perfecto. En la mitad había una enorme entrada que conectaba a otro pasadizo, continúe caminando detrás de Doreen sin entablar conversación.
— Este es la habitación en donde se encuentra tu equipo — respondió Doreen mientras tocaba el picaporte de la puerta.
Doreen entorno la puerta para que diera un vistazo, primero dude; la habitación parecía un remolino brumoso de personas y luces. Un torrente de adrenalina recorrió mi cuerpo, quería llorar gritar hasta desgarrar mi garganta. Las voces se habían apagado, mientras continuaba observando en el interior; sentado sobre el borde de un pilar alguien hablo.
— Continuarás observando el interior o ¿has venido a rescatarnos? — respondió Eckard mientras me miraba.
Me sentí aliviada al que ver que a un mantenía un aspecto saludable. Corrí a través de la habitación sin intención de disminuir mi velocidad, hasta que Birgit me detuvo interponiéndose entre nosotros con las manos estiradas.
— Seamos cuidadosos mientras permanezcamos dentro de este edificio.
Observe a Eckard esperando que emitiera alguna queja, pero asintió con la cabeza.
— Estoy de acuerdo con Birgit hay que ser precavidos mientras estemos en este sitio.
— Lamento interrumpir su conmovedora reunión, pero debo de sacarlos de este lugar — añadió Doreen.
Al ver los ojos de Eckard, me di cuenta de que sentía rabia hacia Doreen, a él le ocurría lo mismo que a mí.
— Hay que darnos prisa — respondí.
Birgit escuchó gritos y murmullos. Doreen se detuvo bajo el marco de la puerta para observar en el pasillo. Habían puesto a alguien dentro de una de las habitaciones. Provenían los gritos desde su interior.
Los alaridos no parecían humanos.
Al llegar a la habitación, Doreen retrocedió unos pasos y volteó hacia Birgit. Sus ojos estaban cristalizados, mientras permanecía parada enfrente de nosotros podíamos escuchar su respiración; pensé que nunca había visto a alguien tan triste.
— Se que los experimentos son terribles, ¡pero debemos encontrar algún modo de detener a Merick! — exclamó, Doreen por encima de los gritos que se escuchaban en la habitación.
Eckard permaneció perplejo abrió la boca para realizar una pregunta, pero volvió a cerrarla sin hacer algún murmullo.
— ¿Son los experimentos que realiza con el elemento M88? — pregunte.
— Está buscando una cura para la degeneración de sus tejidos; intenta aislar la sepa para encontrar una cura, pero los experimentos no han resultado. Al final de este pasillo se encuentra una salida — respondió Doreen.
Doreen se concentró nuevamente en encontrar la salida. Sabía que su rostro la delataba tenía aspecto de estar aturdida. Birgit se acercó junto a ella, inexpresiva cruzó los brazos mientras la examinaba.
— ¿Se que estas juzgándome?, pero eres demasiado joven para entender este tipo de situación — respondió, Doreen mientras la observaba con el rabillo del ojo.
— Entiendo lo suficientemente — contesto con un tono de enfado.
— Debes de pensar que los he traicionado, no es difícil deducirlo por la expresión en tu mirada.
Al escuchar las palabras de Doreen, Birgit asintió con la cabeza; parecían frases sin sentido. Volvió a sentir una presión en su pecho, su corazón latía velozmente; había liberado una cascada de emociones, ira, tristeza, miedo y asco. Una sensación de desesperanza le había invadido, quería correr y esconderse del resto de la gente. Birgit se dedicó en estudiar toda la zona, el piso del patio estaba echo de concreto y muros de piedra; entre las grietas del muro crecía hierba y maleza. Cerca de una de las esquinas se encontraba una compuerta.
— ¿Por qué no nos han seguido los guardias?, ya debieron haber notado que no estamos en aquella habitación — respondió Birgit.
— En realidad hace un par de minutos, se emitió una alerta roja he estado desviando a los guardias a pisos adyacentes para que no seamos molestados durante su escape, ¡si quisiera traicionarlos ya los hubiera entregado!
Doreen tomó el cerrojo de la puerta y giro la llave. Birgit sintió un mareo todavía deslumbrada por la claridad, pero a un se sentía confundida para prestar atención a aquello que le rodeaba. Giro la cabeza lentamente mientras parpadeaba; se hallaba en un enorme prado. Sacudió la cabeza y se dirigió hasta Eckard, parecía tan enojada que no habría resultado extraño que se acercara sosteniendo un arma. Un pañuelo colgaba de una rama de un árbol, no había viento que la hiciera flamear para revelar su dibujo. Impresionado Eckard por la actitud de Birgit; la miró fijamente hasta que se dio media vuelta y se apartó rápidamente. De pronto un oficial se acercó, llevaba ropa normal: Una gabardina oscura, botas y un reloj de manecillas. Me resultó extraña la forma en la que vestía, imaginaba que tenía que resultar más amenazante. Tendrían que llevar algún uniforme militar. El sujeto de piel clara tenía el pelo corto y barba abundante. Pero más allá de su mirada intimidante y ceño fruncido, no había alguna gota de temor o indiferencia.
— ¿Doreen creó que tienes una larga historia que contar?, habría imaginado que se trataba de un grupo pequeño — añadió — por esta ocasión seré su guía, veo que no necesitan protección se pueden cuidar solos, al juzgar por sus uniformes forman parte de Hunter. Mantengan la calma están con un aliado — estiro su brazo — soy, Alexandre.
— Silvana Milenka Diatlov, al juzgar por tu vestimenta no formas parte del escuadrón de la muerte.
— La concejal Dagmar nos contactó, decidimos venir a ayudar nos informó que parte de su equipo se encontraba en estas instálaciones.
— ¿Son los que activaron la alarma silenciosa? — pregunté.
— Lamentablemente un miembro del equipo la activo, pero hay buenas noticias también somos su boleto de regreso; parte de mi escuadrón esta colina arriba asistiendo a los miembros de tu equipo.
— ¿Tienes armas para nosotros? — preguntó Eckard.
— Traigo armas para ustedes, también tengo lo que han venido a buscar.
Alexander se alejó sin decir nada, estaba claro que había sido enviado por la concejal Dagmar. Estiro su brazo para entregar el contenedor con las muestras, que habíamos venido a buscar; de forma instintiva tome el contenedor. Eche un vistazo a los demás sujetos quienes venían con Alexander, estudie de nuevo a la multitud; mi calculo había sido acertado: Eran aproximadamente cuarenta o sesenta hombres, que iban desde los más jóvenes; hasta los más adultos, al parecer Alexandre era uno de los más adultos. En ese momento, me di cuenta que no tenía idea qué había sucedido; con el resto del equipo que se encontraba en el campamento, el alma se me desprendió del cuerpo: Estaba tan perdida.
— Alexander — dije abandonando mi máscara de valentía — necesito saber que ocurrió con el equipo que dejamos en el campamento.
Alexander camino hacia a mí y se sentó sobre unas cajas. Uno de sus compañeros lo siguió y se agrupó detrás de él.
— Creó que, si no te encontraras preocupada por la seguridad de tu equipo no eres humano, y no debería de encontrarme en este sitio ayudándote. Si actuaras de otra manera; yo mismo me encargaría de darte un tiro en la cabeza, y lanzar tu cuerpo a un acantilado porque eso querría decir que eres un psicópata.
— ¿Me dispararías? — pregunté confundida.
— ¡Maldición! — exclamó Alexander, frotándose los ojos —. No fue la mejor manera de iniciar una conversación. Te prometo que tu equipo se encuentra a salvo; la concejal Dagmar nos contactó solo para brindarles apoyo, parte de su equipo de seguridad y un miembro de tu equipo; también se encuentra en la zona. Sólo hay que tratar de evitar que seamos asesinados mientras intentamos salir de este sitio.
Alexander se detuvo un momento al observar la expresión en mi rostro.
— Lo que trato de decir — agregó mientras pasaba su mano por su cabello y al mismo tiempo dejó escapar un suspiro — creó que no soy bueno para decir este tipo de cosas, sólo tenemos que esperar a salir a salvo de este lugar y que Doreen cumpla con la otra parte del trato.
Mis ojos se agrandaron. El sujeto que se encontraba sentado, detrás de Alexander se levantó y le dio una palmada amistosa sobre su hombro.
— El señor Chandler se encargará de darles el armamento necesario o no es así señor Chandler.
— Estoy totalmente de acuerdo con su petición señor Alexander, les brindaremos las mejores armas, siempre y cuando no seamos, nosotros quienes terminemos delante de esos cañones — bromeó, simulando con un acento francés — perdone mi descortesía a un no nos han presentado de manera oficial, y ya le estoy causando un infarto o una mala impresión sobre mí — extendió su brazo — permítame presentarme, mi nombre es Fauré-Dumont Chandler, y será un placer para mí el brindarle toda la atención que necesita su equipo y también a tan hermosa mujer, que ahora contemplan mis ojos y nos sentiríamos alagados mi equipo y yo, si perdonara mi descortés broma y nos dejaran escoltarlos hasta su campamento.
Extendí mi mano parecía más agradable que Alexander y también era más robusto y alto que él. Su cabello castaño oscuro y largo. Sus brazos músculos muy marcados.
— ¡Será mejor que mantenga la calma señor Chandler! — exclamó Alexander tomando a su compañero del hombro para que se sentará de nuevo — no queremos causar un conflicto entre unidades por su sutil oferta.
Se escucharon algunas risas y luego todos volvieron a sus actividades.
Alexander abrió las palmas de las manos y extendió los brazos hacia arriba.
— ¡Creó que ha llegado el momento de partir! — exclamó.
— Alexander no estarás pensando partir sin antes llevarte los planos de las instalaciones — comentó Doreen mientras sacudía un pendrive.
— Agradezco tu aportación fue un placer hacer negocios contigo — respondió mientras metía el pendrive en su bolsillo — ya es momento de partir, ¡todos suban a los camiones!
Al abordar el camión volví la vista hacia los edificios, sintiéndome extraña y al mismo tiempo confundida analicé lo ocurrido. Sacudí mi cabeza la combinación de olores que había en el ambiente me distrajo de mis pensamientos: tierra recién labrada, abono en descomposición. Sabía que algunos metros de nuestra posición se encontraba una granja. Volví la vista y miré el cielo azul en el horizonte, no había una nube que cubriera el sol. Dejé escapar un suspirò y una leve sonrisa se dibujó sobre mí boca, ahora ya estábamos a salvo.
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