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Capítulo 36 El paraiso perdido

La verdadera sabiduría empieza cuando aceptamos las cosas tal y como son.

-Anónimo.

El leve siseo que provoca la intravenosa me despierta, por un lado, de la cama está sentada una enfermera.

¿Qué hago aquí? — Murmuré. Intento recordar que había sucedido antes de despertar en la habitación. — ¿Qué sucedió con el resto de mi equipo? — pregunté. Un dolor punzante recorrió mi cuerpo, mientras intento levantarme.

¡Permanezca recostada o tendré que administrarle un calmante! — Exclamó la enfermera.

Acabas de despertar y ya estas causando un alboroto — contestó Dong-Sun al entrar a la habitación.

¡¿Puedes explicarme qué hago aquí?!

Enviamos un equipo de rescate.

Llevaban trajes amarillos y mascarillas, ¡como si fueran de control biológico!

Echo una mirada hacia Dong-Sun, quien se encoje de brazos como si estuviera diciendo: diré todo lo que tenga que decir.

— Es el escuadrón Adammeo de contención biológica, es un organismo descentralizado del ministerio de defensa.

Dong-Sun se arrodilla junto a mí y coloca su mano sobre mi frente.

— ¿No recuerdas lo que sucedió? Te diré: hace unas horas recibimos una alerta en la que se detectó un aumento de actividad inusual de energía y un incremento elevado de temperatura, fue una actividad desproporcionada de radioactividad, también hubo un incremento de agentes venenosos en el aire, justo en tu ubicación.

— No creí que una bestia Grimen podía causar dicha actividad inusual.

— ¿Recuerdas algo antes de perder el conocimiento?

— Tuve la sensación de haberme encontrado a Doreen.

— ¿Has dicho Doreen?

— Antes de que llegara el equipo de rescate, minutos atrás hubo una explosión en el túnel, la onda expansiva me arrojó contra el suelo dejándome por un breve instante inconsciente, cuando traté de acercarme a mi equipo, un dolor punzante sobre mi brazo me paralizó, fue en ese instante cuando una silueta se acercó hacia a mí y me hizo en mi brazo una especie de vendaje.

— Creo que eso explica tu vendaje — respondió Dong-Sun Mientras lo extiende en su mano.

— ¿Qué estás ocultando?

— De acuerdo al análisis que te han realizado te encuentras fuera de peligro de cualquier riesgo biológico.

— Dong-Sun, no volveré a preguntar una vez más, como tú oficial superior te ordeno que bajes esa tableta y me digas que estas ocultando.

— Semanas después de que robaran el elemento M88, detectamos una actividad de la cual se encontraba involucrada Doreen, tiempo después descubrimos con el satélite algo inusual en una aldea ubicada en los límites de Sunan, creemos que se usó esa aldea para realizar experimentos en los aldeanos.

— Qué clase de experimentos querrá hacer en las personas, a menos que trate de encontrar alguna clase de cura...

— Las pruebas forenses que realizamos en los cuerpos de los aldeanos confirmaron que se estaba realizando una investigación para detener alguna clase de trastorno degenerativo.

— ¿Crees que el Biofísico Akihiro esté involucrado en todo esto?

— No tengo ninguna duda, es preciso indicar que encontrar a Doreen es nuestra mayor prioridad.

— ¿En dónde mantienen al Biofísico Akihiro? — pregunto mientras guardo la venda dentro de mi bolsillo.

— Está en una zona aislada dentro de un tanque de éxtasis.

— ¿Tanque de éxtasis? No recuerdo que existiera una instalación así en este lugar.

— En este momento nos encontramos en una zona aislada llamada Monte Olimpo.

— Hay algo más que tengas que agregar — respondí mientras me quito la intravenosa del brazo.

— Hicimos unas pruebas al Biofísico Akihiro, descubrimos que su frecuencia cerebral estaba a un nivel más alto de lo normal, creemos que ese incremento es alguna clase de comunicación a distancia. Quizás eso atrajo a la bestia Grimen hacia tu dirección — respondió Dong-Sun.

— Llévame al tanque de éxtasis.

Me incorporo y camino hacia el vestidor. No podía creer que Dong-Sun me estuviera ocultando todo el tiempo un anexo secreto del ministerio de defensa llamado Monte Olimpo.

— Antes de continuar debemos cambiarte tu nivel de autorización— añadió Dong-Sun mientras toca la puerta del vestidor.

Trato de salir de mi aturdimiento, aun no puedo entender todo lo que había sucedido.

— ¿De que estas hablando? Soy el director adjunto del ministerio de defensa, tengo el nivel de autorización más alto — abrí la puerta y le lancé una mirada acusatoria.

— Pero no para estas nuevas instalaciones — afirmo.

— ¿Y dime quién autorizo este anexo? y el nivel de autorización extra.

— La misma persona quien ordenó la construcción de este nuevo edificio, y dio la autorización para el nivel extra de seguridad la concejal Dagmar, tenemos las razones suficientes para sospechar que Merick y el sumo concejal Magnus traman algo y lo que suceda no puede ser bueno para nosotros y las demás naciones.

— Te refieres a que no fue coincidencia que me haya encontrado al Biofísico Akihiro o el ataque de la bestia Grimen en los túneles...

— Temo decirte que el ataque de la bestia Grimen no fue una coincidencia, ni tu encuentro con el Biofísico Akihiro.

— ¿Quién me dará mi nuevo nivel de autorización?

— Mi asistente en cuanto lleguemos al lugar donde se encuentra el Biofísico Akihiro, y por cierto se llama Aiko, no asistente de Dong-Sun como la nombras.

Echo una mirada a Dong-Sun, quien entrecerró los ojos.

Camino unos metros hasta llegar a una puerta de acero, al detenerse Dong-Sun la puerta se abrió automáticamente sin que tocara algún interruptor o digitara un código de acceso.

— Creo que te estarás preguntando como se abrió la puerta.

— Has adivinado.

— Es un nuevo sistema de seguridad a través de un sensor lee mi frecuencia cardíaca.

Al abrirse la puerta no tenía ninguna expectativa con lo que me encontraría dentro, tal vez porque de alguna forma me estaba resignando a la idea de haber perdido al Biofísico Akihiro durante su traslado.

— Creí que tardarían en venir a este lugar — dijo Aiko al vernos entrar a la habitación.

Por el rabillo del ojo observé la identificación que cuelga de su cuello, división de riesgo bacteriológico. Poso ambas manos sobre la barandilla de la escalera, tomo algo de aire y doy un breve vistazo a la habitación. Mientras continúo examinado el lugar en busca del tanque de estasis.

— Director adjunto Silvana — dijo Aiko tomándome del hombro.

— ¿Qué ocurre?

— Puede acompañarme a la estación donde se encuentra el tanque de éxtasis — añadió, Aiko mientras bajaba por las escaleras.

El pasillo se encuentra alumbrado por una luz tenue, al fondo en un rincón de la habitación, hay una pila de cajas que llaman a mi atención; algunas se encuentran abiertas y otras selladas. Continúo observando en busca de alguna pista.

— Director adjunto Silvana, esta es su nueva autorización de seguridad — respondió, mientras extiende delante de mí su mano.

En el centro de la habitación logro ver el tanque de éxtasis ¿el Biofísico Akihiro se encuentra dentro? perpleja retrocedí unos pasos y abrí mi boca para hacer una pregunta, pero volví a cerrarla sin decir nada.

— Ese líquido lo mantiene vivo mientras sus tejidos son reparados...

Di la vuelta al escuchar la voz de Lyonya, al verlo me sentí aliviada; ya tenía un aspecto saludable. Sus ojos se posaron sobre los míos y mi corazón latió con fuerza.

— También te extrañé, Silvana — Murmuró Lyonya al rodearme con sus brazos.

Sobre mi cuello logré sentir su cálido aliento.

— Igual yo — murmuré sobre su oído, mientras lo rodeaba con mis brazos.

— Lamento interrumpir su romántico encuentro, sé que han estado tiempo sin verse, pero tenemos asuntos que atender — respondió Dong-Sun

Afirmé con una mirada fugaz.

— ¿Qué información querías mostrarme? — pregunté resignada.

— Estos son los datos que obtuvimos de la aldea que fue atacada, los resultados indicaron que los aldeanos fueron utilizados en alguna clase de experimento.

— ¿Piensas que de algún modo los aldeanos fueron utilizados para encontrar alguna especie de cura?

— Creemos que el cuerpo de Merick se está deteriorando, dentro de los cadáveres que logramos examinar encontramos grandes cantidades de glóbulos blancos que habían atacado al tejido sano.

— Tendré que acudir al lugar para comprobar que las pruebas encontradas sean reales.

— En ese caso te enviaré con un equipo especializado.

— Creo que preferiría ir con mi propio equipo.

— ¿A qué te refieres?

— Prefiero ir a esta misión bajo mis propios términos, no sería bueno para nosotros que Merick se enterara que hay instalaciones secretas o que hay alguna clase de investigación en su contra no sabemos en quien podemos confiar, una parte del ministerio aun lo sigue controlando el sumo concejal Magnus, podría haber algún aliado suyo dentro de nuestro equipo, será mejor que mantengamos esto entre nosotros.

— No se crearán registro sobre tu operación, mantendré tu misión como un entrenamiento de rutina para la división Lesnar.

— Te mantendré informado bajo nuestro canal seguro.

— Estaré esperando — afirmo Dong-Sun.

— Será mejor que me vaya, pero antes de irme hay una pregunta que debo hacerte.

— Adelante, pregunta.

— ¿Podrás mantener esta operación en secreto el mayor tiempo posible?

— Haré todo lo que este a mi alcance.

— En ese caso iré a ponerme mi equipo — respondí, mientras salía de la habitación.

La puerta del vestidor esta entornada. Lyonya está parado debajo del marco de la puerta. Toc, toc, toc asoma la mirada un instante, continúa preguntando.

— ¿Realizarás una misión con la división Lesnar?

— Esta vez realizaré la misión en solitario, no involucraré a ningún miembro del equipo — respondí, mientras me siento sobre la banca para atar las agujetas de mis botas y guardar mi arma en su funda.

— A qué te refieres con realizar una misión en solitario.

— Me refiero Lyonya a que esta vez es mejor mantener a los miembros del equipo al margen. Esta misión no está aprobada por el ministerio de defensa.

— Puedo acompañarte.

— Preferiría que te mantuviera al margen de esta operación.

Lyonya se arrodilló enfrente de mí y colocó su mano sobre mi barbilla, sus ojos se posan sobre los míos, nuevamente mi corazón late con fuerza pareciera que podría salir disparado; apreté con fuerza mi pecho

<< no.... >>, antes de que pudiera pronunciar alguna otra palabra, con sus dedos Lyonya cubrió mis labios, mis mejillas comenzaron a arder.

— Deseo ir contigo — replico.

Un estremecimiento recorrió mi cuerpo no podía soportar la idea de perderlo de nuevo, una lagrima recorrió mi mejilla, no soportaría la idea de perderlo, con mi mano libre retiré su dedo de mis labios. Negué con los ojos, después con la cabeza y finalmente lo pronuncié:

<< NO, Lyonya >>.

Fue el no más contundente que había dicho en toda mi vida supe que todo había quedado claro. Dude si tomar mi maleta sabía que no era el momento adecuado. La habitación quedo en completo silencio. La luz de mí PDA se encendió sobre la pantalla podía ver un mensaje que logre leer con dificultad:

09:39 Dong-Sun

Un vehículo está esperándote para escoltarte a fuera de las instalaciones.

El cielo se ve de color rojizo obscuro, no mantengo contacto alguno con el conductor o con los escoltas, continúe en silencio mientras observo a través de la ventanilla, no deseaba ser interrumpida de mis pensamientos.

— Disculpe, director adjunto Silvana — respondió uno de los escoltas, mientras toca mi hombro.

— Sí...

— Dong-Sun pidió que la escoltáramos, sin embargo, no indicó el destino final de su traslado, si no es mucha molestia ¿podría indicarnos cuál va a hacer el destino?

— Por razones de seguridad no puedo revelar hacía donde me dirijo — Deslicé mi mano sobre mi porta armas y retiré el seguro, esperaba no tener problemas si debía desenfundar mi arma.

— Puedo sugerir un punto intermedio para finalizar su traslado.

El conductor del vehículo continúa observándome por el espejo retrovisor, puedo ver sus ojos a través de su pasamontañas.

— Estoy de acuerdo con su sugerencia le avisaré el destino en cuanto me sea confirmado — Afirmé.

— Estaré esperando su confirmación.

Tome mi PDA para comunicarme con Hank esperaba que me pudiera ayudar con el traslado hacia la aldea ubicada afuera de los límites de Sunan.

Hank, soy Silvana ¿puedes escucharme?

Adelante.

Tengo una misión que debo de realizar, no es oficial.

Esa misión que debes de realizar nos afecta de algún modo.

Así es, podría cambiar el curso de todas las misiones que hemos realizado, también tengo un mensaje de Doreen.

¿Doreen te ha contactado?

De algún modo, creo que es necesario que debamos reunirnos.

Entiendo la urgencia de la situación.

Enviaré mis coordenadas, pediré a mi escolta dejarme en algún lugar concurrido en caso de que no hayan seguido.

Te veré en el viejo centro comercial que se encuentra ubicado cerca de la estación de trenes.

Con un movimiento de mi mano atraje la atención del conductor.

— ¿Necesita algo, director adjunto Silvana?

— Acabo de recibir la confirmación de mi destino, puede trasladarme hacia el viejo centro comercial ubicado cerca de la estación de trenes.

— Es un lugar concurrido para un punto de reunión.

— Espero no causarle molestias — respondí.

— No es una molestia es nuestro trabajo.

Aparcamos a unos metros cerca del centro comercial; necesitaba asegurarme que no hubiera algún miembro del escuadrón de la muerte siguiéndonos.

— Requiere que nos quedemos a escoltarla hasta que su contacto se presente.

— No será necesario, gracias por el traslado — respondí mientras salía del vehículo.

Observé a través de una vitrina, tomé mi arma antes que pudiera quitar el seguro y escuché una voz familiar.

— No te des la vuelta. Hiroshi está asegurándose de que el sitio esté seguro.

— ¡Himeko! Me has sacado un susto, creí que eras un miembro del escuadrón de la muerte.

— Lamento haberte asustado, pero no había otra manera de acercarme sin que tus escoltas me detectaran.

— Esta bien, no importa.

— Me comunicaré con Hiroshi para obtener un reporte de la situación — respondió mientras tocaba su oído izquierdo.

<<Aquí vigía uno, el halcón ha aterrizado en el nido, repito el halcón ha aterrizado en el nido>>

<<Copiado vigía uno, la zona es segura>>

— Veo que se han tomado todas las medidas necesarias — respondí.

— Conocemos la misión que acabas de realizar para encontrar al Biofísico Akihiro, sólo queremos ser precavidos.

— Sabes si Hank se encuentra en este sitio.

— Está esperándonos con el resto del equipo en la estación de trenes.

— ¿Estación de trenes?

— Así le llaman a ese lugar, donde puedes tomar un tren desde un andén o al menos que puedas tomar algún otro tipo de vehículo.

Himeko mantuvo la distancia mientras caminaba hacía la estación, no podíamos arriesgarnos hacer emboscados por el escuadrón de la muerte. Al recorrer con la mirada la estación de trenes en busca de Hunter, temí que fueran capturados. Hank y Eckard se encontraban afuera del tren esperando nuestra llegada. Birgit estaba sentada en una de las bancas intentado pasar desapercibida mientras hojeaba una revista. Hank caminó hacia donde nos encontrábamos, había una expresión rígida en su rostro.

— Sé que has pasado por momentos difíciles.

Afirmé, eché una breve mirada con dirección hacia donde se encontraba Eckard.

— Por lo que oímos Merick ha duplicado la vigilancia — hizo una pausa antes de continuar — No podemos arriesgarnos, desde el primer día el objetivo principal ha sido recuperar Providencia.

Himeko lo miro con frialdad.

— Tenemos que detenerlo, estoy harta de continuar ocultándome.

— Sé que no hablas en serio.

La mirada de Himeko se desvió hacia Eckard.

— Será mejor que mantengas la compostura por el bien del equipo — respondió Hank.

— ¿Cuándo terminará todo esto? Nos ocultamos durante meses.

Eckard echó una mirada hacia Hank, quien entrecerró los ojos. Como si le estuviera diciendo dile algo, es de ti quien espera su apoyo.

— ¿Himeko? — comenzó en voz baja. Se acercó junto a ella y le pasó su gabardina sobre sus hombros. — Lo sé, justo cuando pensábamos que las cosas no podían empeorar. Realmente lo lamento — agregó Hank. Sabía que no era conveniente mentir, la situación ya era menos terrible de lo que realmente parecía. Hacía tiempo que había prometido no crear engaños sutiles.

— Te prometo que nos mantendremos juntos y haremos todo lo posible por mejorar nuestra situación — le frotó la espalda y desvío la mirada hacia Birgit en busca de ayuda.

— Ahora tenemos que abordar el tren, también ser cautelosos y ser inteligentes para mantenernos al margen de cualquier situación — respondió Eckard.

— Himeko, debemos de abordar el tren — comento Birgit mientras tocaba su hombro.

Eckard colocó su mano sobre un panel de control, la puerta del vagón se abrió.

— Debimos tomar algunas precauciones — respondió Eckard mientras la puerta se abría completamente.

— Antes de que abordemos el tren y tomemos dirección hacia un lugar desconocido, ¿puedo preguntar quién lo manejará?

— Cuando adquirimos el tren cambié los controles y los sistemas vitales, ahora puedo manejar el tren desde una tableta, también le di acceso a Zeox e instalé parte de su interfaz y eliminé la cabina, ahora es una sala de billar — contestó Himeko.

— Creo que eso responde a tu pregunta — afirmó Eckard mientras palmeaba mi espalda.

Mientras el tren circulaba a gran velocidad me recliné sobre el asiento y cerré mis ojos. Había sido un día bastante agotador. Tenía las dos últimas horas por delante. Sólo podía relajarme y descansar, pensar en lo que me encontraría en aquella aldea, era lo último que deseaba, ahora solo tenía que disfrutar del viaje. Hank se sentó enfrente de mí, permanecía concentrado en sus pensamientos.

El tren atravesó como un proyectil el túnel. A causa del suave movimiento adormecedor, me dieron ganas de cerrar los ojos de nuevo — ¿qué estás pensando? — me preguntó Hank, una sonrisa iluminó su rostro cuando mis ojos se cruzaron con los suyos.

— Sólo recordaba la última vez que viajé en tren.

— Creo que suena divertido — respondió, queriendo sonar gracioso.

— ¡¿No es divertido?!

En momentos como este, Hank intentaría librarse de la situación, pero le sobrevenía el ridículo impulso de ser sarcástico, deseaba estirarme, tomarlo del brazo y arrojarlo fuera del vagón, atropelladamente salieron de mi boca las palabras más hirientes.

— ¡Casi lo olvido! no tuviste de estos momentos con Verónica.

Hank torció el gesto.

— Hay algo que debo mostrarte — respondió.

— Creí que sería un viaje de placer, antes de continuar hay algo que debo de entregarte. Quizás se trate de algún mensaje enviado por Doreen.

— Lamento decepcionarte, pero te alegrará saber que tiene relación con tu búsqueda en aquella aldea, y sobre el mensaje de Doreen tiene algo que ver con la venda que guardas en tu bolso.

— Cuando nos emboscaron la criatura Grimen y ocurrió la explosión, Doreen me colocó un venda sobre el brazo, aunque debo de decir que la palabra correcta es creí haberla visto, debo imaginar que guarda algún mensaje para ti y sobre el lugar al cual nos dirigimos ¿a qué te refieres? ¿qué relación tiene con mi investigación?

— En el sitio al que nos dirigimos también ocurrió cierta clase de actividad inusual, ahora tenemos que reunirnos con el resto del equipo.

— Será mejor que te entregue la venda antes de que suceda algo — respondí.

Apenas terminó de pronunciar la última palabra, la luz del sol iluminó el oscuro vagón, observé por última vez a través de la ventanilla antes de entrar al vagón donde se daria la reunión.

Un leve suspiro escapó de mi boca.

Al tirar de la puerta corrediza mi corazón se aceleró con fuerza, entrecerré los ojos para mirar con claridad el interior.

— ¡Veo que han decidido tomarse su tiempo! — exclamó Eckard al vernos entrar.

— Alguien puede darle un breve informe de la situación a nuestra invitada — respondió Hank.

— Enseguida, Hank — contestó Himeko mientras tocaba un botón sobre la mesa — ahora pueden observar el monitor, hace un par de horas atrás se detectó actividad inusual en una de las comunidades ubicada en la zona de Uluck. Los satélites mostraron una fuerte movilización militar que se originaba en el lugar, de acuerdo al análisis facial se detectó en el lugar a Merick, creemos que la razón, porque la sé encuentra en dicho lugar es por la bestia Grimen. Los lugareños la han nombrado Damasco y le dan ofrendas a cambio de su protección.

— Gracias, Himeko — añadió Hank — como verán es de suma importancia que no seamos detectados por el escuadrón de la muerte, nuestra presencia podría causar un conflicto.

— Puedo preguntar ¿cómo nos acercaremos al lugar sin que seamos detectados? — dijo Birgit.

— Utilizaremos drones para monitorear la zona y poder ubicarlos antes de acercarnos a la zona.

— Si no hay más que agregar, pueden dirigirse a la armería para recoger sus armas — respondió Eckard.

— Himeko, antes de que te retires hay un tema que quiero discutir — dijo Hank haciendo un gesto con su mano.

— Si, Hank.

— Tengo que entregarte una venda que viene con un mensaje enviado por Doreen para nosotros, quizás esté contenido dentro de un micropunto.

— Haré que la analice Zeox...

Apenas terminó Himeko la última oración, el tren comenzó perder velocidad; Aleck tropezó cayendo sobre Birgit. En otra ocasión hubiera sido algo gracioso. Habíamos escuchado historias sobre pérdidas de energía en los trenes antes de un ataque. No estábamos preparados para quedar varados en mitad de un territorio desconocido.

— ¿Qué está pasando? — preguntó Eckard.

Al ver que no parecía tan asustados, me sentí aliviada aunque no era tan raro que un tren se quedara sin energía.

— Los sensores han detectado un comando armando asentado en la estación por seguridad Zeox ha detenido el tren — respondió Himeko.

— Creo que a partir de ahora continuaremos el camino a pie — contestó Hank.

— ¿Qué haremos con el comando? — preguntó Birgit.

— Mientras no sean una amenaza, será mejor que los evitemos.

— Hay que darnos prisa, está por caer la noche, no me gustaría encontrarme por estos bosques en completa oscuridad — dijo Eckard.

En el interior del vagón se encendieron las luces amarillas de emergencia, una escotilla en el costado del vagón se abrió liberando los drones. Observé a los demás ponerse de pie, algunos miraban alternadamente hacia ambos extremos, mientras esperaban bajar del tren.

— ¡Ya tenemos ojos en el cielo! — exclamó Himeko.

— Ahora todos tomen sus equipos, es seguro salir — agregó Eckard mientras extendió una gabardina hacia mí — hace frío afuera, deberías usarla para cubrirte.

— Gracias, no traje conmigo algún abrigo para cubrirme del frio — respondí.

Saltamos del tren hasta llegar a las vías. La tierra vibraba bajo nuestros pies, aunque no con tanta fuerza, gritos de dolor y terror desgarraron la tranquilidad del bosque, como si de algún modo se tratara de una carnicería humana. Eckard detuvo su paso y volteó a su alrededor. Cualquier duda que nos había quedado de encontrar la aldea había desaparecido.

— Será mejor que nos quedemos aquí, esa vibración que hay en el suelo es causado por explosiones — respondió.

— Dices que nos quedemos a esperar hasta que las explosiones se detengan sólo para mantenernos a salvo — contesté.

— No es nuestra batalla, acaso piensas poner en riesgo a un escuadrón completo por un puñado de personas que quizás ya están muertos.

— No estoy dispuesta a esperar y ver cómo inocentes son asesinados.

— Si así lo deseas, debes ir, yo no arriesgaré a mi equipo a enfrentar a un enemigo que no conocemos.

El sonido de las bombas se oía por todo el lugar, doblé hacia una esquina para cubrirme con un árbol que se encontraba caído sobre el costado del camino. Me preparaba para comenzar a correr cuando, una violenta horda de personas trato de escapar. Me quedé congelada en el lugar justo en el momento cuando granadas cayeron sobre las personas que se adentraban en el claro del bosque. Las granadas parecían encontrar su propio blanco, hombres, mujeres y niños se desplomaban contra el suelo, otros tropezaban con ellos en su huida en busca de un lugar seguro.

— Parece que no podemos dejarte sola un rato, sin que intenten asesinarte.

— Eckard ¿qué estás haciendo aquí?

— Lo mismo que tú, sin embargo, no estoy buscando mi propia muerte.

— Supongo que tienes un plan al respecto.

— En este momento Himeko está usando los drones para encontrar una ruta segura y localizar a los tiradores.

— ¿Crees que los responsables del ataque sea el escuadrón de la muerte?

— Los patrones del ataque son erráticos, no tienen su firma, imagino que se ha de tratar de un grupo beligerante.

— Lo mismo imaginé — respondí.

— Puedo adivinar que este sitio lo has elegido para ubicar la procedencia de los morteros.

— Logré ver una estela del disparo, creo que están sobre la colina — comenté mientras apuntaba con mi arma.

— Entonces que esperamos, es ahí hacia donde debemos ir.

— ¿Qué está sucediendo aquí? — preguntó Birgit acercándose hacia nuestra posición. Echo una mirada por encima de mi hombro — están acribillando a toda esa gente sin discriminación alguna. ¿Por qué está sucediendo esto?

— Es lo que tratamos de averiguar — respondí.

— ¿En dónde se encuentra el resto del grupo? — preguntó Eckard.

— Logré adelantarme, creí que necesitarían ayuda.

— Has llegado en el momento adecuado.

— ¿Por qué lo dices?

— En este momento nos estábamos preparando para ir hacia aquella colina — apuntó Eckard con su mano.

— ¿Qué es lo que intentas decir?

— Te encargarás de cuidar nuestras espaldas mientras nos dirigimos colina arriba hacia el sitio donde se encuentran los atacantes.

Eckard fue variando el ritmo de sus pasos mientras subía la colina, algunas veces lento, otras veces rápido, esquivando las granadas que se precipitaban contra el suelo, llovía escombro alrededor de sus pies. Un segundo proyectil estalló en su camino, lanzándolo contra el suelo. Birgit corrió hacia el centro del camino sin soltar su rifle. Los dos atacantes casi chocaban uno contra el otro, de inmediato me agaché y tomé mi rifle. Los ojos de Eckard brillaron con determinación.

— ¡Vamos, dispara!¡tenemos que acercarnos hacia la colina! — Exclamó — ¡antes de que seamos alcanzados por esos proyectiles!

Las granadas continuaban cayendo sobre nuestras cabezas y seguían estallando sobre las personas que nos rodeaban. Los gritos de dolor eran aterradores.

— ¡No tengo un disparo limpio, si lo hago revelaré nuestra posición! — exclamé. Un torrente de adrenalina y terror recorrió mi cuerpo mientras esperaba obtener un mejor disparo.

— ¡Trataré de cubrirte! — exclamó Eckard, al mismo tiempo que sostenía su rifle y sacaba de su cinturon utilitario una granada. Al lanzar la granada una bala se incrustó sobre el piso donde se encontraba. Y luego otra más. Los atacantes al vernos lanzaron más proyectiles hacia nuestra dirección aterrizando sobre el suelo como una repentina tormenta. — Será mejor que te des prisa o estaremos muertos antes de que logres un disparo limpio — añadió — apunta bien porque solo tienes una oportunidad de hacer tu disparo.

Cuando escuché esas palabras di vuelta y corrí hacia un sitio que se encontraba a unos metros de su posición. Apunté mi rifle hacia los hombres que disparaban el mortero e hice otros dos disparos sabiendo que debía de atraer su atención. Los dos hombres retrocedieron. Uno de ellos tomó su arma y comenzó a disparar hacia mi dirección. Eckard sujeto su rifle y se concentró, cuando la cabeza del segundo sujeto se asomó sobre el borde de la colina, la colocó sobre su mira y disparó. El rifle impacto el pecho de Eckard con el retroceso, el aire se impregnó con una bruma roja del chorro de sangre que salía de su cabeza. Birgit se arriesgó a echar un vistazo rápido sobre la colina, sosteniendo su arma con ambas manos. Un ligero estallido salió del cañón de su arma hacia uno de los atacantes que aun seguían en pie la bala impacto contra uno de los morteros. El estallido se escuchó hasta mi posición.

— ¡Birgit, será mejor que te mantengas apartada de esta situación! — exclamó Eckard.

— Cre que lo puedo controlar.

— No es momento para alardear, necesito que te mantengas al margen de la situación.

— Es verdad lo que dice Eckard, lo que está sucediendo sobrepasa nuestras habilidades — añadí.

Mi corazón latía a toda prisa y se producía un dolor intenso en mi pecho. Miré a mi alrededor y distinguí a uno de los atacantes sosteniendo un objeto extraño sobre sus manos. Al girar una manija que sobresalía emanó un gas de su interior, el atacante inhaló todo el gas que se encontraba esparcido en el aire.

— Birgit, será mejor que mantengas tu distancia; no sabemos que podrá ocasionar si respiras ese gas — respondió Eckard.

— ¡Estoy de acuerdo con Eckard! será mejor que mantengan su distancia — comentó una voz conocida.

— Taeyang, creí que habías muerto — respondí.

— Al parecer algunas personas jamás mueren.

— Será mejor que bajes tu arma y te entregues — dijo Eckard.

— Veo que aún no han entendido bien la situación.

— Qué es lo que tratas de decir — contesto, Birgit.

— No están en condiciones de negociar, yo controlo esta situación.

— Eckard, si no abres fuego lo haré yo — respondí.

— Antes de que intentes hacer un disparo será mejor que veas todo el panorama, sobresale un cable de su pecho me atrevo a imaginar que está conectado a su corazón y si por algún motivo deja de latir la bomba estallará — añadió Eckard.

— Veo que si has estado observando el panorama completo debo de felicitarte, si muero la bomba estallará y volará todo en un radio de diez kilómetros.

— ¿No tenemos otra opción? — preguntó Birgit mientras caminaba hacia nosotros.

— Por el momento no tenemos otra opción hasta esperar que la balanza se incline a nuestro favor, de lo contrario nuestro amigo hombre bomba estallará — respondí.

— Debe de haber alguna manera de bloquear la señal de su detonador.

— Hay una manera, pero dependerá de cual rápido se pueda mover Himeko y qué tan cerca esté de su rango de alcance — afirmó Eckard.

— Creo que es algo inútil, su marcha está más atrasada que la de nosotros si logran llegar no existe la certeza de que pueda bloquear la señal del detonador — dijo Birgit.

— Sólo hay que intentarlo — respondí.

— Habla Hiroshi, tengo el blanco en la mira, abriré fuego.

— Será mejor que abortes el objetivo, es un hombre bomba y debemos asegurar el sitio — respondí.

— Himeko está a tres minutos de nuestra posición, interferirá la señal del detonador.

— Será mejor que alguien haga algo antes de que volvamos a perder el control de la situación — respondió Birgit.

— ¿Por qué están armando tanto alboroto que es lo que traman? — añadió Taeyang a media voz.

— Será mejor que bajes tu arma y comiences a cooperar — lo acallé.

— Si no lo has notado, la bomba que tengo en mi pecho me da el control de la situación, por lo tanto no están en posición de negociar.

— Si no tuvieras esa bomba te dispararía de inmediato en la cabeza.

— Sé que lo disfrutarías.

— Será mejor que empieces a abrir fuego. Himeko ha logrado bloquear la señal del detonador — respondió Hiroshi.

— Creo que les alegrará saber que escuché su conversación por el comunicador y me di a la tarea de bloquear su señal — añadió Himeko.

— Copiado, Himeko abriré fuego contra el objetivo.

— ¡Lamento interrumpir señores, veo que tienen una acalorada discusión!

— ¡Ahora quién está interfiriendo! si no se retira abriremos fuego — respondió Birgit.

— Señorita, será mejor que baje ese rifle si no quiere meterse en serios problemas.

— Puede identificarse — respondí.

— Perdonen mi descortesía, mi nombre es Gustav Bradbury y soy miembro de la división de inteligencia CI9 perteneciente a la antigua orden real del reino de Abxas.

— ¿Qué hace un agente del reino de Abxas en este lugar? — pregunté.

— Lo mismo que ustedes: vine sólo por respuestas y si lo matan me temo que no las encontrarán.

— ¿Qué tiene que ver el comandante Taeyang en esta situación?

— Está involucrado más de lo que ustedes creen — expuso Gustav Bradbury.

— ¡Tómenlo en custodia y llévenlo al tren, hay algunas preguntas que debo hacerle! — exclamó Hank.

— Richard, es bueno saber que aun te encuentras vivo.

— Ahora soy Hank, y si quieres descubrir qué tan involucrado está nuestro invitado creo que debes seguirnos.

— Sólo por esta vez aceptaré tu invitación, creo que has aprendido bien de tu padre en tomarme como tu prisionero — replicó Gustav Bradbury.

— Te agradecería que no lo nombraras en cualquiera de nuestras conversaciones, si entiendes a los que me refiero. Hank le lanzo una mirada asesina y acto seguido se dirigió hacia el tren.

— Creó que entendí la advertencia — asintió Gustav Bradbury.

Los acontecimientos del bombardeo en la aldea parecían muy lejos de haber terminado. Recordaba haber luchado, el quebrar de los árboles y el estallido de las bombas, el hollín en mi rostro. Recordaba el dolor de mis oídos, aunque ya no lo sentía. En lugar de eso sentía vacío. Como si una mano hubiera arrancado de mi interior todo lo que me convertía en humano, dejando solo un cascaron vacío. La voz del comandante Taeyang resonó en mi cabeza, él caminaba firme, pegado a los talones de Hiroshi.

— ¡Creen que podrán detenerme! — exclamó mientras sacaba de su bolsillo un cuchillo y lo colocaba sobre el cuello de Birgit.

Hiroshi logró detenerlo lanzándose sobre él. No se abría detenido a pensar dos veces antes de lanzarse, colocó su mano sobre el tirante de su mochila y lo levantó frente a él.

— No escaparás tan fácilmente — respondió observándolo a los ojos.

— Es cuestión de tiempo para que mis hombres los encuentren y acaben con su grupo.

— En ese caso estaremos preparando la bienvenida para tus hombres — afirmó Hank.

Distinguí fugazmente el tren estacionado en la terminal, sobre la cornisa un francotirador esperaba nuestro regreso. Hiroshi coloco su rodilla contra el suelo mientras tomaba su rifle y el resto del grupo se colocó detrás de los árboles intentando cubrirse.

— ¡Es uno de los míos! no son los únicos que guardan un as bajo la manga — exclamó Gustav Bradbury.

— Si es uno de tus hombres has que se identifique, de lo contrario Hiroshi abrirá fuego — ordenó Hank con un tono severo.

— Esta bien, haré que se identifique — respondió Gustav Bradbury mientras tomaba su radio — habla el gran jefe a vigía uno me copia.

— Aquí vigila uno, tengo a dos blancos en la mira, solicito autorización para abrir fuego.

— Negativo, son aliados, repito no abras fuego, son aliados.

— Copiado.

— Haz que baje y entregue su arma — ordenó Eckard.

— ¡Bromeas!

— Lamento decirte que Eckard jamás ha bromeado y si quieres salir a salvo de este sitio te aconsejo que hagas lo que solicita — añadí.

— De acuerdo, haré que baje y entregue su arma.

— Toma tu radio y díselo tú — afirmé.

— De acuerdo, tomaré mi radio... habla el gran jefe, vigía uno deja tu zona de caza y aproxímate hacia mi dirección.

— Copiado.

Habíamos terminado de examinar la situación cuando alguien entre los arbustos tacleó a Himeko y los dos cuerpos se desplomaron contra el piso. La respiración se me cortó cuando el atacante intento inmovilizarla. Pero Himeko logró tomar su arma con su mano libre golpeándolo sobre la cabeza. El atacante salió despedido hacia un costado lanzando un quejido de dolor. Himeko aprovechó para ponerse de pie y tomar una bocanada de aire. Birgit tomó al atacante de su uniforme y lo alzó hasta quedar frente a su rostro.

— ¡Qué es lo que está sucediendo aquí! — exclamó.

Hiroshi, ignorando el caos que sucedía a sus espaldas, continúo caminando hacia el francotirador que había bajado de la cornisa. Se detuvo delante de él con la voz más autoritaria y exclamó: — ¡Arroja tu arma y arrodíllate colocando las manos detrás de la nuca!

El francotirador actuó como si no hubiera escuchado la advertencia de Hiroshi.

— Será mejor que hagas lo que te ordenó o terminarás muerto — respondió Eckard.

— Morir no es el menor de mis problemas, me enviaron para hacer un trabajo, no soy importante — repuso.

— Soldado, será mejor que baje su arma — respondió Gustav Bradbury.

El francotirador continúo avanzado hacia Hiroshi entregándole su rifle. Eckard esculcó sus bolsillos para asegurarse que estuviera desarmado y no fuera un peligro para el resto del equipo.

— ¡Está limpio, no lleva otra arma!

— Pagarán caro el haberme desarmado — masculló.

— Ahora coloca tus manos detrás de tu espalda, debemos de asegurarnos que no representas ningún peligro.

El francotirador giró la cabeza hacia Eckard intentando enfrentarlo, quien lo observó con una expresión desafiante.

— No sigo tus órdenes.

Eckard golpeó su estómago con fuerza empujándolo hacia el tronco de un árbol. Precipitando al francotirador hacia el suelo y situó sus brazos detrás de su espalda para colocarle las esposas, mientras añadía: — Creo que debiste haber elegido la manera sencilla.

— Te destrozaré en cuanto me quiten las esposas.

— Tranquilízate o volveré a embarrar tu rostro sobre el barro.

— Por qué hay tanta hostilidad si todos somos amigos o no Hank — comentó Gustav Bradbury.

— Yo no opinaría lo mismo.

— ¿Qué es lo que intentas decir?

— Si estuviera en tu lugar no me pondría tan cómodo, recuerda que aun debemos confirmar tu historia.

— Sólo recuerda que podrías equivocarte con tus sospechas.

— Creo que está vez prefiero correr el riesgo — respondió Hank.

Continúe caminando por el verde prado hasta encontrarme con el tren, decidí sentarme sobre las escalerillas mientras esperaba a que llegara el resto del equipo. El sol era brillante, aunque el ambiente aún continuaba frío, podía sentir el calor del sol a través de la gabardina. Tomé una fuerte bocanada de aire y cerré los ojos.

— Veo que has decidido tomar un descanso antes de continuar el viaje — comentó Hank.

— Creo que me has descubierto, pero que más podría hacer.

— No hagamos esperar a los demás, aún tenemos un largo camino por recorrer — respondió mientras extendía su mano para ayudarme a levantarme.

Mientras el tren avanzaba el paisaje verde se desvanece. Revolví mis bolsillos en busca de un fármaco que me pudiera ayudar a dormir. Cerré los ojos y recargué mi cabeza contra el respaldo del asiento intentado conciliar el sueño. Durante los viajes largos en avión o en automóvil siempre recurría a pastillas, ya que el movimiento continuo me impedía dormir.

— Silvana — dijo Himeko al tocar mi hombro — examinamos la venda que nos entregaste y hay un mensaje que debes ver.

— ¿Sabe Hank sobre el mensaje?

— Fue Hank quien solicitó que te nos unieras.

— Entonces vamos.

Conforme avanzábamos por el vagón, el pasillo se hacía cada vez más estrecho, cada paso que daba dificultaba mi respiración, una opresión en mi pecho me impedía seguir caminado, posé mi mano sobre el respaldo de un asiento para evitar caerme.

— ¿Silvana, te encuentras bien? — pregunto Himeko.

— No ocurre nada, continuemos. Hank nos espera en el próximo vagón.

— De acuerdo, su vagón se encuentra a unos pasos.

Tomé una fuerte bocanada de aire y me dispuse a continuar caminado, con dificultad logré mover un pie delante del otro mientras intentaba dar un paso. La opresión en mi pecho aún continuaba presente, observé por la ventanilla en un intento de que la infinita vista me distrajera de mi malestar. Apreté con fuerza mi mano izquierda y continúe caminando, a unos metros se encontraba el vagón donde nos reuniríamos con Hank. Himeko esperaba delante de la puerta para entrar.

— Creo que ya es tiempo de que nos reunamos con Hank — agregó Himeko antes de abrir la puerta.

Al entrar a la habitación entorné los ojos la claridad me cegó por un momento esperé unos minutos para volver a habituarme.

— Creo que la claridad que hay en la habitación te ha lastimado los ojos — respondió Hank.

— Es cuestión de tiempo para que mis ojos se adapten a la claridad.

— Hace unos minutos Himeko logró descifrar el micropunto que había en la venda que te coloco Doreen y el mensaje que encontramos en él fue inquietante.

— ¿A qué te refieres?

— Las cosas están peor de lo que imaginábamos.

— Es exactamente de lo que hablaba con Hank — agregó Gustav Bradbury al entrar a la habitación — perdóneme que los interrumpa, pero me temo que es asunto que debemos discutirlo entre nosotros.

— No sabía que esta plática se realizaría en conjunto — respondí.

— En realidad CI9 no tiene algún asunto de por medio en esta conversación, a menos claro, que estés ocultando información.

— Debo admitir que me gusta tu sutileza.

— Y a mí tu falta de sentido común considerando la situación en la que ahora te encuentras — añadi a media voz.

— He venido en son de paz, no vine a causar alguna discusión — afirmó Gustav Bradbury.

— Silvana, podrías disculparnos unos minutos, hay algunos asuntos que debo de discutir con nuestro invitado — ordenó Hank.

— Si, Hank — respondí, mientras salía de la habitación.

— Creo que debo reconocer tu osadía.

— No nos pongamos hostiles ¿quieres algo que beber?

— Adelante, sírvete el whisky que gustes, no tengo deseos de beber.

— Es sorprendente lo que has logrado en este lugar — respondió Gustav Bradbury mientras observaba el vestíbulo.

— Vayamos al grano y olvidemos las formalidades, ¿a qué has venido? mi padre te ha pedido algún favor, supongo.

— Tu padre no me ha enviado, he venido por mi propia voluntad.

— Conozco a mi padre y no pedirá algún favor al reino de Abxas sin una razón aparente.

— Vine por mi propia voluntad y antes de continuar podrías liberar a mi hombre.

— Tu hombre es nuestra única garantía de que no intentarás escapar.

— Crees que me detendrías, pero podría volar este tren si yo lo quisiera.

— Lamento decirte que tenemos ojos en todas partes y si intentaras escapar ya estarías muerto.

— Así que lo único que me queda es quedarme aquí, y contestar a todas tus preguntas — añadió Gustav Bradbury a media voz.

— Puedes contestar o no si lo deseas, de cualquier modo, tenemos métodos para hacerte hablar, solo depende de ti encontrar el método que te sea más cómodo.

— ¿El método más cómodo?

— Antes de que decidas puedes observar la pantalla de mí PDA donde hay algo que quizás te gustaría observar — expuso Hank.

— ¡Intentas chantajearme con una foto de mi hijo!

— En realidad no es una foto, es una grabación en tiempo real, como te dije tenemos métodos para hacerte hablar, sólo depende ti elegir el método correcto, y ahora puedes decirme por qué te han enviado.

— Si le pasa algo a mi familia puedes darte por muerto.

— Ahora puedes concentrarte y responder a mi pregunta — añadió Hank con una ceja alzada.

— De acuerdo, pidio un favor tu padre al reino de Abxas, quiere que regreses a la antigua de Providencia tiene información que quiere intercambiar contigo.

— ¿Qué clase de información?

— Tiene que ver con tu operación, al parecer también tu padre ha investigado a Merick desde que Arman Faddied se apoderó de Providencia.

— ¿Por qué quieres darme esa información?, puedes usarla a favor de tu soberano.

— Tu padre solo confía en ti, y por mas que cuesta admitir Edmon mi monarca no se arriesgaría a perder su reinado solo por falsos rumores, es la única explicación que puedo darte.

— Eres alguien de honor, confiaré en tu palabra, tu familia estará a salvo. Ahora disfruta de tu trago — comentó Hank al salir del vagón.

El pasillo del tren se encontraba silencioso. Aun no lograba conciliar el sueño, mi respiración comenzaba a acelerarse cada vez más, observé por la ventanilla, esperando que al ver el paisaje que nos rodea lograra tranquilizarme.

— Te está causando problemas el viajar en tren — dijo Hank.

— No es nada, es un breve mareo.

— ¡Es un breve lo mareo! a veces es bueno admitir nuestras debilidades.

— Es el estrecho pasillo, me causa un poco de claustrofobia, pero no es nada que no pudiera manejar — afirmé.

— Si ya tienes la situación bajo control, podrías acompañarme al vagón contiguo.

— ¿Tienes un nuevo mensaje que darme? O de nuevo tengo que esperar afuera del vagón.

— Tiene que ver con el mensaje que te entregó Doreen — respondió Hank.

— En ese caso también iré.

La luz del tren se oscureció al entrar al túnel, me detuve unos segundos hasta que mis ojos se adaptaran a la poca luz que había en el interior, tomé una fuerte bocanada de aire y continué caminando detrás de Hank, mientras me preocupaba de no tropezarme con algún objeto que pudiera encontrarme en mi camino. La ausente claridad que me rodeaba me recordaba lo vulnerable que era al encontrarme en un entorno que no podía controlar y que sin embargo me controlaba a mí, un tripulante que viajaba a merced de la marea sin tener un rumbo o una dirección fija. Continué caminando tocando cualquier objeto que pudiera encontrarse al alcance de mi mano, estiraba mis dedos lo más lejos que me permitía intentando poder encontrar algo a lo que pudiera aferrarme en caso de que me tropezara. Conforme avanzaba Hank caminaba delante de mí con pasos firmes y seguros, como si de algún modo el entorno le perteneciera. Sobre mi cabeza observé un letrero luminiscente que decía vagón comedor.

— ¿Falta poco para reunirnos con el resto del equipo? — pregunté.

— El vagón al que nos dirigimos está cruzando este pasillo, veo que te ha estado causando molestias el viajar en tren.

— Sólo algunas molestias, como la ausencia de espacio, aun no logro entender por qué has elegido viajar en tren y no usar algún avión.

— Un avión no nos serviría para transportar armamento y el equipo que llevaremos a la nueva base.

— Entonces no es solamente un tren de pasajeros.

— También lo usamos para transportar vehículos, armamento y equipo entre las bases.

— ¿A qué base nos dirigimos?

— Tengo la ligera impresión de que te sorprenderá, bueno continuemos caminando aún tenemos que recorrer este vagón.

Al llegar al final del vagón comedor una leve sacudida provocó que me sujetara de la camiseta de Hank, hizo un leve movimiento con su mano, y me sujetó del brazo evitando que me cayera al suelo, mis mejillas ardían de la pena. Al mismo tiempo sentí la seguridad que no percibía en varios años, decidí que me guiara hasta nuestro destino, mientras con mi mano libre continuaba tentando y haciendo a un lado los obstáculos.

— Ya hemos llegado al vagón — respondió Hank, interrumpiendo el silencio que había creado.

Al entrar logré distinguir en sus rostros la incertidumbre. Aun continuaba tratando de entender por qué a un miembro de CI9 lo manteníamos cautivo en un vagón o ¿quiénes eran los atacantes?, ¿qué era el mensaje oculto guardado en ese micropunto que envió Doreen? Respiré profundamente y entré al vagón.

— Veo que tienen preguntas sobre lo sucedido, les aseguro que todas sus preguntas tendrán respuesta — exclamó Hank.

— Sólo quisiera saber qué es la antigua orden de Providencia o el CI9, o ¿por qué mantenemos cautivo a un prisionero? — comentó Birgit.

— La orden de Providencia y el CI9, es una organización secreta de inteligencia, algo parecido al ministerio de defensa, se creó con la intención de proteger a Providencia y el reino de Abxas — respondió Hank.

— Yo tengo algo más que agregar... si tu padre creo la orden, ¿por qué no tenemos acceso a sus recursos? — preguntó Himeko.

— Tanto mi padre como yo operamos de maneras distintas, nosotros trabajamos con instrucción de la concejal Dagmar y mi padre actúa bajo las sombras.

— Si no hay otra pregunta por hacer, todos pueden volver a sus actividades — contestó Eckard.

— Himeko y Silavana pueden quedarse, aún tenemos que ver el mensaje que nos envió Doreen — anuncio Hank.

— ¿Qué era el mensaje que querías mostrarme? — pregunté.

— Las sospechas que tenías son ciertas, es peor de lo que imaginabas, lo que envió Doreen en el micropunto son pruebas de laboratorio que al parecer están inyectando el elemento M88 a un grupo de personas.

— ¿Para qué requieren tantas personas?

— Las personas a las que se les suministran el elemento M88 no sobreviven.

— ¿Qué información envió Doreen? — preguntó Himeko.

— Los han estado utilizando para encontrar una cura de alguna clase de enfermedad degenerativa, sospecho que esa enfermedad la puede estar sufriendo Merick.

— ¿Pero las bestias Grimen qué relación tienen?

— Están preparando una invasión, hay que prepararnos para una nueva guerra o en su caso evitarla.

— Por eso estamos viajando hacia una nueva base — añadí.

— Las misiones que has estado realizando, Silvana de algún modo alertó a Merick, debemos movilizarnos, la concejal Dagmar preparó un nuevo escuadrón.

— Si no hay nada que agregar iré a mi camarote, creo que este será un largo viaje — respondí.

Al llegar a mi camarote me recosté sobre la cama. Coloqué mi mano sobre mi frente y respiré profundamente, quería apartar los pensamientos que permanecían dentro de mí mente. La soledad del vagón y la oscuridad perpetua del túnel, creaban dos matices diferentes de un tono gris, coloqué sobre mi rostro una almohada esperando conciliar el sueño. Un aro de luz se coló dentro del vagón, habíamos salido del extenso túnel. Mientras transcurría, el viaje hacia la nueva base, observe através de la ventanilla el verde paisaje. Tomé mi PDA para observar los mensajes que habían llegado a la bandeja principal, observé sobre la pantalla y lo apagué, no quería que me interrumpiera mi momento, el tiempo parecía transcurrir muy despacio. Conforme avanzábamos la gran franja de árboles desaparecía y surgía un lago, parecía que el tren flotaba sobre la superficie, a lo lejos sobre una montaña podía ver un gran túnel que llevaba hasta sus entrañas, conforme nos adentrábamos, surgía dentro de mí una pregunta ¿qué podría encontrarme en el interior de la montaña?, ¿por qué habían elegido una montaña para construir una base? Al llegar a la estación agarré mi maleta y caminé hacia la salida, tomé una fuerte bocanada de aire y pisé el primer escalón. Una comitiva aguardaba nuestro descenso del tren.

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