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Capítulo 31 Un lazo indeseable

Los humanos son divertidos, ellos quieren estar con la persona que aman, pero se rehúsan de admitirlo abiertamente. Algunos tienen miedo de mostrar la más mínima señal de afecto por miedo. Miedo a que sus sentimientos no sean reconocidos, o peor aún, regresados, pero algo de los seres humanos que me intriga más es su consciente esfuerzo de estar conectados con el objeto de su afección, incluso si eso los mata lentamente.

- Sigmund Freud.

Mientras conduzco trato de permanecer en silencio. Deseaba encontrar una razón suficiente por la cual no revelar mi identidad a Lyonya, no deseaba ponerlo en peligro. Con un gesto de su mano apunta hacia la dirección donde se encuentra su apartamento. Aparco en un lugar cercano y al bajar del auto continuamos caminando en silencio. Sólo puedo escuchar el sonido que hace al respirar, sus pasos sonaban firmes sobre el suelo. Continuamos avanzando hasta detenernos en la entrada de su apartamento y de un solo movimiento abre la puerta.

— ¿Quieres algo de beber? — preguntó Lyonya interrumpiendo el silencio que se había creado.

— Una cerveza estaría bien.

— Puedes sentarte.

Estiré mis brazos intentando alcanzar el techo, pero un breve suspiro escapo de mi boca, coloco mi chaqueta en el descansa brazos del sofá. Y apoyo mi cabeza contra el respaldo del sofá.

— En la estación habías dicho que antes de unirte eras médico cirujano ¿a qué te referías cuando mencionaste el unirte?

Doy un largo sorbo a la cerveza antes de contestar la pregunta de Lyonya y continúo: — Fui un residente en el Hospital del distrito de Nichniz, en ese tiempo tenía un prometido llamado Adlef, eran tiempos felices para mí. Tenía una carrera brillante como médico cirujano y muy pronto sería la esposa de un exitoso líder de escuadrón militar, pero todo cambio en una noche. Él fue enviado a una misión a una nación que se encontraba en guerra. Durante su misión fue el único que murió. Al conocer la noticia mi mundo se derrumbó. Tres noches después de la visita de su comandante, tocaron a mi puerta dos agentes de la KGSSB, me dijeron que tenía dos opciones: esperar a que vinieran por mí las mismas personas que me arrebataron a mi prometido y sufrir el mismo destino o hacer una diferencia, hacer más que salvar vidas: proteger a toda una nación y vengar su muerte, así que preferí unirme a la KGSSB.

— De acuerdo a lo que me dices no eres capitán.

— Por favor no sigas, te pondré en peligro, ya he dicho demasiado.

— ¿Cuál es tu verdadera identidad? revisé en la base de datos y no hay ningún Amanda Müller o un capitán registrado con ese nombre.

Hago una breve pausa y lanzo un suspiro mientras me quito la peluca para contestar a su pregunta: — Mi verdadero nombre es Silvana Milenka Diatlov, soy un agente especial activo de la KGSSB y del Ministerio de Defensa en Providencia. Asumí la identidad de Amanda Müller para mantenerme a salvo y a las demás personas que me rodean.

— No quería ponerte en esta incómoda situación — contesta Lyonya mientras me abraza.

— Por favor no sigas — murmuré.

Lyonya me abrazó y se aferró a mi como si de algún modo pudiera tranquilizarme, en silencio continúo acariciándome el cabello, bajo su pecho su corazón le latía muy acelerado. Sabía lo que le aceleraba el pulso.

— Perdón, debo irme — respondí mientras lo empujaba con mi brazo.

Lyonya permaneció observándome en silencio mientras me levantaba del sofá.Al salir de su apartamento di un portazo con tal fuerza que el marco de la puerta vibró. Al abordar el auto permanecí en silencio y extendí mis brazos sobre el volante, mi mano temblaba mientras ponía un mechón de mi cabello detrás de mí oreja. No me gustaba nada el efecto que Lyonya me había causado. Lo odiaba, una mirada de él podía hacerme temblar, era como veneno sobre mis venas. Respiré profundamente hasta llenar mis pulmones de aire y grité hasta desgarrar mi garganta. De pronto la soledad me abordó de golpe, froté mi pulsera intentando recuperar mi fuerza interior y traer de vuelta a mi yo, mientras murmuraba:

— Adlef, qué debo hacer...

Las luces de los autos brillaban como estrellas sobre la ventanilla mientras conducía sin encender la radio, sólo podía ver enormes pinos y árboles. La lluvia caía con fuerza. Al llegar a la casa de Abelard estacioné el auto dentro del garaje.

— ¡Llegas temprano! — exclamo Abelard al verme entrar.

Caminé sin cruzar miradas hasta llegar a mi dormitorio.

— Silvana — dijo detrás de la puerta.

— Abelard, no ocurre nada.

— No pareces ser la misma de esta mañana ¿ocurrió algo?

— Sólo fue un día agitado, no te preocupes.

— Estaré en la habitación contigua si necesitas hablar.

De un viejo libro tomé una fotografía que era del último viaje que había pasado con Adlef. Necesitaba ver su rostro, sabía que me conectaría con mi antiguo yo, con todo aquello que me aportaba fuerza. Apreté con fuerza mi pulsera sobre mi mano y me recosté sobre la cama mientras apagaba el PDA, no quería recibir más llamadas del exterior. Permanecí observando el techo hasta quedarme completamente dormida. Por la mañana el olor a huevo revuelto me despertó, caminé hacia el lavabo para echarme agua en el rostro, al salir avance por el pasillo hasta llegar a la cocina.

— ¡Buenos días! — exclamé.

— Al parecer te has despertado de mejor humor.

— Ayer no fue un buen día para mí, lamento haber sido cortante contigo.

— No te preocupes, todos en algún momento tenemos un mal día iras hoy a la estación.

— Aún sigo buscando pistas sobre el científico — respondí mientras enciendo mi PDA.

Al entrar a la estación puedo ver al teniente primero Jang Keun-Suk hojeando su informe, la detective Lee Minho se encuentra en la sala de interrogación y el jefe Park está sentado en su escritorio bebiendo una taza de café. Camino hacia mi escritorio para sentarme en uno de los asientos vacíos.

— ¿Quieres un café? preparaba uno para mí, pero puedo hacer uno para ti — dijo Kim.

— Gracias. Me gusta doble con tres cucharadas de azúcar y poca crema.

— Hay bocadillos para tu café en la mesa de atrás.

— ¡Lyonya, creí que no habías venido! — exclamo mientras observo el reflejo a través de una ventana.

— Preferí venir un poco más temprano, ¿puedes acompañarme? — dijo mientras hacia un gesto con su mano.

No sabía qué esperar de Lyonya ¿que no fuera tan desagradable? ¿Qué tuviera parecido con Adlef? Y que, al mismo tiempo, fuera extraordinariamente apuesto. Pocas veces me había animado a mirarlo a la cara, pero su rostro me resultaba infinitamente fascinante.

— Silvana — Lyonya me había sacado de mi ensoñación hablándome con un tono impaciente que indicaba que no era la primera vez que había tratado de atraer mi atención.

— Creo que ya has pasado la celda de Aleksander Sokolov.

Maldije en voz baja y di vuelta. Desanduve un trecho hasta encontrarme ante la celda de Aleksander; el pasillo estaba oscuro y sucio. Las manos de Lyonya reposaban sobre los barrotes de una celda vacía. Aleksander Sokolov se encontraba sentado sobre su cama. Los ojos verdes de Aleksander miraban con curiosidad.

— ¡Oh, vaya! — exclamó Aleksander — parece que tenemos visitas. Lyonya y la agente Amanda nos acompañan. Descuida, agente Miller, no diré nada sobre tu verdadera identidad, sé que me encontraré en desventaja.

— ¿Para qué me has traído a la celda de Aleksander? — pregunté.

— Al igual que tu tengo deseos de cerrar este caso.

— ¡Disculpen el desorden! la mucama aún no ha hecho la limpieza — contesta Aleksander.

— Si fuera tú no me alegraría tanto por una visita, podría ser la última.

— Déjame adivinar... por tu expresión ha descubierto tu verdadera identidad.

— ¡No le he hablado sobre tu identidad! — exclamó Lyonya.

— Descuida. Aleksander ya conoce mi verdadera identidad, solamente te estaba probando— contesté mientras tocaba su hombro.

— Si yo fuera Lyonya, no me pondría tan cómodo estando a lado de Silvana. Una vez la vi matar a un gánster con una chuchara de plástico — dijo Aleksander mientras soltaba una carcajada.

— Aun continúa la oferta de ayudarme a atrapar a los asesinos de Ninochka.

— Ayudaré a encontrar a los asesinos de mi amada Mila.

— De acuerdo y ¿qué esperas para salir de esa celda?

— Aquí tengo las llaves — comentó Lyonya mientras metía la mano en su bolsillo.

— No te molestes en abrir la celda, en cualquier momento puede salir ¿o no lo es así?

— No sería muy humilde de mi parte si lo niego, pero si puedo escaparme de cualquier celda

— responde Aleksander mientras abre la puerta.

— Veo que te sorprende ver la facilidad con la que abrió la celda, estás ante el mayor Gánster capaz de escapar de casi cualquier celda, además tu celda no es la más segura. Me tomaría menos de un minuto salir de ella.

— Esta es la celda más segura que tenemos.

— Al parecer no lo es — respondió Aleksander.

— ¿Por qué te ha tomado tanto tiempo salir de una celda?

— Necesitaba descansar, además está celda tiene el colchón más cómodo en el que jamás he estado.

— Me alegra ver que se conocen, pero ¿tienen algún plan de cómo atraparemos a los sospechosos? — interrumpió Lyonya.

— Iremos hacia la zona norte del distrito de Nangya. Ahí tengo a unos camaradas que pueden ayudarnos.

— ¿Te refieres a la zona del mercado negro?

— A veces para atrapar a un delincuente hay que empezar a actuar como uno — respondió Aleksander.

Al salir del área de las celdas el jefe Park nos aborda.

— ¿A dónde llevarán al detenido?

— Lo llevaremos a la escena del crimen — contesté.

— No realizó el asesinato — musitó.

— Pero conoce el método empleado.

— De acuerdo. Lyonya, procura que el detenido no escape.

— Así lo haré, jefe Park.

Sentí alivio al salir del edifico, temía que mi identidad hubiera sido descubierta. Imaginaba que la oficialía concejal entraría por la puerta y me pusiera en custodia por poner en riesgo la misión.

— ¿Tienes un auto que podemos usar? — preguntó Aleksander Sokolov.

— Tengo un auto y estoy segura que te agradará — respondí mientras quitaba la alarma.

— Me gusta tu estilo aunque le quita puntos el hecho de que le pertenezca a Dak-Ho.

— Sólo es un préstamo, en cuanto termine el caso le devolveré el auto.

— Creo que hay una falla en tu plan...sólo caben dos personas en tu auto y nosotros somos tres.

— Descuida, sabremos acomodarnos, puedes irte sobre las piernas de Lyonya.

— ¡Eso jamás! no pondré mis posaderas sobre las piernas de un completo lunático.

— Descuida, tampoco deseo tener las posaderas de un desconocido sobre mis piernas, usaré una patrulla— interrumpió Lyonya.

— Entonces ya está arreglado, debemos irnos — contesté mientras caminaba hacia el auto.

— Silvana, antes de que abordemos el auto hay algo que debo pedirte.

— ¿Qué es lo que deseas pedirme, Aleksander?

— Quiero que me lleves a mi hogar, me refiero al que compartí con mi amada Mila.

— Te llevaré enseguida.

— Debo recoger un par de cosas — murmuró.

— No es necesario que me des una explicación, abordemos el auto.

— En verdad te lo agradezco, estoy en deuda contigo.

Dos oficiales aún mantienen vigilada la casa, hay una cinta amarilla colocada en la puerta. Puedo ver escrito en ella escena del crimen "prohibido pasar". Continúo caminando hasta quedar delate de los dos oficiales.

— ¡Escena criminal, prohibido pasar! — exclamó el oficial.

— Somos el detective Lyonya y el capitán Amanda Müller, venimos a hacer una reconstrucción de los hechos.

— Adelante — respondió mientras levantaba la cinta para dejarnos pasar.

Aleksander camina hacia la habitación, revisa algunos cajones y libretas de notas, me recargo debajo del marco de la puerta y permanezco observándolo en silencio. Sin apartar la mirada lanza uno de los cuadernos hacia mí dirección.

— Es el cuaderno de notas de Mila. Te ayudará con la investigación contiene fechas y algunos nombres de las personas con quien solía reunirse.

— Tenías conocimiento sobre las actividades que Mila mantenía...

— Procuraba no hacer preguntas, aunque me queda claro que ella sí tenía conocimiento sobre las actividades que yo realizaba.

— Creo que también Mila procuraba hacer lo mismo...

— Supongo que sí — dijo mientras guardaba un arma dentro de su cinturón.

Observo hacia el pasillo esperando no ser vistos por el detective Lyonya.

— Creó que ya debemos irnos ¿encontraste lo que buscabas?

— En realidad sí — respondió mientras sostenía una identificación de industrias Unsung en su mano.

Aleksander sostiene una fotografía sobre sus manos, puedo ver una lagrima deslizándose por su mejilla, permanezco observándolo en silencio. Hace una respiración profunda y camina hacia la puerta. Al salir de la habitación el detective Lyonya nos detiene.

— ¿Encontraron lo que buscaban?

Hago un gesto con mi mano, mientras asiento con la cabeza.

Aleksander permanece observando a través de la ventanilla del auto. Doy vuelta en la próxima desviación para tomar rumbo por la interestatal.

— ¿Puedes tomar la próxima salida? — pregunta Aleksander.

— Dime a qué lugar deseas ir.

— A un viejo bar que ya conoces, hay algunos camaradas con los que deseo hablar. Ellos pueden saber quién asesino a Mila.

— ¿Deseas ir a un bar? — pregunté absorta.

— Sera mejor que estés escuchando oficial, Lyonya. Antes de que entremos a ese bar es mejor que permanezcas junto a nosotros, en ese lugar odian a los oficiales — dijo Aleksander por la radio.

— ¡¿No soy un oficial?!

— Lamento decírtelo, pero caminas como un oficial, actúas y hablas como uno de ellos hasta incluso podría decir que bebes como uno de ellos.

— Eso es ridículo.

— Hasta tu peinado luce como uno.

Doy vuelta en la siguiente intersección, rumbo hacia el distrito de Nangya el tráfico está cada vez más pesado a lo lejos se ve el bar.

— En este bar suelen servir buenas bebidas — dijo Aleksander Sokolov mientras apuntaba con el dedo.

— ¿Aquí es donde se reúnen tus amigos?

— Piensas que te traicionaré al entrar a ese bar... si lo quisiera ya lo hubiera hecho calles atrás.

Aparco cerca del bar, al bajar del auto subo la cremallera de mi chaqueta. Al entrar espero sentada cerca de la barra. Aleksander con un movimiento de su mano pide una cerveza mientras que Lyonya se encuentra parado bajo el marco de la puerta.

— Disculpe, mi camarada de aquella mesa los está invitando a sentarse — dijo el cantinero.

— Vamos — murmura Aleksander mientras se aleja de la barra.

La oscuridad no me deja ver con claridad sus rostros, hay cuatro tarros de cerveza sobre la mesa, un hombre de cabello cano se acerca para saludarnos, una camarera ha acomodado tres sillas.

— ¡Pero miren quien ha venido por este rumbo! el gran Aleksander Sokolov.

— ¡¿Vladimir Volva, no has cambiado?!

— Tan poco tú has cambiado, veo que vienes con una hermosa mujer. Vamos, siéntense todos en mi mesa, y sean bienvenidos.

— ¡Y quién es el oficial que viene contigo! — exclamo, Dmitry apuntando con su arma.

— Será mejor que dispares o serás el primero en morir — respondí mientras apuntaba con mi arma.

— ¡No soy un oficial! — contesto Lyonya.

— Si no eres un oficial, ¿por qué hueles como a un oficial? o ¿caminas como un oficial?, hasta incluso respiras como uno de ellos, sólo queda averiguar si también sangras como un oficial.

— Calma Dmitry ¿acaso no reconoces con quien estas? tienes suerte de no haber muerto.

— ¿A qué te refieres, Vladimir?, es acaso alguna amenaza.

— Observa con atención, estás ante Silvana Milenka Diatlov o mayormente conocida como la Femme Fatale.

— Haz dicho La... La... La Femme Fatale — contestó Vladimir, mientras dejaba caer su arma sobre la mesa.

— Sin duda tienes suerte de no haber muerto — agrego Dmitry — ese disfraz y esa peluca pelirroja que lleva puesta por un momento me confundieron, pero tu manera de desenfundar tu arma te delató.

— ¡Y bien, quien invitará la siguiente ronda! — exclamó Aleksander, rompiendo con la tensión que se había creado.

— Invitaré la próxima ronda sólo si estás dispuesto a seguirme el paso — respondió Dmitry, dejando escapar una breve carcajada.

La cerveza se encuentra fría. Dmitry saca tabaco ofrece uno y fuma. Bebo otro trago a mi cerveza, con una mano libre peino mi flequillo. Hay dos ebrios sobre la barra, uno gesticula y derrama la cerveza.

— Veo que no has perdido el tiempo ya has hecho nuevos camaradas.

— Vladimir, los tiempos han cambiado, ambos lo sabemos.

— ¿Y bien viejo amigo que te ha traído de nuevo a este lugar?

— Hay algunas preguntas que quisiera hacerte.

— Soy todo oídos.

— ¿Sabes algo sobre los movimientos de la triada?

— Te refieres a Dak-Ho, Velkan y nosotros...

— Así es.

— Dak-Ho y Velkan siguen atendiendo sus negocios, y nosotros no nos hemos involucrado en trabajos grandes, pero ¿a qué se debe tu inquietud?

— Algún aficionado ha intentado imitar mi método.

— ¿Dices que han tratado de inculparte?

— Veo que no te sorprende.

— Hace algunas noches un novato visito a Dmitry, dijo que estaba en un trabajo grande y que buscaba apoyo para realizarlo, sin dudar lo echamos de nuestro club.

El bar comienza a quedarse vacío puedo ver algunas mesas desocupadas. El cantinero ha comenzado a guardar los tarros de cerveza.

— Ese novato realizó su trabajo e intentó culparme.

— ¿Asesinó a un blanco importante?

— Asesinó a mi amada Mila e intentó culparme.

— Aleksander, no te preocupes. Lo encontraremos y le haremos pagar.

— Cuando lo atrapes no lo mates, quiero hacerlo con mis propias manos y le haré pagar, lo haré sufrir por lo que le ha hecho a Mila.

Vladimir hace un gesto con su mano a la camarera. La camarera se acerca exigiendo que paguen la cuenta. Dmitry saca la billetera de su bolsillo y sin hacer una pregunta paga la cuenta. Llevo a Lyonya cargando sobre el hombro.

— ¡A qué otro lugar iremos! — exclamó Lyonya.

— A decir verdad, te llevaré a tu apartamento — respondí.

— Aleksander, camarada, también debemos retirarnos — comentó Vladimir.

— De acuerdo camarada, mantenme informado si sabes algo.

— Lo haré, camarada — respondió Vladimir mientras caminaba hacia su auto.

— ¿Aleksander? vendrás conmigo en el auto o prefieres conducir el auto de Lyonya. Creo que ha bebido algunas copas de más.

— A decir verdad, prefiero caminar... espero no causarte molestias.

— Confío en ti, te veré mañana.

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