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La mejor propuesta del mundo

Recostado cerca de ti,
sintiendo los latidos de tu corazón,
y me pregunto qué estarás soñando,
me pregunto si es a mí a quien estás viendo,
entonces beso tus ojos y
doy gracias a Dios porque estamos juntos.

— I don't want to miss a thing, Aerosmith.

Hizashi Yamada era feliz, inmensamente feliz; tenía una familia que lo amaba, un par de amigos increíbles y a su lado al amor de su vida.

Shōta Aizawa era todo lo contrario a lo que él representaba, era gruñon, le gustaba la soledad, repudiaba las muestras de afecto y pocas veces podías sacarle una sonrisa — la mayoría de ellas gracias a Hizashi — pero a pesar de eso, siempre trataba de hacer a un lado esos pequeños hábitos con tal de hacerlo feliz.

Y así es como comprendió que había encontrado al amor de su vida sin siquiera buscarle.

Dio un suspiro enamorado frente al espejo y recogió su cabellera en una coleta. Aizawa muchas veces le había dicho que le encantaba como se veía con el cabello suelto, desgraciadamente ese día hacía demasiado calor que probablemente le iba a ser insoportable tenerlo suelto; sobre todo por la clase de cita que iban a tener, un picnic en el parque — idea suya—.

Así que con toda la pena del mundo recogió su cabellera, tal vez le diría a Shōta que le hiciera una trenza, a el le quedaban perfectas.

Tan rápido termino de alistarse bajo a la cocina y recogió la canasta con comida que había preparado junto a su madre la noche anterior, él llevaría la comida y Shota con que entretenerse.

— ¡Madre! — gritó — voy de salida, probablemente me quede a dormir en casa de Sho.

Antes de que respondiera salió por la puerta de la cocina que daba rumbo al patio, camino lo más rápido que pudo y cruzó la reja que lo separaba del patio trasero de sus vecinos.

Hizashi no necesitaba anunciarse ni llegar por la puerta principal a casa de Aizawa, después de todo, fue amigo de Shota durante dieciséis años y actualmente llevaban varios años como pareja.

Al entrar a la casa de su pareja se topó a la madre de Aizawa en la cocina tomando un té, Hizashi rápidamente dejó la canasta en una silla y se acercó a besar la mejilla de la mujer con una gran sonrisa.

— Señora Aizawa, hace mucho que no la veía — habló fuertemente, su tono de voz siempre había sido demasiado alto.

— Hijo, te extrañamos por aquí — respondió la mujer — Shota está más arisco de lo normal, su padre me dijo que te dijera que le mandes uno que otro mensaje para ponerlo de mejor humor.

Hizashi rió apenado, él más que nadie sabía el carácter que tenía su pareja.

— Lo siento, he estado demasiado ocupado con las pasantías en el despacho — comentó, tomando asiento — me dieron la oportunidad de quedarme trabajando al terminarlas y eso está consumiendo todo mi tiempo, sumándole todo lo que tengo que hacer antes de titularme.

— Han crecido tan pronto — susurró nostálgica— Aún recuerdo cuando los dos jugaban en el patio tratando de cazar dragones y ahora ya son todos unos jóvenes adultos.

— Es parte de la vida, madre.

Habló una voz diferente, la felicidad comenzó a burbujear desde el fondo de su estómago en cuanto escucho a Shota a su espalda; rápidamente se levantó y caminó hacia él.

— ¡Honey! — gritó, intentando rodearlo con sus brazos.

Desgraciadamente, Shota no era la clase de persona que le gustara tener muestras de afecto en público, mucho menos frente a su madre. Así que tan pronto vió las intenciones en los ojos de Hizashi, levantó el brazo y cortó toda intención de un abrazo; él rubio hizo un puchero pero de todas formas volvió a sonreír, los días sin verlo fueron demasiado eternos.

— ¿No le vas a dar un beso a tu hermoso novio?

— No. —respondió Aizawa sin más, se alejó de Hizashi y tomó la canasta que anteriormente había dejado el rubio en una silla — Volveremos por la noche —habló de nueva cuenta, esta vez hacia su madre — puedes dejar todo cerrado, llevo mis llaves.

— Que se diviertan — le dedicó una sonrisa a ambos.

Cuando ambos estaban por salir de la cocina la mujer volvió a llamarlos, específicamente a Aizawa; Este le dijo al rubio que se adelantara y regresó con su madre.

— Todo irá bien — fue lo primero que dijo, se acercó a su hijo y lo envolvió en sus brazos —Estoy tan orgullosa de ti.

— Tengo que irme — respondió Shota alejándose del abrazo y saliendo por donde había entrado.

La señora Aizawa lo observó irse con una sonrisa nostálgica, habían crecido demasiado pronto.

Para cuando Aizawa regresó con su pareja, este ya había guardado todo en el asiento trasero del auto y lo esperaba recargado en la puerta del copiloto.

—¿Todo bien?

Aizawa asintió y se acercó rápidamente al rubio abrazándolo por la cintura. Yamada se sorprendió un poquito, solo un poquito, Shota solía ser así, repelía muestras de afecto en público pero cuando estaban solos parecía un gatito buscando atención; así que apenas salió de su asombro le devolvió el abrazo.

— Te extrañe — le escuchó susurra sobre su cuello.

Hizashi lo apretó con fuerza y dio un pequeño suspiro, los brazos de Aizawa siempre fueron el lugar en donde podía sentirse en paz y sin preocupaciones; ahora entendía lo que las películas románticas decían: cuando estas con la persona que amas todas tus problemas se esfuman.

— Yo te extrañe más, Sho. — respondió quedito — como no tienes idea, los mensajes no son suficientes, nunca lo han sido.

Bajo un poco su cabeza y depósito un beso en la cabellera de Aizawa.

— Varias veces me dieron ganas de subir por tu balcón en la noche, — habló con una sonrisa— pero sabía que si lo hacía probablemente no iba a poder levantarme en la mañana o perturbaría tu sueño; eso, y también tuve miedo de volverme a caer como cuando éramos niños.

Aizawa rió recordando ese momento, Hizashi terminó con el brazo enyesado por un par de meses y castigado el mismo tiempo. Al final, Shota había tenido que pasar todo ese tiempo solo observándolo por la ventana de su habitación y mandándole mensajes por celular.

— Es mejor irnos ya, quiero encontrar un lugar con sombra.

***

Fue una suerte para ambos encontrar un espacio con un árbol que daba sombra, por lo regular el parque siempre se encontraba lleno durante los fines de semana; familias, amigos y parejas, al igual que ellos, buscaban pasar un día en la naturaleza con sus seres queridos.

Tan pronto se instalaron, Aizawa se sentó contra el árbol y cerró los ojos. Hizashi no perdió tiempo y se sentó entre sus piernas deshaciendo la coleta que llevaba.

— ¿Podrías hacerme una trenza?

Aizawa no respondió, pero la respuesta llegó en cuanto el rubio sintió los dedos de su pareja entre sus cabellos.

— Una galería me invitó a exponer algunos de mis cuadros — comentó mientras separaba el cabello de Hizashi en partes.

— ¡Eso es genial, cariño!

— No te muevas, Hizashi — lo recriminó poniendo presión sobre sus hombros — Lo es, pero tendré que irme por dos semanas para arreglar la exhibición y probablemente esté demasiado ocupado como para responder mensajes y llamadas.

Oh.

El rubio cayó en cuenta de lo que esto significaba, tiempo sin verse ni hablarse; estos días que no pudieron verse fue un martirio para ambos, no quería imaginarse cómo se sentiría permanecer completamente incomunicados el uno del otro.

— Oh. — repitió el peli negro — Me han dicho que puedo llevar a un acompañante.

Hizashi hizo un puchero.

— Shota...— comenzó a hablar en un susurro.

— Ya se.

— La vida de adulto apesta — volvió a hablar el rubio — Intentaré pedir permiso en el despacho para ausentarme por lo menos unos días antes del evento, quiero estar contigo en algo tan especial.

Aizawa terminó la trenza y depositó un beso sobre el cuello del rubio, este rió alegre en cuanto sintió los labios del peli negro sobre su piel, se removió en el suelo y terminó de rodillas frente a su pareja.

— Estoy seguro que tus cuadros serán los mejores del lugar.

Shota le sonrió y se acercó a su rostro en busca de un beso.

— Por supuesto — respondió separándose — por que tú eres mi inspiración en cada uno de ellos.

Rápidamente, el rubio sintió como su cara ardía, no necesitaba verse en un espejo para saber que su rostro parecía un tomate a punto de explotar.

— Bueno, huh — trató de hablar ignorando su vergüenza — ¿Qué fue lo trajiste para pasar el rato?

Aizawa tomó la bolsa que se encontraba a su lado y la abrió sacando varios botes de pintura, pinceles y dos lienzos del tamaño de un cuaderno normal.

— No me sorprende. — Hizashi tomó varías pinturas — voy a terminar dibujando bolitas y palitos, y tú probablemente algo hermoso que me hará quedar en ridículo.

— Todo es cuestión de práctica, amor — respondió encogiéndose de hombros.

Un par de horas pasaron y ambos se dedicaron completamente a pintar, varias veces Hizashi intentó ver lo que pintaba su pareja pero fue empujado en cada una de ellas.

Así que cuando terminaron, Hizashi no pudo evitar aplaudir de emoción, le encantaba ser el primero en ver cada cosa que Aizawa creaba.

— No — negó, en cuanto el rubio le pidió ver su cuadro — primero el tuyo.

Refunfuñando le paso el lienzo en espera de un comentario sobre este, después de todo, Shota era el experto.

— Te quedó muy bien la jirafa, Hizashi.

Yamada abrió los ojos con asombro y después hizo una mueca indignada.

— ¿¡Cual jirafa!? — preguntó en un grito— ¡Es un perro, Shota!

Aizawa se quedó unos segundos en silencio observando la mueca enfadada de su novio y después rompió en risas. Poco a poco el ceño molesto de Yamada comenzó a disminuir y una pequeña sonrisa comenzó a formarse en su rostro, amaba ver a Shota reír.

Está bien, está bien, lo siento — habló de nuevo intentando controlar su risa — ahora me toca a mí.

Hizashi se maravilló en cuanto tuvo el cuadro entre sus manos, Aizawa los había dibujado a ambos tal cual estaban en este momento; bajo la sombra de un árbol en un picnic, cada detalle era idéntico, incluso el más pequeño se asemejaba. No fue hasta que se percató del único detalle que no encajaba en la pintura que levantó sus cejas con curiosidad.

— Somos nosotros — comentó en un susurro — cada detalle es igual a excepción de esto — paso la yema de sus dedos sobre el dibujo de si mismo.

Todo coincidía a excepción de el pequeño objeto que se encontraba en su mano izquierda, un pequeño anillo dorado resaltaba sobre su pálida mano.

— Shota — volvió a hablar en un susurro, esta vez levantando la mirada hacia su pareja.

No estaba preparado para lo que vio, supongo que nadie lo está. Frente a él, Aizawa sostenía una pequeña caja negra abierta, y dentro de ella reposaban dos anillos dorados a juego.

— Yo se que no soy el novio del año, y probablemente no lo seré nunca — comenzó a hablar con una pequeña sonrisa — pero aún así trato de cambiar por ti, todo lo que he hecho y haré será penando en nosotros dos, juntos; nos imagino a los dos en un futuro con varios gatos y porque no, un par de hijos igual de ruidosos que tú. Te quiero por siempre en mi vida y espero que tú me quieras a mi en la tuya, así que ¿Te casas conmigo? Por favor.

Hizashi quería desmayarse, y estaba seguro que si no se enfocaba lo suficiente en permanecer consiente terminaría cediendo. Sacudió la cabeza tratando de espabilarse un poco y se acercó a Aizawa, que permanecía en la misma posición, estático en espera de una respuesta; rogando internamente a todos los dioses existentes por qué la respuesta fuera sí.

Yamada tomó entre sus manos el rostro de Aizawa y junto sus frentes, las lágrimas habían comenzado a fluir por sus mejillas en cuanto Shots terminó su declaración, y los ojos del peli negro se encontraban de igual manera, húmedos pero sin indicios de querer soltar alguna sola lágrima.

— Nada me haría más feliz.






No es un capítulo como tal (? Peroooo, si un agradecimiento ✨
Hace unos días la historia llegó a los 10k y quise hacer algo especial 👉🏻👈🏻 en serio, muchísimas gracias; cuando subí la historia no creí llegar a tanto 🥺

Los amo 💕

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