Capítulo 6: What happens in vegas I
Creía que nos habíamos dado un beso de despedida,
creía que íbamos en serio al decir que ésta era la última.
Pero supongo que nunca se termina del todo.
—Katty Perry, Never Really Over
A sus veintitantos años Shinsou sabía muy bien que las resacas no eran iguales a sus años universitarios. En estos momentos era una víctima muy consciente del resultado de una noche de alcohol sin exceso, con lentitud se removió en la cama hasta quedar boca arriba; con un gruñido puso su antebrazo sobre sus ojos.
La cabeza le daba vueltas, al igual que su estómago.
Si no se levantaba pronto de la cama, terminaría en un desastre demasiado desagradable. A pesar del estado en que se encontraba, se levantó en contra de su voluntad y caminó arrastrando sus pies hacía el baño; al llegar al otro lado de la habitación se detuvo y observó.
Ropa tirada por todos lados, una de las lámparas de la entrada se encontraba en el suelo y había un bulto en el lado derecho de su cama. Lo observó por varios segundos tratando de recordar con quien había salido del bar la noche anterior.
Los recuerdos eran confusos, lo único que recordaba claramente era el haber hablado con Bakugou sobre su luna de miel, haber llevado las bebidas a la mesa donde se encontraban y tratar de ignorar la escena que estaba haciendo Kaminari con otro tipo en la pista de baile —no era muy agradable observar a su ex-algo ser cortejado por otra persona—.
Después de unos segundos llego a la conclusión de que lo mejor era esperar a que la otra persona despertara. Probablemente su resaca era igual o peor que la de él, además, no tenía ánimos para levantarse, mucho menos para sacar a alguien de su habitación.
Con un suspiro siguió arrastrando sus pies hasta el baño de la habitación, este parecía pulcro y ordenado, lo que sea que hayan hecho anoche no había ocurrido en el baño. Abrió la llave del lavabo y esperó a que esté se llenara lo suficiente para lavar su cara.
Levantó la vista al espejo, su entrecejo se frunció y observó detalladamente las marcas en su cuello. Movió ligeramente la cabeza a ambos lados, su piel era demasiado pálida, más de lo normal, los que debieron ser mordidas y chupetones rosados en su cuello pasaron a ser moretones azules y morados formándose en su delicada piel.
¿Qué demonios hice ayer?, pensó angustiado. En toda su vida nunca había dejado que alguien lo marcará, mucho menos de esa manera tan brutal. Tendría que usar alguna camisa de cuello alto o bufanda, estaba seguro que iba a morir de deshidratación y calor si ocultaba las marcas pero en ese momento era la única opción viable en la que podía pensar.
En cuanto la persona en su cama despertará, iban a tener una charla y después la sacaría a patadas de su habitación.
Con qué clase de sadomasoquista se había metido.
Sus ojos no podían apartarse de su cuello, tal vez con algo de maquillaje se podrían cubrir las marcas, podría funcionar, si se apuraba, lograría quedar listo antes de la comida que tenía con Katsuki y Kirishima. Si Bakugou descubría las mordidas lo haría su burla toda la vida.
Acercó aún más su cara al espejo y pasó sus dedos sobre los moretones, hizo presión en ellos y solamente sintió una pequeña presión al tocar su piel con fuerza; por lo menos solamente eran superficiales y no le traerían molestias. Siguió pasando sus dedos sobre su cuello cuando de pronto sintió un roce metálico sobre su piel que le hizo bajar la vista.
Abrió los ojos de golpe y de un salto se alejó del espejo chocando con la pared a su espalda. Los latidos de su corazón incrementaron, podía sentirlo en sus oídos y el nerviosismo comenzó a apoderarse de su cuerpo.
Cerró los ojos fuertemente por unos segundos y volvió a levantar su mano.
Frente a él, en su mano izquierda, justamente en su dedo anular; se encontraba una pequeña argolla dorada. Demasiado reluciente, completamente nueva. Sintió la boca seca y con lentitud se dejó caer en el suelo del baño.
¿Qué demonios hice anoche?, pensó angustiado.
No, no, no, se repetía mentalmente, probablemente estaba soñando. Si, era eso, ver tantas comedias románticas le estaba afectando a su mente. Una carcajada comenzó a formarse en su garganta, la situación era demasiado irreal y de película.
Cerró sus ojos un momento y comenzó a controlar su respiración, en cuanto los abriera de nuevo, el anillo habría desaparecido y él estaría en su cama sin nada de qué preocuparse, solamente la resaca de una noche en exceso. Solamente eso.
Contó durante varios segundos. Indeciso en si abrir o no los ojos. Se estaba comportando como un adolescente asustado. Era un hombre, debía enfrentar las consecuencias que sus decisiones traían consigo. Con lentitud entreabrió sus ojos y dirigió la mirada a su mano izquierda.
—En qué estaba pensando...—susurró, aterrado.
Tenía que haber una explicación lógica de esto. Definitivamente, quizá era una broma de Bakugou. La mente de Shinsou comenzó a trabajar rápidamente, tratando de encontrar razones por las cuales portaba una argolla, cualquier razón era valida, con tal de alejar esa vocecita en su mente que le susurraba la razón más lógica y razonable.
Estaba tan concentrado que dio un salto en cuanto escuchó un grito en la habitación. Con rapidez se levantó del suelo, y al instante se arrepintió de hacerlo, dio grandes respiraciones hasta que las náuseas comenzaron a desván y con lentitud y el apoyo de su mano en la pared camino hasta salir del baño.
Estuvo a punto de resbalar en cuanto vio a Kaminari desnudo sentado en la cama sosteniendo un papel con manos temblorosas.
—Denki—habló cauteloso.
El rubio al escuchar su voz dirigió su mirada hacía él. Lo observo abrir los ojos de golpe y después cayó como un saco de papas al suelo.
—¡Kaminari!—gritó, corriendo hacía donde el rubio se había desmayado.
***
Shinsou no era y nunca había sido una persona demasiado paciente, se estresaba con facilidad y muchas veces los nervios le jugaban en su contra.
Justo en este momento se estaba debatiendo en si llamar a una ambulancia —ya se imaginaba hablando con la operadora: mi ex-amante se ha desmayado al descubrir que nos hemos acostado y casado por culpa de una borrachera, después de no habernos visto por dos años y vivir odiándonos todos ese tiempo. O fingir demencia y largarse del hotel, el país y cambiarse el nombre, así Kaminari no lo encontraría y le cortaría las bolas.
Kaminari llevaba desmayado demasiado tiempo, en un principio el nerviosismo de Hitoshi era por la reacción y sorpresa al ver que Kaminari se encontraba en su habitación desnudo, no había que hacer muchas cuentas para deducir que él era la persona con la que se había acostado y el responsable de que llevara una argolla en su mano; el comprobante de la boda se encontraba a los pies de la cama, y hace diez minutos el nerviosismo pasó a ser por consecuencia del rubio inconsciente, según sus cuentas, llevaba casi media hora sin reaccionar, el golpe que se dio al caer sonó demasiado fuerte, Shinsou no había sido lo demasiado rápido para atraparlo antes de caer al suelo.
Se acercó a la orilla de la cama y se agachó hasta que estuvo lo suficientemente cerca de la cara del rubio como para distinguir las pequeñas pecas de su rostro, a Shinsou siempre le habían gustado, era una de las razones por las cuales se quedaba despierto en las noches, así podía admirar el rostro del rubio sin ser descubierto.
Shinsou estaba demasiado concentrado en admirar el rostro de Kaminari que no se dio cuenta cuando este comenzó a mover su cuerpo en señal de estar despertando.
Aprecio el momento exacto en que los ojos dorados del rubio se abrían de golpe y estaba por alejarse cuando sintió su mejilla arder, lo siguiente que supo es que se encontraba en el suelo con un dolor inmenso en el lado izquierdo de su cara y Kaminari se encontraba de nueva cuenta sentado en la cama.
—¡Maldición! —siseó el rubio moviendo su mano rápidamente de arriba a bajo.
El dolor en la mano de Kaminari era insoportable, nunca había sido muy bueno proporcionando golpes con los puños, por lo regular siempre terminaba más lesionado que la persona a quien golpeó. Siguió moviendo su mano por unos segundos hasta que sintió el dolor disminuir un poco, detuvo su movimiento y escaneo sus nudillos, en cuanto vio la argolla en su dedo anular sintió como si la sangre de su cuerpo se desvaneciera y la sensación de mareo y vértigo comenzó a hacerse presente de nuevo.
—No, no, no—comenzó a murmurar con las manos en su cabeza—¿Dónde está?—de un salto se levantó de la cama y comenzó a palpar entre las cobijas con rapidez—¿¡Dónde está!?—gritó— ¡SHINSOU! ¿Dónde está el acta?
Kaminari estaba demasiado alterado como para notar que aún seguía desnudo. Rodeó la cama en busca del papel que había sostenido minutos atrás.
—Si no existe no pasó, si no existe no pasó.
Shinsou mantenía los ojos cerrados y presión en donde se había llevado el golpe, lo único que escuchaba era "si no existe no pasó" que Kaminari susurraba.
Abrió los ojos y dirigió su mirada al rubio, al parecer había encontrado la hoja, se encontraba al otro lado de la cama con la vista clavada en ella, desde su posición podía observar las manos del rubio temblar.
—Kaminari—susurró.
El rubio en cuanto escuchó su nombre levantó su mirada y la clavó en los ojos de Shinsou, este trago saliva y reprimió el impulso de levantarse y salir corriendo de la habitación. Los ojos del rubio estaban nublado por la ira. Era la mirada de un depredador enjaulado.
Apenas tuvo tiempo de cubrir su rostro con el antebrazo antes de que la almohada que había sido lanzada por el rubio golpeara en su cara.
Más cosas comenzaron a golpearlo. Y los gritos de Kaminari habían vuelto.
—¡Eres un maldito! —tomó otra de las almohadas y se la lanzó al peli morado— esto ha sido en definitiva la pero cosa que me haz hecho, te voy a demandar. Oh sí, por supuesto que te voy a demandar, ¡Esto!—señaló la hoja que tenía en su mano—es...es, acoso sexual, ¡no te basto con drogarme para llevarme a la cama!
En ese momento la paciencia de Shinsou se había ido al caño. Se levantó del suelo y tomó otra de las almohadas, se la lanzó al rubio con enojo.
—¡Yo no te drogue!, ni siquiera recuerdo qué mierda pasó anoche, ¡Fuiste tu! Mira las marcas que tengo en el cuello—gritó, apuntando a las manchas moradas y azules que comenzaban a formarse en su piel—¡Eres un animal!
Ambos comenzaron una guerra interminable. Kaminari seguía lanzándole cosas a Shinsou, y este las regresaba. Estuvieron así por varios minutos, hasta que ninguno de los dos encontró que seguir lanzando al otro.
Kaminari se dejó caer en el suelo. Su rostro reflejaba desolación y resignación.
—La hemos cagado—habló afligido. Shinsou lo observó tapar su rostro con ambas manos y recargarse en la orilla de la cama.
Estaba por acercarse al rubio pero la desnudez de este lo hacía sentir nervioso.
—Estas desnudó.
Shinsou se dejó caer en la cama, acomodándose de tal manera que podía observar la cabeza rubia de Kaminari.
—Eso no importa—lo escuchó susurrar—de todos modos ya me has visto desnudo.
No respondió, cerró sus ojos y puso su antebrazo sobre estos. Demasiado cansado para seguir hablando.
—¡LEGAL!, como no se me ocurrió antes.
Hitoshi se sentó en la cama y observó al rubio intrigado.
—¿De qué hablas? —preguntó.
El rubio no respondió, se paseó por la habitación recogiendo y poniéndose la ropa.
—Sí, legal —murmuraba—si, legal, legal, que tonto.
Shinsou se encogió, apretando sus rodillas con los brazos.
—Denki, me estas asustando.
Kaminari se detuvo en frente de él con el acta en sus manos.
—Cuando saliste a buscar mi cartera, la secretaria me dio un formato para llenar, en él decía que si quería que la boda fuera legal o no. Aquí—apuntó hacía el papel en su mano—solamente dice que estamos casados, pero no especifica si fue legal o no. Tenemos que ir a la capilla y confirmarlo. Al final del día todo habrá sido un malentendido.
Kaminari le tendió el papel, lo tomó y lo observó detalladamente. Para Shinsou él acta que tenía en sus manos se miraba demasiado legal, muy, muy legal; aunque, no podía estar completamente seguro, él no sabía nada sobre documentos legales, todo lo relacionado a sus obras y registros de autor se lo dejaba a Aizawa o a Yamada, tenía la suerte de que uno de sus padres fuera abogado, así que nunca había tenido que preocuparse mucho sobre esas cosas; probablemente Denki estaba más relacionado con el tema, después de todo dirigía una empresa.
Shinsou dio un suspiro cansado. La situación era demasiado estresante y la resaca no ayudaba en nada.
—Y, ¿si es legal?
El rubio le tiró a la cara un par de pantalones.
—No lo es —respondió con seriedad—debimos estar demasiado alcoholizados para cometer esta locura, pero no somos estúpidos, por lo menos no yo.
Se terminó de abrochar el pantalón y observó a Denki con molestia.
—Sabes, creo que deberíamos ahorrarnos los insultos, esto en si esto ya es demasiado estresante como para agregar una discusión —habló molesto— y, no soy estúpido.
—Claro...
Ignoró el tono de voz con el que le respondió el rubio, no caería en provocaciones, por lo menos no por ahora.
—Podemos ir en el auto que rente, se supone que debo regresarlo antes de medio día. Aún tenemos tiempo.
—Vamos—respondió Denki, caminando hacía la puerta.
Shinsou rogó con todas sus fuerzas que esto sólo fuera una mala broma del destino y no el karma que por fin se estaba cobrando todo lo malo que había hecho en su vida.
Hola 👋🏻
Buenooo, les dije que esto iba a estar lleno de clichés jeje
He decidido dividir este capítulo en dos partes, debido a que ya pasó un mes desde la última vez que actualicé. También por que se me ocurrió narrar la otra parte desde la perspectiva de Kaminari 😅
Ya saben, si encuentran algún error hacérmelo saber en un comentario 💕
Nos leemos pronto.
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