Capítulo 46: "Recuperación"
Estaba cayendo la puesta del sol, el cielo se tornaba de un rojizo incandescente que poco a poco se apagaba con el descenso del sol ocultándose detrás del horizonte, el color del mar agarraba el tono de la plata, la arena el brillo del oro con el toque luminoso de la estrella gigante que se despedía, la brisa daba sus acaricias frías y nostálgicas de dulzura maternal.
En aquella orilla estaba sostenido un pequeño columpio oxidado, sentado en él se hallaba Mac meciéndose suavemente, observando el venir de las olas sin ningún fin como si esperara a que el mar se cansara y decidiera dormir esta noche, sentía en sus pies el agua espumosa que se arrastraba hasta no poder más, su mirada triste y cansada se hallaba perdida en sus pensamientos, no perdía de vista aquel extraño bote que flotaba en el fondo sin ningún tripulante, le parecía muy familiar como si viera un recuerdo olvidado.
Vuelve a mecerse agarrando impulsos con sus pies hasta que escucha una suave voz como la de un niño que decía
— ¿Cómo te llamas?
Gira hacia atrás, estremecido por la sorpresa, no ve a nadie solo un pequeño y vacío pueblo de costa que no le extrañaba en lo más mínimo como si estuviera acostumbrado a venir de allí. Frunce el cejo mirando al vacío sugestionado a que oyó algo, menea la cabeza y vuelve a mecerse como antes.
— ¿Cómo te llamas?
Escucha otra vez aquella resonante pregunta de origen fantasmal, dobla su mirada una vez más con una expresión atenta pero guardando discreción sin levantarse del columpio, responde en un suspiro de viento —Mac— como si hablara con la brisa. No escucha respuesta como si se hubiese marchado, estira su pie izquierdo para agarrar vuelo y advierte que decían
— ¿Por qué estás solo?— inquiere aquella corriente de voz como la expansión de un eco.
Mac se detiene e intenta levantarse extendido su vista hasta poder alcanzar lo más lejos, desvía sus ojos hacia la derecha de forma lenta, apreciando cada detalle hasta encontrar el origen de esas palabras. No ve a nadie y se vuelve a sentar, reposando completamente sobre el asiento, baja su cabeza con ápices de meditación, suspira diciendo —Porque... me siento en paz— como si hablara consigo mismo.
—Igual yo— contesta aquella simpática voz de forma instantánea. Sube apresurado sus ojos y ve la figura de un niño que le miraba desde lejos — ¡Oye espera!— ordena subiendo la voz mientras se levantaba del columpio, el niño corre cuando escucha su grito y se pierde a lo lejos.
— ¿Quién eres?— musita entre dientes mientras siente una fuerte brisa que picaba sus ojos, retrocede un paso y no siente la presencia del columpio, vuelve su mirada y no lo encuentra, desapareció al igual que la playa. Sube la vista y no está el mar, solo un enorme espejo que reflejaba su traje negro de combate con su máscara que le cubría la boca.
Mac se revisa minuciosamente en el reflejo extrañado porque no recuerda haberse cambiado de ropa, enseguida aparece el reflejo del niño señalándole — ¿Por qué estas vestido así?
Aquel pequeño le parecía muy familiar como si lo hubiese visto muchas veces, sin contar las oportunidades pero no recuerda en donde, frunce su expresión extrañado pero solo se ve en el espejo sin ánimos de ver su rostro y con una mirada desanimada esquiva su reflejo diciendo —No lo sé
El niño no le separaba de vista. Con ojos de inocencia y comprensión alega —Te vez feo, no pareces tú.
Aquella respuesta lo deja muy intrigado, vuelve a ver el reflejo del niño — ¿Cómo lo sabes?— pero ve que aquel infante sale corriendo como si le incitara a que le persiguiera pues estaba riendo. Mac le sigue, motivado a que ese pequeño sabe mucho de él más de lo que él sabe de sí mismo.
—Oye espera. ¡Por favor!— exclama corriendo.
Mientras seguía, siente que está en otro lugar como en un pasillo estrecho de origen desconocido y a lo lejos el niño se detiene abriendo una puerta, de ella se escapa una fuerte luz como si proviniera del sol, aquel pequeño entra diciendo —Sígueme o llegaras tarde—apremia, se cierra la puerta apagando el reflejo luminoso.
— ¿Tarde? ¿Tarde para qué?— inquiere Mac estremecido en la confusión
Cuando llega posa su mano en la perilla y percibe un leve cosquilleo en su cabeza, gira de ella y entra a esa extraña habitación...
*********
Ernesto estaba sacando de la repisa de su laboratorio un frasco de cianuro más unas cuantas jeringas y un trapo de tela, andaba decidiendo como administrarle el veneno, si inyectárselo por vía sanguínea o mojar una cantidad toxica sobre la prenda y estrujarlo en su nariz para ahorcarlo de forma venenosa —Cuando se enteren ya estaré lejos de este lugar— se animaba consigo mismo.
—Pero ¿porque no le desconecto el aparato? De todas forma se tendrá que morir de igual modo o ¿No en su caso?— razona sobándose su barbilla de forma ansiosa—Mmmm... es mejor envenenarlo, por si acaso— se decide colocando aquellos mortíferos instrumentos en una bolsa de tela.
Cuando sale al pasillo sostiene entre sus dos manos esa bolsa como si cargara un bloque de oro, viendo de forma inquisidora como nerviosa a cada persona que pasaba cerca, sospechando de todos hasta de su propia sombra pues aun guardaba esa extraña sensación de que alguien le veía como un ser invisible. Sin darse cuenta que atrás, no muy lejos le seguía Cristian escondido detrás de la pared, esperando el momento oportuno cuando el sonido de sus pisadas se lo indicaba.
Ya llegando a su habitación pasa su mano sobre la perilla y en el momento en que gira de ella, alguien le interrumpe—Ernesto— exclama un joven enfermero, Cristian se detiene y se esconde detrás de una esquina— ¿Qué quieres?— inquiere de forma nerviosa e impaciente, aquel enfermero se extraña de su actitud diciendo —Ya te conseguí los antecedentes de la investigación para tu proyecto— le entrega una carpeta.
—Ha... es verdad, hazme una favor déjalo en mi escritorio— ordena rápido y esquivo sin mirarlo a los ojos.
—Ok— afirma ese joven de uniforme azul
Abre la puerta de forma rápida y cierra de ella, en el momento en que intenta pasar la llave alguien toca la puerta— ¿Qué pasa?— exclama ansioso como si estuviera desesperado de los nervios —Está cerrada su oficina— dice la voz del joven detrás de la puerta.
— ¡Está bien!— abre la puerta y coge de una lanzada aquellos archivos sin dar la gracias, dando como respuesta la puerta cerrada en su cara, se notaba que no quería hablar —¡¿De nada?!— dice el enfermero indignado por su actitud y se marcha ofendido.
Ernesto coloca la carpeta sobre una mesa de escritorio y se le olvida asegurar la puerta, reposa la bolsa sobre la cama de Mac, sacando el frasco de cianuro más una jeringa. Cristian escucha como absorbía el veneno sobre el barril transparente. Ernesto estaba listo para inyectarle la muerte, agarra su brazo, su pulso le temblaba como gelatina porque por vez primera iba a quitar una vida, su corazón latía con fuerza en pura adrenalina, sabía lo que iba significar su hecho pues su conciencia se lo advertía. Le sudaban los dedos pero mucho más la frente y mientras se limpiaba aquel frío sudor, Cristian abría la puerta de forma lenta y sin ruido, escabulléndose a una esquina de la habitación.
Ahora estaba listo, absorbe una aire de valor y seguro de hacerlo rápido, sostiene su brazo y justo antes de puyarlo, escucha que vuelven a tocar la puerta— ¡OTRA VEZ!— grita fastidiado, cansado de que ese joven lo esté interrumpiendo.
Ernesto muy molesto se acerca a la puerta y sin abrirla dice detrás de ella — ¿Qué quieres?— pero esta vez no hay respuesta, frunce el cejo enrarecido y vuelve a preguntar — ¡Hable! ¿Qué sucede?— nadie contesta. Extrañado abre la puerta de forma rápida y no ve a nadie, apoya su mano sobre el marco extendiendo su cuello de izquierda a derecha pero no ve a nadie cerca. Sus nervios regresan al ataque, algo no le daba muy buena espina, cierra la puerta y esta vez le pasa el seguro como si se estuviera protegiendo de alguien.
Suspira aliviado apoyando su frente sobre la puerta hasta que escucha —Ernesto— se le tensa el corazón de forma paralizante, abre sus ojos como si gritara con los parpados, pensaba que Mac se había despertado, gira hacia atrás en proceso lento como si no deseara verlo y descubre que no era el que esperaba, se alivió un poco pues era el aparente ciego de Cristian erguido enfrente suyo...
*********
La gente de las tribunas hacían sus apuestas, emocionados por predecir el resultado de la pelea, la mayoría estaban a favor del oso mientras que algunos creían en el hombre, tecleaban en sus celulares la cantidad exorbitante de dinero que iban a apostar.
El malhechor y los otros dos sobrevivientes estaban parados, sin hacer nada, impresionados con la boca abierta como David tenía la fuerza suficiente de dar una reñida pelea a un animal de poder descomunal, Bersatán también estaba sorprendido, sus mirada atenta lo demostraba sin vacilar, sospechando de esa persona como si no fuera un ser humano normal —Nima— menea su dedo índice repetidas veces —Ven un momento por favor— de forma instantánea le atiende como perrito obediente — ¿Qué sucede?—exhala no muy cómoda por su actitud —Este hombre ¿Lo cazaste tú?— inquiere viéndolo a los ojos— Si señor, eso creo— desvía su mirada de forma esquiva —¡No me digas creo!, fuiste tú ¿No es así?
Ella asiente sin verlo de frente, esperando algún reclamo.
— ¿De dónde lo conseguiste?— dice volviendo a ver la pelea con más interés —Era un hombre de las fuerzas especiales que le otorgaron la misión de atraparme por mi responsabilidad de los primeros actos terrorista.
—En pocas palabras te dejaste descubrir en tu primera misión— declara con una voz y mirada severa ya que no le agradaba aquella noticia.
—Si señor— afirma avergonzada
— ¿Algo más que quieras confesarme?— dice con una expresión de poca satisfacción.
Nima se sonroja un poco por escuchar esa palabra, porque si había una declaración, una muy importante para ella pero no se atreve a decírselo y no sabe porque—No señor— dice contraída un poco.
— ¿Segura?— inquiere levantando la ceja no muy convencido
—Si
Bersatán observa como ese hombre sujeta aquel feroz animal como si fuera otra persona —Algo me dice que...—Se soba la barbilla— este Sansón es algo más que solo un agente de las fuerzas especiales— declara con una mirada de pura sospecha.
En el ruedo, nuestro héroe impedía de todas las formas posibles a que ese animal no lo mordiera directo a la yugular desprendiendo su cabeza, o rasgara su carne con sus largas y filosas garras, cosa que era casi imposible porque sentía como cortaba de un arañazo parte de su espalda, pero no lo suficiente como para desprenderle la carne. El aliento pesado y hediendo más las gotas de saliva, impregnaba el rostro de David. El nervioso animal, actuaba con mucha desesperación pues las corrientes eléctricas de su collarín lo incitaban a la agresividad.
Nuestro hombre logra zafarse de su mortal abrazo, aquel animal estaba cansado, respira agitado al igual que David que no lo perdía de vista ni por un segundo, su sudor se mezclaba con la sangre de sus heridas pero no las siente, estaba tan concentrado que el dolor era inadvertido, el oso a pasos lentos y vacilantes vuelve de nuevo, se alza sobre él como un hombre de dos metros peludo y musculoso.
David le sostiene las patas gruesas el doble del tamaño de las suyas, atreves de sus esbeltos hombros mientras sostenía la mandíbula esquiva y letal de su contrincante, el oso lo sacudía de un lado al otro, cubriendo casi todo su cuerpo. Para un ser humano corriente estaría desmembrado o fracturado al primer golpe o sacudida pero este no era como todos, en sus venas corrían los dones de Eva, algunos de sus poderes lo mantenía con vida.
La gente gritaba con emoción, un hombre tan fuerte como un oso era un espectáculo único y sin igual, muchos que apostaron por el oso andaban tan impresionados que decidieron apoyarlo enseguida, otros anhelaban de forma ansiosa su muerte pues su dinero estaba en juego.
El animador veía con vigor y asombro el reñido combate, ni el oso y ni el hombre cedían. El malhechor corre a coger de un arma, no había muchas cosas, solo un hacha, un machete, un cuchillo de carnicero y sobre todo la apremiante lanza. Coge de ella y regresa a asistir a su compañero —Capitán, ya la tengo— clama subiendo la lanza —Bien, ¡ahora hazlo rápido!— exclama nuestro héroe en un forcejeo de hombro a garras mientras sostenía su hedionda mandíbula.
El maleante se aferra con fuerza temblorosa el mango del arma, con aire y valor corre de un grito en clavarle la punta en toda su barriga, el pobre oso ruge del dolor y empuja a David tumbándolo al suelo por fin, pero le ignora y cambia su objetivo, observa con ojos amenazador y rugidos incesantes al indefenso malhechor pues la lanza se quedó clavada en su cuerpo y se le resbaló de las manos —No, no, NO es...es...ta..ta... mu...mu... muerto— balbuceaba aterrado y tembloroso mientras retrocedía, ahora el herido oso va tras él...
**********
Mientras tanto, Rebeca estaba aguardando en un helicóptero militar preparándose para el asalto, estaba vestida con su traje de combate y coge de nuevo su máscara, cuando la contempla, sentía que vivía otra vez el ataque de Mac, respira profundamente, pues estaba nerviosa y recuerda las últimas palabras que le dijo David hace tiempo atrás <<"Rebeca en ti veo algo especial, eres una chica que puede lograr hacer más cosas de la que tú esperas. Solo tienes que creer un poco en ti misma">>
Ahora, intervino un recuerdo de su amigo <<"Eres fuerte Rebe... más que yo, nunca había conocido a una chica tan decidida y fuerte como tú y me arrepiento de no a verlo visto antes. Pero ahora debemos ser valiente aunque no queramos...">>
Luego vino una imagen de su hermano y dijo en su mente mientras pensaba en ellos dos —No te voy a volver a abandonar, mi hermano— de sus ojos rosa una pequeña lágrima fría que cayó directo a sus pies, frunce su expresión, más motivada consigo misma, se coloca la máscara lista para la acción. Enseguida sale un soldado a la cabina diciendo —Ya vamos a llegar.
Rebeca cierra los ojos y vuelve a respirar mientras pensaba en Cristian, en su padre, su hermano, David y hasta en Mac. Algo extraño estaba pasando, su cabello se puso de un violeta más rojizo, de sus venas corría un leve cosquilleo, se sentía con más fuerzas, cuando abre sus ojos, es de un color nuevo al igual que su cabello, tal vez estaba naciendo una nueva Rebeca...
Continuará...
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Hola de nuevo "Protylectores" por fin es viernes, espero que haya valido la pena el esperar cada semana, al igual que ustedes disfruto escribiendo esta historia para que guste lo más que pueda, en fin basta de charlas aburridas y vamos a la siguiente intriga: Por fin sabemos de Mac ¿Quién es ese niño? ¿A caso es alguien muy cercano a él? O ¿Fue algún familiar o algo? ¿Qué pretende hacer? ¿A dónde va nuestro Mac? ¿Recuperará por fin la memoria? Y ¿Qué hay de David? Al parecer el malhechor será desmembrado por ese herido oso ¿David salvara su vida? Si fue veterinario ¿Matará a ese oso? Y Cristian ¿Detendrá a Ernesto? O ¿Algo más pasará? Y que hay de Rebeca ¿Qué le estará pasando? ¿Logrará llegar a tiempo? O ¿Luchará contra Nima? Todo eso lo sabrán en los próximos capítulos, un saludo ^^
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