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Capítulo 18: Déjame.

Ver arrastrarse esas criaturas, con las encías goteando con la sangre de sus compañeros, hacía que Gon quisiera tirarse a machacarlas sólo con sus puños, pero bastaba con mirar el seño fruncido de Killua para desistir de sus impulsos.

Se encontraban ocultos entre los arbustos, buscando una oportunidad entre los putrefactos que deambulaban alrededor del refugio para poder entrar. A cada tanto Killua le daba miradas de soslayo, comunicándose en silencio y haciendo señas sobre la presencias de criaturas alrededor. El asentía y obedecía a las órdenes de que avanzara.

En un despiste, en donde las criaturas se distrajeron devorando un cadáver cercano, ambos entraron rápidamente al edificio. Estaba en silencioso y oscuro, tanto que lo ponía intranquilo.

—Gon...—Después de un buen rato de no hablar y guardar un tenso silencio, por fin escucha la voz de Killua en un susurro—haremos lo de siempre ¿Si? Tú atacas de frente y yo te cubro, y no te alejes de mi vista—la mirada azulada se endurece como una advertencia—aún si ves a alguien siendo devorado vivo, no saltes si yo no te lo digo.

—Killua...—Susurra con un rostro acongojado, quiere replicar, en serio que quiere, pero el albino tiene bases que no puede contradecir. "Saltar a intentar salvar lo imposible es estúpido" pero es algo que no puede evitar.

Unos gruñidos los alerta, Killua es el primero en moverse ya que es más silencioso que él, y observa a otra de las criaturas arrastrándose en el suelo y mordisqueando la pata de una silla, pero ajeno totalmente a su alrededor. El par lo evita tomando otro pasillo, y sólo siguen el recorrido para llegar a las escaleras que llevan a los dormitorios.

De nuevo hay un silencio asfixiante y Gon se siente ansioso, ni agudizando sus sentidos puede percibir alguna presencia hostil ni escuchar los gritos de algún conocido, y no sabe si eso es bueno o es malo. Es una calma inquietante que le da un frío en los huesos, y algo en su interior le murmura que sea precavido, que se avecina la tormenta.

—Gon—Reacciona de nuevo a la voz de Killua, sin darse cuenta se encontraban frente a la puerta que llevaba al corredor de las habitaciones. Traga grueso y siente el pecho retumbar, algo está mal—¿Estás listo?—observa el rostro del contrario, aún cuando todo está en penumbras los ojos zafiros brillan como lagunas que lo relajan de alguna forma, ver que el albino mantenía la calma que él no poseía lo ayudaba de sobremanera.

Termina asintiendo.

Killua entonces toma la perilla de la puerta, y Gon cree haber visto todo en cámara lenta, la muñeca blanquecina girando el picaporte para luego retirarse rápidamente ante el azote abrupto de la puerta. Un cuerpo se interpuso en su línea de visión y chocó tan rápido contra él que ni sus reflejos lo ayudaron.

—¡Gon!—Gritó cuando el aludido chocó contra una pared hasta romperla, aquello que le saltó encima era un escorpión verde enorme, y la idea de dispararle a la criatura desde donde estaba no había terminado de cruzar por su cabeza cuando él mismo fue atacado. Las tenazas de dos cangrejos casi llegan a él de no ser porque logra velozmente saltar hacia atrás.

Chasquea la lengua mientras en un traqueteo convierte su arma en una escopeta grande, dispara a una de las criaturas empujando a una contra la otra, aún cuando fue un impacto directo la coraza era tan dura que no logró perforarlo. Se muerde el labio antes de que la voz de Gon llamando su nombre le llegara junto a algo arrojándose, el escorpión de antes había sido aventado contra los dos cangrejos siendo envestidos.

—¡Gon! ¡¿Estás bien?!

—¡S-Si! ¡No te preocupes!—El tartamudeo del principio hace que la respuesta no lo convenza, sin embargo no tiene el tiempo de preocuparse cuando escucha más gruñidos y pasos temblorosos acercándose.

Killua apenas tuvo tiempo de mirar hacia el interior de la puerta, en donde pudo divisar centenares de crisálidas de color verde brillante a las que empezaban a salir fisuras, y supo cual fue el destino de sus compañeros cuando él y Gon siquiera tienen posibilidades de huir.

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Tras un juego de tiroteos y golpes, apenas lograron perder de vista a las criaturas para encerrarse en uno de los depósitos de municiones del edificio. Killua se recarga de espalda en la puerta tras cerrarla, y Gon de frente en la pared junto a él, ambos guardan silencio sólo con el sonido de sus respiraciones erráticas unos momentos.

Apenas escucha una voz quebrada.

—Killua... los demás...—Intenta hablar pero el aliento se le va, quiere ver los ojos de Killua, los azulejos que lo calmaban y le hacían entrar en razón, para así hacer que disminuya la agonizante culpa que empieza a crecer desde su interior. Pero el aludido ladea el rostro al lado contrario negándoselo inconscientemente, ya que el mismo no puede brindar tranquilidad sino la posee.

—No debes pensar en eso ahora—Dice suavemente, y escucha como la respiración antes acelerada del otro pasó a ser un quejido lamentable. Como sino hallara algo mejor sus sentidos se centra en los sonidos de los movimientos de Gon, podía sentirlo mordiéndose los labios al contenerse de gritar para no alertar a los invasores y luego dando un puñetazo a la pared.

Por un momento pensó cual sería aquello que le producía más frustración y dolor al menor, el hecho de que no pudieron salvar a sus camaradas de armas o que sacrifico los últimos momentos de vida de su abuela por una causa pérdida, e inmediatamente quiso vomitar por pensar en eso.

—¿Qué... debemos hacer ahora?—Susurra con la voz entrecortada y regresando a la respiración errática.

Intenta centrar de nuevo su mente, dejando de lado la abrumadora ola de emociones y aferrándose a su raciocinio, es obvio que ya no pueden ayudar a los suyos así que la mejor opción es salir de ahí de inmediato. Sin embargo el edificio está por completo infestado y rodeado, quizás si crean una distracción que les den un mínimo de tiempo para que ellos tomen una vía de escape, no mucho, sólo unos segundos bastarán gracias a la velocidad que lo destacan a Gon y a él en todo el grupo de la resistencia.

—Gon, debemos crear una distracción y...—El sonido de un cuerpo contra el suelo lo interrumpe. Voltea para encontrar la imagen de Gon de rodillas y sobresaltado en el suelo con una torrente de sangre que se hacía más grande—¡¿Gon?!—en seguida se agacha junto al contrario y retira las manos morenas que cubrían una cortada profunda y sangrante en la pierna—¡¿Por qué no me dijiste que estabas herido?!

—¡N-No lo sabía!—Gime en dolor cuando Killua presiona la herida y le indica que ponga sus manos en donde las tenía él. Lo ve ponerse de pie y alejarse rápidamente escudriñando el alrededor.

Debió ser durante el ataque con aquel escorpión, cuando chocó contra la pared quizás un pedazo de concreto le rasguñó sin darse y la adrenalina no lo había hecho percatarse hasta ahora. Se convence con esa teoría sin darse ni siquiera la posibilidad de considerar de que el aguijón haya rozado al moreno, porque de ser así enloquecería.

—Maldición...—Gon lo escucha maldecir mientras arroja objetos al suelo y removiendo otras cosas de los estantes, y la preocupación se le alojó en la faceta, y no por sí mismo sino por Killua.

—Killua no creo que tenga el veneno, no dejé que esa cosa me tocara.

—Obviamente no—Declara en voz grave regresando a su lado, con vendajes y alcohol en sus manos. Se agacha a su altura nuevamente para atender toscamente la herida—si hubieras sido envenenado no podrías ni estar sentado por los síntomas—explica, ignorando los quejidos de dolor del contrario cuando vertió el alcohol en la herida para desinfectarla.

Gon desvía la mirada sobrellevando el dolor por la forma en que le atendía el contrario, sabe que ninguno de los dos era precisamente bueno con los primeros auxilios y por la situación es imposible que le pida ser más delicado. Concentra su mente en recordar lo que iba a decir el otro antes de que cayera al suelo.

—Tú... ibas decir algo antes—Dijo, reprimiendo un jadeo cuando Killua apretó fuerte el vendaje—sobre una distracción ¿Es lo que planeas?

—Antes que nada debemos pedir ayuda—De su costado sacó un comunicador que encontró entre los estantes, presionó el botón y el aparato empezó a emitir un ruido de señal—no sabemos cómo estén Kite y Lyon, así que lo mejor es llamar a Ging para que traiga refuerzos.

—¿Y qué haremos mientras tanto? ¿Esperaremos aquí?—Cuestiona, y al decir eso unos estruendos cercanos hicieron temblar el suelo a sus pies. Cuando se estabilizaron volvió hablar—nos encontrarán...

—A ti no—Replica sobresaltándolo, Gon contempla como Killua vuelve a ponerse de pie para tomar su arma y recargarla con municiones, una sensación de temor se le asienta en el pecho previendo las intenciones del contrario.

—¿Qué haces?

—En cuanto Ging conteste saldré y alejaré a los putrefactos lo más lejos posible, así ganaré tiempo para los demás de la resistencia que buscan a Kite. Gon, tú quédate a esperar

—No—Su respuesta es automática, tras recargar el arma Killua encara la mirada llena de determinación del moreno—iré contigo, sin importar que.

—Vas a estorbarme—Dice sin ninguna suavidad y con una mirada fría, ya que no hay otro modo de enfrentar la testarudez del contrario—en tu estado eres peor que un peso muerto.

Observa como su expresión se enerva, a veces se pregunta porque siempre hace enojar a Gon cuando intenta protegerlo, quizás es su mejor forma de lidiar con la insufrible situación. Lo ve ponerse de pie con dificultad sin dejar de verlo con dureza.

—¡Aún si me dices eso no dejaré de ir contigo!

—¡Mira como esta tú pierna, apenas puedes estar de pie! No vas a poder seguirme el paso y además trabajo mejor sólo. Vete tú con los demás, espéralos y pide que te atiendan.

—¡Esto no es nada!—Afirma apretando los puños a lo que el contrario hace una mueca.

—¡Deja de ser tan egoísta por una vez! ¿Eres realmente consciente de la situación en la que estamos? ¡Un paso en falso y moriremos! ¡No hagas una estupidez sólo porque te sientes mal quedándote sólo!—Sin darse cuenta alzó la voz y es que mientras hablaba revivió la tensión y perdió la calma, y por la mirada de furia que le daba Gon, parecía que también iba por el mismo camino.

—¡Sé como estamos ahora! ¡Es por eso que de ninguna manera te dejaré sólo!

—¡No estás en condiciones para seguir y además yo soy más rápido que tú!

—¡Aún así no vas a poder tú sólo! ¡Déjame apoyarte! E-Entre ambos podremos escapar...—Por un momento se quedó sin voz ante la fría y amenazante mirada azulada. La recuerda de esas veces en las que Killua realmente no quería que le replicara nada ya que no había tiempo ni opciones, donde constaba que no era una decisión correcta o que quería, sino necesaria.

—O moriremos ambos...—Su voz sonó baja y grave, cerrando los caminos a cualquier réplica y colocando la mano en la perilla de la puerta.

Pero Gon estaba lejos de ceder y termina tomando su mano con fuerza.

—¡Killua no vayas!

—¡Gon suéltame!

—¡No lo haré! ¡Iré contigo!

—¡Basta! ¡¿No quieres ver a la abuela Abe?!—Los ojos de Gon se abre más en sorpresa ante el recuerdo de la anciana convaleciente—¡La viste, no le queda tiempo! ¡¿No quieres verla una última vez?! ¡¿Dejarás sola a Mito san en una situación?!—reclama sintiendo el cuerpo del contrario tensarse. Gon evade la mirada, mordiéndose el labio y tragándose los sentimientos sin mucho éxito—sabes que quieres verla...—le mira fijamente tomando la mano que lo sostiene y soltándose de su agarre, sin embargo el moreno volvió a verle con la mirada cristalina.

—¿Y qué hay de Alluka?

Con esas sencillas palabras todo dentro del albino se sobresalta y aprieta los dientes en rabia.

—Maldito seas Gon...

—¡El lugar está lleno de esos monstruo! Morirás en cuanto te acorralen—Vuelve a intentar razonar—iré yo, mi sangre será la carnada, conseguiré tiempo para que tú y los demás de la resistencia huyan—afirma con decisión, con un tono de que no cambiará de idea.

Por el contrario la mirada de Killua se ensombrece con esa aura que a más de un conocido intimidó.

—..................¿Eres idiota? No.....¿Tú crees que soy un idiota?—Escupe sus palabras dejando ver toda su ira. Gon sólo complicaba las cosas, incluso si sólo intentaba protegerlo hacía que fuera una faena imposible—hazte a un lado o haré que tú pierna sea el menor de tus problemas.

Amenaza o advertencia, con Killua esas dos cosas suelen ser lo mismo, pero Gon nunca antes se ha asustado de él ni cuando recién lo conocía ni mucho menos ahora que se amaban tanto. Con un paso firme se interpone entre la puerta y él.

—Tendrás que pasar sobre mí.

El piso y las paredes volvieron a temblar por una conmoción más cercana, pero a este punto ninguno de los dos prestó atención a esto.

Antes de que termine exhalar un suspiro Gon ve como Killua iba a encestarle un golpe el cual loga desviar y retener bajo su brazo, su intención era inmovilizarlo, seguir hablando y convencerlo, pero antes de siquiera tener la posibilidad de esto un rodillazo en su estómago le quita todo el aire de los pulmones.

—Eres ingenuo como siempre, sin esperar golpes bajos...—Al bajar la pierna Gon cae contra su pecho y se sujeta apenas a su chaqueta entre luchas por respirar y mantener la conciencia.

—Ki... llua... no...—Le escucha decir antes de caer de rodillas inconsciente en el piso, pero aún con un débil agarre a su vestimenta.

Killua se agacha y lo toma de los hombros para dejarlo reposar contra la pared. Contempla su cara durmiente y el como una lágrima amenazaba con caer de uno de sus ojos, la limpia con gentileza y toma la mano ajena posando la palma en su mejilla.

Cerrando los ojos, Killua se permite un momento desmoronarse, embriagarse de la presencia de Gon y recordar la sonrisa de Alluka en su mente como una fotografía. No pensará en esto como su último momento, pero igual su alma se destruye de a poco. Abre los ojos lentamente con un brillo lagrimoso observando nuevamente el rostro durmiente, esa cara con la que ha despertado muchas veces reposando a su lado...

Se muerde la lengua y aprieta los labios. No dirá adiós, todo menos eso...

¡Llamando a base! ¡¿Hola?! ¡¿Qué demonios está pasando allá?!—La voz malhumorada de Ging lo saca de su ensimismamiento, retira la mano en su rostro y la entrelaza con la propia mientras que con la libre toma el aparato en su bolsillo.

—Aquí base.

¡¿Killua eres tú?! ¡¿Qué rayos pasa?! ¡Hace una hora que no logro contactar con nadie en la base!

Ajeno a la voz enfurecida y algo desconcertada del adulto, Killua mantiene una calma gélida mientras mira fijamente a Gon.

—Ging... te brindaré la oportunidad de que actúes como padre.

Continuará...

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