Capítulo 16: Todo está bien
Gon contemplaba la enorme montaña con cierta admiración y asombro, para luego bajar la mirada y contemplar a los diferentes trabajadores excavando y sacando tierra, estaban algo sucios y con expresiones de cansancio pero podía ver cierto brillo de ilusión en sus ojos.
—Fue difícil pero lo estamos logrando—Ging se sitúa a su lado mientras le da un mordisco a la manzana en su mano, admirando lo mismo que él—unos están lidiando para establecer la energía eléctrica adentro, otros construyen casas del tamaño adecuado para vivir mientras que los demás excavan para crear los pasillos y los espacios. Todos están cooperando.
Gon asiente levemente, mira de reojo como el mayor le extiende la fruta que antes estaba mordiendo y la recibe para plantarle el mismo un mordisco. No puede evitar mirar con algo de curiosidad la imponente figura de su progenitor, pues antes de que todo este apocalipsis empezara eran muy raras las ocasiones en que tenía la oportunidad de estar cerca de Ging de esa forma, pero ahora, no sólo podía verlo prácticamente todos los días sino que incluso podía luchar a su lado y sentir la confianza mutua, no de padre e hijo, sino de dos camaradas.
Pensó que iba a ser extraño al principio, pero al final es como si los dos siempre lo hubieran hecho.
—¿Cuándo estará listo?—Pregunta y regresa la mirada a la mano de obra frente a él.
—Una semana, tal vez menos—Responde un tanto dudoso.
Escuchan el motor de un camión y una voz femenina llamando.
—¡Gon! ¡Ya nos vamos! ¡¿Vienes?!—El nombrado sonríe a Mito antes de asentir en afirmación.
El grupo de agricultura había venido a traer agua y alimentos a los hombres que trabajan en el nuevo refugio, Gon fue uno de los pocos que se ofrecieron a escoltarlos en el trayecto, aunque lo había hecho más por hacer compañía a la mujer y por curiosidad por ver cómo está quedando el nuevo refugio.
Ve de reojo como Ging hurga en su bolsillo, sacando de este un papel doblado en royo y dándoselo a Gon.
—Este es el mapa de las nuevas rutas del refugio. Dáselas a Kite.
El menor asiente para después darle un último mordisco a la fruta y tirarla a un lado. Da una mirada a Ging, quizás esperando una especie de despedida, pero al ver que éste no le regresa la mirada sólo suspira sonriente para finalmente retirarse.
Gon se sienta junto a Mito en la parte de atrás del camión, agradeciendo para sus adentros el detalle de que se hayan decidido a poner asientos de cuero pues antes tenían que estar de pie y soportando de lleno los dolorosos achaques del camino.
Contempla el camino frondoso de arboles a su alrededor y el cielo claro sobre ellos, sintiendo una sensación de nostalgia y anhelo al recordarle su antiguo hogar. Una casa sencilla en una zona rural, con flores, el aroma a monte, la tierra y todas esas cosas que no pensaba que iba extrañar tanto.
—Es lindo salir un momento—Agrega la mujer, viendo en su mirada que quizás se sentía igual que él—cuando estás en estos momentos de calma es difícil recordar que esas cosas están rondando por ahí...
—¿De veras? Yo los tengo más presente que nunca—Admite Gon, pues a pesar de que debería ser al revés, en los momentos en que debe estar descansando y dejarse llevar, sus sentidos están más activos que nunca que incluso podría sentir el zumbido de los insectos.
Mito le da una mirada de preocupación antes de suspirar y recostar su cabeza en el hombro de Gon, quien con gentileza la abraza de la cintura. Hace poco se había dado cuenta que ya había alcanzando la altura de la mujer, donde antes era abrazado protectoramente hasta la altura del busto ahora era él quien la reconfortaba en momentos como este.
Y quizás sea por esas cosas que da la madures, pero ahora era consciente de la fortaleza y a la vez el cansancio que posee Mito, quizás ella misma se lo mostraba al ver que ya no era el niño que correteaba por la casa lleno de tierra. El viaje la pasó así en silencio, pues Gon notaba que la mujer dormitaba y no quería romper su momento de descanso. No fue hasta que empezaron a llegar a una zona más urbana con edificios que ella misma abrió los ojos y se enderezó para prepararse cuando llegaran.
Su refugio eran dos edificios de departamentos conectados entre sí, tan altos que Gon podía jurar que tocaba las nubes. Recuerda que tomó acerca de unas dos semanas bloquear con vehículos las carreteras y los caminos alrededor, dejando sólo la del frente para usar como entrada y salida. Killua estuvo quejándose de que empujar tanta hojalata vieja le dejaba un olor a monóxido en las manos.
Era un lugar cómodo y seguro, pero Ging insistía en que no era así y que podrían ser atacados en cualquier momento, que es mejor tener un respaldo por si acaso. Aunque muchos lo llamaron loco, nada lo detuvo de tomar una montaña y hacer de ella un futuro refugio.
Después de estacionar el camión Gon ayudó a Mito a bajar.
—Gracias—Agradece mientras quita algo de polvo de su vestido naranja.
—¿Qué harás ahora?— Pregunta sonriéndole servicial y dispuesto a ayudarla, la mujer ríe un poco.
—Ya sólo tengo que guardar la ropa que ya esté seca e ir a ver cómo está tu bisabuela, no te preocupes—Dice mientras gentilmente sacude ahora las prendas del moreno por un momento y terminando por acomodar el cuello de su chaqueta—puedes ir a ver a Killua, sé que ya debió llegar de su misión y te mueres por verlo.
Gon siente las mejillas arder y la mujer sólo ríe jocosa antes de empezar a caminar para alejarse.
—¡Salúdalo de mi parte!—La escucha decir y sólo puede sonreír nerviosamente mientras toma la parte de atrás de su cabeza.
Quizás porque no que quería recibir una sonrisa suspicaz de Mito esperó a perderla de vista antes de correr hacia una dirección contraria.
Había visto tantas veces esa escena que se la sabía de tal forma que la podía visualizar mentalmente aún sin estar allí. Killua llegando con rostro malhumorado como suele hacer después de una misión, para luego cambiar radicalmente a una sonrisa cuando ve a Alluka correr hacia él con un cariñoso abrazo, acto seguido la chica le pondrá un mohín mientras se queja de que no ha salido en mucho tiempo, y como no se siente segura con nadie más que no sea con él, se aburre infinitamente estando encerrada. Por las quejas y gestos adorables de la menor decide sacarla a pasar el rato en el arroyo en el interior del bosque.
Efectivamente, después de un rato de andar por el bosque, sólo tuvo que seguir el sonido de chapoteos de unos pies saltando en el agua. Y entonces vio a Alluka con los pies hundidos en el río mientras intenta atrapar unos pequeños peces colorados, y a Killua sentado en una roca sin los zapatos devolviéndole la mirada, seguramente había notado su presencia en los alrededores mucho antes de que llegara.
—¡Killua! ¡Bienvenido!—No pudo evitar expresar su júbilo en su rostro sonriente, el aludido sólo le dio una media sonrisa mientras alza la mano en saludo que luego cambió a espanto cuando lo ve aproximarse corriendo a todo lo que da.
Ni el grito de Killua diciendo que esperara lo detuvo de embestirlo con un brutal abrazo que los tiró a ambos en el río. El albino lo maldecía mientras tosía el agua que por accidente respiró mientras Gon reía encantado y feliz.
Podía decir que es porque están viviendo en un apocalipsis en el que cualquiera de los dos podría morir, pero de alguna forma se sentía más unido a Killua que nunca, y sabía que sus sentimientos eran correspondidos aun si el albino jamás de los jamases lo admite en voz alta, no era necesario Gon ya lo sabía.
—¿Cómo te fue?—Pregunta y ve el agua escurrir de la ropa del contrario.
La razón por la que no fue con el albino esta vez fue porque el mismo Kite pidió sólo su ayuda, pues la escena esta vez era un centro comercial y necesitaban sigilo para no despertar a los putrefactos que dormían en su interior, y era algo que admitía se le daba mejor a Killua. Pero eso no impidió que se quejara por no dejarlo ir, el berrinche fue tal que recibió un coscorrón gratis de parte de Kite y una burla por parte de Killua.
—Ah sí, sobre eso...—Dice, y saca de su bolsillo lo que parecía un empapado carrete de hilo para las cañas de pescar para dárselo a Gon—había uno en las polvorientas estanterías que no habían sido invadidos por ratas, te hace falta para tu caña de pescar ¿No?—finaliza mientras regresa su atención a su mojada vestimenta, con ese gesto característico de como si no le importara pero en realidad si le importa.
Gon sonríe contento y agradecido.
—Lo recordaste, gracias—Dice mirándolo aunque le esquivaba la mirada.
Ambos se sientan junto al otro en una piedra grande, viendo como Alluka seguía distraída con los peces logrando de vez en cuando tomar a uno para luego liberarlo y repetir la acción. Concentrada y pensando en que sabe, lo que es lógico al no poder leer mentes y menos la de ella.
Mira de reojo a Killua, estaba sentado con los brazos apoyados hacia atrás, y aunque no se diera cuenta Gon si, vigilaba cual león a la chica y a sus alrededores alerta de cualquier peligro.
Se da cuenta al recordar a Mito que Killua también ha crecido y que sus alturas están un poco más igualadas, pero aún siguen esos molestos centímetros que hacen al contrario más alto y por lo tanto dándole la ventaja de mofarse de que es un enano.
—¿Qué te pasa?—Dice el albino tras darse cuenta que el moreno lo miraba con un puchero malhumorado.
—¡Aunque seas todavía más alto te superaré un día!—Declara como petición formal de guerra bajo la mueca reacia y extrañada del contrario.
—¿A que vino eso? No importa, no es como si fuera a pasar—Replica con el propósito de molestarlo un poco.
—¡Si pasará no siempre serás más alto que yo!
—Sigue soñando pequeño, veremos si para ese entonces seguimos vivos—Dice, y da unas palmadas en la cabeza del contrario como si fuera un niño bajo su mirada irritada.
—Pasará dentro de muy poco, ya lo verás...—Dice cual amenaza inminente y el contrario se encoje de hombros antes de poner los brazos tras la cabeza.
—Si para entonces la humanidad no se ha extinguido y seguimos vivos—Agrega desinteresado pese a la mirada algo sorprendida del menor.
—No digas eso ni en broma—Responde, y la verdad no hay cosa que lo deprima más que ver la negatividad del contrario. Éste sin embargo permaneció indiferente a la petición, un clásico gesto de esa frialdad que le inculcó su familia y que no podía borrar del todo.
—Todo tiene un fin ¿Comprendes eso? El último trozo de comida, la última gota de agua, los lugares seguros, nuestra suerte... mientras no eliminemos a esas cosas ese futuro sigue siendo muy posible—A Gon nunca lo ha dejado de sorprender la facilidad con que el albino hablaba de desgracias, diciéndolas tan normal como hablar del clima, no sabía si admiraba o entristecía esa parte de él.
Intenta ser positivo.
—Eso no pasará, los protegeré a todos, te protegeré—Declara y el albino afirma con la cabeza con un gesto como si fuera lo más obvio del mundo.
—Obviamente, siempre haremos todo aquello que esté a nuestro alcance pero siempre habrá ese momento que nos supere—Explica con una expresión monótona—yo tampoco dejaré que pase nada, La idea de morir devorado por esas cosas no es mi estilo ¿Sabes? Tengo que proteger a Alluka y cuidar de que no te pases jugando al héroe que todo lo puede—con su dedo índice da un brusco golpecito en la frente del moreno y sonríe cuando lo escucha soltar un quejido de dolor.
—Sólo digo que hay que hacer algo antes de que cumpla mis cuarentas, pues quiero volver a comer chocolate sin tener que tomarlos de un supermercado mugriento y abandonado.
Finaliza más sin embargo Gon se distrajo de sus intentos de palabras inspiradoras en el momento del golpe en su frente y vió por un momento su mano.
—Oye eso...
—¿Eh?—Contempla con sorpresa como el moreno toma su mano y examina su palma con ahínco.
—¡Oh! ¿Un dibujo?—Dice, al ver en la pálida palma la ilustración de una caricatura de la cara de un gato en azul.
—Ah sí, Alluka encontró estos marcadores y quiso probarlos en mí, son indelebles así que tardará unos cuantos días en quitarse—Dice no dándole realmente importancia.
Gon lo seguía mirando como la cosa más interesante del mundo, y Killua lo ve sonreír antes de frotar su mejilla en su palma cual perrito buscando cariño.
—¡H-Hey! ¡¿Qué estas...?!—Se queja antes de forcejear con el moreno quien reía divertido terminando con ambos cayendo nuevamente en el río bajo la mirada extrañada de Alluka que los contemplaba curiosa.
El tiempo pasó con ellos viendo a Alluka chapotear, charlando, discutiendo, volver a charlar y luego jugarse bromas mutuamente. Para el atardecer ya estaban regresando al refugio con el albino cargando a una adormecida Alluka en su espalda mientras Gon caminaba a su lado sonriéndole a cada tanto.
Cuando llegaron una camioneta estaba estacionado con cargamento que unos hombres bajaban, uno en especial dirigía y Gon reconocía.
—¡Kite!—Llama corriendo hacia el aludido, éste voltea a verlo con sorpresa mientras Gon hurga en su bolsillo para sacar la hoja que buscaba—te lo manda Ging—dice entregándole el papel al más alto, Kite le da una mirada antes de guardarlo en el bolsillo de su chaqueta.
—Realmente está ocupado en esto...—Agrega con una expresión de seriedad y preocupación que llama la atención del menor.
—¿Qué ocurre?—Pregunta con cierta curiosidad. Pues si Kite dice algo como eso es porque se lamenta que Ging esté enfrascado en otro oficio, quizás porque al estar ausente no puede pedir su opinión o guía en algo.
Kite guarda silencio un momento desviando la mirada en algún punto de la nada, como si algo más estuviera ocupando su mente, tan importante como para que olvide contener sus gestos y guardarse sus pensamientos frente a Gon.
—Hay putrefactos alrededor, con sus nidos en la cercanía. Apenas están llegando a la ciudad pero ya es hora de que pensemos en qué hacer con ellos...
—Eliminarlos por supuesto—Replica Gon.
Aún cuando regresa a su expresión normal, puede ver ese breve, efímero y muy disimulado, pero para Gon muy claro gesto de duda en su rostro. Kite está lidiando con algo muy serio, pero lo mantiene en secreto ya sea para no causar preocupación o porque está buscando la solución por su cuenta y no quiere que se entrometa.
—Será lo lógico, pero hay algo raro en ellos...—Explica vagamente y Gon muestra confusión.
—¿Cómo qué?
—Actúan extraños...—Gon parpadea sin comprender porque tanto misterio, si es algo muy grande puede decirlo y entre todos lograr solucionarlo.
—¿Kite qué ocurre?—Pregunta, pero muy lejos de sacarle la intriga que lleva, éste sólo lo mira monótono ocultando cualquier gesto.
—Estate alerta—Advierte, para luego retirarse a ayudar a descargar el camión y dando por finalizada la conversación.
Gon se queda observándolo de forma confusa, no es el ser más inteligente del mundo pero sabe intuir cuando le ocultan algo.
—Gon ¿Vienes?—La voz del albino situándose a su lado lo saca de su ensimismamiento, suspira antes de voltear a verlo con una sonrisa.
Gracias a los esfuerzos de mujeres tan testarudas como Mito san el lugar al menos se mantenía limpio (Nadie lo decía en voz alta pero pobre del que ensucie algo), pero hace un mes la electricidad dejó de funcionar y aunque había personas que no les molestaba en lo particular, como Gon y Killua que se movían bien a oscuras, a menudo Leorio se quejaba de tropezarse o caerse cuando le daban ganas de ir al baño de noche.
Respecto al nivel de confortabilidad de la habitación, Gon aprendió que dependía del sentido del orden del que la habite, en su caso su anterior habitación era medianamente ordenada y con eso le bastaba, claro que eso era antes de que una especie de bomba casera la volviera añicos y un bonito traga luz, Ging sólo le dio la excusa de que era un nuevo tipo de arma y la estaban probando justo en su cuarto, la respuesta del "porque" quedó en el aire y un misterio en los años venideros.
Y aunque se quejó en su momento después estaba que agradecía el incidente porque podría compartir habitación con el albino, que por cierto no era muy ordenado ya que era muy perezoso para incluso acomodar su ropa y Gon a menudo no le quedaba más opción que hacer de mucama acomodando las pertenencias de ambos.
Cuando ve el desorden en la cama, Gon se contiene de poner una mueca desaprobatoria, al fin a cabo a él también le da pereza estirar las sabanas al despertar así que no tiene derecho de reclamarle eso al albino, por eso decide pasarlo por alto y sentarse en el colchón para quitarse sus botas.
La conversación con Kite le invade la cabeza pero la hace a un lado con un suspiro pesado, pone el calzado bajo el mueble para luego dejarse caer de espaldas en el colchón, pero entonces nota algo que si que no puede ignorar.
—Killua, volviste a poner tus medias sudadas en la cama—Reclama con molestia mientras toma las prendas y las muestra en su mano al contrario, éste lo mira con aburrimiento y algo de sueño.
Y no fue su fría indiferencia por la acción lo que lo terminó de enervar sino el ver mejor las ropas que estaba usando, cuando Killua se estaba quitando la chaqueta gris y mostró cierta camiseta negra sin mangas.
—¡¿Eso es mío?!—Dice alzando la voz y poniéndose de pie abruptamente, agitando los calcetines en círculos en el aire cual bandera nazi mientras en su otra mano apunta con el dedo índice la prenda nombrada del contrario.
—Las mías están lavándose ¿Qué querías que hiciera?—Se excusó vagamente apropósito buscando molestar más al contrario.
Gon se acercó dejando caer lo que sostenía su mano para tomar la vestimenta.
—¡Encima la mojaste toda!
—¡Tú la mojaste cuando me empujaste al río!—Y tomó la muñeca del contrario sin cuidado alguno.
—¡¿Ahora qué ensuciaste la tuya ensuciarás la mía hasta dejarme desnudo?!
—Oye, fíjate que no es mala idea.
—¡Killua!
—¡Ssh! Alluka está durmiendo—Dice apuntando con su mano libre a la aludida que dormía acurrucada en la otra cama de la esquina. Pero esa excusa poco le servía, pues la chica había desarrollado un sueño de hibernación más pesado y profundo que el de un oso, la razón de que haya obtenido semejante poder es quizás por haberse acostumbrado a las discusiones infantiles de su hermano mayor y Gon, que eran más frecuentes que el pan nuestro de cada día.
Por eso Gon no dudó en tirársele encima al contrario en una lucha por quitarle la camiseta, aun consciente de que en estos juegos Killua siempre le da la vuelta y lo termina reduciendo contra el piso con una dolorosa llave en el brazo.
—¡Agh! ¡Está bien! ¡Puedes usarla! ¡Puedes usarla!—Repite una y otra vez dando golpes desesperados al suelo bajo la sonrisa sádica del contrario. Pese a que liberó su extremidad el peso de Killua lo seguía presionando por lo que aún no se ha movido, logra voltearse para ver su cara, contemplando su expresión esta vez más monótona y un tanto expectante, Gon parpadea con sorpresa.
—¿Qué pasa?—Preguntar ante el repentino cambio de actitud.
—Algo te preocupa—Dice, y no es una pregunta, cuando ve que Gon quiere hacerse el desentendido apoya sus brazos a cada lado de su cabeza, creando esa sensación que los intranquiliza a ambos cuando están así de cerca—eres tan estúpidamente hiperactivo que si suspiras dos veces y te tiras de una a la cama es porque en algo estás pensado—no puede evitar exaltarse en este tipo de momentos en que Killua muestra lo realmente atento que es—¿Kite te dijo algo?
Gon desvía la mirada un poco avergonzado por la cercanía, y suspira rendido, no quería decirle porque era meras suposiciones pero Killua nunca le dejaba alternativa.
—Kite dijo que estuviera atento.
—¿De qué?
—No sé.
Killua arquea una ceja entre extrañado e intrigado.
Lo había visto mostrarse alarmado y confuso cuando hablaba con Kite, y cuando no llegó a la habitación dando gritos y brincos en la cama cual cachorro feliz de la llegada de su dueño a casa (Pues es lo que hace Gon cada que él o Killua regresan de una misión separada) entonces empezó a sospechar que quizás Kite mostró más preocupación de la cuenta por una posible suposición, inverosímil, pero con suficiente fuerza como para pedirle a Gon sin pensar detenidamente lo que le afectaría, que tenga cuidado.
—Somos prácticamente soldados sabes, debemos estar siempre alerta—Replica buscando la mirada castaña.
—Kite no es de los que dice ese tipo de cosas sino estuviera ocultando algo—Dice, y en parte tiene razón, pero Kite tendía a ser un poco paranoico y consciente de eso se guardaba sus suposiciones hasta estar totalmente seguro de que son ciertas, lo cual la mayoría de las veces no sucede y son desmanteladas por el mismo Ging—creo que está ocurriendo cosas malas y no lo ha querido decir.
—De ser así es por una razón—Dice y logra que Gon ladee la cabeza para verlo, por un segundo se detiene contemplando sus brillantes ojos para luego seguir—eres un impaciente, seguro que está planeando algo y tú ya lo andas molestando con tus tertulias e insistencias.
Sonríe burlón por la típica expresión infantil de Gon de inflar las mejillas y mostrar un puchero en sus labios, era algo muy propio de él.
—Yo sólo estaba preocupado.
—Sí, si lo sé.
Gon contempla su expresión burlona no muy convencido.
—¿No te vas a mover?
—¿No te vas a mover tú?
—No soy yo el que está encima.
—Eso es seguro.
Gon sonríe, arqueando una ceja, cuando lo ve acercarse a su rostro y al reconocer la sonrisa malintencionada con la que está tan familiarizado. Sin pensarlo mucho, planta un breve beso en sus labios, apenas una unión breve, que Killua se encarga de intensificar al repetirlo y esta vez hacerlo más duradero. Gon rompe la acción por el respingón de sentir un apretón.
—¿Esa es tu mano?—Pregunta al sentir a la intrusa en su cuerpo y el contrario entrecierra los ojos con esa expresión tan suspicaz que hace.
—¿Esa es tu mano?
—Yo pregunté primero Killua.
Después de unos segundos de mirarse fijamente, Gon ríe, más por felicidad que por la gracia del momento, y abraza al contrario tomándolo desprevenido y terminando ambos rodando por el suelo. Escucha quejas y risas por parte del contrario, y cualquier preocupación anterior se esfuma de su mente, es como si estar junto a Killua le asegurara que todo siempre iba estar bien.
Terminan de rodar cuando chocan contra la puerta, siendo Gon quien está arriba y sonriéndole risueño al contrario.
—¡Todo va a salir bien Killua!
Dice, el nombrado lo mira sorprendido y luego bufa, por la tontería de querer animar y terminar siendo el animado, en un castigo infantil pellizca las mejillas del contrario haciéndolo quejarse de dolor y regresar a rodar por el suelo al lado contrario, pues se niega a ser el reducido.
Esto fue ocho horas antes de que el enjambre atacara al refugio.
Continuará...
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