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CAPÍTULO VEINTINUEVE

EVAN

—Tú y Lexa vayan al frente, yo iré atrás con el resto —anuncia Jacobo a mi lado.

—¿Cómo dices? —cuestiono aun procesando su idea.

—Créeme Evan, te estoy haciendo un favor, no creo que sea prudente dejar a Liz cerca de Lexa en estos momentos —no sé si su intención es hacerme reír o habla enserio, pero está muy lejos de ser un buen chiste.

Asiento al tiempo que se va a decirle a Lexa que irá al frente. Me siento mal por haberle hablado de esa manera, y más aún por lo que pueda pensar ella, está claro que debemos hablar. <<Gracias Jacobo por dejarnos solos un rato>>.

—Evan, ustedes abrirán la marcha —interrumpe Richard mis pensamientos.

—De acuerdo.

Todos se preparan para partir y distingo como David ayuda a Lexa a subirse a la camioneta. Yo en cambio tomo mis armas y me aseguro de que mi equipo esté completo y cuando Richard sale del edificio, yo tomo mi lugar frente al volante y lo sigo hasta colocarme en primer lugar.

Pronto atravesamos la ciudad y su laberinto de calles hasta llegar a un amplio paisaje con un camino en el centro. Durante una hora solo se escucha el zumbido que hace el motor de la camioneta en marcha y los murmullos que se cuelan desde la parte trasera por la pequeña ventana que nos conecta a ella. Si quiero arreglar las cosas creo que es el momento. Con mi mano derecha cierro la pequeña ventana a mis espaldas, lo que nos deja solos.

—Lexa... —comienzo para llamar su atención. Ella voltea hacia mí, sin embargo no dice nada —. Lamento lo que sucedió, no obstante, cariño tienes que ser más comprensiva, a nosotros se nos instruyó para esto, pero ellos son... —Lexa suelta una risita amarga y veo como aprieta sus puños.

—La defiendes – afirma.

La impotencia corre por mis venas. Quiero decirle que no, pero soy consciente de que mi relación con Liz, aunque no ha sido correspondida de mi parte, ha dejado un sentimiento amargo. No podía pensar que todo seguiría igual, no obstante al parecer mis labios y rabia no son conscientes de la situación.

—¡¿Es enserio? Lexa esto no es por ella, ella me es indiferente...

—¡Dime! —me interrumpe ignorando mi comentario — ¡Si yo no hubiera matado a esos dos sujetos mientras ella solo veía y el tercer sujeto hubiera matado a Jacobo o a Sarah o a cualquiera, ¿sería diferente?, ¿seguirías justificando su cobardía?!

—¡Lexa, ellos son distintos, para ellos no es tan sencillo disparar a...

—¡¿Entonces que hacen aquí? ¿A qué vienen, Evan? ¿Pensaban que irían de vacaciones? Abre los ojos, esto es una guerra. Y si no son capaces de pelear entonces deberían ayudarnos y dejar de estorbar!

<<Bien, grandioso>> Hablar para solucionar, solo ha servido para empeorar. Me quedo callado, está claro que no estamos listos para abordar el tema, así que será mejor esperar a que ambos nos tranquilicemos y poder ser neutrales y objetivos. Odio estar mal con ella, por otra no puedo arreglar algo que ella se niega a acomodar. Entiendo su coraje, más pareciera que usa el accidente de hace una horas para hacer personal el problema con Liz. ¿Acaso no le he dejado claro a Lexa que la amo? Ella no es insegura y mucho menos inmadura, por ello me sorprende su actitud infantil. Eso lo esperaría de Liz, es demasiado frágil e irregular respecto al control de sus emociones, ¿pero Lexa?, ella no es así, o al menos yo no la conocí así.

El silencio se instala nuevamente entre nosotros, pero esta vez no hago nada por aligerarlo. El paisaje comienza a cambiar, la temperatura a descender y la hierba amarillenta comienza a ser sustituida por altos pinos verdes. Pasadas dos horas, distingo lo que debió de ser un pequeño pueblo en comparación con las urbanizaciones más grandes que hemos visto.

—Hay que identificar un lugar donde pasar la noche —apremia Richard por el auricular.

—¡Entendido!

El pueblo tiene calles distintas al resto de las urbes que hemos atravesado, aquí son de una especie de piedras grises y redondeadas encajadas en la tierra por lo que la camioneta da tumbos en todas direcciones. La mayoría de las viviendas han sido ocupadas por animales o enredaderas, hasta que llegamos a una zona con vegetación demasiado tupida donde vislumbramos varias casas hechas a base de madera.

—Deberíamos de inspeccionar —le digo a Richard por el auricular.

—¡Adelante! —concede.

—¡Jacobo, tú, Emmanuel y David irán conmigo. Informales y bajen!

—Entendido.

Lexa observa por la ventana, pero no puedo pasar por alto como la piel de sus brazos deja claro que tiene frio. Me quito la chaqueta y se la ofrezco.

—Póntela, estas helada —Lexa me mira fijamente y me regala una sonrisa a medias.

Bajo de la camioneta y el frio me azota el cuerpo. Jacobo y el resto ya se encuentran al frente de la camioneta, asiento hacia ellos y nos dirigimos a la casa más cercana, la cual queda descartada al instante debido a la falta de puertas y ventanas; si las condiciones del tiempo fueran distintas, podríamos pasar por alto su ausencia, sin embargo la temperatura parece que sigue descendiendo.

La segunda casa tiene puerta, más el suelo es de madera y entre cada ranura la hierba se ha abierto paso, lo que le da un aspecto de selva en el interior. Por otra parte, la tercera casa solo tiene enredaderas en los costados exteriores, así que es la más apta.

—¡Tenemos una casa, regresaremos para acercar las camionetas lo más posible! —Informo a Richard.

—Bien.

—¡Regresemos! —indico al equipo.

Pronto llegamos a la camioneta y agradezco el calor que me ofrece su interior. Avanzamos hasta quedar frente a la casa donde pasaremos la noche y una vez apago el motor Lexa me dirige la palabra después de horas en silencio.

—Si vamos a marcharnos debe ser esta noche —me recuerda.

¿Cómo demonios le digo que no puedo irme? ¿Cómo le pido que se quede a mi lado? Mi corazón comienza a temblar por el miedo de perderla otra vez, de que construya ideas erróneas de mi razón para quedarme.

No me da tiempo para responder, abre su puerta y con un gemido de dolor baja para encontrarse con la ayuda de Sarah y dirigirse a la casa.

Pronto encendemos una fogata en la chimenea con leña que había a un costado de está y nos organizamos para pasar la noche; hoy le toca montar guardia al equipo de Richard.

Sin importar cuánto haga, una sensación de incomodidad y melancolía se encuentra atrapada en mi pecho, me es insoportable no estar bien con la hermosa chica que lleva puesta mi chaqueta. Desde el porche de la casa observo como Lexa está sumida en una plática con David, Sarah y Emmanuel en la parte trasera de la camioneta y por la forma en que susurra puedo asegurar que les está informando el plan de Richard, al igual que el plan para salir esta noche.

En el costado de la camioneta distingo a una persona curiosa. Voy en su dirección y cuando mi equipo se da cuenta de mi presencia, me llevo un dedo a los labios al tiempo que tomo por sorpresa al curioso. Liz. Es Liz quien se encuentra escuchando.

—¡¿Qué haces aquí?! —le escupo cortante.

—Dime que no creíste las estupideces de tu novia y su abuela loca —Lexa y el resto llegan junto a nosotros con las armas en alto.

—¡RICHARD! —grita Liz a todo pulmón —. ¡RICHARD!

—¡Maldita perra! —gruñe Sarah quien aferra su fusil en dirección a Liz. En pocos segundos somos el centro de un espectáculo.

—¡¿Qué está pasando?! —pregunta Richard tenso ante la situación.

—¡Yo te diré lo que está pasando —anuncia Lexa —. Y es que ya nos enteramos de tu plan para nosotros! —le espeta al tiempo que fija su mira en él.

—Por qué no nos explicas a todos lo que está pasando Lexa —le pide tranquilamente Richard.

—¡Maldito bastardo, solo nos quieres para que ellos y la gente con la que vamos sobreviva! —le suelta Sarah.

Esas palabras accionan el interruptor en Jacobo quien rápidamente levanta el arma hacia Richard y retrocede para acercarse a su novia. Yo en cambio solo permanezco en medio de los dos bandos, observando a mis compañeros y con Richard a mis espaldas. Me gustaría saber qué es lo que quiero y más aún, qué es cierto, no obstante en estos momentos mi mente no es capaz de procesar nada.

La gente de Richard ha subido los fusiles en nuestra dirección.

—¡Bajen las armas! —les ordena Richard a su gente, para después dirigirse a Lexa nuevamente —. Creo que ya sé por dónde vas, pero aun no me queda muy claro.

—¡Piensa que es especial! —se mofa Liz a mi lado —. ¡Cree que los necesitamos y que los vamos a exprimir para quedarnos con su <<evolución>>! —continua Liz haciendo énfasis al decir la palabra evolución.

—Ya entiendo. Supongo que eso te lo dijo tu abuela.

Observo como Lexa no quita la vista de Richard, pero tampoco responde, mientras tanto, por el rostro de Alan cruza algo parecido a lastima.

—Bien, creo que esto pasa cuando no preguntamos nuestras dudas y afirmamos lo que no sabemos —puntualiza Richard en un suspiro al tiempo que se acerca un poco.

—¡En palabras más sencillas...cuando eres una estúpida! —ataca Liz.

—¡Cállate Liz o está vez no detendré a Lexa! ¡Ayúdanos a cuidarte ¿quieres?! —le suelto con rabia mirándola a los ojos. Mi comentario hace sonreír a Lexa quien le guiña un ojo a Liz.

—Su evolución no es un chip o sustancia que se pueda extraer sencillamente. Lo que ocasionó esa modificación, fue una manipulación en el genoma humano y cerebro que posteriormente fue aplicado en sus antecesores, dando como resultado a ustedes, que hasta el momento son los seres humanos más evolucionados. La evolución son todo ustedes, no es solo su anatomía, sino su cerebro, su autocontrol, la forma en que su cuerpo es capaz de reaccionar ante su entorno o una amenaza. Por ello Jennifer los disecciona y estudia, de lo contrario no sería necesario matarlos, pero claro está que intentó manipularte y eso sumado a tu miedo de volver a un laboratorio, claro que funcionó.

Por un momento todo se queda en absoluto silencio y veo como Emmanuel es el primero en bajar el arma, seguido por Jacobo y Sarah.

—Lexa, no eres prisionera de nadie; ustedes como el resto de nosotros hemos perdido demasiado, está claro que tampoco le debes nada a nadie. Si tu decisión es irte, eres libre de hacerlo y lo mismo digo para el resto. Solo considera que si te vas, podrás empezar una nueva vida mientras otros la pierden, pero si te quedas y nos ayudas a sacarlos de ahí, podrás no solo crear tu vida, sino que les darás la oportunidad al resto —Lexa fija la vista está vez en mí, pero no quiero que elija por mí, sino por ella, aunque eso signifique perderla. Esa simple idea me hace bajar la mirada.

David finalmente baja el arma y se posiciona al frente de Lexa al tiempo que le hace bajar el fusil. Toma su rostro entre sus manos y le susurra algo que no alcanzo a oír, pero que trae a Lexa al presente. David la abraza y Lexa se aferra a la parte trasera de su camisa. Alan, que no había notado que se encontraba a mi lado me susurra.

—Si quieren irse, lo entenderé y sé que Richard también, solo dile a Lexa que no se vaya sin despedirse y... cuídala Evan —no espera una respuesta, simplemente se aleja.

No puedo irme, no puedo dejar toda esa gente ahí, por Gerardo, por mi padre, por mi madre.

Quizás sea momento de liberar a Lexa, de dejarla volar, que sea feliz, aunque eso signifique perderla.

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