CAPÍTULO SEIS
JACOBO
La joven de nombre Liz nos dirige por la Caverna, es la primera en hablar y al igual que todo el rato desde que la conocimos, no intenta disimular su atracción por Evan, a pesar de que este la ignora.
—Así que... esa chica, Lexa ¿era tu novia? —pregunta cautelosa. Veo como Evan la mira con fastidio y eso basta para que deje de hablar el resto de camino, aunque no es suficiente para que deje de intentar llamar su atención.
Un segundo después llegamos a lo que parece lo más lejos de la puerta de escáner, es un lugar oscuro con un aire lúgubre y por un momento se me ocurre el nombre que le han puesto <<Calabozo>>. Atravesamos una puerta y entramos en una habitación alta con cubículos de cristal en las cuatro esquinas.
—Aquí es la sala de interrogatorios —nos informa Liz. Evan observa la habitación y su vista se detiene en el cubículo de la izquierda en la parte superior, y en seguida me percato de la razón. Sullivan. La coronel se encuentra sentada en una mesa de metal con esposas en las manos. Lleva la misma ropa que el último día que la vi, lo único que ha cambiado es el vendaje blanco que lleva en la pierna, cortesía de Lexa.
—Esa es su chica. ¡Toda suya! Estaré aquí por sí necesitan algo —nos avisa mientras toma asiento en una mesa apostada en el centro de la sala. Evan se encuentra rígido frente a la puerta de la coronel. Ha estado reaccionando de una manera desconocida para mí y eso lo vuelve impredecible.
—¿Listo? —me pregunta sin mirarme.
—Sí.
Entramos en la sala rodeada por hierro y una pared de espejo. La coronel nos regala una sonrisa que muestra todos sus dientes ahora amarillentos por la falta de higiene personal.
—Vaya, vaya —se mofa mientras se recarga en su respaldo y coloca sus manos sobre su regazo —. ¿Quién lo diría? Cadetes, tengo que admitir que me da gusto verlos —pasea su mirada por cada centímetro de nosotros, lo que nos incomoda y optamos por movernos en dirección a ella, tomamos asiento, teniendo como barrera la mesa —. Bien, ya veo que supieron jugar sus cartas muy bien. Por un momento creí en su inocencia cadete Covarrubias. Si por mí fuera, le habría metido una bala en la cabeza el día de los resultados de los novatos, pero tenía órdenes claras de esperar, solo ocupaba un paso en falso y ¡zas! —dice acompañando sus palabras con un golpe en la mesa —. A estas alturas estaría exprimido como una pasa. Y usted cadete Johnson, realmente no creí que pudiese ser capaz de apuntar un arma a su propia familia —comenta mientras me clava la mirada. Evan sigue relajado, si los comentarios de esta psicópata lo han inquietado, no lo demuestra. Se ríe y niega con la cabeza antes de continuar —. ¿Saben? Me parece que habríamos hecho un gran equipo si hubieran sido lo bastante inteligentes como para haber elegido la opción con menor margen de error.
—Seré claro, coronel, tengo solo una pregunta, no batallemos, de verdad no me gustaría tener que lastimarla —la sonrisa de Sullivan se ensancha ante las palabras de Evan.
—¿Dónde está tu novia? ¿La olvidaste? —su risa llena la habitación y siento como los músculos de Evan se tensan —. Te confesaré algo, le deseo una muerte lenta y dolorosa, no sabes lo que daría por ser yo quien se la concediese, pero en fin, dime, tú, ¿qué parte crees que le arrancarán primero?
Evan se levanta y muy lentamente se acerca a Sullivan y se coloca a sus espaldas. Se inclina hasta llegar a su oído y habla lo bastante alto y claro para que cualquiera escuche.
—No agotes mi paciencia.
—¿O qué? ¿Me golpearás? Ambos sabemos que siempre has sido un caballero, cadete, tu corazón es demasiado tierno aún y no le temo a la muerte.
—Mi respeto lo perdiste el día que tan siquiera pensaste en tocar a mi familia, no tendré compasión por ti. Rogarás la muerte y no te la brindaré —Evan suena demasiado atemorizante, jamás, ni por más enojado que lo he visto, había visto una reacción así por su parte, es asombroso en lo que se ha transformado en cuestión de horas —. Ahora necesito que me ilumines, así que comencemos con algo fácil, ¿para qué son las pruebas?
—Para asignar un puesto en el ámbito académico o bien laboral —dice sonriendo y fue un error. Evan sonríe y se coloca sobre la mesa, al frente de ella.
—Sí, bueno, eso es lo que nos dicen, pero quiero saber por qué.
Sullivan levanta sus manos y le enseña el dedo medio. Evan se ríe y con un movimiento rápido y certero le golpea justo atrás del oído lo que provoca que Sullivan suelte un alarido y su cuello pierda estabilidad, sus ojos se ponen blanco y por un momento parece que está a punto de vomitar. Pasados cuatro minutos, se controla y Evan vuelve a hablar.
—Creo que ya podrás escucharme más claro, ¿por qué?
—Si han leído la historia de nuestro mundo, sabrán que los sucesos más relevante fueron guerras —me sorprende un poco que comience a hablar pero no interrumpo —. Guerras grandes o pequeñas entre gente con distintas perspectivas. Con el paso del tiempo surgieron distintos inventos que ayudaron a impulsar una estrategia de hipnosis, llegando al punto de que la moda, religión, violencia, dinero, morbo, televisión, redes sociales y un sinfín de medios controlaran cada mente del mundo, la gente imitaba a esos estereotipos que a su vez solo eran marionetas, nos quitaron lo más importante, nuestra libertad de pensamiento y si por algún error alguna persona se atrevía a pensar por sí misma, lo borraban del mapa.
—¡¿De qué mierdas hablas?! —pregunto fastidiado.
—Me pidieron amablemente que les diera respuestas, bueno, si eso quieren se las daré pero con toda la historia incluida y no vuelvan a interrumpirme, ¡me caga! como decía, se nos quitó la capacidad de autocrítica. Para los pocos imbéciles, autores del plan, era divertido ver como vivíamos en una fantasía, trabajábamos para volverlos más ricos, mientras nosotros vivíamos al día pensando que nos superábamos por un ascenso estúpido que solo te permitiría comprar una casa y quizás un auto, eso, a cambio de una esclavitud durante tus años productivos. Permitían la violencia y restringían las curas a las enfermedades crónicas porque era lo único que los ayudaba a controlar el crecimiento poblacional, pero entonces, se enfrentaron a un problema que jamás habían imaginado; la escasez de recursos naturales: el agua, la comida, el oxígeno, todo comenzaba a escasearse debido a las altas cantidades de individuos, además de los altos grados de contaminación; se hizo un convenio en donde se decidió tomar cartas en el asunto, ahí tuvo origen un virus diseñado para acabar con los adultos mayores y personas con enfermedades crónicas, pero entonces las cosas se salieron de control. Los números de muertes eran alarmantes y a los autores les preocupaba quedarse sin trabajadores, porque ¿entonces quiénes los harían ricos? la economía cayó, y se vieron obligados a dar solución a su experimento fallido. Se vacunó a la población sobreviviente, en su mayoría jóvenes y adultos con genes más limpios, o al menos lo suficiente como para no tener enfermedades crónicas. Pero cuando creían que todo estaba bajo control, otro demonio salió de las fauces del infierno: el virus CR-6 <<la fiebre roja>>. Era el resultado de una mutación del primer virus, debido a tanta putrefacción y gases liberados por miles de cuerpos, y este a diferencia de su antecesor, terminó matando a más de la mitad de la poca población restante en menos tiempo. La humanidad saboreo la extinción, hasta que los autores de esta gran obra de terror salieron a luz y brindaron su ayuda a los supervivientes. Se dice que había un bunker que salvaguardo a todo aquel que llegó, pero años más tarde cuando aseguraron que era posible salir, muchos murieron por la falta de conocimientos para sobrevivir. Nuestra ciudad proviene de ahí, de los pocos sobrevivientes que quedaron, pero como ovejas que estábamos acostumbradas a ser, buscábamos un pastor desesperadas y surgió uno, un secretario de Defensa Nacional con idealismos de "una sola mente es mejor que dos", porque dos, significan dos mundos diferentes y lo diferente es peligroso. Pero al estar aislados de tanta tecnología, estereotipos, mercadotecnia y toda esa basura, comenzaron a surgir las aves, las personas comenzaban a pensar y cuestionar. El secretario se asustó y diseñaron una estrategia con la que lograron identificar un patrón que mostraba la capacidad de su cerebro que un individuo era capaz de utilizar. Pero con el tiempo se detectó los principios de una evolución, los 1900 a 2000, aunque varía un poco, en sí todos ustedes son capaces de controlar sus emociones y sentimiento, aunque no son conscientes de ello. Son más objetivos y por ende más fríos. Más agiles físicamente y más inteligente aunque ahora que los veo creo que no es correcto ese dato. Pero tienen un gran talón de Aquiles, el altruismo. Alguna vez alguien dijo que la humanidad estaba destinada a fracasar debido a su vulnerabilidad por los demás. Al inicio el plan era matarlos, pero era mejor si se podía utilizar sus habilidades a nuestro favor. De ahí surge la prueba y el hecho de los que obtienen esos puntajes, sean soldado; imagina a miles de soldados con sus capacidades pero con la subordinación incluida. Pues bien, el cerebro es la clave y con ello el genoma humano.
—¿Así que ese es el fin, un ejército? ¿De verdad? ¿Y pare qué, para que desfile por las calles hasta que llegue su vejez? —se burla Evan.
—No creerás que somos los únicos o ¿sí?, cadete, eso es egoísta por su parte. La gente de afuera sabe que el virus fue fabricado para exterminación de gente en específico y no como el resultado de una guerra biológica que se salió de control. La cuestión, cadetes, es que una de los responsables aún se encuentra viva en esa ciudad.
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