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CAPÍTULO OCHO

JACOBO

Sullivan nos recibe con una enorme sonrisa a pesar de su demacrado rostro por el cansancio, la suciedad y el dolor de su herida.

—¡¿Y bien?! ¿Qué pensó cadete? —le pregunta a Evan, quien se sienta frente a ella.

—Sí, bueno, no planeo morir, ni dejarlas morir a ellas.

—Ya veo, y supongo que usted está dispuesto a meterle una bala a la cabeza de su madre ¿no? —me pregunta incrédula.

—Mi madre está en esa ciudad arrestada —aclaro.

—¡Vaya! —dice mientras se acomoda en su incomoda silla —. Así que niega su origen, interesante.

—¡Vayamos al grano! ¿Dónde está mi madre? —la interrumpe Evan.

—Así que planean entrar en la ciudad ¿he?

—¡¿Dónde está?! —pregunta Evan molesto.

—Les diré algo. Tienen habilidades sorprendentes, pero están segados por la ilusión y no por la realidad, eso los hace ser vulnerables. Solo existen dos lados, el de los amados y los que aman, piensen bien lo que quieren y en qué lado les interesa estar, ¿en el ganador o en el perdedor? —Evan se levanta y nos da la espalda a ambos.

—¿Eso te ha enseñado la vida? —pregunta Evan. Sullivan pierde por un momento el control de su sonrisa, está claro que no esperaba esa respuesta, pero se queda callada —. Me pregunto qué pensaría Francisco y el pequeño Alexander si la escucharan decir eso —continua. Y justo como dijo Evan, conocer a la víctima es la clave. El rostro de Sullivan pierde cualquier rastro de burla y su respiración se acelera —. Dígame ¿cómo murieron?, tengo que admitir que me pica la curiosidad. He escuchado que los usó de escudo —Evan voltea y la mira justo a los ojos y sé que comienza a meterse en la boca del lobo porque no tenemos esa información de la que está hablando —. Dígame cómo duerme después de haber matado a su hijo, era un bebé aún ¿no es así?

—¡Cállate! —le ladra Sullivan y eso provoca en Evan una enorme sonrisa.

—Creo que por fin nos entendimos. ¿Dónde está mi madre?

—¿De verdad planeas ir?

—Me temo que si estás haciendo esa pregunta, no me conoces demasiado bien. Escucha, ¿por qué no se lo dejamos al azar? –—propone Evan mientras se vuelve a sentar —Tú aseguras que no lograré pasar si quiera los límites de la ciudad, entonces, ¿cuál es el riesgo de que yo sepa dónde está?

—No veo en que me beneficia.

—Si ellos me pueden arrestar con tanta facilidad como dices, entonces lo harán y ya tendrán su pieza faltante.

—Si piensas fracasar, entonces no tiene caso decirte dónde está. Solo ve y entrégate —por nuestros auriculares se escucha estática y un segundo después la voz de Richard retumba en nuestros oídos.

—¡Los necesito en el comedor, díganle a Liz que los traiga de inmediato!

—¡Entendido! —confirmo. Me levanto y salgo de la habitación pero la puerta se cierra tras de mí y me doy cuenta que Evan sigue con Sullivan.

—No creo que seas una mala persona Cristina —comienza Evan. Bien, ahora la llama por su nombre, busca conectar por ella, entrar más allá de su coraza.

—No estés tan seguro —le advierte la coronel en un intento de mantener su coraza intacta.

—Solo es una persona que ha sufrido demasiado a causa de amar, y por ende, con miedo de volver a sentí algo similar.

—¡Ellos mataron a mi familia! —se rompe por fin Sullivan —. Esos bastardos a los que apoyas ahora, esos que no apoyaban las ideas de un mundo mejor, mataron a mi esposo en su horario de patrulla y después fueron a mi casa mientras yo recibía la llamada donde me informaron de su muerte. Mataron a mi bebé, no alcance a llegar al cuarto, pero mate a esos cinco malditos y como recompensa recibí un balazo. Te juro que rogué poder morir con ellos, pero por alguna razón me quedé aquí, sola.

—Lo siento. Lamento mucho su pérdida y que haya tenido que pasar por eso usted sola. Lamento que su madre fuera tan cobarde como para abandonarla —le dice Evan y eso atrae la atención de la coronel quien se limpia las mínimas lágrimas que no logró contener.

—Y yo lamento la muerte de su padre, era un buen hombre, al igual que su hermano.

—Gracias —Evan se levanta y se dispone a salir cuando Sullivan vuelve a hablar.

—¿Te duele? —Evan voltea confundido por su pregunta —. Amar —se apresura a explicar la coronel.

—Hasta el fondo de mi alma.

—Y aun con todo eso ¿estás dispuesto a seguir sufriendo? ¿a amar? cuando puedes liberarte de tu debilidad... —Evan se lo piensa por un momento y después contesta.

—El dolor es parte de nosotros, es lo que nos recuerda que estamos vivos y es decisión nuestra si nos quedamos hundidos en esa tristeza o si nos hacemos más fuerte. Creo que su pregunta debe ser si estoy dispuesto a ser más fuerte. La respuesta es sí —Sullivan sonríe y asiente. Evan abre la puerta y justo cuando está por salir se escucha la voz de la coronel nuevamente.

—Está en casa de la coronel Johnson —Evan se voltea y le agradece.

—No se confunda cadete, no somos amigos, solo lo estoy dejándolo al azar.

—Lo sé —responde con una sonrisa y sale de la habitación.

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