CAPÍTULO DIECISÉIS
De camino a la Academia me ofrezco a llevar la mochila de Lexa. Esta vez me siento más confiado con, y respecto a ella.
Con ese beso crucé la barrera que nos separaba, pero no quiero pensar demasiado en el asunto de la «barrera» en estos momentos.
Tomo la mano derecha de Lexa mientras la oscuridad va creciendo a nuestro alrededor hasta invadir cada rincón. Extraigo una linterna de mi mochila y a falta de una buena iluminación que me permita evaluar su estado, optó por otra estrategia; así que el resto del trayecto está lleno de preguntas, con la finalidad de evaluarla con sus respuestas.
Aunque su herida no es grave, ha perdido mucha sangre; tiene cerca de siete centímetros de largo y uno de profundidad.
Comienzo a sentir como va disminuyendo el paso conforme avanza el tiempo.
A las 21:30 llegamos a la pista de caucho, sin embargo, en vez de dirigirnos al comedor, vamos hacia las escaleras.
—Espera aquí, no tardo.
Ella asiente y salgo disparado escaleras arriba, llego a mi habitación y no encuentro a nadie. Dejo caer las mochilas sobre mi cama y salgo corriendo de regreso con Lexa para dirigirnos a la oficina de la Coronel Sullivan. Si por alguna extraña razón ven el resto de la comida, Bob estará en aprietos y es eso lo último que deseo.
Cuando estamos frente a la puerta, llamo.
—¡Adelante! —ordena en seguida.
Abro un poco la puerta y suelto la mano de Lexa, porque lo peor que puedo hacer es demostrarle a la Coronel mis sentimientos por ella.
—Coronel, traigo a una Cadete herida.
—¡Especifique!
—Tiene una herida en el antebrazo derecho de siete centímetros de longitud y uno de profundidad, ha perdido sangre, sin embargo, el corte fue limpio y al parecer no hay daño interno.
—¡Bien! —toma su radio y comienza a hablar—. ¡Teniente Tylor, repórtese en mi oficina de inmediato!
—Sí, Coronel —responde Tylor.
—Pase a la Cadete y retírese.
No me agrada la idea de que se quede sola con Tylor y la Coronel, y por un momento entro en una discusión interna entre dejarla o, ir con ella.
Decido ir con ella, por lo que tendré que comportarme como alguien que se fía de la Sullivan, aunque después de comprobar mis teorías acerca de que me encuentro vigilado, no confió en lo absoluto en ella.
—¡Coronel!
—¡Sí! —responde sorprendida por mi presencia aún.
—Verá, ella es mi... amiga y me siento responsable por su accidente, por lo que solicitó permiso para acompañarla.
Sullivan levanta la vista de su trabajo y me estudia atentamente. Pasados unos segundos me sonríe.
—Claro, Evan —concede, enderezándose y juntando las manos sobre la mesa—. Por favor, hazla pasar —pide con interés.
Lo que he dicho a bastado para llamar su atención, y me hace preguntarme si habré hecho mal en dejar al descubierto mi preocupación por Lexa, pues como sospechaba, me está estudiando y de ahora en adelante hará lo mismo con ella. La he puesto en la mira de Sullivan. Me arrepiento al instante.
—Ven, Lexa —le digo en tono precavido, y por su mirada sé que nota el cambio en mi voz.
—¡Vaya, vaya! —se mofa la Coronel, recargándose en el respaldo de su silla—. Señorita Porter, tengo que admitir que tiene buen ojo para los hombres.
Lexa no responde. Observo que ha comenzado a palidecer.
—Coronel —saluda Tylor desde la puerta—. Cadetes.
Saludamos y Sullivan le pide que nos lleve al hospital de la Academia.
Mientras salimos de la oficina logro ver como la sonrisa de al Coronel se ensancha ante la imagen que presencia. Esa reacción termina por inquietarme.
Subimos en un Humvee y nos dirigimos al hospital. Un soldado va al volante, al tiempo que él y Tylor hablan de cosas triviales.
Rodeo a Lexa con mi brazo y le susurró al oído.
—Tranquila, todo estará bien. Te explicaré todo luego.
Lexa no es tonta, sabe muy bien que algo está mal.
—De acuerdo.
No hablamos, nos sentimos inseguros a pesar de estar en una zona militar, que irónico.
Cuando llegamos Tylor nos dirige a una habitación donde nos hacen esperar, hasta que por la puerta entra un médico bajito.
—Buenas noches, Cadetes, soy el médico García.
No espera nuestros saludos o comentarios, sino que rápido comienza a desatar el torniquete que le posicioné sobre el codo; por un momento temo haber apretado demasiado.
En seguida el doctor pide apoyo y llega una enfermera con el equipo necesario.
—Esto ardera un poco, pero detendrá el sangrado.
Toma el brazo de Lexa y lo coloca sobre una mesita de acero que está cubierta con un paño quirúrgico. En seguida toma dos paños de gasa y hace presión en la herida. Lexa deja escapar un gemido y yo estoy aquí, sin poder hacer nada para ayudarla. Me cruzo de brazos, expectante.
Mientras tanto una enfermera la canaliza para suministrarle suero con el fin de que se hidrate por la pérdida de sangre y de que su presión se estabilice.
Pasados algunos minutos el médico retira los paños y la herida ha dejado de sangrar. Limpia la zona y se prepara para suturar la herida.
Al final, Lexa termina con ocho puntos y una caja de pastillas para el dolor, además de un tubo de gel para la comezón.
—¿Cómo te sientes?
—La verdad es que no siento nada, tengo dormido la mitad del brazo por la anestesia —responde sonriendo.
—Bien.
Guardamos silencio mientras esperamos a que el suero se termine y pasados unos minutos después de que la enfermera retirara el catéter a Lexa, Tylor habla.
—¿Listo? —pregunta y los dos asentimos —. Me alegro, ahora volvamos, ya es tarde.
El camino de regreso es rápido y en silencio, es hasta que llegamos a los últimos escalones frente a la habitación de ella que rompo el silencio.
—Gracias por acompañarme hoy, Lexa, la verdad es que la pasé muy bien contigo, a pesar de que haré tu tarea por un mes —digo riéndome, esperando liberar la tensión de la última tres horas.
—Yo también la pasé muy bien, Evan, enserio y no te preocupes por esto —dice levantando el brazo —no fue tu culpa.
Llegamos a su puerta y es ella la que esta vez me toma con su mano buena por la nuca y me atrae hacia sí. Sus labios son suaves y frescos. Tomo su cara entre mis manos y al apartarme le doy un beso en la frente.
—Descansa.
—¿Almorzamos mañana? —pregunta.
—Claro, paso por ti.
Lexa me regala una sonrisa muy cálida y algo cansada. Entra en la habitación y desaparece.
Cuando llego a la habitación cuatro, me encuentro con Jacobo terminando la tarea de primeros auxilios. Yo ya la hice.
—Y ¿bien? ¿qué tal tu cita? —Sonrío—. ¡Olvídalo! No quiero detalles, tu sonrisa ya me ha contestado.
—Solo fuimos a las piedras y anduvimos por ahí —aclaro, antes de que formule ideas erróneas.
—¡Claro, anduvieron por ahí varias horas en la oscuridad, solo caminando! — dice sarcástico.
—Venimos del hospital. Lexa se lastimó —pierdo la sonrisa.
—¿Qué le pasó? —pregunta algo angustiado mientras se recarga en la pared.
—Estaba descendiendo de un árbol y resbaló. En el intento de sostenerse a algo, su brazo dio contra una gran astilla de una rama quebrada, lo que le hizo un corte en el antebrazo —observo que no dice nada, está esperando a que continúe—. La llevé con Sullivan y fuimos al hospital. Le pusieron algunos puntos.
—Espero que se recuperé pronto —desea—. ¡Vamos viejo! Fue solo un corte —dice al ver mi rostro preocupado.
No respondo, sé que solo intenta animarme, pero la verdad me siento responsable por el accidente de Lexa. No solo por su herida sino por lo que le pueda afectar en su desempeño dentro del entrenamiento, practica en campo y el resto de las disciplinas. Esa es mi mayor preocupación, porque si quiere hacer la Academia en un año, la carga será al triple, no puede comenzar con una lesión o, de lo contrario no lo logrará y eso significa el fin de su carrera.
Sé que Jacobo tiene razón: fue solo un corte. Ya buscaremos las estrategias para que no se vea afectada. Eso me anima, así que pongo todo en orden y saco de la mochila lo que quedó de comida.
—¿Gustas? —le invito a Jacobo. Hace una pausa en su tarea y en silencio comemos todo lo que quedó. A Lexa le dijo el médico que no ingiriera alimentos hasta mañana, por lo que como sin remordimientos.
No estoy seguro de la hora, no obstante, me quedo dormido rápidamente, sin embargo, los sucesos de esta noche me asechan mientras duermo. Sueño con Lexa, estamos en la cueva y la estoy besando cuando escucho un gorgoteo y de su boca sale sangre. Le han disparado en el pecho como... como a Gerardo.
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