Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 4

MIA

Mientras veo desde mi asiento en la sala de espera cómo Tessa y Dominic compran mi pasaje a Chicago, me imagino miles de maneras en la que mi padre me castigará si llegara a encontrarme.

Estoy asustada y nerviosa, no dejo de golpear el suelo con la punta de mis zapatillas y hago sonar los huesos de mis manos. Mi piel se eriza de solo pensar en lo que me hará.

¿Y si ya regresó y me está buscado? ¿Y si les hace algo a Rachel, Sophie y Lauren para que le digan mi paradero? ¿O me deporta con sus amigos de la comisaría como persona desaparecida? Tiene el poder, contactos e influencias necesarias para hacerlo, nada ni nadie lo detendría.

Quiero llorar de solo pensar que le haga algo a mi nana y Dom. Ellos son los principales cómplices en esto y de solo pensar el daño que les puede hacer me enferma. También quiero llorar porque no estaré en mi graduación y posiblemente, no volveré a ver a mis amigos.

Si hubiera sabido que esto iba a suceder, me hubiera despedido. Aún recuerdo la angustia en el rostro de Paul al dejarme enfrente de mi casa, recuerdo la sonrisa radiante de Lena al despedirme y la mirada amistosa que me dio Landon antes de darle un beso a Lena. Eran pocos, pero me dieron una amistad auténtica y un refugio para mis días grises. Los echaré tanto de menos. Siempre estaré agradecida con ellos y solo ruego internamente que algún día pueda volver a verlos.

—Listo. —elevo mi mirada para ver a Tessa acercarse con el boleto en su mano. —Ya hemos comprado tu pasaje. Saldrá en treinta minutos.

Abro la boca sorprendida.

—¿Tan pronto?

—Al parecer un pasajero canceló su vuelo a último minuto y no tuvieron problemas en concederte el sitio. —informa Dominic encogiéndose de hombros mientras esconde sus manos en su pantalón.

—Anda, levántate. Debemos ir yendo. —me anima Tessa jalando mi maleta.

Entrelazo nuestros brazos y jalo de la maleta siguiendo a Dominic.

A pesar de lo tarde que es hay mucha gente llegando y saliendo de la ciudad. El aeropuerto de Portland es bastante limpio y organizado, las múltiples señales te facilitan la búsqueda de tu puerta de embarque y también hay mucho personal disponible ayudarte. Mi mirada va al techo hecho de vidrio que permite ver el cielo estrellado de esta noche y los aviones alzándose.

He viajado en avión solos dos veces y fue de niña. Aquellas dos ocasiones fuimos a Disneyland y el parque temático de Universal Studios a petición de Aiden por sus cumpleaños. En realidad, el segundo lugar fue su petición porque de verdad le entusiasmaba conocer, nuestro viaje a Disneyland fue porque yo quería ir y él le pidió a nuestro padre que nos lleve por mi parte. Evidentemente, papá para complacerlo nos llevó incluyendo a Tessa y Dominic.

Después de que Aiden se fue, nunca volví a viajar en avión. Nunca cruzó por mi cabeza pedírselo, yo tenía estrictamente prohibido pedirle algo que no fuera ropa o material de estudio. Mis únicos viajes permitidos eran los que programaban el colegio y luego el instituto.

—Bueno, hasta aquí llegamos nosotros. —anuncia Tessa una vez que nos detenemos en la fila de embarque. —Mi sobrina te estará esperando en el aeropuerto. Estoy segura que te caerá muy bien.

Asiento rodeándola con mis brazos.

—Prométeme que volveré a verte. —pido sin separarme de ella.

Acaricia mi espalda con dulzura.

Cielos, ¿Cómo voy a poder vivir sin esta mujer a mi lado? Ella lo es todo para mí. Si por mí fuera le pediría que se fuera conmigo. De hecho, se lo pedí en el camino, pero su respuesta me hizo dar cuenta que era una tontería. Si ambas desaparecíamos, mi padre podría denunciarla por secuestro.

—Claro que lo haremos, cariño. —se separa para acariciar mi mejilla y sonreírme dulcemente, haciendo de ese gesto que las arrugas alrededor de sus ojos sean más notorias. —Iré allá cuando sea el momento y no corras peligro.

Suspiro secándome una lágrima rebelde y me acerco al chico que ha sido mi confidente durante estos años.

—Cuídate y cuídalas, por favor. —le susurro.

Se lleva una mano al pecho.

—Tienes mi palabra. —besa mi mejilla. —Ten un buen viaje, Mia. Y vive sin miedo, ¿ok?

Río bajo cuando alza su dedo meñique y lo entrelazo con el mío sellando nuestra promesa.

Con el dolor en mi corazón, tomo mi maleta y el boleto junto con la visa falsa que me han conseguido para poder viajar. Dayanna Ferguson Tanner será mi identidad por estas cuatro horas de vuelo.

Ajusto mi gorra y mis lentes enfocando mi vista en cualquier cosa que esté adelante. Si volteo no seré capaz de tomar ese avión y regresaría con ellos sin importar lo que tuviera que pasar.

Suena loco, pero también echaré de menos a mi padre. Lo quiero a pesar de todo y no puedo evitarlo, hubiera querido no tomar esta decisión, pero su actitud me orilló hacerlo. Él me odia y eso no cambiará por mucho que lo desee. Es momento de que nuestras vidas se separen y solo espero que pueda ser feliz o encontrar la paz que tanto necesita. No le guardo rencor, no soy de esa clase de personas.

La fila avanza y atravieso un largo pasillo para después pasar por la máquina que inspecciona tus pertenencias y a ti que siempre se me olvida su nombre. Una vez que mi inspección sale tranquila, me pongo mis zapatos y mi chaqueta antes de tomar mi mochila y seguir mi camino.

Quince minutos después, me encuentro sentada en mi asiento del avión pegada a la ventana. Escucho a una de las azafatas dar instrucciones mientras ordeno mis cosas y escondo los bocadillos y mi botella de agua que compré antes de subir.

Veo por la ventana como el avión comienza a moverse y muerdo mis nudillos. No puedo creerlo, de verdad lo estoy haciendo y ya no hay marcha atrás. El aire se me va de los pulmones cuando nos elevamos y la ciudad en la que crecí se hace cada vez más pequeña hasta que dejo de verla por las nubes.

Dios, lo hice. He dejado Portland y ahora voy rumbo a Chicago.

Y... soy feliz. Me siento liberada y como si hubiera vuelto a nacer. Bueno, en realidad lo es porque, cuando ponga un pie en la ciudad de los vientos, seré otra persona con una nueva vida. Algo me dice que me irá bien, lo sé, me esforzaré en que esto sea bueno para mí. Lucharé por cumplir mis metas. Es mi oportunidad de tener la vida que siempre quise.

Mientras veo la oscuridad del cielo, mi mente me lleva a ese momento que conocí al lobo en el bosque y luego el beso de aquel desconocido. No es mi primer beso, pero se siente como tal y dudo que lo olvide. Después de todo, dicen que el primer beso nunca se olvida y se queda marcado en ti, sobre todo la persona que te lo dio.

¿Quién habrás sido, desconocido?

ASHTON

Otro tequilla. —exijo golpeando la mesa con el pequeño vaso.

Joder, Ashton. ¿No crees que ya fue suficiente? —bufa Ted, el encargado de turno del bar, parándose frente a mí.

Eso no te importa. —mascullo. —Lo único que te debe importar es ofrecerles una buena atención a tus clientes. Entre esos deberes, está darles todo el alcohol que te piden. Para esto te pagan, ¿no es cierto? —escupo con una sonrisa socarrona.

Detiene sus pasos, girando su cabeza hacia mi dirección. Me mira unos breves segundos antes de bufar una sonrisa.

—Sí, me pagan para eso. —deja el mugriento trapo que utiliza para limpiar las mesas frente a mí, cerca de mis manos. —Pero también me pagan para evitar que el ambiente de este lugar no se vea contaminado por la actitud de personas como tú. Así que lárgate ahora mismo de aquí a menos que quieras que te saque de aquí a patadas. —amenaza señalando la puerta.

Frunzo el ceño, levantándome de mi asiento.

—¿Quién te crees que eres para hablarme así? ¿Acaso no recuerdas quién soy?

Un estúpido hombre borracho que maltrata a su hija y que hizo que su hijo mayor se largue... ¿Quieres que continúe? —desafía tomando una posición erguida. Suelto un gruñido apretando los puños. —Hablo con gente, no con perros.

Doy un puñetazo en la isleta que ocasiona un eco en el bar.

La música de pronto se apaga y varios pares de ojos se enfocan en nosotros, algunos curiosos y otros irritados por la interrupción. Maldita sea, lo que me faltaba.

¡¿Ustedes que ven?! —espeto alzando los brazos.

Observo a Ted una última vez antes de lanzarle unos billetes y caminar a la salida, cerrando la puerta del mugriento bar detrás de mí.

Maldito Ted y su imprudencia. Seré los chismes de esa gente quién sabe cuánto tiempo, aunque poco me interesa. Es un bar de clase baja que nadie de la clase alta iría, no corro riesgos de arruinar mi reputación, siempre tomo mis medidas al venir y en caso se me escapa algo no hay nada que el dinero o una buena extorsión puedan solucionar. Todos tienen un precio y más estas personas que harían de todo con tal de enviar dinero a sus casas.

Camino a paso apresurado por el mismo trayecto que hice para llegar. Solo maldigo entre dientes porque me olvidé de traer el auto y ahora tendré que caminar varias cuadras hasta llegar una zona residencial para tomar un taxi de regreso a la mansión.

Esto es culpa de Mia. Si ella no me hubiera hecho enojar, si hubiera seguido la regla de no salir de casa cuando yo no estoy, no me habría enojado a tal punto de olvidarme de traer el puto coche. Estúpida mocosa buena para nada. Se merecía esos golpes, se los merece todos lo que recibe.

Me da asco y me irrita cuando se pone a llorar o empieza a decir que me ama. De haber sabido que ella mataría a Letty, no le habría permitido seguir a mi esposa con el embarazo, aunque me hubiera suplicado de rodillas. Leticia era lo único que me impulsaba a ser bueno y la perdí para siempre. La extraño tanto, cada día sin ella es una miseria que ya ni el alcohol más barato puede aliviar. Al principio lo hacía, pero ahora, ni siquiera tomándome cinco vasos de ron logro poder olvidarlo.

De todas las personas en esta ciudad —mis pasos se detienen abruptamente al oír la voz susurrante seguido del sonido de un auto detenerse detrás de mí. —, no esperaba encontrar al gran Ashton Walker en la zona más alejada de los lujos que tu vida como empresario te ofrece.

Mi mandíbula se tensa antes de girarme sobre mi eje para enfrentarme a los ojos verdes inquisidores que me observan desde el interior de un Mazda MX-5 RF negro que fácilmente podría perderse en la poca iluminación de esta zona cerca del puerto.

—Waltz. —saludo con un breve asentimiento de cabeza. —No esperaba verte... aún.

—Quise adelantar mi llegada para conocerla. —contesta con simpleza Me inspecciona de arriba hacia abajo y arruga la nariz expulsando una bocanada de aire. —Apestas a licor barato, creí que tenías mejores gustos.

Carraspeo y doy un paso atrás cuando abre la puerta del lado conductor, bajando de este mientras se arregla su abrigo negro que le llega hasta por debajo de sus rodillas.

—Necesitaba algo fuerte para olvidarme de los problemas que me ocasiona. —espeto con amargura. Mis labios se vuelven una línea delgada al solo recordar su rostro lleno de lágrimas. Me da tanto asco. —Si tan solo desapareciera...

Las siguientes palabras que acompañaban a mi oración de odio, quedan atrapadas en mi garganta cuando Waltz me empuja con su mano hasta que golpeo la pared con mi espalda causando un sonido seco. Cierro los ojos ante el impacto y la sensación punzante en mi cabeza. Maldita sea.

—Cuida mucho el lenguaje que utilices al hablar sobre ella, Walker —amenaza con un tono más grave que me ocasiona escalofríos por lo siniestro que se escucha —... porque si llego a enterarme que le tocas un solo pelo...

Abro los ojos, desesperado, cuando su mano se envuelve alrededor de mi cuello con fuerza y me eleva hasta que mis pies no pueden tocar el suelo. Mi mano va a la suya en un intento en vano de apartarla, pero no lo logro, es mucho más fuerte que yo.

—Te prometo que no le estoy haciendo daño. —miento con la voz temblorosa y el rostro caliente por la falta de oxígeno.

Entrecierra los ojos ladeando la cabeza a un lado.

—Más te vale que sea así o juro que te mataré y créeme, —se aparta y caigo de bruces al suelo tosiendo mientras respiro fuerte por la nariz. — cuando te digo que mi método para matar no es rápido.

Por mucho que sea mucho más joven que yo, no debo bajar la guardia ni tampoco restarles importancia a sus juramentos. Hay algo en él, no sé si sea su personalidad o aspecto físico, que le dan un aire de autoridad e intimidación, alguien peligroso con quien no deberías juntarte y peor aún tener problemas. Quizás por esa impresión que me dio en un evento de trabajo que coincidimos fue que accedí sin dudar a su propuesta de negocio.

Asociarme con Michael Waltz era una forma de fortalecer mi puesto en la sociedad de Portland y a la vez seguir siendo intocable.

—Lo comprendí. —respondo alzando la mirada hacia él. —Y, te vuelvo a repetir, ella no está siendo maltratada.

—Confiaré en tu palabra de ser así.

Me estira su mano y la tomo sin dudar para levantarme sacudiendo el polvo de mi ropa.

—Súbete. —dice dirigiéndose a su auto. —Te llevaré a tu casa y en el camino quiero que hablemos sobre su graduación.

Me limito a asentir y obedezco, subiéndome al asiento copiloto.

—Será después de esta como acordamos. —comienzo una vez que empieza a conducir en dirección al centro de la ciudad. —Les daré el día libre a todo el personal, la llevaré al restaurante y el resto te encargas tú.

Asiente lentamente mirando al frente.

—De acuerdo.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Ya lo hiciste.

Me muerdo la lengua para no insultarlo.

—¿Para qué la quieres? —interrogo apoyando mi cabeza en mi puño.

Tamborilea los dedos sobre el volante.

—¿Importa? —se detiene en un semáforo y voltea a mirarme.

—Solo quiero saber qué...

—Tú querías librarte de ella, ¿no? —interrumpe. —Bien, en tres días lo harás. No volverás a saber nada de ella y eso es lo único que debería importarte, lo que yo vaya hacer con ella no es ni será de tu incumbencia. Recuerda el contrato.

Ahora me parece que cometí un error al haber aceptado esa cláusula del contrato que firmé hace cuatro meses. No es que me importa, pero tengo curiosidad sobre sus razones para habérmela pedido. Cuando me ofreció la propuesta de llevársela creí que era por un interés de casarse con ella y así formar una alianza en nuestros negocios, pero el contrato no hablaba sobre ello. De hecho, en ninguna parte decía algo al respecto y él tampoco quiso decirlas. Supongo que nunca lo sabré y en realidad tiene razón al decirme que no debería importarme. Me hace un favor llevándosela.

Luego de esa conversación, no volvemos hablar ni siquiera del trabajo y el próximo contrato que íbamos a cerrar con un prometedor socio irlandés. Desde que ambos nos convertimos en socios, nuestras empresas han logrado crecer en inversiones y tener más contactos que nos benefician a ambos. Michael es un excelente inversionista en el mercado nacional y yo un empresario con mucha experiencia en el negocio internacional que logra fortalece las asociaciones presentando a alguien tan capaz como él para aumentar las ganancias a mis socios.

—Duerme temprano.

Salgo de mis pensamientos y alzo la vista.

Estábamos estacionados en la entrada en mi casa. Todo estaba a oscuras y solo se escuchaba los ruidos que los animales del bosque ocasionaban.

—Está cansada. —comento desabrochándome el cinturón. —Salió con sus amigos.

Antes de salir del auto me giro para agradecerle por haberme traído, pero frunzo el ceño al verlo mirar a los alrededores con detenimiento.

—¿Qué sucede? —inquiero siguiendo su mirada hacia la oscuridad del bosque.

—Nada, solo... estaba observando. —mueve su cabeza hasta que se escucha un pequeño crujido. —Nos vemos en tres días.

Asiento ofreciéndole la mano.

—En tres días, Waltz.

La acepta de mala manera sin echarme una última mirada.

Ni bien termino de cerrar la puerta, conduce a toda velocidad por la carretera hasta desaparecer.

Me cuesta un poco abrir la puerta con las llaves, pero después de varios intentos lo consigo y me adentro a la casa hasta subir las escaleras dando uno que otro traspiés sin importarme en lo absoluto que pueda despertar a la servidumbre o a la mocosa.

Es entonces que lo noto.

El silencio, denso y enfermizo que inunda la casa.

Espero unos segundos, esperando escucharla abrir su puerta e intentar estúpidamente ayudarme a subir las escaleras hasta llegar a mi habitación, pero nunca sucede. Extraño, eso es extraño porque ella siempre hace eso cuando yo regreso de salir a beber. No entiendo porqué lo hace o sigue intentado que eso cambiará algo entre nosotros. Me vale mierda su amabilidad o preocupación, y aún así siempre trata de ayudarme. Es tan estúpidamente ingenua.

Me dirijo silenciosamente a su habitación y enciendo las luces. Cierro los ojos unos breves segundos para acostumbrarme a la iluminación hasta que me adapto y encuentro sus sábanas dispersar entre el suelo y la cama.

—¿Mia? —pregunto adentrándome a su habitación y mirando la puerta de su baño. —¿Estás en el baño?

Silencio y más silencio.

Me acerco a tocar la puerta innumerables veces y recibo la misma respuesta silenciosa. ¿Qué carajos? ¿Acaso ha perdido la audición?

—Responde, maldita sea. —espeto, enojado, abriendo la puerta de golpes sin importarme si la veré desnuda.

No está. No está en el baño.

¿Lo peor?

Los almacenes donde guarda sus cosas relacionadas a su aseo tienen las puertas abiertas revelando los contenedores totalmente vacíos.

¿Acaso ella...?

Salgo del baño y me dirijo hacia su clóset. Abro las puerta y juro sentir cómo mi corazón acelera sus latidos cuando veo que este también está vacío, sin ninguna de sus pertenencias.

No, no, no. Esto debe ser una de sus putas bromas.

—¡Mia! —vocifero saliendo de su habitación. —¡¿Dónde carajos estás?! ¡Mia, responde por un demonio!

Comienzo a buscarla en cada habitación del segundo piso, la cocina, el despacho, en el cuarto de juego de Aiden, la terraza e incluso en el mismo sótano y mi habitación, pero no la encuentro en ningún lado.

No, ella no puede haberse ido, no se atrevería a irse. No.

Respiro profundamente llevándome las manos a mi cuero cabelludo. De acuerdo, debo evitar que la desesperación y el enojo me consuman. Debo tranquilizarme y pensar a dónde podría haber ido.

No es la primera vez que ella hace esto. A veces se va como la llorona que es a casa de uno de sus amiguitos. Sí, es eso. Debe estar en una de sus casas.

Me siento en el sofá sacando mi celular. Primero intento llamarla a ella, pero tal y como lo esperaba me ha enviado al buzón de voz. Luego sigue la parejita que he visto algunas veces venir a recogerla, menos mal tengo registrados sus números desde aquella ocasión que les pedí en caso a Mia le sucediera algo.

—¡Demonios! —mascullo entre dientes luego de que el chico me respondiera que no la ha visto desde que salió de su casa.

Reviso mi número y ruego que el rubio me dé la respuesta que busco o estaré en graves problemas.

—¿Diga? —responde con voz adormilada y ronca.

—Está contigo, ¿verdad? —acuso.

—¿Señor Walker?

—Te hice una pregunta, mocoso y más te vale responderme con la verdad. —vuelvo a inquirir golpeando el suelo con la punta del zapato. —¿Mia está contigo?

—No, no la he visto desde que la dejé en la puerta de su casa. —cierro los ojos con fuerza maldiciendo entre dientes. —¿Por qué me pregunta eso?

Suelto un respiro tembloroso.

—No es de tu incumbencia.

Antes de que cuelgue, él vuelve a preguntar:

—¿Ella desapareció? ¿Es eso? —noto la alteración en su tono de voz. —No, ella no desaparecería... ¡Usted! ¿Qué mierda le hizo a Mia?

Gruño y cuelgo sin responderle. Que se vaya hacer sus preguntas a alguien que quiera escucharlo.

Joder, ahora sí estoy en graves problemas.

Me paso las manos por el rostro, frustrado. ¿Ahora qué haré? No puedo acudir a la policía por más que los tenga comprados, la gente hablará y es lo que menos necesito para buscarla. Debo hallarla antes de su graduación o Michael me matará si llega a enterarse.

Camino hacia el pasillo donde duerme la servidumbre. Tal vez se quedó con uno de ellos después de que la ayudaron a limpiarse las heridas que le proporcioné hoy.

Sophie, Louisa y la otra que no recuerdo su nombre yacen dormidas profundamente en sus habitaciones individuales. Luego sigo hasta donde están las de la anciana altanera y el chofer que si no me equivoco se llama Dominic.

Grande es mi sorpresa al encontrar sus habitaciones vacías, sin ningún rastro de ellos y las llaves del auto que Dominic tiene a cargo de cuidar.

¿Podría ser que...? Oh, claro que podría.

Ahora sí que están en problemas esos dos, en especial la anciana que se atrevió a alzarme la voz olvidando que yo era su jefe.

Esto no se queda así.

Regreso a la sala no sin antes apagar las luces. Me tiro a un sofá y saco la cajetilla de cigarros que compré antes de llegar al bar. Enciendo el primero en mis labios y me sirvo también un vaso de whisky para esperarlos. 

Treinta minutos después en los cuales me he fumado tres cigarros, el auto asignado para mi movilización y el de Mia se estaciona cerca de mí, con las luces delanteras iluminando al lado mío por la ventana. Acto seguido, las puertas se abren y cierran para que después se escuche tacones golpeen el suelo de cemento.

—Por favor, Tessa. Deja de llorar. —susurra la reconocible voz del chófer.

La puerta principal se abre y veo las siluetas de quienes estaba esperando. Me quedo en silencio absoluto, dejando que hablen todo lo que deseen hasta que se les escape una pista del paradero de la mocosa o me colmen la paciencia.

—No puedo evitarlo, Dom. Siento tanto dolor en mi corazón —los sollozos son incontrolables y sonoros. Aprietos los ojos, me está causando jaqueca y eso incrementa mi ira —. Este lugar no será el mismo sin mi niña, aunque es lo mejor para ella...

—Lo acabas de decir, será lo mejor para ella. —responde el muchacho para la tranquilidad de la anciana que deja de llorar. —Ahora podrá comenzar de nuevo muy lejos de aquí. Deja de preocuparte, ella estará bien.

Me levanto y camino sin hacer ruido hasta la pared donde se encuentra el interruptor. Una vez presionado, la sala principal se ilumina al mismo tiempo que ellos detienen sus pasos y se voltean bruscamente hacia mi dirección con expresiones alarmadas.

—Vaya, vaya. —canturreo,expulsando el humo del cigarro por la boca en una forma ovalada. —Así queustedes la ayudaron a huir.


Mis redes sociales:

Instagram: angella248

Twitter: AngieGoicochea3

Grupo de Facebook: Lectores de Angie

Grupo de Whatsapp: Enviar mensaje al privado para ser agregado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro