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CAPÍTULO 39

Capítulo dedicado a YaniszN8

MIA

—¿Tienes un plan? —le pregunto.

Cuando mi pregunta queda flotando en el aire al mismo tiempo que su sonrisa va desapareciendo, mis hombros se hunden.

—Paul...

—Algo se me ocurrirá —se apresura a decir—. Tenemos tres días; es tiempo suficiente.

—¿Eres consciente que suena completamente suicida, verdad? —replico, cruzándome de brazos.

—A buena hora somos dos cabezas —su sonrisa vuelve aparecer, recuperando su confianza y determinación. Lo miro sorprendida—. Juntos podemos pensar en algo. Tú misma has dicho que no tenemos mucho tiempo. Hay que actuar ahora.

Me tenso porque está tomando mis palabras para convencerme. Y funciona.

No tengo más alternativa. El plan de Ethan consiste en que me quede el mayor tiempo posible en este pueblo para aprender, y eso podría llevarme meses. Incluso años. Y estoy casi segura que, por mucho que algunos sean mis amigos, ninguno va aprobar ir a meterme a la boca del lobo a rescatar a Tessa y Dominic. Además de que primero antepondrán las órdenes de Ethan.

Soy consciente de que las probabilidades de que todo salga mal son muy altas. Todo podría salir mal, y yo sería la más perjudicada. Pero recuerdo los llantos de mi nana cuando Ashton me llamó; y no puedo concebir la idea de quedarme acá bien protegida mientras las personas que me importan están sufriendo. Simplemente no puedo hacerlo.

Tras varios minutos en silencio, finalmente asiento apoyando la idea e Paul.

—De acuerdo —cedo llevándome una cucharada del helado de vainilla con pequeños pedazos Oreo a la boca. El sabor dulce me relaja para seguir hablando—. Debemos tener cuidado con nuestros pensamientos. —agrego, apuntado con la cuchara. —Si Ethan y Alina llegan a sospechar...

—He estado investigando sobre el lazo —me interrumpe —. Tiene puntos ciegos, al menos en nuestros casos. Digamos que estamos en una etapa donde el lazo se está manifestando a medias, sólo para protegernos de no... morir y que este desaparezca. —la forma en cómo lo dice me detiene a mitad del bocado. La conversación que tuve con Ethan sobre el destino que les espera a los licántropos sin su lazo regresa a mi mente. Me revuelvo incómoda en mi asiento. —No logran escuchar todos nuestros pensamientos, y tampoco pueden percibir nuestros aromas a una distancia tan lejana.

—¿Y esto hasta cuándo se mantendrá?

—Bueno... básicamente hasta el día de nuestro cumpleaños. Cuando hayamos alcanzado la edad madura y nos transformemos. Pero mientras más se acerque el día, esa barrera se irá desvaneciendo.

Asiento, digiriendo la información. 

Faltan diecisiete días para nuestro cumpleaños. No es suficiente. El tiempo nos pisa los talones, y tengo que trabajar desde ya en mi entrenamiento.

Observo mis manos, sintiendo cómo la energía de mis poderes fluye, ansiosa por ser liberada.

—Necesito tiempo —digo, sin mirarlo. —Al menos unos días para entrenar mientras pienso en cómo logramos burlar la supervisión para irnos del pueblo.

Asiente frenético.

—Lo que digas, sí. Solo quiero ayudarte, Mia. Tessa siempre se portó bien conmigo.

Sonrió levemente recordando todas las tardes que pasamos en mi casa.

—Lo sé —Tessa era la persona más feliz del mundo cuando llevaba a mis amigos a la casa. Le gustaba atenderlos y estén cómodos. Cuando el pinchazo en mi corazón amenaza con quebrarme, pienso en otro tema. —En fin, sobre mi interesante cita con la vidente. —me aclaro la garganta. —¿Sabías que tengo una rama de mi familia que son o eran darach?

—Ilústrame sobre qué demonios es un darach.

—En resumidas palabras, un druida malvado y oscuro con poderes del infierno.

No lo admito en voz alta, pero me intriga saber qué poderes pude haber heredado de mi ascendencia darach. Necesito investigar a mi familia, tal vez hay un registro de los poderes que tuvieron alguno de ellos que me dé la idea de lo que me espera.

Paul me mira fijamente, procesando la información.

—De acuerdo. Entonces, haciendo un resumen eres druida, darach, licántropo, bruja y demonio. —habla en voz baja, levanto un dedo por cada especie que menciona. Asiento con la cabeza y su boca se abre tanto que parece va a llegar al suelo. —Mierda, Mia. Eres comida china.

Frunzo el ceño.

—¿Comida china?

—Claro, en un solo almuerzo ellos comen diferentes platos de diferentes especies.

Aprieto los labios, pero al final estallo en carcajadas llamando la atención de las personas cercanas. Quiero calmarme, pero cuando Paul se une a mí, es imposible calmarme.

—Por cosas como esta es que eres mi mejor amigo. —hablo entre risas abanicándome el rostro con las manos. Lo siento caliente y me limpio las lágrimas que se deslizan por mis mejillas.

Mi risa se detiene cuando los hermanos O'Pry, Anna y Elena aparecen a lo lejos. Demonios. Liderando al grupo, está Ethan y Alina, quienes al verme respiran aliviado. Anna nos saluda con la mano libre, la otra está ocupada sosteniendo su comida. Elena tiene cara de pocos amigos, imagino que sabe del ataque y el momento que pasamos juntas en la mañana ya fue olvidado. Me sorprende ver a Cedric con ellos.

—¡Ah, aquí estaban! Los hemos buscado en todo el pueblo. —dice Anna jalando una silla para sentarse en medio de ambos.

Siento la mirada de Ethan puesta en mí. No tengo el valor para mirarlo. Tengo fresco el recuerdo de lo que le hice. Duele recordar que casi lo mato. Y duele más cuando no puedo encontrar refugio en sus brazos.

Por el rabillo veo que se acerca hasta estar lo suficientemente cerca para que su perfume llegue a mi nariz. Este día apesta.

—¿Podemos hablar a solas? —mi corazón se estruja al oír su voz tensa y ansiosa.

Dudo unos segundos, pero finalmente asiento levantándome.

Nos alejamos del resto unos metros, lo suficiente como para estar lejos de ellos. No sé cómo, pero logramos encontrar un lugar tranquilo en medio de la multitud.

Los segundos pasan y ninguno habla. La tensión es evidente entre los dos. Ninguno sabe por dónde empezar o qué decir. Lo que pasó en el callejón no debió pasar. Se supone sería un día tranquilo, quizás agitado por la información que tendría, pero podríamos sobrellevarlo para pasarlo bien juntos.

—¿Estás bien? —pregunto finalmente dando la iniciativa.

Asiente con la cabeza.

—Autosanación. —responde y me alivio internamente. Gracias a los dioses puede sanar rápido y sin ayuda de médicos. —Mia, lo que pasó allá...

—No volverá a ocurrir. —prometo alzando la mirada hacia él.

Veo el alivio cruzar por sus ojos cuando me digno a verlo, quizás pensando que todo está bien entre nosotros. Pero no lo está. Y lo dejo en claro cuando hace el intento de acercarse, pero retrocedo alzando mis manos en medio de nosotros.

—Por favor, no —pido.

El alivio se esfuma y es reemplazado por el dolor de mi rechazo.

—Mia, está bien. Todo está bien. —susurra intentando convencerme.

Niego nuevamente. No, no está bien. Nada está bien.

Siento que me sofoco. He estado pensando mucho en el riesgo que soy y seguiré siendo hasta que aprenda a controlar mis poderes. Hoy Ethan fue víctima de mi descontrol, mañana podría ser Paul, Aiden, mis amigos o un inocente. No puedo dejar que eso pase otra vez.

—No lo está, Ethan. —Mi voz se quiebra y mis ojos se empañan por las lágrimas—No puedo. Yo... —llevo mis manos a mi cabello en un gesto desesperado. —Pude haberte matado.

—No lo hiciste, cariño, reaccionaste a tiempo. —habla con tanta intensidad que me abruma, me nubla los sentidos. —Vamos, ven aquí.

Retrocedo de inmediato cuando intenta acercarse. En estos momentos me odio por tomar esta actitud, pero no dejo de repetirme que es lo mejor. No quiero significar un peligro para él, prefiero que esté vivo, lejos de mí.

Ethan es importante para mí. Su bienestar me importa. Ha hecho demasiado por mí, incluso darme la ilusión de vivir algo a lo que había renunciado. Fui afortunada de haber sido destinada a él, y es por eso que tomé la decisión de resguardar ese futuro. Porque sé que no encontraré a otra persona como él dispuesto a todo por mí. Es hora que yo lo proteja, incluso de mí misma. No soy una persona estable en estos momentos y no voy arrastrarlo a mi desastre.

—No eres ningún desastre, gatita. —responde inmediatamente dando un paso hacia mí. —Vamos, hermosa, olvídalo. Solo fue un accidente. —insiste intentando atraerme a sus brazos.

Me mantengo firme con mi decisión y mi resistencia. No puedo quitarle importancia.

—Para mí no fue solo un accidente. —me muerdo el labio y me preparo mentalmente para dar a conocer mi dolorosa decisión: —Perdón. Lo mejor será que no estemos cerca, mucho menos solos.

Sus ojos se ensanchan y retrocede como si le hubiera dado una cachetada. Está rompiéndose frente a mí, mirándome entre incrédulo y dolido, suplicando que no esté hablando en serio.

Sé fuerte, Mia. Esto es por su bien. Me repito constantemente para no romperme a llorar y dar marcha atrás.

—¿Por cuánto tiempo? —pregunta.

Me encojo de hombros.

—Lo necesario.

Niega apretando los labios.

—No puedo aceptarlo, Mia. Te necesito.

—Y yo te necesito vivo, Ethan. No me arriesgaré a perderte, no a ti.

—¿Y prefieres separarnos sabiendo que sufriremos?

—Si es el precio a pagar por tu bienestar... sí.

No puedo seguir aquí. Respiro hondo y hago lo que mejor se me da hacer últimamente.

Huir.

Me giro y camino rápidamente con la cabeza agachada para que nadie me vea llorar. Me duele hacer esto, me estaba acostumbrando a él y duele tener que alejarme.

Cuando paso por la mesa donde están sentado el resto ninguno se atreve a detenerme y lo agradezco, necesito salir lo más rápido de aquí. Necesito aire y que este dolor desaparezca.

El aire azota a mi rostro una vez que dejo el centro comercial atrás. Dejo que mis pulmones se llenen de aire mientras camino en medio del mar de gente. Mi humor decae más si es posible al ver a una pareja casi de mi edad paseando tomados de la mano, riendo y robándose un beso cada cierto tiempo. Siento envidia y enojo. Se supone hoy sería mi primera cita con Ethan, la íbamos a pasar bien. Él me daría un recorrido por el pueblo y yo estaría emocionada de conocer el lugar, disfrutando de su compañía. 

Vaya fracaso. Ahora todo lo que quiero es regresar a la Fortaleza y refugiarme en mi habitación acompañada de música.

Intento detener un taxi, pero parece una misión imposible, todos pasan llenos o se giran a una calle auxiliar ya que algunas de las principales han sido cerradas para el tránsito peatonal.

Jodida suerte la mía.

Sin embargo, una camioneta negra todo terrero se detiene justo frente a mí. Las lunas son polarizadas y no me permiten ver al conductor hasta que este baja la ventana.

—¿Vas alguna parte, taobh a-muigh?

—No es de tu incumbencia, Cedric. —espeto irritada.

Una sonrisa se asoma en su rostro y el fastidio burbujea en mis venas. Me cae mal. La poca interacción que tuvimos al conocernos me llevó a la conclusión que es un idiota.

—Tienes razón. Pero deduzco que esos zapatos no soportarán caminar treinta kilómetros.

Me muerdo el labio para no decirle una grosería. Me pone los pelos de punta su actitud, aunque tiene razón. Renegando internamente, me subo al auto en la parte trasera. Me niego a estar a su lado y darle la opción a molestarme.

—Sabia decisión para tus zapatos. —comenta, burlesco.

Y dicho eso pone el auto en marcha alejándonos del pueblo y con ello, de Ethan.

***

El trayecto de regreso a la Fortaleza es tranquilo y en silencio, a excepción de la voz de Usher que suena en la radio. Cedric no ha tenido intenciones de hablar y yo tampoco, solo hemos chocado nuestras miradas por el espejo retrovisor dos veces.

Mi mirada se mantiene en mi bolso donde llevo mi celular, algo de dinero y el diario que me dejó Tessa. Lo había traído en caso Delina lo necesitara durante la sesión, pero considerando que la sesión no duró ni media hora y dejé a la mujer capaz de ayudarme a punto de sufrir un infarto, supongo que fue un desperdicio.

Aún así, la curiosidad que tengo por su contenido se mantiene y crece. Mis dedos se mueven inquietos dentro de mi bolso, se sienten atraídos a abrirlo. La vocecita en mi cabeza me recuerda que Tessa dio indicaciones que debía esperar. ¿Por qué? ¿Qué hay en su interior para lo que debo esperar?

Antes de ser consciente, saco el diario y miro detenidamente la cubierta. Mis ojos se detienen en las iniciales. ¿A quién le perteneció? Trato de hacer memoria, pero no se me ocurre ningún nombre.

Ok, es suficiente. No puedo esperar.

Abro la primera página. Es una hoja vacía, amarillenta y con manchas por el tiempo. Paso a la siguiente página y ahí por fin descubro la identidad del dueño del diario.

"Este diario le pertenece a Alaric Woodburn."

¿Qué?

¿Alaric Woodburn? ¿El líder de la rebelión? ¿El Gran Lobo Blanco? ¿Cómo llegó su diario a manos de mi nana? No lo entiendo...

Miro a Cedric. No sé si sea buena idea preguntarle a él. A lo mejor ni siquiera sabe. No porque lo sepa una persona asegura que todos...

—Cedric —lo llamo asomándome. Él desvía su mirada y mira por retrovisor alzando una ceja—. ¿Qué sabes de Alaric Woodburn?

Su ceño se frunce, pero no tarda en responder.

—Para empezar, ese no es verdadero apellido. —indica— Su familia ocultó su verdadera identidad tomando el apellido de una familia noble. El verdadero es Buchamp, era de la familia real.

Mis cejas se disparan. ¿Era un príncipe? Tiene sentido que liderara la revolución.

—¿Él vivió aquí?

—No que yo sepa. La historia dice que vivió en Escocia toda su vida hasta su desaparición. —ladea la cabeza— ¿Por qué preguntas?

Me encojo de hombros.

—Simple curiosidad. —me limito a responder. Y no está tan lejos de la verdad.

Él no hace más pregunta y yo me acomodo para sumergirme en la próxima página donde empieza su diario como tal.

10 de febrero de 1905

Nunca he tenido la necesidad de escribir mis pensamientos hasta el día de hoy.

No sé cómo debería empezar o si existe un patrón para escribir un diario, así que dejaré que fluya, aunque es difícil cuando mi mente es un caos de cuestiones.

Esta mañana me he despertado notando que mi padre me ha observado más de lo habitual. No me veía como si fuera su hijo acercándose a la edad de la transformación, sino como un comandante que está evaluando a su nuevo soldado en su ejército. Y esto me inquieta, aunque no lo admita en voz alta.

Los cambios en la vida de una persona son comunes, sean para bien o para mal. Por más que intentes retrasarlo o cambiarlo, se dará. Así que, creo que lo único que queda es prepararse para el momento.

Pero, ¿cómo me preparo para algo que no estaba destinado a ser?

Ojalá alguno de mis ancestros estuviera vivo y me ofreciera una respuesta. No imagino lo que debió ser para mi tatarabuelo tener que dejar todo: nuestras riquezas, estatus, poder y hogar por algo que no pudo controlar. Nuestra familia cayó por un abismo hasta aterrizar en las tierras del olvido, donde nuestro apellido se desvaneció en el tiempo hasta que las generaciones de ahora sean incapaces de reconocerlo. O en el peor de los casos, fuimos cazados hasta la muerte. Seguramente mi tatarabuelo se está retorciendo en su tumba.

O quizás lo ha olvidado, si es que está viendo los planes que está organizando mi padre para cumplir el juramento que le hizo a mi abuelo en su lecho de muerte: recuperar lo que nos habían arrebatado. Nuestro hogar, nuestras tierras, nuestro reino... nuestro apellido.

El dilema aquí es si yo formaré parte de su plan. Hasta hace no mucho, se supone que quien lo ayudaría sería mi hermano. Tras su partida todo se volvió incierto, silencioso. Debí imaginarme que eso cambiaría pronto. Mi padre no ha dicho nada aún, pero puedo sentirlo. El cargo que quedó sin poseedor y estuvo flotando en el aire pronto caerá en mí.

Aún recuerdo las últimas palabras de mi hermano antes de abandonar nuestra casa después de que mi padre le quitara su título. Me llamó traidor, que a partir de ese momento dejaba de ser su hermano y ahora era su enemigo, al que algún día la quitaría todo lo que era suyo. Tan solo tenía catorce años cuando me quedé inmóvil por sus palabras. Me hubiera gustado ser tan valiente como él para decirle que yo jamás quise eso. Pero tenía miedo; todavía temo el día que se haga oficial aunque no puedo demostrarlo.

Un príncipe no puede dudar, mucho menos tener miedo. Y sin embargo me pregunto: ¿Cómo podré cargar con una responsabilidad que no estaba destinada a mí?

Detengo mi lectura con la boca abierta por la sorpresa.

Eso fue intenso. Hay algo en las palabras de este hombre que alteran mi corazón. ¿Empatía? ¿Lástima? ¿Compasión? De alguna forma he tomado su vida como un reflejo de lo que estoy viviendo. Yo tampoco quería cargar con un pasado familiar.

Trece años. Tenía trece años cuando su vida cambió, era mucho menor que yo. No me imagino lo abrumador que debió ser perder a su hermano y ser obligado a ver cómo lo preparaban para tomar un puesto que él no deseaba.

Vuelvo mi vista a Cedric. La tensión entre él y Ethan fueron una de las cosas que más llamaron mi atención. Desde que se negó a enviar un equipo de búsqueda al reencuentro frío que hubo después de que Ethan volviera, sabía que algo grave había sucedido. ¿Su historia es similar al caso de Alaric y Owen? Se supone que al ser el mayor, Cedric tendría que ser el alfa. ¿Qué ocurrió para que no sucediera?

—¿Qué tanto me miras, taobh a-muigh? —cuestiona sin despegar su mirada de la carretera.

Lo miro curiosa, saliendo de mis ensoñaciones.

—¿Qué significa eso? Me has llamado así desde que nos conocimos.

Puedo ver por la ventana que nos acercamos a la mansión.

—Forastera —se gira a verme—. Va muy bien contigo.

Y yo creyendo que era un insulto.

—Supongo. —me encojo de hombros. No está mal, aunque no lo admitiré frente a él.

Nos detenemos a solo unos metros de la reja principal. Hay mucho movimiento, personas entrando y saliendo.

—¿Qué llevan ahí? —señalo los paquetes que cargan.

—Cosas que seguramente faltaron recoger para el Lugnasad. —gira a verme —¿Es tu primera vez celebrando esto? —me limito a asentir— ¿Tus padres nunca te enseñaron las tradiciones?

Niego mirando a otro lado para que no vea mi tristeza.

—Mi madre falleció cuando nací y mi padre no es el mejor hombre en este mundo.

—Lo siento, no debí haber preguntado. —se aclara la garganta.

—Está bien, lo bueno es que finalmente aprenderé de mi cultura ¿no? —trato de sonreír para aligerar la incomodidad.

Hace un sonido afirmativo y vuelve a permanecer en silencio.

Cuando Cedric estaciona el auto, le agradezco por haberme traído antes de bajar y atravesar el camino hasta el interior de la casa. En el camino, esquivo a varias hombres, mujeres e incluso niños y ancianos que llevan decoraciones o leña de aquí para allá. A lo lejos veo a mi hermano con un grupo armando una gran fogata en una zona despejada.

—Creí que tardarías más tiempo en volver.

Me giro para enfrentar a Astartea observándome desde un sofá con un libro en su regazo.

—Pues no fue así y aquí estoy —respondo con una sonrisa tensa.

Entrecierra los ojos y cierra el libro dejándolo en una estantería.

—A mi habitación. Necesito hablar contigo.

***

Le conté a Astartea lo ocurrido en mi visita a Delina y luego lo ocurrido con Ethan, detalladamente hasta en lo más mínimo. No estaba en mis planes, pero prácticamente me lo exigió. Y ahora estoy sentada frente a ella esperando ansiosa su respuesta o alguna reacción.

—Eres una bruja gris.

¡Por fin ha hablado!

—¿Una qué? —pregunto ladeando la cabeza.

—Existen tres tipos de brujas en este mundo. Las brujas blancas son aquellas que utilizan la magia blanca para ayudar al prójimo; las brujas oscuras son aquellas que utilizan magia negra para obras malignas, y las brujas grises son lo que están en medio de las brujas mencionadas, utilizan la magia blanca y magia negra cuando el caso lo requiere.

Asiento lentamente fascinada.

Cada nuevo descubrimiento que hago de este mundo siempre me deja sin palabras. Es mucho más complejo de lo que alguien podría imaginar. Me va a tomar tiempo aprenderme cada detalle.

—¿Y eso lo has deducido por...?

—Simple lógica. —se encoge de hombros —Eres parte druida, darach y demonio, tienes ambas energías en tu interior que con mi ayuda, lograrás conseguir el equilibrio perfecto.

—Eso es genial, Astartea. —sonrío emocionada ante la idea de que lograré aprender a controlar mis poderes. —Y, ¿cómo empezaremos?

—Aprenderás lo básico de forma lenta.

Frunzo el ceño.

—¿A qué te refieres con lenta?

Chasquea los dedos cruzándose de piernas, una copa de vino aparece en su mano de la nada y se lo lleva a los labios. Mi boca está por llegar al suelo. Increíble.

—Aprender la magia es como el proceso que pasa un bebé para aprender a caminar, no intentarás correr sin saber gatear. —enfatiza— La magia por sí sola es peligrosa, tiene un lado oscuro muy seductor que siempre está al acecho. Para ti, esa magia y sus encantos aumentan aún más ya que eres más poderosa que cualquier raza. —ladea la cabeza con una mirada pensativa. —Dime Mia, ¿Para qué quieres aprender la magia y tus poderes?

Me tomos unos segundos para ordenar mis ideas.

—Delina me miró con miedo cuando vio dentro de mí —comienzo—. Y cuando volví en sí, vi a Ethan sufriendo por lo que le hice. Y yo no soy... no quiero ser una persona que lastima y provoca el miedo en las personas, mucho menos en las personas que me importan. No quiero ser considerada un monstruo. —hago una pausa cuando la voz me falla. Levanto la mirada al techo y respiro hondo antes de continuar. —Quiero ser fuerte y poderosa, pero para ser alguien capaz de protegerse a sí misma y a los suyos.

Me mira impasible. Me está estudiando mientras la copa de vino descansa en sus piernas.

—Sé lo que pasaste con tu padre estos años. —me tenso de inmediato y fijo mi mirada en su dedo que contornea los bordes de la copa —Si lo tuvieras frente a ti en estos momentos, ¿qué harías? Quiero que respondas con sinceridad y...

—Lo mataría —respondo más rápido de lo que pensé—. Lo torturaría como hizo conmigo.

Su mirada oscura brilla y alza una ceja. Me sonrojo de inmediato por la violencia de mis palabras.

—¿Solo a él o tienes a alguien más en tu lista?

¿Es una pregunta capciosa?

—A cualquiera que se atreva a meterse conmigo o mi familia.

Asiente lentamente.

—Me recuerdas mucho a un aprendiz que tuve hace años. —comenta en voz baja apoyando su espalda en el respalda del asiento. —Era igual que tú, un brujo gris. Fue de mis mejores estudiantes —se levanta y camina hasta la ventana con pasos lentos—. Al igual que tú, tenía bien enfocado hacia quiénes o bajo qué circunstancias utilizaría la magia oscura.

—¿Dónde está él ahora?

—Quién sabe. No lo volví a ver cuando su entrenamiento terminó. —hay pesar en su voz.

De acuerdo...

—Entonces, —me levanto de mi silla. Prefiero enfocarme en mi tema a una historia que parecía no tener rumbo. —¿Cuándo iniciaremos?

Parpadea rápidamente antes de hablar.

—De inmediato, ve a cambiarte. Te veo en la entrada.

Asiento con una sonrisa y camino hacia la puerta. Antes de abrirla, me volteo para mirarla.

—Gracias por ser mi maestra, Astartea. Te aseguro que te haré sentir orgullosa.

Sonríe de lado y asiente.

—Es un honor ser tu maestra. Veremos de qué estas hecha, Mia Walker.


Se vienen actualizaciones seguida porque este mes estamos de celebración. Voy a cumplir nueve años en Wattpad ahhhhhhhhhhhhhhh. 

PREGUNTAS

¿Qué creen que sucederá en ese plan rescate?

¿Mia es comida china o no?

¿Quién sufrió con Ethan?

¿Mia hizo bien en tomar esa decisión?

¿Qué piensan de Alaric, por qué Tessa le entregó su diario? 

¿Teorías de la discordia entre Cedric y Ethan?

¿Quieren leer cómo celebran el Lugnasad?

Se viene el entrenamiento de Mia... ¿Algunas palabras para motivarla?

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