CAPÍTULO 38
Capítulo dedicado a Gabriela_Loz
AIDEN
El aniversario del pueblo y las fiestas tradicionales escocesas son la temporada más importante para el pueblo. En esos días, no existe la diferencia entre humanos, licántropos, brujos, médiums, hadas, duendes o vampiros habitando en el pueblo; solo somos una comunidad con un mismo pasado histórico que nos une y le rendimos culto participando en las actividades que se dan en el pueblo.
He vivido en la Fortaleza durante los últimos ocho años, y me sigue pareciendo extraño cómo todo se detiene en estas fechas. No se oyen a las personas trabajar, entrenar, charlar mientras pasean o las risas traviesas de los niños correteando. La mayoría se ha ido al campamento del bosque o ido al pueblo a ayudar. No hay ni un solo ruido, a excepción de las canciones de Ariana Grande que provienen de la habitación de Hillary.
Me he quedado porque estaba preocupado por ella y quería estar presente en caso se le ofreciera algo. Pero no me ha dejado entrar ni ha querido hablar, tampoco puedo leer sus pensamientos. Se ha encerrado en su burbuja. Es un hábito natural en ella, siempre queriendo lidiar con todo sola. A pesar del lazo, siempre hemos sido como libros entreabiertos, solo mostrando algunos capítulos entre nosotros.
«¿Si sabes que puedo oírte, verdad?»
Resoplo lanzando la pelota de básquet al cesto. He pasado los últimos dos años sin oír su voz en mi cabeza, es extraño.
«Había olvidado que puedes entrar en mi cabeza.» Respondo lanzando la pelota al suelo, dando rebotes.
«Yo igual.»
Hay una larga pausa hasta vuelve hablar:
«Ven a mi habitación. Debemos hablar.»
El cuerpo se me tensa de inmediato sosteniendo la pelota en mis manos. Sus palabras me hacen sentir en un deja vú. Ya he escuchado esas palabras en el pasado y el final no fue nada agradable para ambos. Recordarlo me produce el mismo dolor que sentí cuando la vi irse de mi lado esa noche.
Mi pecho se contrae, pero no respondo. Suelto la pelota junto a las demás y camino de regreso al interior de la casa. Astartea, Hillary y yo somos los únicos en la casa, la bruja prefirió quedarse investigando cómo ayudar a mi hermana. Agradezco bastante su apoyo, tenerla de nuestro lado ha sido una de las mejores cosas que le ha pasado a la manada, y ahora a mi hermana.
Llego a su habitación y antes de que pueda tocar, Hillary me abre la puerta poniéndose a un lado.
—Pasa. —murmura en voz baja. Se aleja para darme espacio y añade: —Y cierra la puerta.
Obedezco, girándome para mirarla. Inmediatamente sé que está preocupada y asustada. Y no es porque olor desprenda esas emociones, sino que está en pijama de tallas muchos más grandes y su cabello recogido en un rodete suelto que deja algunos mechones sueltos.
—¿Qué es lo que quieres decirme?
No me mira, sus ojos están puestos en el suelo con sus manos en la cintura, como si estuviera ordenando sus ideas para saber cómo hablarme. La ansiedad me carcome y maldigo internamente por no haber traído mi pelota anti-estrés.
—Es... sobre tu padre —comienza a hablar, mirándome con cautela.
—¿Qué hay con él? —pregunto, tensándome.
Entonces comienza a relatarme la historia oculta de Ashton Walker, conocido anteriormente como Owen Woodburn. Todo. Detalle a detalle.
Nació en el año 1880 en Escocia bajo un apellido que ocultaba su verdadera identidad: Era el primogénito y heredero legítimo a la corona de Escocia. Un Buchamp que había nacido en una situación que era la sombra de la vida lujosa y poderosa que su bisabuelo había logrado gozar antes de que la guerra los obligara a abandonar todo.
En sus primeros años, había sido preparado por su familia para reclamar el trono al lado de su padre, mi abuelo. Era su destino... hasta que fue truncado cuando cumplió dieciocho años.
En su primera transformación se reveló que no era un licántropo común y corriente. Era un licántropo destripador, que en su locura y sadismo natural, había destruido la última comunidad leales a la familia real. Fue una masacre total. Y su padre no iba a permitir que alguien como él pudiera ser rey algún día. Así que lo despojó de su título y se lo entregó a su hermano menor, Alaric Woodburn. No conforme con eso, lo exilió. Y fue así como durante siete décadas atormentó el continente europeo hasta que fue finalmente atrapado para su exorcismo.
—¿Aiden? —Las manos de Hillary toman las mías dejando caricias en las palmas en círculos lentos. Me observa preocupada por mi reacción, me inspecciona detenidamente. —Sé que es difícil, pero...
—¿El gen destripador es hereditario? —la interrumpo.
El suspiro que suelta antes de hablar es mi respuesta y la tensión en la habitación es aun más pesada.
—Se ha visto casos en que lo es. —confirma mis sospechas —Pero tu padre era humano cuando te concibió con tu madre. Entonces, no se presentó de la forma normal. El gen buscó otra forma de adherirse a tu organismo.
—El TEI —respondo asintiendo mientras el peso de ese secreto cae sobre mí como si se tratase de un muro de concreto.
La primera vez que el trastorno se manifestó fue después de la muerte de mamá. Regresar al colegio fue una de las cosas más duras que me tocó pasar, todos los adultos me miraban con pesar y me hablaban con tanto cuidado como si me pusiera a llorar en cualquier momento. Todos los adultos fueron excesivamente cuidados y los niños fueron unos imbéciles. Uno en especial comenzó a burlarse de mí, me llamó huérfano, que seguro mi madre murió porque le daba vergüenza su hijo obeso que apenas y podía correr. Eso desató una ira descontrolada para mi cuerpo de ocho años que no dudó en irse encima del niño y golpearlo hasta que rompí su nariz, un ojo hinchado que parecía una pelota de golf y mis nudillos llenos de sangre.
Recuerdo los gritos de algunos niños alentando la pelea y otros gritaban asustado: "Por favor detente, me estás asustando" o "Lo vas a matar", sus gritos en vez de detenerme e incentivaban a seguir, no tenía control de mí mismo y me importaba un carajo no tenerlo, yo solo quería herirlo, hacerlo sufrir y hasta matarlo. De no ser por el conserje y algunos profesores, tal vez lo hubiera logrado.
Las consecuencias nunca llegaron. Ashton se había encargado de eso y de mantenerme en el colegio como si no hubiera sucedido nada. Por otro lado, el niño se recuperó con el tiempo, pero nunca más volvió. Y sus padres jamás presentaron una denuncia después de su reunión con mi padre.
A partir de entonces, las pastillas y consultas psicológicas cada tres meses se volvieron un constante de mi vida. Al igual que mi reputación en el instituto como Aiden El Psicópata, un apodo que me siguió hasta mi graduación.
—Lamento muchísimo que hayas pasado por eso. —la voz llena de pesar de mi compañera me regresa a la realidad, junto con las suaves caricias que me da en el pecho.
No tengo palabras para explicar todo lo que siento en este momento.
Toda mi vida creí que era un fenómeno, un desastre de la naturaleza por nacimiento, un defectuoso. Ahora resulta que estos años de temor de matar a mis seres queridos es por culpa mi progenitor. Mi odio hacia él crece aún más.
—Todo lo malo en mi vida y las decisiones que tomé fueron por su culpa, Hillary. —espeto con asco. La furia brota y hierven en mi interior como si de un volcán se tratase. Su imagen llega a mi mente y quiero matarlo. ¡Me condenó a una vida de mierda! —Fui rechazado y temido por la sociedad. No tenía amigos. Abandoné a mi hermana por temor a lastimarla y maté a la única figura paterna que de verdad se portó como un padre. ¡Sus malditos genes me condenaron a ser una bestia!
—Tú no eres una bestia, Aiden. Eres mucho más que tu padre en diferentes formas.
—¿Ah sí? —expreso sarcástico—¿En cuáles?
Se muerde el labio ligeramente. Nos quedamos mirándonos unos segundos antes de que ella se mueva hasta sentarse a horcajadas sobre mí, envolviéndome con sus brazos alrededor de mi cuello.
Me quedo sin aliento. Es la primera vez que estamos tan cerca después de tantos años.
—Ya hemos tenido esta conversación antes, ¿recuerdas? —su voz suena como miel cayendo sobre una superficie y llenándola de una dulzura a la que no puedes resistirte. Me siento idiota, como si hubiera caído en el hechizo de una sirena. —Y no terminó bien.
Siento un pequeño dolor al recordarlo. Y la cura para no sentirlo es abrazarla y pegarla más a mi cuerpo, dejando que su delicioso aroma me calme y me embriague.
—No puedo creer que te haya dejado ir. —admito por primera vez en voz alta lo que he pensado estos años. —No sé cómo he vivido sin ti.
Acaricia el cabello en la zona de mi nuca. Cierro los ojos inmediatamente, adoro esas caricias suyas en los puntos exactos. Me conoce tan bien.
—Era necesario. No estábamos listos.
—¿Y ahora crees que lo estemos? —pregunto, alzando una ceja.
Sonríe ladina.
—No lo sé. No me gustó enterarme que has estado financiando mis gastos a través de mi madre y hermano.
Entrecierro los ojos. Seguramente fue su hermano quien me delató.
—Solo quería ayudarte.
—Y lo agradezco, pero no es necesario. Soy lo suficientemente capaz de hacerme cargo de mí.
Pongo los ojos en blanco.
—Qué obstinada eres.
—Y tú eres muy entrometido.
—¿Por querer ayudar a mi novia? Pues lo soy. Y a mucha honra.
Sus ojos brillan y su sonrisa se hace más amplia.
—Repite cómo me dijiste —demanda.
Le devuelvo la sonrisa escabullendo mis manos por su camiseta, acariciando su suave piel sin romper el contacto visual.
—Mi novia —susurro subiendo mis manos hasta la base de sus pecho. Su respiración es fuerte y revolotea sus pestañas largas y gruesas. —Porque eso es lo que eres y serás para siempre, Hillary. Mi mujer.
Se muerde el labio y lleva sus manos a mi pecho, empujándome hasta que caigo a la cama.
—La única, Aiden. Por toda la eternidad. —susurra seductoramente, inclinándose y sonriendo maliciosa mientras nuestros labios se rozan —Así como tú eres el único en mi vida.
Asiento embobado tomando sus pechos en mis manos, masajeándolos suavemente. Soy testigo de cómo se muerde el labio para ahogar un gemido. Sus pupilas se dilatan y sus mejillas se sonrojan. Es una obra de arte. Extrañé tanto verla así.
—Soy tuyo, Hillary. Tan tuyo como tú eres tan mía. —digo tomando sus pezones y pellizcándolos.
Jadea cerrando los ojos y aprovecho ese momento para girar en la cama dejándola debajo de mí. Aprovecho el control que obtengo para tomarla de la nuca y unir nuestros labios en un beso apasionado que nos hace gemir de satisfacción.
Sus manos exploran mi cuerpo y no tarda en tomar mi camiseta y romperla para tirarla a alguna parte de la habitación. Sonrío contra su boca. Siempre hemos sido intensos y salvajes. Y después de tanto tiempo separados, todo lo que sea una barrera para sentirnos será destruido.
Invado su boca con mi lengua comenzando un juego peligroso que nos lleva al siguiente nivel. Sus piernas se separan y deja que me ubique entre ellas. El roce de nuestras caderas me enloquece y hace que mi agarre en ella sea más fuerte, más posesivo. Ha sido una tortura añorarla cada día.
—También te extrañé. —susurra excitada jalando de mi labio y mordisqueándolo.
Un gemido sale de mi boca ante su atrevimiento de entrar a mi cabeza.
—Eres mi perdición, Hillary Cooper.
Sonríe engreída soltando mi labio. Su próximo ataque es en mi cuello, lo besa, succiona la piel y mordisquea la zona al mismo tiempo que levanta sus caderas y las frota contra las mía, llevándome al borde de la locura.
—Y tú la mía —jadea cuando mis manos estrujan sus pechos por debajo de su camiseta. —Aiden, no seas malo conmigo. Quiero que me cojas.
La dureza entre mis pantalones es insoportable. Podré ser yo quien esté encima, pero la verdad es que ella siempre es la que manda y no tengo ningún problema en obedecer a mi reina.
Me deshago de su camiseta dejando sus senos expuestos. Son perfectos, redondos, firmes y sus pezones son una fantasía. Tomo uno con mi boca mientras mi mano izquierda va a su short, donde estiro el elástico antes de sacárselo de un tirón provocando que suelte un jadeo de sorpresa y excitación. Acaricio sus muslos hasta sentir la tela de sus bragas y jalar juguetonamente el borde hacia arriba. Hillary arquea su espalda en respuesta y gime mi nombre cuando cuelo mi mano por debajo de la fina tela, abriendo sus pliegues para encontrar su clítoris y tocarlo lentamente. Está muy húmeda, tanto que siento la presión en mi entrepierna pidiendo a gritos que me hunda en ella. Necesito hacerle el amor.
Nuestros ojos se encuentran, la lujuria se refleja en nuestras miradas. Se chupa el labio inferir mientras mueve sus caderas, en búsqueda de más de mis caricias. Sus gemidos son la mejor sinfonía que he escuchado y le doy lo que quiere, jugando con la velocidad con la que la acaricio hasta que siento su clítoris totalmente hinchado.
Maldita sea, no podré soportarlo más. Necesito entrar en ella. Ahora.
Saco mis dedos de su calidez y me los llevo a la boca, deleitándome.
Escucha mis pensamientos y me ayuda a quitarme el pantalón con el bóxer. Nuestras manos se mueven ágiles quitándonos el resto de ropa.
Mi respiración se corta en el momento que toma en su mano mi pene. Levanta la mirada y sonríe pícara, comenzando a acariciarme de arriba abajo. Suelto una maldición.
—No seas delicado, Aiden. —susurra— Hoy no.
—Como usted ordene, mi señora —digo con voz ronca.
A continuación, la tomo del trasero mientras tomo mi miembro y lo ubico en su entrada. Ella se aferra a mis brazos. Sin más, entro en ella sin ningún tipo de pudor y delicadeza. Nuestras exclamaciones de alivio se mezclan. Mi cuerpo tiembla y entierro mi rostro en su cuello sin moverme por unos segundos para caer en la realidad de lo que está sucediendo. Su corazón late tan fuerte como el mío. Santo cielo.
—Joder. —exhala en mi oreja rodeándome con sus piernas. —Te amo tanto, Aiden.
Sus palabras hacen que mi corazón lata aún más rápido si es posible. Alzo mi cabeza para verla mientras acaricio su rostro. Es una diosa, su cabello oscuro cubre la almohada, sus ojos brillan como si las estrellas hubieran caído en ellos y sus labios están rojos e hinchados. Y es toda mía.
—Te amo mi Hillary.
Salgo un poco antes de volver a entrar con fuerza. Su grito de placer es mi señal para comenzar a moverme con fuerza, haciendo que entre todo. Ella jadea y araña mi espalda, está tan húmeda que su cuerpo me recibe con una facilidad y familiaridad que me hace sonreír. Bajo mi mano para acariciar su clítoris y eso la lleva al límite.
—¡Oh, dioses! ¡Sí, así! —gime con fuerza.
Enreda sus manos en mi cabello para besarme, ahogando sus gemidos en mi boca. Cuando trata de tomarse los pechos, aparto sus manos y las tomo para darles la atención que desea, dejando algunas zonas rojas cuando succiono. Mi mujer es muy demandante.
Siento sus paredes apretarse entorno a mi miembro y gimo su nombre sintiendo la presión acumularse. Es tan rico sentirla sin ninguna barrera de por medio.
El sonido de nuestros cuerpos encontrándose una y otra vez me acerca a mi propia liberación. La tomo de las caderas y hago que se mueva, haciendo de las embestidas más duras. Hillary suelta un grito y se apoya en sus codos para levantarse un poco y mirar la zona donde nuestros cuerpos se unen. Ambos estamos al límite y pronto llegaremos al orgasmo.
—Dè cho beairteach a bheir thu mi, cariño. —gime mordiéndose el labio.
—Tú eres deliciosa, mi amor —respondo.
Unos segundos más y sus piernas tiemblan mientras clava sus uñas en mi espalda, su cuerpo sufre de leves espasmos mientras su orgasmo se apodera de mi pene. Yo también me corro con ella mientras respiro con fuerza, sin soltarla en ningún momento.
—El mejor reencuentro que se haya visto. —pronuncia jadeante.
Ambos reímos.
—Pero aún no ha sido suficiente. —digo con una sonrisita antes de voltearla y darle una nalgada.
***
Han pasado diez minutos desde que paramos. No sé cómo diablos pasó, pero estamos tirados en el suelo, con las sábanas cubriendo su cuerpo y el mío de la cadera hacia abajo. La tengo recostada en mi pecho, haciendo figuras imaginarias en este mientras acaricio su espalda.
—¿Recueras la primera vez que nos vimos? —pregunta de repente.
—Jamás lo olvidaría. —recojo un mechón de su cabello detrás de su oreja. —25 de Agosto del 2016, el día que Anna organizó una fiesta porque ingresaste a la universidad.
Asiente dándome la razón.
—En el primer momento en que me viste surgió la magia del lazo. —murmura sin dejar de hacer figura o pasar su dedo por el tatuaje que llevo a la altura de mi corazón donde está su nombre en una tipografía elegante y corrida. —Nos alejamos de la fiesta y...
—Te marqué. —digo divertido —Y luego cogimos en el lago.
Su risa es contagiosa y me uno a ella, es una de mis melodías favoritas.
El lazo actúa de diferentes formas. En su mayoría debes ser mayor de edad para encontrar a tu alma gemela, otros la encuentran incluso antes de los dieciocho y, para la desdicha de un pequeño grupo, esperan siglos o nunca la encuentran.
Cuando conocí a Ethan había perdido casi toda mi humanidad, pasaba la mayor parte del tiempo como un lobo, alimentándome de animales, durmiendo en cuevas y bebiendo agua de los ríos o lagos. Muy pocas veces fui humano, de hecho hasta se me dificultaba caminar o hablar por la falta de práctica. La culpa por la muerte de Gerouk fue mi quiebre y creí que siendo un lobo no podría hacer más daño.
Las primeras semanas en la fortaleza me dedicaba únicamente a entrenar para ser de los mejores soldados de Ethan, para que se sintiera orgulloso y no se arrepintiera de haberme acogido en su familia. No me molestaba en tratar de entablar conversación con alguien de la manada... hasta que la conocí.
Mi humanidad regresó aquella noche que Hillary Eleonore Cooper Gales se cruzó en mi vida y me hizo sentir nuevamente humano y capaz de amar.
Siempre le he dicho que ella salvó mi vida dándome un motivo para seguir. Ha estado a mi lado desde el primer momento y todo tipo de situaciones, desde las mejores hasta las peores. Nunca me tuvo miedo, siempre me escuchó sin juzgarme y trató de darme el amor y apoyo. Durante su estadía en New Mystery fuimos inseparables, íbamos a todos lados juntos y fue la más interesada en ayudarme a controlar mi trastorno con sus conocimientos en la brujería, e incluso pasó noches enteras leyendo libros de los mejores psicólogos para ver cómo combinar los conocimientos.
Pero mientras más trataba de ayudarme, olvidamos que, además de la ira que sentía, también estaba el miedo. Comencé a alejarla para evitar hacerle daño; creí que si se enfocaba en sus propios asuntos, como la universidad, sería más sencillo llevar nuestra relación. No fue así. Las conversaciones pasaban a ser discusiones a gritos en un segundo, llegábamos al punto en el que olvidábamos el verdadero motivo para echarnos en cara cosas del pasado o defectos. Cuando inició la universidad la situación era insostenible porque comenzaron los celos. Fue entonces que llegamos a la conclusión que no podíamos seguir así y debíamos darnos un tiempo.
Aceptar el contacto cero fue difícil y extremadamente doloroso, más aún con la marca de por medio. De alguna manera sobrevivimos a eso y ahora estamos aquí, dándonos otra oportunidad para intentarlo.
—Así es, estamos aquí. —continúa besando mi pecho delicadamente. —Somos esa familia que siempre soñamos. Mi madre, mi hermano, Mia, Ethan, tú y yo.
—Aún falta una integrante —interrumpo para mi pesar.
Tessa.
Cuando Mia nos contó su conversación con Sophia, me lamenté no haberme traído a mi nana la última vez que la vi aunque sea cargándola sobre mi hombro.
—Pronto estará con nosotros. —asegura mi chica uniendo nuestras manos. —Sabemos que Ashton está asociado a Michael, pero trabaja directamente con Dane. Él es un idiota que siempre comete un error, en algún momento lo harán e iremos por ella.
—Hay algo que no cuadra en esta ecuación. —hablo de repente atando un cabo. Hillary me mira prestando atención. —Estamos en el 2020 y Ashton nació hace más de cien años. ¿Cómo mierda sigue joven si hace décadas fue convertido en humano? Debería tener setenta años más o menos.
Hillary mira al techo analizando la situación hasta que se levanta ahogando un grito, poniéndome alerta. Envuelve su cuerpo en la sábana y camina hasta su estantería de libros.
Toma uno de sus libros y pasa las hojas rápidamente echando vistazos increíblemente veloces hasta que se detiene en una página y lee con detenimiento.
—¿Hillary? —la llamo.
Su dedo índice golpea el cuaderno en laguna parte de la página. Aclara su garganta antes de hablar:
—Durante la caza de los druidas en la época de los romanos y británicos, pocos tuvieron la desdicha de ser atrapados. Los romanos y británicos tenían la creencia que la sangre del druida podría servirles ya sea para garantizar la inmortalidad en quien la beba o para regresar de la vida a los muertos bajo un ritual. Es por ello que los druidas eran sometidos... —su rostro palidece y le cuesta hablar. —a torturas y al drenaje de su sangre.
La información me golpe como el agua fría de la Antártida. Ahora las cosas tienen sentido.
—¿Es posible que...? —pregunta Hillary, pero la interrumpo.
—Por eso le daba esos castigos tan duros. —trago saliva con dificultad— No sólo era tortura, era un fin. La estaba utilizando para mantenerse joven.
MIA
Cuando regreso al pueblo me dirijo nuevamente al pasaje donde estaba todos los establecimientos de adivinanzas. No veo en ninguna parte a los demás y me relaja bastante. Necesito un momento a solas para calmarme y recuperar el valor antes de enfrentarlos. No me sorprendería si con esto creo una tensión en el grupo. El alfa es importante para toda la manada, si es atacado imagino que todos estarán a la defensiva y repudiarán a su atacante.
Cuando paso por la tienda de Delina, el letrero indica que está cerrado. Algo me dice que no es así. Pero no tengo la fuerza mental para ir y exigirle respuestas.
Sigo mi camino de largo.
—Ahí estás.
Me giro, encontrándome con Paul quien viene hacia mí alzando sus brazos para que lo vea entre la multitud.
Sonrío forzadamente.
—Hey. —murmuro en voz baja.
Mi amigo se detiene a poca distancia de mí y me estudia. Al final suspira rodeándome con sus brazos, acariciando mi cabello.
—¿Quieres hablar de ello? —pregunta en voz baja, pegando sus labios a mi oreja para que lo escuche en medio de todo el bullicio que hace la gente y la música.
Respiro por la boca asintiendo. Mi plan era olvidar el accidente, pero para hacerlo necesito hablar con Paul, mi fiel confidente.
Me rodea con el brazo por los hombros y me dejo llevar entre las calles hasta que llegamos al único centro comercial que hay en el pueblo, según él. Al ingresar, el lugar está repleto de gente que está entrando a las tiendas, caminando entre pasillos con sus bolsas de compras o yendo al patio de comida. En el centro del techo cuelga un banner de lado a lado que dice "FELIZ DÍA DE LAMMAS".
—¿Qué significa eso? —pregunto señalando con el dedo.
Paul sigue mi mirada antes de responder:
—Es una fiesta tradicional para los celtas. También se le conoce como Lugnasad y el término que es más utilizado por los escoceses. —comenta caminando conmigo hasta los almacenes de alimentos. —Según la mitología celta, esta festividad fue comenzada por el dios Lugh como una fiesta funeraria y juegos en memoria de su madre adoptiva Tailtiu quien falleció luego de despejar las llanuras para que los humanos puedan practicar la agricultura. Con el paso del tiempo, los celtas tomaron el Lugnasad como una fiesta que marca el comienzo de la nueva cosecha, maduración de las primeras frutas y se agradece a los dioses por sus bendiciones.
Alzo las cejas sonriendo.
—Alguien ha estado investigando, ¿eh?
—Nah, la señora O'Pry sabe mucho y le encanta hablar de las tradiciones.
Eso es un dato que me será muy útil más adelante. Si la madre de Ethan maneja la historia de nuestro mundo y la convenzo para que me enseñe, más rápido podré adaptarme.
—Es increíble.
—Lo es. —afirma tomando una canasta del almacén. —En el pueblo no lo celebran mucho, pero la manada sí lo celebrará en la noche. Deberías venir, lo harán en el bosque cerca de las cabañas y el lago.
Suspiro pesadamente no tan de acuerdo con la idea, es una fiesta social y lo que quiero evitar es a la gente. Tengo miedo de descontrolarme y causar más daño de lo que hice.
—No lo sé, creo que me quedaré en la mansión. —murmuro mirando al suelo.
—¿Tan malo fue? —pregunta frunciendo sus cejas rubias mientras deposita unos paquetes de M&M's, galletas Oreo y un paquete pequeño de fudge.
Entonces comienzo a contarle todo con detalles. Desde mi ataque a Ethan, el conflicto interno que estoy sufriendo constantemente desde que me adentré a este mundo hasta la llamada de Ashton donde confirmé que tiene secuestrados a Tessa y Dominic.
Paul me escucha en silencio, con atención y sin interrumpirme en ningún momento.
—Pues, sí fue malo —admite una vez que hemos dejado el almacenamiento y tomamos asiento en una mesa del patio de comidas del tercer piso —, pero no lo entiendo. Si todo estaba bien entre ustedes, ¿por qué atacarlo?
Niego con la cabeza ayudándolo a repartir el contenido del pote de helado.
—No lo sé, te juro que me puse a pensar si hizo algo para asustarme, pero nada de eso. Fue de repente, como... —hago una pausa buscando la palabra para describirlo. —como si me hubiera poseído algo y tomado control de mi cuerpo.
Alza una ceja poniendo las grajeas y partiendo las galletas.
—Tienes parte demonio, quizás eso te hace vulnerable a sus ataques.
Niego rotundamente y alzo la cruz que tengo en el cuello.
—Mi madre dijo en su caja que esto me iba a proteger de cualquier amenaza y Astartea me lo confirmó ayer por la noche.
Se pasa las manos por el cabello frustrado y yo me rasco la barbilla. Esto me está volviendo loca e impaciente, necesito aprender a controlar mis poderes lo más pronto posible.
Paul nota mi preocupación y une nuestras manos.
—Hey, lo estás haciendo bien. Has reaccionado mejor de lo que cualquiera pudiera hacerlo, tienes marcado tus objetivos y sé que asusta porque es una locura y es un mundo que no conocemos en lo absoluto y está bien tener miedo porque eres humana. Deja que el tiempo sea tu mejor aliado para poder acostumbrarte a esto y ser lo que estás destinado a ser.
Siseo entre dientes.
—El problema es que Tessa y Dominic no tienen el tiempo para esperarme. Necesito actuar, dar pelea y salvarlo, y solo lo haré si controlo mis poderes.
—Lo harás, Mia. Como decía el profesor de matemática, lo importante para aprender es querer hacerlo y poner la voluntad de hacerlo, tú tienes ambos y sé que no te costará mucho hacerlo.
Sonrío mirándolo y me acerco a abrazarlo. No hay nada mejor que las palabras alentadoras de Paul, es el mejor.
—Gracias por estar aquí.
—Amigos para siempre, ¿recuerdas? —acaricia mi cabello. —Y respecto a Tessa y Dominic, descuida, ya veremos cómo rescatarlos. Tienes tres días.
Lo miro confundida y él responde con una sonrisa emocionada:
—Aprende todo lo que puedas en estos días porque iremos a Portland a rescatarlos.
¡FELIZ AÑO NUEVO!
Después de unas semanitas de descanso, vuelvo recargada con nuevos capítulos y sorpresas.
Este cap es mi favorito y me fue inevitable no recomendar esa canción mientras leen a Hillary y Aiden. La canción va con ellos y encaja perfectamente.
PREGUNTAS
¿Cómo están después de esa escena +18?
La verdad disfruté mucho de escribirla.
¿Prefieren que la novela tenga escenas sexuales o no?
¿Qué opinan de Aiden y su pasado con el TEI?
¿Qué opinan de Hillary?
¿Qué opinan de su relación?
¿Cómo están después de saber que Ashton bebe sangre de Mia? ¿Teorías?
¿Creen que sea lo más inteligente el plan de Paul de volver a Portland?
VOTEN Y COMENTEN
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