CAPÍTULO 3
ADVERTENCIA: Este capítulo tiene contenido explícito de violencia.
Leer con precaución.
MIA
—Dios mío. —suelto un jadeo.
No quiero bajar. Por mi vida que no quiero bajar, estoy paralizada desde los pies hasta la cabeza. ¿No se supone regresaría en tres días? ¿Por qué regresó? No, esto no puede estar pasando. Esto no puede ser real. Esto debe ser una pesadilla. Sí, eso debe ser.
Cierro los ojos fuerza, contando mentalmente hasta que el corazón deje de latirme con violencia, el temblor en mis manos desaparezca y la sensación de ponerme a llorar en cualquier momento se calme. Pero vuelvo abrirlos y todo sigue igual. Él está ahí, mirando por la ventana como si fuera una gacela y él el leopardo que me cazará para ser su víctima.
—Creí que regresaría para la graduación. —sisea Paul con tono preocupado.
—También pensaba eso. —hablo con la respiración dificultándome con cada segundo que pasa. —Debo irme, Paul.
Me toma de la mano.
—¿Estás segura? —pregunta con ojos precavidos.
Asiento repetidas veces aunque estoy muriendo de miedo por dentro.
—Gracias por haberme traído.
—Cuídate. —besa mi frente.
Vuelvo asentir y salgo del auto con paso apresurado.
Camino hasta la entrada de la casa con las manos sudorosas, la respiración irregular, el frío subiendo desde mis pies, el corazón golpeando con fuerza mi pecho, las lágrimas acumularse en mis ojos y mis oídos zumbando. Estoy siendo consumida por el miedo porque sé muy bien lo que me espera al cruzar la puerta.
No llego ni a rozar la perilla cuando la puerta se abre de un jalón y mi padre aparece en su campo de vista con los labios apretados y su mirada furiosa me atraviesa con dagas.
Escucho el auto de Paul alejarse y reprimo un grito cuando su mano toma mi cabello en un puño mandando una sensación de quemazón en mi cabeza.
—¡Auch, papá! ¡Suéltame, por favor, me estás lastimando! —grito dando traspiés cuando me empuja al interior de la casa y me lleva al salón.
—¡Te lo mereces por ser una perra! —devuelvo el grito en respuesta y lanza al suelo. Mis rodillas duelen por el golpe al igual que la parte derecha de mi cuerpo. Todo duele. —No puedo creerlo. No han pasado ni veinticuatro horas de lo que me he ido y tú ya te habías ido con ese chico a abrirte de piernas.
Niego de inmediato levantando mi cabeza para verlo.
—No digas eso, papá. —murmuro con la voz quebrada. —Es Paul, tú lo conoces desde que éramos niños. Entre él y yo no hay nada.
—¿Y tú crees que me voy a creer ese cuento?—espeta con una sonrisa irónica. —Cada día me arrepiento más de no haber hecho que te mueras en el parto en vez que tu madre. —escupe con veneno.
Las lágrimas que picaban en mi rostro comienzan a salir al igual que mi corazón se vuelve a quebrar.
—Por favor, no digas eso. —repito agachando la cabeza.
—¡Es la verdad! —ruge agachándose y tomando mi rostro en su mano. Aprieta con fuerza mis mejillas mientras me observa. Su respiración es agitada y la vena de su cuello resalta. —Cuando tú empezaste a llorar y tu madre empezó a convulsionar, empecé a odiarte con toda mi alma. Mataste a mi Leticia. Eres una asesina.
Suelto un quejido cuando hace más presión en su agarre, me está lastimando la mandíbula con su apretón que temo que lo quiebre.
Pero ese dolor no es nada comparado al que siento en mi corazón y mi alma, se están partiendo en miles de pedazos por el odio en sus palabras. La forma en cómo me mira me mata. Un puñetazo es menos doloroso que escuchar a tu padre decirte esas palabras tan hirientes.
—No sabes cómo te aborrezco. Alejaste a todos a los que yo quería. A mi Letty, a mis padres y a mi hijo. Nunca debiste haber nacido.
—Yo no quería que eso sucediera. —me quejo cuando me suelta seguido me da una bofetada que me hace girar la cara. Sin embargo, sigo hablando a pesar de que soy un mar de lágrimas. Necesito que lo entienda, que se dé cuenta de lo hace y que debe cambiar. Necesito intentarlo.—No quería que mamá muriera, tampoco que los abuelos se alejaran de ti ni que Aiden se vaya. Yo no pedí nada de esto, papá.
—Pero hiciste que pasara. —grita colérico cerca de mi cara. —¡Tú malograste mi vida! ¡La arruinaste, eres la culpable de todo esto!
—¡Yo no te pedí nacer! —chillo sin pensarlo.
—Y no sabes cómo me arrepiento de haberlo permitido. —responde secamente. —Pero tu madre quería tenerte, insistió tanto y yo la amaba tanto. Solo quería complacerla pero de haber sabido que ibas a ser su ruina yo...
—¡Es suficiente, Señor Ashton! —grita Tessa con voz demandante.
Mi mirada va a ella. Aparece por la cocina con una mirada seria y sus zapatos repiqueteando el suelo. Camina con la barbilla en alto a pesar de que luce más pequeña que mi progenitor, pero eso no la detiene y se pone delante de mí, cubriéndome.
—Tessa, por favor no te metas. —le suplico estirando mi mano hacia la suya e intentar que se aleje.
Se suelta de un movimiento rápido manteniéndose en su lugar.
—¡No lo haré! ¡Estoy harta de tener que aguantar que maltrate a mi niña! —su rostro amable se contrae por el enojo. Incluso se ha puesto roja que temo afecte su corazón. Ella es una mujer mayor y este tipo de alteraciones pueden afectarla. —He sido yo quien la ha criado a esta niña y no puedo permitir que todos mis esfuerzos se vayan al tacho de basura solamente porque usted no sabe amar. Me cansé de ver cómo maltrata a la bebé que usted me entregó a mi cuidado. —su voz tiembla por la ira al igual que sus manos. —Usted no amaba a su esposa, sólo quería poseerla, manipularla mientras se aprovechaba de su amor. Y de su hijo, ni qué hablar. Nunca lo quiso, solamente lo utilizaba y manejaba a su antojo...
Mi grito de horror se combina con el sonido estruendoso que ocasiona la bofetada que mi padre le da a mi nana, haciendo que esta se caiga de la fuerza a mi lado.
—¿Ves lo que ocasionas? —escupe volteando a verme con repulsión. —Haz hecho que la servidumbre me falte el respeto, solo ocasionas problemas y eso merece un castigo.
Sin previo aviso, me levanta bruscamente tomándome de los brazos conduciéndome nuevamente a su despacho.
—Papá, no. Por favor, no lo hagas. Ya no más. —suplico en un hilo de voz. —Por favor.
Algo nos detiene de llegar a nuestro lugar. Es Tessa quien ha venido y trata de soltarme de su agarre, golpeándolo y arañándolo.
—¡Suelte a mi niña! —exige.
Él gruñe irritado.
—Eres una metiche.
Me suelta estrepitosamente y se acerca a ella para lanzarle un puñetazo en el rostro, la empuja a la pared y envuelve sus manos alrededor de su cuello. Mi nana abre los ojos y trata de soltarse.
El pánico se apodera de mí y niego levantándome.
—¡No! ¡Por favor, papá, no! ¡Pégame a mí, a mí! No la toques a ella, solo a mí por favor, por favor. —suplico tocando su hombro sollozando. El rostro de mi nana se torna rojo por la falta de aire y niego volviendo a insistir. —Pégame a mí, papá. A mí. No a ella.
Parece escuchar mis peticiones porque la suelta y se gira hacia mí con una mirada letal. Por inercia retrocedo y entro al despacho escuchando a Tessa toser. Sí, prefiero que lo haga a mí que a ella. Es mi nana, mi figura materna. No puedo permitir que la toque a ella por su enojo hacia mí. Que me mate pero no a ella.
Una vez que estoy dentro del despacho, él la cierra detrás de nosotros con la cerradura. Ya no puedo llorar a pesar de que sé lo que me va a suceder, tampoco creo poder gritar. Estoy cansada de todo esto. Quiero que acabe, necesito que lo haga.
—¡No, señor Ashton! ¡No lo haga! ¡Asesinará a su hija! —los gritos de Tessa se escucha al otro lado de la puerta mientras la forcejea intentando entrar.
No lo logrará. La única llave siempre lo ha tenido mi padre.
—Solo traes problemas, uno tras otro. —susurra de manera siniestra dando pasos hacia delante. —Inclínate en el despacho.
Aprieto los labios cuando un sollozo amenaza con salir.
—Por favor...
—¡Deja de pedir, maldita sea y obedece! —grita provocando que dé un saltito por el susto.
Agacho la cabeza y me giro dando cara al escritorio que ha absorbido mis lágrimas durante estos años, el que ha visto como he salido de este cuarto ensangrentada, con las piernas débiles a punto del colapso.
—Yo te amo, papá. —musito mientras me empuja sin un ápice de delicadeza hasta que termino recostada. El aire se va de mis pulmones cuando mi abdomen golpea la superficie.
—¡Mia! ¡No, mi niña! —grita Tessa y cierro los ojos.
—¿Crees que me importa tu amor? ¿De verdad crees que podría amar a alguien como tú, un ser tan repugnante?—se inclina hacia mí con su aliento golpeando mi oído. Su tono me causa escalofríos. —El único amor que me importaba era el de tu madre y el de mi hijo... Y tú me los quitaste. Me quitaste todo como él.
¿Él?
Aprieto los ojos cuando el primer azote impacta con mi piel emitiendo el tan conocido dolor y quemazón.
De niña, solía imaginar que mi madre volvería de la muerte apaciguando la ira y el dolor de papá y así empezaríamos a ser felices. Lo creía tanto, que siempre miraba al cielo o a la puerta principal esperando que ella apareciera. Pero como fui creciendo, supe que eso no pasaría y me refugié en mis sueños. Unos hermosos sueños donde ella jamás murió. Ella regresó a casa conmigo en sus brazos y papá sonriendo ampliamente, él me amaba en mis sueños y era su talón de Aquiles como Aiden. Éramos felices, éramos una familia.
Pero era un sueño, solo eso y me decepcionaba.
Suelen decirnos que los sueños pueden convertirse en una realidad. Nos suelen decir que si nos esforzamos podemos lograrlo. Algunos lo logran y son felices. ¿Pero qué hay de quienes nos esforzamos hasta dejar el alma, la energía y el corazón en el proceso y solo conseguimos sueños rotos?
Intenté de todo. Fui buena estudiante, saqué honores en todo y cuanto pude. Hablé maravillas de él para conseguirle socios o presentarlo a la sociedad como un buen padre. Obedecí sus reglas al pie de la letra para tenerlo contento.
¿Dónde está mi sueño hecho realidad? ¿Dónde está mi final feliz que nos prometen desde pequeños?
Pasan los segundos, los minutos y las horas. No sé qué hora es, he perdido la noción del tiempo. Siento mis ojos hinchados por el llanto, mi garganta seca y mi cabeza me martillea.
Él sigue golpeándome y pateándome. Apenas soy consciente de que ya no me encuentro en el escritorio y estoy en el suelo mirando un punto perdido mientras espero el inminente final. Tessa no ha dejado de gritar y se le ha unido Sophie quienes hacen de todo para abrir.
No llaman a la policía porque saben que no funcionará. Mi padre es amigo de ellos, siempre les hace donaciones que en realidad son sobornos para que no metan sus narices a donde no les llaman.
Una vez que imagino se ha cansado, mi padre deja de pegarme. Escucho su respiración agitada como si estuviera muy lejos al igual que sus palabras que no logro descifrar que dicen.
Permanezco de espaldas y en mi lugar cuando la puerta se abre. El silencio gobierna unos segundos antes de que el sonido de pasos apresurados y sollozos desesperados se aproximen a mí. Veo los rostros distorsionados y borrosos de Tessa y Sophie quienes me hablan pero no puedo responder. Estoy agotada físicamente y emocionalmente, no puedo hablar, ni llorar ni moverme. No siento el cuerpo aunque intento mover los dedos.
—Vas a estar bien, mi cielo. —promete Tessa asintiendo.
Veo como llena mi rostro de besos que son empañados por sus lágrimas calientes y sostiene mi mano.
Minutos después, alguien detrás de mí me levanta. Es Dominic quien me lleva a mi habitación con el rostro perturbado. ¿Tan mal estoy? ¿Por qué no puedo decir algo o moverme? ¿Es que estoy muerta?
Los ojos comienzan a pesarme demasiado, quiero cerrarlos, necesito dormir pero ellos me lo impiden dando pequeñas palmaditas en mi rostro.
Por favor, déjenme dormir. Estoy cansada. Estoy cansada de todo. Estoy cansada de vivir.
***
Corro por el bosque como si estuviera escapando de algo pero no sé de qué hasta que tropiezo con una rama de un árbol y me estampo la cara con el suelo y siento un poco de sangre salir de mi frente y la esquina de mi boca.
Las hojas de los árboles se rompen bajo mis zapatos y mis manos cuando me levanto. Sacudo el polvo de mi ropa y me detengo cuando veo a una mujer descalza enfrente de mí dándome la espalda.
—¿Hola? —pregunto dudosa.
La mujer no responde. Tiene el cabello hasta la cadera ondulado y perfectamente peinado y lleva un vestido celeste que le llega hasta los tobillos. El sol que se filtra por las ramas de los árboles nos da justo en la cara que debo poner una mano delante de mis ojos para poder verla.
—¿Dónde estamos? —vuelvo a preguntar—. ¿Qué hacemos aquí?
Obtengo la misma respuesta que antes. Silencio. Sin embargo, comienza a caminar entre las plantas hasta desaparecer por los árboles.
¿A dónde va?
Con esa interrogativa en mi cabeza, decido seguirla. Me causa incertidumbre porque no es la primera vez que la veo, ya la he visto en varias ocasiones. Me pregunto si no se lastimará los pies con las ramitas o las piedras pequeñas escondidas debajo de las hojas.
Caminamos en silencio, con una brisa fresca chocando en mi rostro y moviendo mi cabello castaño. Las ramas de los árboles se unen a un baile lento con los pequeños pájaros que silban. Hay mucha paz en este lugar. ¿Qué tan alejadas estaremos de la civilización? No logro escuchar camiones o autos cerca, solo hay sonidos de la naturaleza.
Una cabaña aparece en mi campo de vista. Es pequeña y de estilo rústico con una valla de madera rodeándola. La mujer se inclina para abrir una puerta mediana y sigue caminando hasta la entrada de la casa. La sigo curiosa y cuando llego a la entrada, me detengo para inspeccionar todo con la mirada. La decoración y la arquitectura son una combinación de lo moderno y lo antiguo. Las escaleras, repisas y sofás son de madera cubiertas con forros que parecen haber sido tejidos. La chimenea está encendida y le da un ambiente acogedor y cálido al lugar.
La mujer está parada frente a un sofá donde alguien está recostado. Lo sé porque una mano cuelga y roza la alfombra de piel de un animal. Escucho en el segundo piso la risa de un niño seguido de unos pasos más pesados, probablemente de un hombre.
Ese ruido hace que la mujer de vestido celeste se mueva y me deje ver a la persona en el sofá. Mi boca se abre de la impresión al descubrir que es mi madre, con un vestido idéntico a la mujer de espaldas. Duerme plácidamente en el sofá abrazando su pequeño vientre de cinco meses.
—Encuéntrame, pequeña. —una voz femenina con un acento escocés me susurra en el oído.
Me volteo para ver de quién se trata pero unos manos cubren mis ojos y ahogo un grito.
***
—¡Mamá! —jadeo abriendo los ojos.
—¡Mi niña!
Tessa aparece en mi campo de vista tomando mi rostro en sus manos.
Luce... devastada. Siempre lleva el cabello recogido en un regordete perfectamente peinado y levantado, pero ahora hay unos mechones de su cabello canoso cayendo por su rostro. Sus ojos lucen llorosos.
A pesar de eso, mi mente sigue reproduciendo el sueño que tuve. A veces he tenido esa clase de sueños que llegan a ser muy vividos pero nunca se habían llegado a sentir tan real como hasta ahora.
—Gracias al cielo estás bien. —dice aliviada besando mi frente.
Obligo a mi mente olvidar el sueño y en vez de eso, hago que recuerde lo que ha sucedido.
Mi cuerpo se hiela al recordar las últimas horas que estuve consciente.
—¿Mi padre? —interrogo asustada.
—Salió hace una hora. —responde acariciando mi cabello. —Tuve tanto miedo de que llegara...
Niego rehusándome a que diga la palabra.
—Estoy bien, Tessa. Estoy bien. —le aseguro levantándome hasta apoyar mi espalda en la cabecera.
La débil luz de la lámpara de mi mesa de noche ilumina nuestro entorno. Recuerdo que la golpeó y que quiso matarla por mi culpa. Busco indicios de algunos moretones pero no hay nada, como siempre y seguramente es a causa de su misteriosa crema.
—Si algo te hubiera pasado yo...
El corazón se me parte en miles de pedazos al ver a mi nana temblar por los sollozos que desprenden de su boca.
Oh mi nana.
—Sh... tranquila, está bien. Ya pasó. —la consuelo tomando su mano y entrelazándolas.
Sé lo difícil que debe ser para ella no poder hacer nada. Algunas veces la he pillado llorando por esto, ella cree que no lo sé pero también la he visto pedirle perdón a mi madre por no haberme cuidado. ¿Cómo podía decir algo así? Ella ha hecho mucho por mí, es la que ha estado ahí siempre, la que iba a las reuniones de padre, a mis presentaciones o me preparaba mis comidas favoritas cuando me felicitaron en el colegio o en mi cumpleaños. Le debo muchas cosas a Tessa, entre ella enseñarme a levantarme día tras día a pesar de lo que vivo aquí.
Inspecciono mi ropa. El vestido ha sido reemplazado por unos pantalones de mezclilla y una camiseta blanca.
En toda mi vida, creo que esta fue la primera vez que he sentido más de cerca el umbral de la muerte. Con cada golpe que mi padre me daba, sentí que las probabilidades de sobrevivir a este castigo eran cada vez más escasas. Estos golpes han sido peor que las anteriores. El solo recuerdo de cómo se sentía cuando la vara de madera me golpeaba me causa escalofríos y cierro los ojos apartando la imagen. Esta vez los sentí más intensos, creo que incluso han superado a esa vez que me tuvieron que hospitalizar de niña.
Abro los ojos lentamente y frunzo el ceño al visualizar una maleta y mochila al costado de la puerta.
—Tessa, ¿Por qué eso está ahí? —le pregunto señalando con la cabeza.
Ellase gira y suspira pesadamente mirándome con tristeza.
—Después de lo que sucedió esta tarde, me he dado cuenta que ya no puedo permitir que esto siga pasando. Tengo miedo que llegue el día en el que él te mate, cielo. Ya no puedes vivir aquí, es peligroso. —un nudo se instala en mi garganta cuando caigo en la cuenta de lo que quiere decirme.
Ella quiere que me vaya de Portland.
—Hablé con mi sobrina sobre tu situación y se ha ofrecido alojarte en su apartamento en Chicago. Se llama Anna Nantz y es casi de tu edad...
La detengo. No puedo seguir escuchándola.
—No puedo irme, Tessa. Sabes que no. —encojo mis piernas abrazándolas. —Mi padre no dejará que me vaya.
—Mia...
—Aiden llegará en dos días y... —trago saliva recogiendo mi cabello detrás de mi oreja. —No sé, tal vez pueda irme con él si eso...
Me callo cuando veo su mirada de pesar.
—¿Qué? —pregunto aunque no sé si estoy segura de querer escuchar su respuesta.
—Aiden llamó. Dijo que cerraron las carreteras del lugar donde estaban y han cancelado todos los vuelos.
En conclusión, él no vendrá a mi graduación.
Maldita vida que solo me lanza más sufrimiento.
—Cielo, no quiero que te vayas, de verdad que no. Pero es lo mejor para ti, no puedes seguir aquí. —me mira fijamente y yo aparto la mirada. No tengo el valor de verla y demostrarle que tengo miedo. Su idea me aterra. —Tu padre es un enfermo, un psicópata que te odia por una razón ilógica.
Ya sé que lo hace. Él mismo me lo dice todos los días pero que me lo diga alguien duele aún peor porque me demuestra que soy demasiado estúpida en creer que él cambiará.
Él no lo hará. Nunca me amará y en el fondo de mi ser lo sabía pero me rehusaba a creerlo. ¡Es mi padre, maldita sea! El hombre que ayudó a que fuera procreada y que debería amarme. Y duele, duele recibir miradas de desprecio y golpes cuando todo lo que he querido es que alguna vez me abrace y me diga que me amaba.
A él le gusta verme sufrir, soy la mala después de todo, la cruel villana de su historia que le arrebató a su reina. Y como todo rey sediento de venganza, él jamás dejaría que la villana se escape de su condena.
—Tessa, aquí está todo lo que conozco y tengo. Mis amigos, mi casa, mi padre y tú están aquí. No puedo irme.
Sus ojos azules lucen desesperados y horrorizados al escucharme. Supongo que así lucen los míos cuando ella me agarra por los brazos y me acerca a ella.
—Escúchame Mia. —me obliga a mirarla y yo no puedo agachar la mirada ante sus ojos severos. —Lo de hoy es lo mismo que sucedió hace ocho años pero peor, no había sentido ese miedo hasta ahora.
De inmediato saca su celular y busca algo hasta que lo encuentra y me deja ver la pantalla.
Soy yo tirada en el suelo del despacho. Cubierta de sangre, la espalda llena de sangre con la carne expuesta y mi cara también está ensangrentada por los golpes que me propinó. El vestido que usé ayer yace rasgado por la espalda.
El estómago se me revuelve del horror. Voy a vomitar.
Me siento expuesta. Nunca me había visto así y es horrible. No me reconozco en esa foto.
—Así te dejó y así te recogimos. Tu pulso era muy débil, te creímos muerta por un momento. ¿Me estás escuchando, Mia? Te creímos muerta. Me costó mucho curarte esta vez.
—Saca eso, por favor. —le pido.
Hace caso y apaga el celular.
—No quería que lo vieras pero debes entrar en razón. —manifiesta severamente. —¿Qué es lo que vas a esperar para irte? Tus amigos se irán a la universidad, no te queda nada aquí. Si te vas... podrás empezar de nuevo, hacer nuevos amigos, enamorarte o trabajar duro para ir a una buena universidad y convertirte en una profesional. ¿Siempre has querido eso, verdad? Entonces vete, Mia. Ve lejos donde nadie te conozca. Sé libre.
Libre. Yo libre. La palabra suena tan rara a mi lado.
Unas lágrimas rebeldes se deslizan por mis mejillas. No quiero y no puedo irme. Tessa y los demás fueron mi familia estos años y mi padre no dejará que me vaya fácilmente. Intentará encontrarme y regresarme a su lado, sé de lo que es capaz. ¿Y si pongo en riesgo a la sobrina de Tessa? ¿O a la misma Tessa si él descubre que me ayudó? No podría soportar eso.
Pero debo intentarlo ¿no? Siempre quise irme de aquí y tengo la oportunidad aunque no fue planeada. Puedo ser libre al fin y, tal vez, despertar por primera vez sin recuerdos de maltratos recibidos el día anterior. Esto podría funcionar.
—De acuerdo. —cedo. —Tengo miedo y no quiero exponerlos pero... lo haré. Me iré.
El alivio llega a sus ojos azules y lleva mis manos a sus labios para llenarlas de besos.
—Verás que será la mejor decisión de tu vida. —estira una de sus manos arrugadas a mi rostro, acariciándolo suavemente. —Harás una nueva vida, nuevos amigos y, quien sabe, conoces a alguien con quien vivir esas experiencias.
Mi semblante se torna serio.
—Hay cosas más importantes que eso. El amor es sólo una ilusión que parece hermoso al comienzo, pero cuando llega a su fin, desencadena muchas cosas malas. —aparto mis manos levantándome de la cama. —No permitiré que ningún hombre llegue a mi corazón y luego quiera romperlo o hacer lo que quiera.
Su mirada no deja de ser dulce mientras me observa ir al baño.
—No todos los hombres tienen esas intenciones, Mia. —se levanta. —Algún día encontrarás a alguien que te merezca y te trate como un valioso tesoro y ese día, retirarás tus palabras.
Opto por callarme y la abrazo con fuerza.
—Te quiero, Tessa.
Sonríe acariciando mi cabello.
—Y yo a ti mi niña. Prometo que nos volveremos a ver muy pronto. —promete antes de separarse. —Ahora debemos ir al aeropuerto a comprarte tu pasaje. Dominic nos acompañará.
Asiento con la cabeza nerviosa y me doy un último vistazo en el espejo. Nuevamente ninguna señal de cómo lucía cuando mi padre me dejó tirada en el suelo moribunda. ¿Algún día descubriré porque sano tan rápido?
Salgo del baño y me acerco a colgarme la mochila en el hombro. Ni siquiera le echo una última mirada a la habitación, solo avanzo arrastrando mi maleta por el pasillo hasta las escaleras.
—Tienes un poco de dinero en la mochila y otra parte se lo deposité a Anna, ella te lo entregará al llegar. —me informa mi nana mientras bajamos las escaleras.
Cuando llegamos al primer piso, las tres chicas que fueron como mis hermanas mayores me esperan mirándome con melancolía antes de acercarse abrazarme y desearme un buen viaje. Les agradezco con una sonrisa y aguantando las lágrimas. Las voy a extrañar mucho, a todos en realidad. Ellos fueron mi familia y dejarlos duele.
—Quiero que reciba esto. —pide Sophie cuando nos separamos del abrazo. Me estira una pulsera artesanal hecha de hilos de color café y pequeñas piedrecitas con unas runas extrañas inscritas. —Quiero que usted lo tenga, es especial y no acepto un rechazo.
Niego con una sonrisa y me la pongo. Es muy bonita.
—Muchas gracias, Sophie.
Asiente sonriendo e inclina la cabeza ligeramente a un lado.
—Huele a lobo. —suelta de repente y yo la miro frunciendo el ceño. —No es un olor común y corriente, se trata de una energía sobrenatural. —Me observa— ¿Ha estado cerca de un lobo, señorita Mia?
Me quedo muda ante su pregunta. ¿Cómo pudo...?
—Bueno, yo... —carraspeo. —Anoche un hombre intentó abusar de mí en el bosque y de pronto apareció un lobo muy grande. Me salvó de él y... fue como si me hubiera protegido.
Sophie abre la boca sorprendida y antes de hablar, mira a nuestro alrededor asegurándose que seamos las únicas ahí. Efectivamente lo somos porque Louisa y Rachel no están y Tessa me espera afuera con Dom.
—Existe una antigua leyenda que muchos pueblos como el mío creen. —comienza a explicar. —Señorita, creo que usted ayer se encontró con un hombre lobo pero no cualquiera, sino con un alfa.
Esta vez soy yo quien la mira sorprendida.
—¿Te refieres al líder de una manada? —pregunto desconcertada.
¿Y por qué estoy preguntando? Yo no creo en estas cosas.
—Sí. Verá, hay una parte de la leyenda que dice que los alfas están destinados a buscar a su alma gemela, su compañera, su luna para compartir la eternidad juntos. Pero este encuentro solo se da en la luna llena para ellos al ser las figuras de mayor poder —Explica y puedo jurar que su voz tiene una matiz de misterio desconocida—. Ayer hubo luna llena y creo que ese lobo que usted vio era un alfa que vendrá en su búsqueda para...
De acuerdo, muy buen cuento de hadas pero no puedo dejar que siga con eso. Una cosa es escucharla por curiosidad y otra es creer que esas historias son ciertas.
—Sophie, con todo respeto hacia ti y tu cultura, no creo en esos mitos de fantasía. Lo de ayer fue algo... insólito pero solo eso. —expreso dando a entender que prefiero dejar el tema cerrado. —Te agradezco por la pulsera nuevamente.
Suspira pesadamente negando con la cabeza.
—El tiempo me dará la razón. Le aconsejo que se prepare porque tarde o temprano él la buscará y por mucho que usted no quiera creerlo, al final tendrá que seguir el destino que se le ha preparado. —Dicho eso, camina alguna parte de la casa.
Suelto un resoplido y sigo mi camino a la salida hasta que llego al auto donde Dominic y Tessa me esperan ya adentro. Ambos van en la parte delantera y yo subo atrás dejado mi maleta a un lado.
—Tessa —la llamo de repente al pensar en algo muy importante—. Aún tengo diecisiete años, necesito el permiso de mi padre para viajar.
—No te preocupes de eso. Lo tenemos todo bajo control. —me asegura Dominic guiñándome un ojo mientras arranca el motor.
Por supuesto que lo tiene, me pregunto cuánto tiempo llevan planeando esto. Imagino que mucho porque actuaron de inmediato y aprovecharon la oportunidad perfecta para llevarlo a cabo.
Conforme vamos dejando la casa atrás, la miro por el espejo retrovisor. Hay tantos recuerdos ahí, en su mayoría malos pero también hubo buenos. Creo que no es la casa que voy a extrañar, sino a las personas que vivieron conmigo.
Ahora enfrentaré mi vida sola, sin nadie conocido a mi lado y eso me provoca pavor pero creo que podré con ello. Debo hacerlo no solo por mí sino por las personas que me ayudaron a tener esta oportunidad.
Observo por la ventana los árboles pasar y me pongo alerta al ver un gran animal corriendo muy cerca de la carretera. Se corre muy rápido, parece una mancha blanca en movimiento. Trato de enfocar mi vista, concentrarme en darle forma. Parece un... lobo.
—¿Mia? ¿Está todo bien? —interroga Tessa mirándome por el espejo retrovisor.
—Creí ver...— murmuro intentando mirar por la ventana pero ya no veo nada. Tal vez lo imaginé, suele suceder ¿no? Ver cosas que no están ahí— No fue nada.
Me acomodo en mi asiento y cierro los ojos apoyando mi cabeza en la ventana. No lo negaré, tengo miedo, mucho pero nunca había sentido tanto revoloteo en mi cuerpo como hasta ahora. Es... como si lo hubiera estado esperando.
Sólo espero que esta decisión sea para bien.
Mis redes sociales:
Instagram: angella248
Twitter: AngieGoicochea3
Grupo de Facebook: Lectores de Angie
Grupo de Whatsapp: Enviar mensaje al privado para ser agregado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro