CAPÍTULO 29
Capítulo dedicado a Ali_JC
ETHAN
Todo sucede demasiado rápido.
El estruendo de la explosión zumba en mis oídos, mientras el calor abrasador del fuego me golpea como un látigo en el rostro. Caigo al suelo cubriendo el cuerpo de Mia con el mío. El pitido agudo e incesante en mis oídos me deja mareado, aturdido e indefenso. Un licántropo depende de su oído para anticipar las amenazadas. Sin él, somos un blanco fácil.
Abro los ojos y tengo que parpadear varias veces para poder ver nítidamente. Mia cubre su cabeza con sus manos debajo de mí, su corazón está acelerado y su respiración irregular. Puedo oler el miedo en ella.
Miro a mi alrededor. Anna y Elena también cubren sus cabezas a nuestro lado mientras Hillary sostiene un campo de protección sobre nosotros para evitar que alguna parte del auto de Anna nos caiga encima.
—¿Todas están bien? —pregunto. Mi voz se escucha como un eco, pero todas asienten como respuesta. Bajo mi mirada a Mia. —¿Mia?
—S-sí, l-lo estoy. —responde con la voz temblorosa. Eleva su mirada hacia mí y veo el alivio cruzar por su mirada al inspeccionarme y no encontrar ninguna herida. ¿En serio se preocupa por mí a pesar de que este ataque es porque la buscan a ella? —¿Cómo vamos a escapar?
Me relamo los labios pensando lo mismo.
Hillary es poderosa, pero su campo no va a durar todo el tiempo. Crear campos de protección la agotan demasiado rápido. La necesito fuerte para que proteja a Mia mientras las rubias y yo nos encargamos de eliminar a los vampiros.
Pongo mi atención en nuestros enemigos. Hay cuatros vampiros acercándose por la carretera y tres más se unen al vampiro del minimarket. Ocho vampiros en total. Una de ellas tiene bolas de fuego en sus manos y asumo que fue ella quien ocasionó la explosión. ¿Es la única con poderes de su grupo?
—¡You, bitch! ¡Voy a descuartizarte y te utilizaré para hacer parrilla! —exclama Anna. Su rostro está rojo, sus fosas nasales se han ensanchado y sus ojos lucen asesinos.
Decir que está molesta es poco. Su auto era lo más preciado para ella y lo va a vengar con colmillos y garras.
—Dennos a la chica y los dejaremos en paz. —habla un hombre mayor al lado de la mujer de fuego. Su voz es serena, pero puedo percibir la advertencia en sus palabras. —No hay razón para hacer esto más difícil.
—Que te den por el culo, estúpido cadáver andante —espeta Anna.
—Deja de insultar. Los vas a provocar más —se queja Elena.
—Me vale una mierda. Quemaron mi puto auto.
Comparto una mirada con Hillary. Ella sabe qué estoy pensando sin tener que decírselo. Después de todo, fue mi primera beta antes de Aiden. Su capacidad para crear estrategias con la mente fría siempre me ha sido de gran utilidad. Además, está el hecho de que al ser una bruja podemos enfrentarnos equilibradamente a estos vampiros.
—Mia, escúchame. —tomo el rostro de Mia en mis manos, haciendo que me mire. Su mirada es de horror, pero hace un esfuerzo para lucir más tranquila. —No dejaré que te lleven ¿de acuerdo? No lo permitiré.
—Me parece que ya tomaron una decisión. —dice el líder chasqueando la lengua— Qué lamentable.
—No te sueltes de mí y haz lo que te diga ¿de acuerdo? —ignoro al hombre para enfocarme en mi chica. Debo transmitirle seguridad y que tengo un plan para sacarnos de esta situación. —¿Confías en mí?
Asiente frenética.
—Si.
Su respuesta aumenta mi determinación. Beso su frente uniendo nuestras manos.
—¿Lista, Hillary? — pregunto.
—Cuando usted diga, jefe.
Asiento y miro a las dos rubias que asienten listas.
—¡Ahora!
En un parpadeo, Hillary desactiva el campo de protección. Con un movimiento veloz, cruza los brazos frente a su pecho y luego los estira lado a lado, y una onda de energía se dispara hasta alcanzar el otro lado de la carretera.
El impacto es inmediato y poderoso. Algunas partes de la estructura de la gasolinera ceden, los árboles se sacuden y los vampiros son derribados, cayendo inconscientes al suelo. Mis ojos se fijan particularmente en la vampira con poderes; el fuego en sus manos ha desaparecido. El tiempo parece haberse detenido, pero la adrenalina recorre cada fibra de mi ser recordándome que debemos movernos.
—Tenemos menos de un minuto de ventaja. ¡Rápido! —apremia Hillary corriendo hacia su moto. Elena imita su acción y yo tomo la mano de Mia para correr hacia mi auto.
—Voy a matar a esa perra. —masculla Anna acercándose a la vampiresa inconsciente, sacando sus garras.
—¡Anna, no! —exclamo.
—¡Nunca dejas que me divierta! —gruñe molesta. Le lanza una mirada de odio antes de correr detrás de nosotros.
Me detengo al llegar al auto con Mia. Son ocho vampiros contra cuatro licántropos, pero la verdad es que, solo serían tres. Porque no estaré concentrado para pelear por estar al pendiente de que ningún vampiro se acerque a Mia. Debo alejarlos de ella. Sé que había dicho que debíamos permanecer juntos, pero lo mejor es separarnos, crear una distracción para que llegue a salvo a New Mystery. Aprieto los labios, decidido.
—Ethan, ¿Qué pasa? Debemos irnos. —me apura Mia, volteando a ver si los vampiros están despertando.
—¡Ethan, cuarenta segundos! —grita Hillary.
Observo mi auto. Las lunas son polarizadas y el vehículo es blindado, pero no será suficiente. Van a seguirnos porque han escuchado lo suficiente para saber que ella iría conmigo, pero en cuanto detecten que no están, se alejarán. Debo hacer que su olor se mantenga en mi auto. Respiro hondo y llamo a Anna, quien se acerca a nosotros corriendo.
—Cambien de chaquetas, ahora. —ordeno, con mi voz tensa.
—¿Por qué? —pregunta Mia.
—Solo hazlo, Mia.
Me lanza una mirada confusa, pero obedece. Se quita su chaqueta y la intercambia con Anna, quien es más veloz para ponérsela. Para cuando ambas han terminado, Hillary está deteniendo su moto al lado nuestro.
—Súbete, Mia —Hillary le estira el casco.
—Recógete el cabello —tomo el casco y se lo pongo, tratando de cubrir su cabello y cubra su olor.
De reojo veo a Anna subirse al auto, ocupando el lugar que le corresponde a Mia. Vuelvo mi atención a ella y me quedo prendido de sus ojos. Va ser difícil separarme, pero todo sacrificio vale la pena si es por su seguridad.
—Tienes que llegar a New Mystery. La manada no está muy lejos. —hablo con voz firme, aunque siento como si unas dagas ardientes se estuvieran clavando en mi pecho. —Encuéntralos, ellos te protegerán.
Su ceño se frunce.
—¿Solo yo? ¿Qué hay de ti? —cuestiona.
No respondo. En lugar de eso, la envuelvo en mis brazos dos segundos antes de obligarme a alejarme y subir al auto. La conozco lo suficiente para saber lo que viene en los próximos segundos. Y no me equivoco cuando Mia comprende mis intenciones y sus ojos se abren, alarmados, empezando a negar con desesperación.
— Ethan, no —pide golpeando la ventana con sus nudillos—. Ábreme. Dijiste que debíamos permanecer juntos.
Suspiro y bajo la ventana para tomar su mano, sintiendo el frío en sus dedos temblorosos.
—Necesito que te vayas con Hillary, ella podrá cuidarte mejor que yo en estos momentos.
—No.
—Chicos. Es ahora o nunca. —la voz de Hillary es como una cuenta regresiva que cada vez se acerca más al final.
—Mia, no hay tiempo.
—¡No vas a sacrificar tu vida por mí! —exclama. Su voz se quiebra, y mi piel se eriza al escuchar la desesperación en su tono.
A pesar de la situación, sonrío y beso sus nudillos, deseando que ese contacto sea suficiente para calmarla.
—No lo hago. La estoy salvando al enviarte lejos de esta batalla.
Una única lágrima cae por su mejilla. Extiendo mi mano y la seco con delicadeza, luchando contra el deseo de quedarme un poco más, aparto mi mano. Con el corazón en un puño, alejo su mano del auto y lo pongo en marcha, pisando con fuerza el acelerador. En medio del rugido del motor me parece escuchar gritar a Mia mi nombre. Me convenzo a mí mismo de que fue mi imaginación.
Mia
Nunca he sido de ir a la iglesia. Tampoco me inculcaron creencias religiosas como para sentir la necesidad, pero en este momento, estoy dispuesta a ponerme de rodillas y rogarles a todos los dioses que existan, que protejan a Ethan.
La última imagen de él y sus palabras me atormentan. Ni siquiera la velocidad o los movimientos que hace Hillary conduciendo la moto son suficientes para distraerme. Se ha sacrificado por mí. Ethan ha puesto mi vida por encima de la suya y la de Anna. Me siento frustrada. Soy una humana inútil que no puede proteger a sus amigos, no poseo poderes como Hillary ni garras ni la fuerza que los demás. No soy competencia para los vampiros y eso me enfurece. Hillary no debería estar perdiendo su tiempo conmigo, tendría que estar con ellos, luchando juntos.
Esos vampiros sabían lo que hacían, no son tontos. El engaño de las chaquetas no durará mucho y no quiero pensar en lo que podrían hacerles cuando lo descubran.
—¿Van a estar bien? —alzo la voz para que Hillary pueda escucharme.
El rugido de la moto es ensordecedor, apenas y logro escuchar mi propia respiración. Hillary ha estado viajando en zigzag, haciendo maniobras casi profesionales para esquivar alguno que otro automóvil o camión que nos hemos cruzado.
—Tienen que enfrentarse a una Anna furiosa. Yo creo que estarán más que bien.
En eso tiene razón. He visto muy pocas veces a Anna molestarse, pero cuando lo hace es mejor huir. Los vampiros no la tendrán fácil con ella.
Aun así, no puedo evitar preocuparme. No solo es mi amiga, también es la sobrina de Tessa y, por ende, parte de mi familia. No podría vivir con la culpa si algo le pasa cuando tengo que agradecerle tanto. Tanto ella como Ethan no han hecho más que protegerme y no quiero perderlos.
Estoy cansada de que me arrebaten a las personas que me importan de mi lado.
Hillary vuelve a maniobrar su moto cuando una sombra negra sale del bosque y se aproxima a nosotras. Mi grito de advertencia queda en el olvido cuando se da el impacto y perdemos el equilibrio.
En cuestión de un segundo, mis manos abrazan el aire cuando el cuerpo de Hilarry desaparece. Tardo tanto en reacción que no puedo evitar caer con la moto. No estoy muy segura que sonido llegó primero: Si el chirrido que hizo la moto al arrastrarse o el de algo romperse en mi pierna.
Por favor, que no sea lo que estoy pensando. Que no sea lo que estoy pensando.
Cierro los ojos. El casco evita que mi cabeza se golpee, pero igual hace un pequeño rebote que me desorienta. Intento respirar por la boca, pero siento que me ahogo, el aire es demasiado caliente, me siento atrapada en una sauna.
Suelto un jadeo por la boca cuando por fin me detengo. La adrenalina corre por mis venas y a penas siento dolor, pero me niego a abrir los ojos porque siento que la cabeza me da vueltas. Quiero moverme, pero mi cuerpo no responde. Tengo náuseas.
Trato de mover los dedos de mis manos y casi me pongo a llorar cuando responden. Las bajo lentamente, reconozco el tacto metálico y duro de la moto que sigue encima de mí, bajo un poco más hasta mis piernas. La alarma se activa en mi cabeza y las aparto cuando siento una superficie irregular sobresalir con un líquido viscoso alrededor.
Lo único que faltaba para decorar mi lista de desgracias.
—¡Por los dioses, Mia! —mis ojos se abren, buscando desesperadamente a Hillary. Escucho pisadas acercarse y ella no tarda en aparecer en mi campo de vista. No tiene puesto el casco y hay un hilo de sangre cayendo desde su frente y también por su nariz. —Maté a uno, pero los demás no tardarán en venir. Los distraeré para que huyas.
¿Matar? ¿Acabo de oír bien?
La miro incrédula.
—¿Qué? Hillary, no sé si lo has visto pero... —suelto un grito aterrorizado cuando levanta la moto con una fuerza sobrehumana y la lanza lejos sin el más mínimo esfuerzo. —¡Más cuidado, tengo la pierna rota!
—¿De qué rayos estás hablando?
Frunzo el ceño. ¿Me está tomando el pelo? La ola de indignación que siento me impulsa a levantarme y quitarme el casco.
—¿Acaso no ves que mi...? —las palabras se desvanecen en mi boca cuando dirijo mi mirada hacia mi pierna.
Está normal. No hay ningún hueso sobresalido, solo una mancha roja oscura. Abro la boca sorprendida y trato de moverla, sin creer lo que estoy viendo. Mis cejas se alzan cuando veo a mi pierna moverse normal, sin dolor.
¿Qué rayos...?
Es imposible que lo haya imaginado. Oí la pierna romperse, sentí el hueso y la sangre.
—Mia, no tenemos tiempo. —me apresura, levantándome por debajo de las axilas.
Mis piernas tambalean un poco, pero es por mi conmoción al verlas bien. ¿De verdad lo imaginé y estuve bien todo este tiempo? No puede ser. Se sintió muy real.
—Esto no tiene sentido. —murmuro.
—Mia, aquí —ordena chasqueándome los dedos en la cara. —Debes irte.
Parpadeo, mirándola. La tomo de los brazos.
—Estás herida. No te dejaré así. Nos vamos juntas. —contradigo. Hillary niega y se aleja, soltándose de mi agarre.
—Me voy a recuperar en unos segundos. —señala su herida y me acerco un poco más para verla. Mi boca se abre en una "O" al ver cómo la piel se está cerrando por sí sola. —Escucha, tienes que irte. Ocúltate hasta que yo te encuentre. Y en caso te atrape uno, quítale el anillo que tendrá en su dedo anular y no lo mires a los ojos.
—Hillary...
—Los vampiros pueden manipularte con la mirada. No los veas a los ojos.
—No te dejaré sola. Vámonos juntas. —insisto, tomando su mano.
—¡Mia, vete ya! —ordena, alzando la voz. Doy un paso atrás. Ella me observa respirando agitada. —Necesito que te vayas ¿entendido? Yo puedo protegerme sola, sé pelear. Si estás aquí serás una distracción.
Trato de no hacer una mueca. Hillary tiene razón. No puedo quedarme con ella. Voy a ser más un estorbo que ayudar como tal.
Tragándome mi dolor, asiento con la cabeza.
—Cuídate —murmuro. Comienzo a correr, adentrándome al bosque.
Me siento en un deja vú. Ya he vivido esto antes, pero en mis sueños. Es la misma ansiedad de estar huyendo de alguien, pero esta vez no es Ashton. Aunque la diferencia no es mucha, porque estos vampiros pudieron ser enviados por él o Michael.
Pensar en sus nombres hace que corra más rápido, esquivando las ramas y piedras que encuentro en el camino. ¿Por qué tanto empeño conmigo? ¿No ha sido suficiente? Lo odio tanto. Odio a Ashton con cada parte de mi ser. He tratado de no pensar de esa manera, pero ya no puedo evitarlo más. He llegado a mi límite.
Juro por los dioses que si logramos vencer a los vampiros lo buscaré para darle punto final a esto. Él siempre tuvo el control de este juego. Ya no más. No permitiré que me tenga siempre en este ciclo de huir y esconderme. Voy a darle pelea, tomaré el control de este juego y ganaré.
Mi trato con Ethan también consiste en que aprenderé a defenderme. Me prometo a mí misma que esta será la última vez que corra dejando que otros peleen por mí. La próxima vez yo también lucharé.
Sigo corriendo lo más rápido que mis piernas me permiten, agarrándome a los troncos de los árboles cuando estoy por resbalar y ganar impulso. He perdido la noción de cuánto tiempo he estado corriendo y qué tan lejos estoy de donde tuvimos el accidente.
¿Dónde está Hillary? ¿Logró detenerlos? ¿Me estará buscando?
Debería detenerme, buscar donde esconderme mientras la espero. Sí, eso haré. La esperaré. Me detengo apoyándome en un tronco. Mis pulmones ruegan por aire y trato de apaciguar la quemazón respirando profundamente. Mi corazón late frenético, la adrenalina corre por mis venas y mi cara quema.
Miro alrededor. Solo hay árboles, no hay ni un solo lugar para esconderme. Bajo mi mirada al suelo. Bien, si no puedo esconderme debo defenderme si un vampiro aparece ¿no?
Vamos, a quién engaño. Dudo mucho que una rama de árbol lo vaya ahuyentar.
—Bueno, bueno —me congelo ante la voz burlona detrás de mí. Volteo, encontrándome con el hombre que vi en el minimarket. Su sonrisa socarrona me eriza la piel. —Me preguntaba cuándo te ibas a cansar de correr.
—Y yo me pregunto desde cuando los vampiros hacen trabajos para un simple humano. Acaban de arruinar mi respeto hacia tu raza.
Ladea la cabeza.
—¿Humano? No sé en qué problemas estarás metida, muchacha. Solo venimos a evitar una desgracia.
Frunzo el ceño, confundida. ¿Desgracia?
—¿No los envío Ashton Walker o Michael Waltz?
Una fuerte carcajada escapa de su boca.
—¿Crees que trabajaríamos para un licántropo como Waltz? No somos estúpidos.
—Entonces, ¿Por qué me persiguen? —sigo retrocediendo, teniendo cuidado de no dar un paso en falso.
Deja de reírse y su mirada se vuelve sombría. Antes de poder retroceder más, avanza hacia mí y me toma del cuello, pegando mi espalda a un árbol. Trago saliva.
—Eres una amenaza, para nosotros y el mundo. —volteo mi mirada a un lado recordando la advertencia de Hillary. Nada de contacto visual. Siento su cuerpo pegándose al mío y quiero gritar, su nariz roza con mi mejilla y su aliento golpea mi cuello, casi puedo sentir sus dientes sobre mi piel. —Interesante. ¿Cómo es posible que una criatura como tú pueda ser tan peligrosa y apetitosa al mismo tiempo?
Miro al suelo, buscando algo con qué defenderme hasta que veo una zona iluminada por los rayos del sol que se filtran entre las ramas. En ese momento, recuerdo las palabras de Hillary. El anillo. Aprovecho que el vampiro está distraído olisqueando mi cuello para ver sus manos. Tiene un aro plateado con una gema incrustada con un símbolo grabado en el dedo anular. Debe ser ese.
No lo pienso ni un segundo más.
Le quito rápidamente su anillo. Sisea, soltándome, para ver su mano y corro hacia la zona, escuchándolo soltar un gruñido detrás de mí. Prácticamente me lanzo al último segundo al suelo y giro sobre mi propio cuerpo para ver su mano quemarse, deshaciéndose en polvo, y escuchar un alarido de dolor escapar de sus labios.
—Maldita. Devuélveme eso. —vocifera un grito, encogiendo su brazo y retrocediendo a la protección de las sombras.
Una sonrisa se forma en mi rostro al mismo tiempo que algo despierta en mi cerebro. Con que así se siente tener el control. Puedo acostumbrarme.
—No hasta que me aclares lo que dijiste. —ofrezco, levantándome y jugando con el anillo de mis dedos. —Hagamos un trato. Tú respondes a mis preguntas y yo me aseguro de que no te conviertas en polvo.
—Púdrete.
—Irónico considerando que serás tú quien lo haga si no hablas —amenazo.
Bufa y aprieta los labios mirando a otro lado.
—Tu familia... —empieza— Vienes de un linaje muy antiguo, uno que ocasionó el caos siglos atrás. Son como un virus, destruyen todo a su paso. Y tú lo harás algún día, cuando la maldad heredada consuma tu interior.
Lo miro, aún más confundida. ¿De qué linaje habla? Nunca he oído hablar de mi familia, ni paterna ni materna.
Solo una vez Tessa me habló de los padres de Ashton. Después de la muerte de mi madre, intentaron convencerlo de entregarnos a Aiden y a mí bajo su cuidado, consideraban que él no estaba apto para cuidarnos. Y eso rompió cualquier posibilidad de que volvieran a acercarse. Nunca más se supo de ellos.
Y si... ¿y si su desaparición tiene que ver con esto que me dice el vampiro?
—¿Desde cuándo? —pregunto, agitada— ¿Hace cuánto tiempo se dedican a cazar a mi familia?
—Hicimos un trato.
—Tu respuesta no es suficiente.
—Ya me cansé de este juego. ¡Devuélveme mi anillo! —demanda levantándose y abalanzándose hacia mí.
Doy traspiés tratando de poner la mayor distancia entre él y yo cuando una sombra se pone en medio de nosotros. Al principio es como una mancha deforme en el espacio, que luego toma la forma de un hombre mucho más alto que mi contrincante, con un abrigo negro que le llega hasta las rodillas. Miro sorprendida como toma al vampiro del cuello con una facilidad que hace creer que no pesa nada.
—¿No te enseñaron a no atacar a una dama? —su voz es profunda, suave y perturbadoramente calmada.
Antes de que el vampiro pueda pensar siquiera en responderle, mi defensor desenfunda una espada y lo atraviesa, veo en cámara lenta cómo dobla las rodillas y avanza para exponer al vampiro al sol. El grito de dolor se mezcla con el grito de guerra que vocifera su verdugo. Se sacude tratando de liberarse, pero todo esfuerzo es inútil luego de que es alzado al aire y su cuerpo se enciende en llamas hasta reducirse en nada.
Estoy sin palabras.
El hombre de abrigo negro y quien acaba de matar a uno de mis cazadores, mueve su brazo para sacar la espada y gira hacia mí. El aire se va de mis pulmones al ver su rostro. Es muy atractivo, demasiado. Sus ojos pasan de un azul eléctrico a un café oscuro en cuestión de milisegundo, tiene unas cejas arqueadas perfectas, al igual que su nariz y sus labios finos y rosados, su mandíbula cuadrada es cubierta por una pequeña capa de barba. Cada una de sus facciones parece haber sido esculpidas por uno de los mejores artistas para representar a un caballero medieval.
—¿Nunca has escuchado el cuento de caperucita roja? —divaga limpiando su espada. Retrocedo un paso cuando avanza hacia mí. —Nunca sabes qué bestia está acechando.
Trago saliva. Tengo la boca seca.
—¿Y tú quién eres? —pregunto, tomando una posición defensiva.
Sonríe de lado.
—Mi nombre es David —hace un movimiento con su espada en el aire antes de empuñarlo y lo ponga en su estuche que cuelga de su espalda. Observo, asombrada, que lo hizo a una velocidad muy superior a la que te toma dar un parpadeo—. David Donovan.
Escribir este pequeño crossover alegra mi corazón. Las nuevas lectoras seguro están perdidas, y aquí les doy contexto.
David Donovan es un personaje de mi novela Herederas de Sangre, la novela independiente donde se cuenta la historia de los reinos de vampiros y licántropos que están en conflicto. Ambas novelas suceden en el mismo universo, pero en diferentes tiempos y circunstancias. He aquí la pregunta: ¿Les interesa leerla?
Aquí una imagen de cómo me imagino a David (y así motivarlas a querer leer la historia de monarquías *guiño guiño*)
PREGUNTAS
¿Les gustó el capítulo?
¿Creen que Ethan, Anna y Elena estén bien?
¿Hillary está bien?
¿Por qué rayos la pierna rota de Mia se desvaneció?
¿Qué les parece la actitud que va tomando Mia?
¿Qué habrá querido decir el vampiro?
¿Teorías?
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