CAPÍTULO 28
Dedicado a karalha05 karalha05
MIA
Me quedo quieta, con mis dedos crujiendo a causa de los retorcijones que yo misma provoco, mi cabello se mueve ligeramente por la brisa que recorre las calles de Chicago. Una sensación de nostalgia se instala en mi pecho nuevamente cuando veo el edificio al que llamé casa por este tiempo. ¿Será la última vez que veo este lugar? Me gustaría decir que confío en la palabra de Ethan y que volveré algún día. Pero ahora mi futuro es demasiado incierto. No sé qué me tiene preparado el destino para mañana, ni siquiera para las próximas horas de viaje. Todo podría suceder.
Siento que estoy en la misma situación como cuando abandoné Portland. Solo que ahora no estoy sola. Tengo nuevas amigas y a Ethan que recorrerán el mismo camino para llevarme hasta mi hermano y mejor amigo. Es reconfortante, me motiva a mantenerme fuerte.
—Echaré de menos beber algunos cocteles del bar. —dice Anna detrás de mí. Volteo para encontrarla apoyada en la pared del edificio comiendo unos enrollados de queso que había preparado para el camino. —Sí, creo que es lo único que extrañaré de aquí.
—¿Qué hay de las chicas? —pregunto sonriendo.
Voltea a verme con una sonrisa.
—Un poco –menea la cabeza. —Las chicas de Chicago son preciosas y sabían seguir mis coqueteos.
Río negando.
—Eres terrible.
—Soy increíble.
Volteo mi mirada hacia los demás. Ethan, Hillary y Elena están apoyados en el BMW de Hillary mientras observan algo en su celular.
—Creí que debíamos irnos lo más antes posible —comento.
—Están viendo cuál ruta será la más segura para ir al pueblo. — responde mirando a la misma dirección que yo.
—¿Creen que podamos encontrar algo peligroso?
—Con tu padre y Michael detrás de nosotros... —se encoge de hombros— Me sorprende no hayan intentado algo hasta ahora.
—¿Qué sabes de Michael?
Anna me mira por unos segundos antes de desviar su mirada. No debo voltear para saber que está viendo a Ethan, quien seguramente ha estado escuchando. Leo atentamente las expresiones de Anna y, cuando se aclara la garganta, imagino que sí recibiré una respuesta.
Muy bien, Ethan. Cumple tu parte del trato.
—Michael es el alfa de su propia manada, sus recursos son ilimitados porque se mueve entre los rangos más altos de nuestro mundo. Y la gente con la que se junta no conoce de límites. Son capaces de cualquier cosa por conseguir lo que quieren.
Capaces de todo... esas tres palabras se quedan grabadas en mi mente.
—¿Alguna vez lo has visto?
Sacude la cabeza.
—No, es mucho mayor que nosotros. Lo que sé son por las historias que me han contado. Y créeme, ninguna sería una opción para contarle a un niño antes de ir a dormir.
—Así que uno de los villanos más grandes de este mundo está tras de mí. —asiento con firmeza. Por la forma en cómo lo retratan entiendo porque Ashton se alió con él, es su igual o quizás peor. De solo pensar en lo cliché que es esta situación me provoca risa. —Y ni siquiera sé por qué.
—Puede que tenga un motivo, como puede que solo lo haga para molestar a Ethan.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué lo dices?
Me lanza una mirada incrédula.
—¿En serio lo preguntas? —meneo la cabeza, asegurándole que no estoy jugando. Entreabre los labios. —Michael asesinó al padre de Ethan, Mia.
Mi mente se queda en blanco. ¿Había oído bien? ¿Michael era el asesino del padre de Ethan? ¿Su padre había sido asesinado? Recuerdo que me contó que había muerto, pero nunca entró en detalles y yo tampoco pregunté, siempre me echaba para atrás cuando veía el dolor en sus ojos. Ahora puedo entender porque era tan reservado con ese tema. Además de reabrir sus heridas, quería evitarme una preocupación. ¿Y si Michael me quería solo para provocarlo como dice Anna?
—Está todo listo. —anuncia Hillary— Es hora de irnos.
Anna me mira unos instantes antes de irse. No me quedo sola mucho tiempo. Unos segundos después aparece Ethan en mi campo de vista. Me observa como si estuviera estudiando o esperando una reacción.
—¿Estás bien? —pregunta después de unos segundos en silencio.
—Lo lamento. —empiezo a decir. Levanto la mirada y trago saliva. —No sabía lo de tu padre y Michael. De saberlo no hubiera sido tan insistente.
Sus ojos son inexpresivos. En este momento me cuesta descifrar qué está pasando por su mente. Solo suelta un suspiro y toma mis brazos con una delicadeza que acelera mi corazón.
—No debes disculparte —murmura, en voz baja, su tono es conciliador—. Lo que pasó fue hace mucho tiempo, y tenías razón en exigir respuestas.
—Es que...
—No sigas —me interrumpe con suavidad, pero firme. Una de sus manos sube hasta mi mejilla, la acaricia con tanta ternura que creo estoy a punto de perder mi corazón. —Ahora quien me preocupa eres tú. Voy a protegerte y no dejaré que ni Michael ni tu padre se acerquen a ti de nuevo. Y necesito que creas en esto.
Sus ojos son determinantes mientras me mira. La promesa de sus palabras se siente como tan poderoso como un juramento, olvido todo a nuestro alrededor para enfocarme en nosotros, en ese preciso momento donde solo existe él y yo.
Me cuesta creer en promesas. En el pasado me pidieron confianza cuando a veces Ashton no lograba ocultar sus tratos hacia mí y venían hacia a mí, diciendo que me ayudarían a cambiar mi vida. Sonaban tan convincentes que algunas veces me arriesgué, y fue para nada. Bastaba que les ofrecieran una cifra imposible de resistirse para fingir que no sabían nada. Me rendí al final de la tercera, cuando me quedó claro que mi caso era uno de los muchos que sería ignorado, olvidado en algún almacén.
Esto es distinto, lo presiento. Solo que no bajaré la guardia.
Sé que Ethan espera una respuesta, pero estoy segura ha visto mis pensamientos y sabe de mi desconfianza parcial. Así que solo atino en asentir brevemente y, por la forma en cómo me mira, creo que es suficiente para él.
Luego de eso, caminamos hacia su auto y me ayuda a subir primero. Lo observo rodearlo, subirse y girar la llave encendiendo el motor y... soy consumida por una emoción distinta.
Ya he estado antes en este auto, en numerables ocasiones. Pero verlo controlar los cambios mientras sale de la calle del edificio tengo la total seguridad que nunca lo había visto tan... sexy. ¿Acabo de pensar eso? Si, y siento un bochorno subir hasta mis mejillas, pero no puedo controlarlo. Mi imaginación comienza a hacerse presente con algunos escenarios que se forma en mi mente y escandalizarían a cualquiera que los viera. Trago saliva con dificultad.
Santo patrón de...
—¿Lista? —su pregunta me toma de sorpresa. Está mirándome por unos breves segundos, sin soltar el volante. Siento que he sido encontrada infraganti. ¿Habrá visto mis pensamientos? Por los dioses celtas, que no lo haya hecho porque moriré de vergüenza aquí mismo.
Tomo un poco de aire alejando mis pensamientos indecentes y miro por la ventana como vamos dejando atrás las calles a las que me estaba acostumbrando a ver a diario. Pasamos por el restaurante y hago una mueca. Al igual que la vez pasada, no pude despedirme de Marcie. Es lo mejor, me digo a mí misma. Quién sabe en lo que podría haberla involucrado si me quedaba más tiempo.
—Lo estoy. —respondo apartando mi mirada y concentrándome en el frente— Allá vamos New Mystery.
***
Según Ethan, Chicago está a ocho horas del pueblo. Será un viaje largo y la intención es llegar antes de que oscurezca. Apenas vamos dos horas.
Hemos hecho una fila en la carretera siendo Hillary quien lo encabeza al montar su moto, luego está Elena y al final, cubriéndonos las espaldas, está Anna. Cada media hora Ethan las llama para preguntar si ven alguna sospecha y todas lo han negado. Yo también he estado atenta con cada auto que pasa por nuestro lado y no he visto nada alarmante. Hasta el momento es un viaje tranquilo y ojalá siga así.
—¿Con qué o quiénes crees que podríamos encontrarnos para estar alertas? —pregunto.
Ethan mantiene su mirada en la carretera mientras habla.
—Cuando empecé a buscarte me encontré con algunos licántropos de la manada de Michael. Son ellos quienes te rastrearon hasta Chicago y se lo dijeron a Ashton.
—¿Y Michael no era ninguno de ellos?
Sacude la cabeza en negación.
—No es el estilo de Michael. Siempre envía a su hermano o a un pequeño grupo, si ellos no lo consiguen recién comienza a considerar involucrarse directamente.
Guardo silencio durante unos minutos mientras armo mentalmente un perfil de Michael. Me suena a que tiene un complejo de rey, siempre enviando a su ejército a luchar en su nombre. Es una buena estrategia, tengo que reconocerlo. Si no sé cómo luce jamás podría prevenir su proximidad, tengo que buscar una forma de sacarlo de entre las sombras. O en el peor de los casos, entrar yo a esas sombras para encontrarlo.
—Bien, es buena información. ¿Qué más? —interrogo.
—¿Vas hacerme preguntas de Michael todo el viaje? —pregunta, con voz cansada.
—Es una forma de mantenerte entretenido y despierto —bromeo.
Intenta permanecer serio, pero no puede evitar sonreír.
—Eres muy perseverante.
—Solo hago que cumplas el trato.
Chasquea la lengua y suelto una risita. La conversación que tuvimos antes de salir del departamento, o mejor dicho el trato, fue más para mi beneficio que para él. No iba aceptar ir a New Mystery a ciegas, sin saber a qué me enfrentaba ni cómo defenderme, así que hice que se comprometiera no solo a brindarme toda la información que solicitara sin rechistar, sino que llegando al pueblo debería entrenarme para saber cómo defenderme. No iba a depender toda la vida de correr, esconderme o que alguien más me proteja, yo también debía saber cómo hacerlo cuando no hubiera nadie.
Y así es como estamos ahora en esta conversación.
—Bien, tú ganas. —dice— La manada de Michael vive en Mors Valley, a cinco horas del pueblo. No tenemos la ubicación exacta porque usa magia para esconderlo de todo el mundo. —agrega cuando ve mi cara de incredulidad— Hace mucho tiempo nuestras familias se llevaban bien, trabajaban y peleaban juntos porque le servíamos al reino O'Brien, el reino de los licántropos de esta región. Pero cuando mi padre decidió independizarse, se cortó todo vínculo. El abuelo de Michael nos tachó como traidores a la corona.
—Espera, ¿Hay un reino de licántropos?
—Hay varios reinos de licántropos en todo el mundo. Las tres especies que tienen monarquía son los vampiros, licántropos y elfos. —explica— Nosotros éramos una de las miles de manadas que sirven al reino, e incluso suele haber una jerarquía de las más importantes. La nuestra estaba en la lista. Pero cuando el rey decidió declararle la guerra al reino de los vampiros de esta región, y se convocó a todas las manadas, mi padre no estaba de acuerdo. Y al no obedecer fuimos separados de la corte.
—¿Es una guerra sin causa? —pregunto— Porque solo encuentro ese motivo para que tu padre se aleje.
—Es una guerra entre familias, en realidad. Las princesas de ambos reinos son hermanas y... bueno, es una larga historia que empezó hace años.
—Y tu padre...
—Mi padre creía que una guerra entre familia no tiene ganadores. Los que pelean son el daño colateral a una rivalidad que no tiene sentido.
Asiento con la cabeza.
—Tu padre era un hombre sabio y bondadoso por lo que oigo.
—Lo era. Era un alfa distinto al resto. La mayoría de alfas suelen ser como militares siguiendo órdenes. Ven a sus manadas como títeres que pueden manipular a su antojo. Mi padre... él era bueno. —no me pasa desapercibido el leve temblor en su voz que trata de ocultar con una tos— Se preocupaba por el bienestar de todos, de que las siguientes generaciones crecieran en un lugar próspero y tranquilo. Ponía a los demás delante de él. Era un hombre comprensivo, justo, un gran líder y amaba a mi madre, a mis hermanos y a mí. Le gustaba organizar grandes banquetes con la manada, a veces metía mano en la cocina o se ponía a cantar. —suelta una risa, perdido en sus recuerdos.
Sonrío sintiendo mi corazón emocionarse por la forma en cómo habla Ethan de su padre. Al percibir sus recuerdos llenos de amor y admiración, puedo crear una imagen de una versión mayor de Ethan moviéndose en la cocina, preparando un nuevo plato que sorprenda al resto. O sentado alrededor de los demás cantando una canción, con sus hijos y su esposa entre el público. Es una hermosa imagen que duele pensar fue destruida por la maldad de una persona.
La envidia es mala desde cualquier punto que la observes. Pero no puedo evitar sentirla. Me hubiera gustado sentir ese amor paternal.
—Le habrías agradado. —dice con suavidad, sonriendo melancólico.
—A mí también. Habría sido grandioso conocerlo.
—Al menos conocerás a mi madre.
—¿Tu madre? —pregunto, sorprendida. Ethan asiente—. Yo... creí que había fallecido igual que tu padre. —mi voz sale como un balbuceo. —Pero, ¿no se supone que...?
—Cuando un compañero muere, una parte de tu alma muere también. Esa pérdida es atroz, pero no te mata literalmente. Puedes sobrevivir, e incluso llegar a tener otra pareja, pero nada es igual. No es lo mismo. —explica— Algunos logran sobrellevarlo, como mi madre. Otros no lo hacen y... bueno, a veces se toman medidas más drásticas.
—¿Qué tipo de medidas? —me da miedo haber preguntado.
—Deciden seguir a su compañero a la otra vida o renuncian o a su humanidad. —su mirada se ensombrece ante lo último— La segunda opción consiste en transformarte en un lobo original. No sé si se da a través de un rito o es un proceso natural, pero ha pasado muchas veces a lo largo de la historia. Dejan de razonar, de pensar, de sentir... renuncian a todo lo que implica ser humano para ser un simple animal.
—Eso es terrible.
Suspira asintiendo.
—Lo es. He visto a buenas personas perderse por eso, y el proceso no es fácil. Al contrario, resulta peligroso, y muchos deciden alejarse de todos los que conocían antes de significar una amenaza.
Trago saliva, tengo un sabor amargo en la boca. Observo su rostro y me causa pánico imaginar no volver a verlo nunca, ni oír su voz ni su risa porque perdió su humanidad para convertirse en un simple lobo.
En algún momento, me quedo dormida apoyando mi frente en la ventana. No tuve ningún sueño extraño, o no recuerdo haberlo tenido. No le doy importancia, más bien lo agradezco porque mi mente tuvo un momento de tranquilidad.
Despierto cuando siento el auto detenerse. Frunzo el ceño, confundida, y con la boca seca. Al mirar alrededor me percato que seguimos en la carretera, pero nos hemos detenido frente a una gasolinera.
—¿Por qué nos detenemos? —pregunto, soltando un bostezo.
—Anna se detuvo. —responde Ethan, antes de bajarse del auto.
Lo sigo y caminamos hacia Elena que está introduciendo la manguera del combustible en el auto de Anna.
—Dije que no debíamos detenernos. —dice Ethan al detenerse a su costado.
—Los autos necesitan combustible.
—Se debió rellenar antes de salir de la ciudad. —masculla, apretando la mandíbula. Su fastidio es evidente, escuché cuando preguntó si necesitaban pasar por una gasolinera antes de salir de Chicago. Todas dijeron que no.
—Creímos que iban aguantar hasta la primera parada. Nos equivocamos. —Elena se encoge de hombros y sonríe falsamente.
Suspiro pesadamente. Volteo mi mirada y veo a Hillary y Anna entrando al minimarket. Decido seguirlas, es una mejor opción que escuchar a Elena y Ethan discutir. Además, tengo mucha hambre. No he comido nada desde el almuerzo de ayer.
La campanilla de la puerta suena cuando abro la puerta. El hombre detrás del mostrador ni siquiera se mueve cuando entro. Su revista parece ser más entretenida que nosotras
—¿Qué van a comprar? — les pregunto a ambas cuando las alcanzo.
—Snacks y refrescos para el camino. Elige lo que quieras, yo invito. —dice Anna poniendo varias frituras y galletas en su canasta. Demasiados paquetes, una cantidad un tanto excesiva si tenemos en cuenta que solo nos faltan cuatro horas más para llegar al pueblo. Al notar mi mirada de desconcierto, sonríe luciendo como una niña que acaban de descubrir haciendo una travesura. —¿Qué? Necesitamos calorías.
—Cenaste y comiste antes de salir de Chicago. ¿Cómo es posible que sigas teniendo hambre? —comenta Hillary negando con la cabeza.
—Mi estómago es un agujero negro que debe ser alimentado constantemente. Déjame ser.
Suelto una risita oyéndolas tener una de sus clásicas discusiones. Hillary trata de convencerla de llevar cosas con más proteínas, pero Anna la corta en cada momento con "Si, ajá", haciendo que la pelinegra se rinda a la quinta vez y se aleje, dejándonos solas.
Me quedo al lado de Anna, ayudándola llevando la canasta que ya está por llenarse. Pasamos por la zona de bebidas y cada una elige su sabor favorito. Me quedo mirando los sabores sin saber cuál llevarle a Ethan.
«Seven up.» Dice en mi mente.
Sonrío inevitablemente y avanzo unos pasos para ir a la zona de sodas. Me detengo cuando veo a un hombre de espalda, quieto como una estatua, observando las sodas sin abrir la puerta e impidiendo que pueda tomar una. Su aspecto es... desaliñado. Su cabeza calva es pálida, casi gris, como si estuviera enfermo o agonizante, y su ropa está sucia, cubierta por una capa de polvo, como si se hubiera revolcado en la tierra.
—Disculpe —me armo de valor para hablarle sin titubear. —¿Me daría permiso? Quisiera sacar unas latas. —trato de sonar amable, pero mi desconfianza es mayor con cada segundo que inspecciono su aspecto.
Gira su cabeza, solo un poco, pero es lo suficiente para que un escalofrío recorra mi espalda. Sus ojos... son profundamente oscuros y hundidos, y tiene una mirada hambrienta. Trago saliva, tratando de no mostrar miedo. No debo ser paranoica, me digo. Quizás solo está enfermo o sufrió un accidente en el bosque, a lo mejor es cazador. No hay de qué alarmarse.
Arrastra sus pies para ponerse a un costado. Carajo, las sodas. Estoy debatiendo entre dejarlas e irme o... al diablo. Sujeto con más fuerza la canasta y abro la puerta del congelador rapidez y, con la misma velocidad, saco las gaseosas y me alejo casi corriendo de esa esquina.
—Creo que esto es todo. —escucho decir a Anna cuando llego, disimulando mis nervios por lo que acaba de suceder.
Mis amigas están tan distraídas que no se dan cuenta. Hillary mira con horror la canasta que está a tope de chucherías que ella comería en meses.
—Abusas de que no podemos enfermarnos y puedas sufrir de un coma diabético.
—Aunque pudiera enfermarme, igual comería hasta el final. — Anna saca la lengua antes de ir a la caja registradora.
Camino detrás de ella. Me distraigo buscando en mi billetera unos billetes, pero Anna pone una mano encima.
—Te dije que yo invitaba.
Guardo la billetera y alzo la mano en el aire.
—No dije nada.
Sonríe victoriosa y pone todos los productos en el mostrador. El empleado pone una cara de fastidio cuando ve que llevamos tantas cosas, pasa todo por la caja registradora con mala gana y mirando a mi amiga con cara de pocos amigos.
Mientras esperamos, miro a la rubia de reojo. Hay una pregunta que quiero hacerle desde mi última conversación con Ethan, pero no sé si lo tomará bien.
—Suéltalo, Mia. Sabes que puedes decirme cualquier cosa. —dice inesperadamente, como si hubiera leído mi mente.
Me muerdo el labio inferior antes de hablar.
—Estaba pensando sobre el lazo. —empiezo. Muerdo mi labio, tomándome unos segundos para saber cómo formular mi pregunta. —A ti... ¿tu orientación sexual no afecta tu búsqueda por el lazo?
Anna voltea a mirarme y sonríe despreocupada.
—Claro que no. Cuando llegue el momento me uniré con una compañera.
—Oh —paso mi peso de un lado a otro. —Creí que el lazo era unir hombre y mujer. —aparto mi mirada, sintiéndome avergonzada, y tomo las bolsas que el hombre nos entrega sin mirarnos o decirnos algo antes de volver la atención a su celular.
Qué modales.
—Así no funciona el amor, Mia. Mucho menos el lazo. — explica Anna tomando una de las bolsas y caminando a la salida. —El lazo consiste en unir almas que se complementen, no en cuerpos. El amor no distingue género, solo se siente y si eres valiente, lo aceptas y lo vives libremente sin que te importe una mierda lo que digan los demás.
Asiento lentamente, sonriendo por sus palabras.
—Nunca creí escucharte hablar así.
Anna suspira.
—Ya sé. Es que guardo mi lado romántico para cuando llegue mi Susan Huntington. —se lleva una mano al pecho y suelto una risita.
Al salir busco con la mirada a Ethan. Mi alma está unida a la suya por una razón. La diosa de la luna nos unió porque, según su criterio, somos el complemento del otro, somos lo que el otro necesita. ¿Seré capaz de amarlo y dar todo por él como lo hace por mí? Me siento atraída por él, es evidente, es como si fuera un imán y yo el metal que va rápidamente a estar a su lado. No he podido estar muy lejos de él desde que nos vimos en el restaurante por primera vez. Me encanta oír su voz, es como música para mis oídos, cuando tenemos el más mínimo contacto físico es la mejor sensación del mundo, estar a su lado resulta ser lo mejor y a la vez, insuficiente.
—¿Ya tienen todo? Después de esto no haremos parada hasta llegar al pueblo. —anuncia Ethan al verno.
—¿Y qué sucede si quiero orinar en pleno camino? — alza una ceja Anna.
—Te aguantas.
—No puedo, genio. Mi vejiga no está hecha para aguantar.
—Pues no tomes agua.
—Jódete. Si quiero ir al baño, me detendré a un lado y orinaré.
—Silencio. — Hillary habla, elevando su voz, haciendo que Ethan y Anna se callen inmediatamente. —Escuchen.
Un grito ahogado, seguido por un vidrio romperse. Todos giramos hacia el minimarket. La alarma se prende al instante en mi cabeza y mirado a los demás. Escucharon lo mismo que yo. A mi lado, Ethan se pone recto y me toma para ponerme detrás de él.
—¿Qué sucede? —pregunto en un susurro.
—No te separes de mí. —dice con voz seria.
La puerta del establecimiento se abre de una patada. Retrocedemos por inercia cuando esta se estrella con el suelo y un montón de fragmentos de vidrio saltan. Del interior sale el mismo hombre extraño que vi, pero viene sujetando contra su pecho al vendedor, su cuello cuelga a un costado y cae como un muñeco cuando el hombre lo suelta y revela su boca cubierta de sangre.
—Hijo de...— comienza a decir Anna, pero es interrumpida por un fuerte estallido que ocasiona una sacudida en el suelo.
Ethan me jala y me recuesta en el suelo, cubriéndome con su cuerpo. Por un pequeño hueco veo el auto de Anna en llamas y luego a un grupo de hombres y mujeres con el mismo aspecto que el otro hombre atravesar el fuego como si no existiera.
«Vampiros.» dice Ethan en mi cabeza.
Por los dioses.
¡HELLO WOLFIES!
Se viene actualizaciones seguidas para compensar mi demora. Siéntense que se viene cosas jugosas.
PREGUNTAS
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Qué sintieron al saber una pequeña parte del pasado de Mia?
Sé que muchas están en contra de la forma sumisa de actuar de Mia al comienzo de la historia, pero recuerden que es una novela que trata de reflejar un tema que es real, y que afecta a miles de mujeres en el mundo. Sí, es una novela de ficción, pero si tengo el poder de representar la realidad de problemáticas contemporáneas y alzar la voz, lo voy hacer. El maltrato a la mujer ES REAL. Las mujeres suelen temer a sus parejas o familiares porque lamentablemente no cuentan con el apoyo de la policía cuando han querido hablar. El sistema de protección a infantes también tiene sus fallas. Si no me creen, hay miles de documentales en Netflix. Les recomiendo ver Justicia para el pequeño Gabriel, su historia es parecida a Mia.
¿Qué teorías tienen sobre Michael hasta el momento?
¿Alguien más se le conmovió el corazón al oír el profundo amor que tiene Ethan por su padre?
¿Quién ama a Anna?
Manito arriba si tiene un agujero negro como estómago.
¿Los chicos saldrán de este lío con los vampiros?
POR CIERTO, WOLFIES. ¡TENEMOS GRUPO DE WHATSAPP! Todo lo que deben hacer es enviarme un mensaje privado y les daré el enlace del chat para que se unan y mantengamos más conversación.
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