CAPÍTULO 20
MIA
—Mia...
Es esa voz.
—¿Quién es? —pregunto, tomando la falda de un largo vestido que roza el suelo. Camino por el bosque al que ya estoy acostumbrada ver en mis sueños. —¿Qué es lo que quieres?
—Mia.
Suelto un grito corriendo hacia adelante cuando la piel de mi cuello se eriza. ¡Me habló al oído! Me giro para encarar a la persona, pero no hay nadie. Ni a los alrededores. ¿Qué clase de juego es este?
—¿Hola? — pregunto a la nada. Silencio. Ni un solo ruido. Esta situación es desesperante, me pone ansiosa. —¡Sea lo que seas ven y da la cara! ¡Esto no es divertido! —a lo lejos veo una sombra caminar entre los árboles. Jadeo y me apresuro en caminar en esa dirección. —¡Hey, no te vayas!
Mientras avanzo puedo sentir en mis pies como algunas hojas y ramitas muertas se incrustan en mi piel. El aire fresco acaricia mi rostro y aparta mi cabello de los costados. Escucho claramente todo: las respiraciones de animales durmiendo, unos búhos ululan a lo lejos, las ramas de los árboles moverse y chocando entre ellos por encima de mí. Incluso el sonido de la corriente de un río aparentemente cerca de mi ubicación. Todos mis sentidos están activos de una forma que nunca antes había percibido. ¿Y lo más extraño? Me siento fascinada. Una persona normal tendría miedo por este nivel de sensibilidad, pero yo me siento cómoda y libre, es como llegar a casa después de varios meses.
Sé que esto es un sueño, a su vez lo siento tan... real; es como si hubiera dejado mi cama en Chicago para trasladarme a este bosque.
Mis pasos se ralentizan. La sombra ha desaparecido. ¿Cómo? Hasta hace unos momentos estaba a unos metros en frente de mí. Doy una vuelta en mi eje, mirando a todos lados, pero tal parece que la sombra se ha desvanecido en el aire.
—Mia...— susurra detrás de mí. Esta vez, no me aparto.
—¿Quién eres? —interrogo sin tener la valentía de voltear. Hago todo lo posible para que mi voz salga autoritaria y firme.
—Debes estar lista. Se acerca...
¿Qué?
—¿De qué estás hablando? ¿Qué se acerca?
—No qué, sino quién. —responde y puedo jurar que su voz falla con la última palabra, como si tuviera... miedo. —Está más cerca de lo esperado, más cerca de ti.
Mi valentía se quiebra cuando sus dedos fríos como los de un cadáver suben por mi espalda y posa su mano en mi hombro. Me obligo a bajar la mirada, encontrándome con una mano perfectamente limpia y con esplendor azul que le da un aspecto mágico. ¿Con quién estoy hablando?
—Debes impedirlo.
—¿Impedir qué? — pregunto con voz atropellada. Me siento confusa y aterrorizada por sus palabras. —¿De quién estás hablando?
Su mano se mueve hacia mi cuello, provocando que me encoja del terror y cierro mis ojos. Espero el momento inminente, pero este nunca llega. Vuelvo a abrir los ojos y noto que sus dedos están tomando la cruz de mi collar, su pulgar pasa por la pequeña esfera azul del centro y mis ojos se abren de sorpresa al ver que esta emite un brillo que nunca había visto.
—No debe venir a este mundo.
¿Qué?
Volteo a enfrentarla, pero en vez de ver a la mujer de los susurros, hay una capa de niebla formando una silueta humana. Se aleja lentamente y de pronto se precipita hacia adelante hasta lanzarme encima de mí y ambos caemos al suelo.
***
Mis ojos se abren de golpe, mis manos se hunden en el colchón y mi corazón golpea mi caja toráxica al igual que mi cerebro parece que estallará. El sudor cubre mi frente, mi respiración es tan irregular que las nauseas me producen arcadas. Voy a vomitar.
La propia inestabilidad de mi cuerpo a causa del vértigo hace que me estrelle contra el suelo. Ni siquiera me detengo a verme antes de gatear hasta el baño y levantar la tapa del inodoro. Mi cuerpo se sacude mientras saco lo que comí en la cena. Mis manos se aferran a los bordes porque la sensación de estar cayendo en picada no se va.
No sé cuanto tiempo pasa hasta que mi cuerpo parece conectarse con mi cerebro que acaba de entender que estamos bien y que todo fue producto del sueño, aunque ya no sé si llamarlo así.
Algo me está pasando.
Jalo de la palanca y me siento en el hueco entre el inodoro y el lavadero abrazando mis piernas. Apoyo mi cabeza en la pared, cierro los ojos y trabajo en los ejercicios de respiración. Inhalar y exhalar. Mantener el ritmo mientras mi cerebro no para de repetir las palabras de esa voz femenina es todo un reto.
Algo está sucediendo.
Se ha vuelto una costumbre soñar con esa mujer. Había estado teniendo sueños raros los últimos tres meses en Portland, pero esto es... otro nivel. No ha habido ni una sola noche que esa mujer se presente con sus palabras misteriosas y advertencias. Sin embargo, repito, esto fue diferente en todos los sentidos. Nunca me había provocado este malestar, esta desconexión de mi cuerpo con mi mente, y mucho menos ese "ataque" de la neblina. De hecho, esa neblina no había estado antes.
Algo se aproxima. Lo presiento, y cada día que pasa solo me acerca a lo que sea que vaya a pasar. Le he pedido en repetidas ocasiones a la mujer que me diga qué es para estar lista, pero ¿Cómo voy a estar lista para algo o alguien si no tengo ni la más remota idea?
Necesito a Tessa. Ella sabría qué decirme.
Necesito a todos. A Tessa, Paul, Dominic, Lena... incluso a Landon, extraño hablar con ellos. Si les contara lo que me está pasando estoy segura que me apoyarían a descubrir lo que sucede. Mantener esto en secreto me está consumiendo internamente, no tengo la confianza suficiente con nadie en este lugar para contarles, quien sabe y podrían tildarme de loca y alejarse. Y no los culparía porque yo también comienzo a creer eso.
Me levanto con pesadez para lavarme la boca y el rostro. Dudo bastante vuelva a dormir después de esto. Una vez más despejada salgo de mi habitación lo más silenciosa posible. Las chicas están profundamente dormidas y para que siga así, camino de puntitas hasta las escaleras.
El departamento está a oscuras, así que tengo bastante cuidado al momento de pisar cada escalón. El único ruido que se escucha es el que proviene de la ciudad y, probablemente, el de mi corazón.
Una vez estoy en la primera planta, dejo que mis ojos se acostumbren a la oscuridad y camino hacia el sofá donde me siento mientras tomo el teléfono y marco el número de Tessa. En serio no tenía pensado llamar, iba a esperar su llamada, pero ya han sido varios días sin oír su voz. Necesito saber que está bien y qué está pasando allá.
Pasa por mi mente llamar a uno de mis amigos, pero lo descarto de inmediato. Por su bienestar es mejor que no sepan nada de mí, además ya no deben estar en Portland. Seguramente Lena y Landon empezaron con su mudanza a su departamento cerca de Columbia después de la graduación al igual que Paul en Yale.
Paul... mis ojos se llenan de lágrimas de solo recordar su rostro sonriente. No he querido pensar en esa única pesadilla que tuve de él, quiero ser positiva y creer que está bien. Estaba tan preocupado por lo que Ashton me haría la última vez que nos vimos. He estado pidiendo todas las noches antes de dormir que no se haya atrevido a buscarme.
El sonido de que la llamada está en espera hace que regrese de mis pensamientos y me concentre en ese momento. Bien, no está apagado. Eso es buena señal.
Vamos Tessa, contesta.
Uno...
Dos...
Tres... cuatro... cinco... seis...
«Lo sentimos. El número al que usted ha marcado, no está disponible.»
Una pesadez cae en mi estómago y todo mi cuerpo se tensa. Esto no me gusta. No me gusta para nada. Si bien Tessa no es la mayor fanática de la tecnología, jamás ha dejado pasar una llamada. Siempre contesta las llamadas, incluidas esas en las que te ofrecen miles de promociones.
Vuelvo a intentar tamborileando los dedos.
Vamos Tessa, coge el teléfono. Solo quiero oír tu voz.
«Lo sentimos. El número al que usted...»
Gruño frustrada y cuelgo antes de que me envíen al buzón de voz. Trato de pensar en otro número, pero no lo recuerdo. Mi memoria fotográfica debió parecerle innecesario si teníamos un celular.
¿Y si le pasó algo? ¿Y si mi padre...?
No.
No eso jamás.
Mi padre no sería capaz. Pero recuerdo lo sucedido mi último día en Portland y el pánico se apodera de mí.
Vuelvo a llamar. Una. Dos. Cuatro. Ocho veces más hasta que finalmente me doy por vencida cuando mi cuerpo es vencido por la angustia y cierro los ojos.
***
—¿Segura de qué estás bien?
Suelto un suspiro y miro a Marcie quien está a mi lado con la preocupación asomándose en sus ojos.
—Solo es un mal día. —me encojo de hombros jugando sin ganas con mi comida.
Hoy he estado en modo automático. El silencio de Tessa me ha afectado más de lo esperado, mi cabeza sobre piensa demasiado y en varias ocasiones me he descubierto ideando volver a Portland para buscarla. No logro concentrarme y quizás debería estar agradecida que justamente hoy no haya tanta clientela, pero honestamente necesito tener mi mente ocupada en otra cosa para no caer en la desesperación.
Ni siquiera ha venido Ethan, lo cual me preocupa aún más. Ayer no me mencionó nada durante el viaje a mi edificio, hablamos y nos despedimos de costumbre. ¿Será que su conversación con Hillary influyó en su ausencia? De pronto la ira crece en mi interior. Si Ethan no vuelve por culpa de Hillary, yo...
—¿Mia? —parpadeo. Marcie acaba de chasquear los dedos frente a mí. Suelto un carraspeo y pido disculpas. Ella abre la boca. —Escucha, si te sientes indispuesta puedo llamar a alguien para que venga a recogerte.
No hay nadie a quién llamar...
—No es necesario. Lo siento —me obligo a beber un poco de mi refresco. —¿Qué decías?
Noto el debate interno de Marcie si hacerme caso o en verdad buscar la forma de contactar con alguien.
—¿Necesitas hablar? —niego con la cabeza. Suspira pesadamente atrapando su labio inferior con sus dientes. —Escucha, no sé que ha sucedido, pero no dejes que te gane ¿ok? Encontrarás una solución.
—Gracias, Marcie. Estoy bien, en serio, solo cansada.
—A lo mejor necesitas una distracción —propone.
—Estamos trabajando.
—No ahora ni en los próximos... —estira su cuello para ver el reloj— treinta minutos.
Alzo una ceja.
—¿Qué se te ocurre?
Se queda callada unos minutos hasta que sus ojos toman un brillo que ya conozco perfectamente seguidos de unos aplausos como si celebrara la mejor idea que se le haya ocurrido.
—Soy toda oídos. —tomo el tenedor y pincho un trozo de carne para llevármelo a la boca.
—Ve al segundo piso.
El tenedor se queda a mitad del viaje y la miro fijamente.
—Creo que no te oí bien. ¿Dijiste...?
—Escuchaste muy bien. —sonríe ampliamente, entusiasta— Eres la única que no lo ha intentado y tal vez eres la primera en tener éxito.
Miro hacia las escaleras que van al segundo piso. Bueno, no puedo negar que tengo cierta curiosidad en saber cómo es ahí arriba para que se le dé esa atención tan especial; pero al mismo tiempo me pone nerviosa descubrirlo. Mi vida se ha salido fuera de lo normal desde que llegué aquí. A estas alturas ya me espero cualquier cosa.
—No lo sé. —digo, insegura. Me llevo el trozo de carne a la boca y me obliga a comer.
—No debes quedarte mucho tiempo. Solo sube, entras, echas un vistazo y bajas como si no hubiera pasado nada.
—A no ser que alguien me descubra y me acuse o me haga pasar un momento vergonzoso ahí. —señalo sonriendo falsamente.
—Al rato se te pasa la vergüenza. —dice restándole importancia. Se inclina hacia mí y me hace los ojos del gato con botas. —Por favor, anda. Y te doy lo que tú quieras.
—¿Cómo qué?
Se encoge de hombros.
—Lo que sea. Tú dilo y lo haré.
Suspiro.
—Bien —cedo—. Lo haré.
Marcie trata de contener su grito de celebración mientras festeja en su asiento y me da unos consejos para esquivar la mirada de los demás. Escucho atentamente tamborileando mis dedos sobre la mesa. Me siento inquieta, pero en el buen sentido. Esto es arriesgado, podrían llamarme la atención o hasta suspenderme, pero en estos momentos no me importa. Tengo la mente ocupada formulando miles de teorías lo que hay detrás de esa puerta que cruzaré en unos minutos.
Todo estará bien. Solo es subir, entrar y observar. ¿Qué podría salir mal?
Luego de despedirme y escuchar a Marcie decir que me cubrirá en ese tiempo, camino por una puerta de servicio. Según las indicaciones de mi amiga, ha visto que algunas veces los meseros que trabajan en el segundo piso lo usan para llevar platos cubiertos.
Efectivamente, al abrir esa puerta hay unas escaleras estrechas que llevan al segundo piso. Bien, es ahora o nunca.
Me escabullo rápidamente y subo peldaño por peldaño, sintiendo la adrenalina aumentar con cada paso. Mi mente me dice que dé media vuelta y regrese a mi trabajo, pero mi cuerpo dice todo lo contrario y exige que siga adelante para saciar la curiosidad de una vez por todas.
Decido obedecer a mi cuerpo y sigo adelante.
Cuando llego arriba hay otra puerta que debo abrir. Me asomo por la ventanilla circular para observar. No veo a nadie. Es como un pasillo que conecta dos bloques. Cielos, más que un piso de restaurante parece un pabellón del Área 51. ¿Qué tanto hay al cruzar esa puerta? ¿Pie Grande comiendo con su cita?
Mi mano toma la perilla de la puerta y dudo por un segundo, pero termino girando y entrando. Hay música y algunas risas. Comienzo a seguirlas sin pensar en otra cosa.
No tardo mucho en llegar al final del pasillo y me detengo justo en la entrada haciendo un sonido agudo cuando veo lo que está frente a mí.
¿Qué es este lugar?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro