Capitulo 26: Una clase de Deja Vu
Capitulo 26: Una clase de Deja Vu
—Entonces, ya estamos aquí. —dijo abriendo solo un lado de la puerta doble.
—¡Pero si está vacío! —Miré las paredes blancas y la sala completamente vacía después de que había entrado a la colosal casa—. Y esto es gigante.
—¿Ah sí? —preguntó incrédulo y puso su expresión pensativa.
—¡Si! —le respondí—. Tú y yo solo somos dos, —le dije sonriendo—, y una casa pequeña hubiese estado bien.
—Pero yo soy Sean Walet, ¿Qué crees tú, que hubiesen dicho los medios, sobre que me mudé en una pequeña casa?
—Soy Skyler, ¿Qué crees que dirán...? —Mi voz se apagó. «¿Qué crees que dirán todos? » Él era mi todo, yo no tenía a nadie más.
Hubo un momento de silencio. Y entonces miré a donde estaba la cocina porque no quería que Sean me viera con los ojos aguados.
—Ven a ver nuestro cuarto. —Su voz filtró por el aire.
—¿Nuestro?
—Sí, nuestro.
Caminé hacia el centro de la casa, haciendo como si lo ignoré. —Oye, se me encuentra dificilísimo tener que caminar casi dos metros desde la sala hasta allá arriba, ¿en serio necesitamos esta casota?
Sean me cargó en sus hombros y subió los escalones a gran velocidad. Me tambaleé mientras me reía cuando dejó mis pies en el suelo y luego tomó mi mano para guiarme por la segunda planta de la casa.
—En horas vendrán las cosas que faltan. Son pocas y las necesarias. Y, ah, un decorador.
—¿Por qué fue eso?
—¿El qué? ¿Lo del decorador?
—No, no. Lo de cargarme hasta aquí arriba. Verás, no es lindo ver el mundo de cabeza.
—Tú pones mi mundo de cabeza —dijo. ¿Cómo hacía para hacer que sonriera cada vez que hablaba con él?
—¿Eso quiere decir que hago que tu mundo no se vea lindo?, ¿o anormal? —le pregunté, mordiéndome el labio para evitar una sonrisa.
—Todo lo contrario, Skyler, lo sabes —dijo caminando de espaldas hacia la puerta del fondo y luego la abrió.
—Wow. —Miré dentro de la habitación—. Aquí solo hay un colchón.
—Lo que yo realmente quería que vieras es tu nueva habitación —dijo el entusiasmado, vi su rostro y era como si una luz de alegría lo iluminara—. Estaba nervioso porque es la primera gran inversión que hago en una casa y quería que fuese perfecta.
—¿Vivías con Martha antes?, ¿ella dejaba que entraras chicas a dormir? —le pregunté. Él obviamente estaba fuera de guardia. No era ninguna estúpida, yo sabía que antes de mí hubo otras.
—Yo... no...
—Hablemos de los vecinos, —Cambié el tema, y traté de mirar por la ventana—, ¿Por qué será que todas las propiedades están tan separadas una de la otra? No podemos ver la casa de nadie. Parecemos los únicos habitantes.
Me volteé y vi a Sean tirado en el colchón. —Hay lugares así Skyler, para que los propietarios vivan en paz. Nadie nos escucharía gritar.
Sentí mi cara arder. Él me miro y se retractó porque se dio cuenta de por donde lo llevé yo. —Digo, quiero decir, que no escucharían el ruido de una podadora, o de la música alta o de...
—Entendí —dije también tendiéndome en el colchón.
—Está... bien...
Los dos estábamos tendidos boca arriba sin ninguna razón aparente. Luego sentí su mano agarrar la mía. Lo que vino a mi mente es lo siguiente: tres chicas acostadas en un colchón sin base, con una sola sabana y sin almohadas. Contaban historias hasta quedarse dormidas, decían cuentos de cómo será su vida. Cantaban canciones pegajosas y chistes viejos. Se sentían como hermanas en una fortaleza.
Ahora es que me doy cuenta que todo eso lo hacían por mí, querían darme las esperanzas de que iba a ser libre.
Era extraño e incómodo y no quería volver a dormir así nunca en mi vida, aunque fuera con Sean junto a mí.
Apreté su mano.
—Te has ido lejos —me dijo.
—¿Cuándo traerán la base de esta cama?
—Dijeron que a las tres, y son como las dos. En poco rato, supongo.
Estuvimos en silencio.
Él se sentó en posición de yoga mirándome. Yo lo mire devuelta.
—Cuando te llevé conmigo al cuarto de hotel pensé que ibas a hacer una de esas chicas que se me ofrecían de la nada. Pero ni siquiera sabias nivelar el agua de la ducha. Eso me gustó de ti, la forma tan pequeña en que veías el mundo. Le doy gracias a Dios que me pediste a mí que te ayudara y no a cualquier otro que solo se hubiese aprovechado de ti.
Me levanté sin quitar mi mirada de la suya. El no dijo nada más, y se quedó callado. Yo igual, por lo que pareció ser mil años.
○
Algunos salían de la casa, mientras que otros entraban. También, algunos ensamblaban las cosas, poniendo las alfombras y colocando las lámparas encima de las mesitas.
—¿Señorita Skyler? —Me dijo un hombre con telas en las manos—. ¿Puede decirme cual cortina es la que más le gusta?
—No lo sé —respondí. —No tengo idea sobre decoración.
—Oh, está bien —dijo, y se fue a otro lado.
Yo me moví al desayunador y me senté en una de sus sillas, observando a Sean quien hablaba con un señor.
—... y ya todas las cosas llegaron —Terminó de decir el hombre.
—Bien —asintió Sean—. ¿Y las alarmas?
—Ah, eso. Bueno, aún no hemos conseguido, pero en meses vendrá el furgón.
—¿Meses? —preguntó Sean. Volteó a mirarme y aparté mi mirada—. Eso es demasiado tiempo.
—Lo bueno es que, en media hora ninguno de nosotros estaremos aquí. Ah, y me mandaron a decirle que no se preocupe por jovencitas acampando fuera de su casa, solo pueden entrar personas en auto y con identificación de membrecía. Ni de vecinos husmeadores, las casas una de las otras tienen bastante distancia, ni siquiera podrían oírlos gritar.
Levanté la vista y sonreí porque Sean me seguía mirando mientras alzaba los hombros y sonreía también.
—¿Los demás cuartos están organizados también? —siguió preguntando Sean.
○
—¿Puedes decirme que te pasa? —me preguntó Sean mientras subía el volumen del televisor. Estaba de noche y nos habíamos quedado en la segunda sala de la casa viendo televisión.
—Y no importa, siempre dará de que hablar —Hablaba la reportera en la televisión—. Ahora hablaremos de Sean Walet, el chico que estaba en la cima y una vez que terminó su gira se ha retirado por una chica, ¿quién es? Eso es lo que no sabemos aún, ¿pero ya han estado en la policía? —En la pantalla se veía una foto de nosotros tres en la policía de Solusa.
Sean cambió de canal.
—Eso apesta —dijo enojado, lo miré—. Quiero decir, los medios, ellos no te dejan en paz. Se inventan tu vida y todo. —Suspiró—. Pero no estás enojada por eso, ¿verdad?
Yo volví mi rostro a la pantalla de la plasma.
—¿Enojada? —pregunté, deje de mirar la TV y lo miré de nuevo—. No estoy enojada.
—A ver, ¿Qué dije mal? ¿Es que estas celosa por las otras chicas? ¿Las de la revista? —preguntó. Y supe que Daisy le había contado, me sentí traicionada, y un poco vulnerable. No quería que él pensara que estaba ciega de celos—. Si quieres saber si he estado con otra chica desde que te conocí, la respuesta es no.
—Está bien —dije—. No estoy celosa. —Me molestaba, sí sentía celos, pero no quería que él pensara que yo era una niña inmadura.
El bajo su cabeza y me besó. —Me lo debías.
—¿Y ya escuchaste lo que dijo la reportera? Me echan la culpa. Y quizás sea verdad...
Me besó de nuevo, para que me callara.
—Esto es estúpido Skyler —me dijo, pasando su mano por mi cabello—. Ya, déjalo. Que digan y hablen lo que quieran. Y no te sientas tu culpable, ni nada. ¿Podrás? —Agarró mi cara con su mano, mirándome a los ojos—. ¿Entiendes lo que quiero decir? —me repitió y yo asentí.
○
Mi cabello llegaba más debajo de mis hombros de nuevo y el color se había ido casi por completo, había recuperado mi peso normal, y mi rostro no lucia tan cansado. Mi reflejo mostraba a una chica totalmente nueva, a una chica que estaba empezando a vivir de nuevo, ¿pero por qué sentí que no había terminado?
Todavía quería ver a mis padres, tenía muchas preguntas sin respuestas. Sé que ya había crecido, que no era la niña de quince, que tenía diecinueve y necesitaba madurar, pero no era fácil. Las circunstancias pueden ser un factor importante, pero no uno obligatorio para que elijas crecer rápido.
En tres meses podía organizar mi vida un poco, podía aprender cómo se vive en una casa otra vez, como sacar la basura o fregar los platos. Yo podía intentar olvidar, podía tratar de ser la mejor persona para Sean. Pero no dejar atrás las preguntas y el pequeño vacío.
Era diciembre y el frio estaba empezando a llegar. Esa tarde salí a la terraza a tomar un poco del aire frío que soplaba, al mismo tiempo recordando que los inviernos en el depósito solían ser demasiados fríos y que lo único que nos protegía era esa sola sabana.
—¡Sky! — escuché a Sean gritar desde arriba
—¿Aja?—respondí, entrando adentro de nuevo. Sintiendo como la calefacción me calentaba quitando el frio de mis brazos y piernas, como el despertar de un sueño.
—Martha dice que vendrá la semana que viene, con Daisy.
—Bien. —respondí. —¿Y lo otro? —le pregunté.
—Ya conseguí el tutor, él dice que terminaras los estudios de tercero y cuarto, solo necesita hacerte un examen de nivel, ¿dijiste que alguien te dio esos cursos?
—Aja, allá en el deposito cogí tutorías, era lo básico —me recosté de la meseta.
—Pronto se volverá todo a la normalidad, continuaras tus estudios, y si quieres, irás a la universidad. —Se acercó a mí poniéndose en frente mío.
—Lo haré. —mire su barbilla, él era notablemente más alto que yo, y con lo cerca que estaba ahora no podía verlo bien a los ojos.
—Te amo —le dije.
—Yo te amo más. —respondió y beso mi frente. Después respiró ruidosamente mirando a la ventana desde lejos—. Parece que lloverá, —dijo alejándose—, subamos al cuarto, el clima está para estar entre sabanas.
—Está bien —dije sonriente—. Hare palomitas para ver una película.
Me senté a escuchar como las palomitas explotaban cuando el sonido de un automóvil se empezó a escuchar en frente de la casa. Observé por la ventana una camioneta destartalada parqueada dentro de nuestro césped. Salí afuera aunque estuviera lloviznando, para ver que querían y porque estropeaban nuestro césped, pero vi a Mitch parada allí, con un vestido crema y zapatos de charol. Su cabello estaba mojado y le llegaba a las orejas.
—¿Mitch? —pregunté, segura de que mis ojos me fallaban. —¿Mitch, qué haces aquí, pensé que tu habías...?
—¿Muerto? —dice ella, mirándome con una mirada triste.
—Desaparecido. —terminé—. Sin mí.
—Mientras tú te ibas de gira con un cantante famoso, ¿justo, no?
—Mitch... —murmuré despacio. Caminé hacia ella, estaba feliz por volverla a ver, aunque ella pareciera estar enojada conmigo—. Vamos adentro, ya está lloviendo fuerte. —le dije mientras trataba de que me vista no se viera borrosa con la lluvia. Me acerqué a ella y la abracé, aunque ella no me abrazó a mí. —Todo estará bien. —Yo tenía esperanza en mi voz.
—No Skyler, no lo estará. —dijo con su voz ida. Luego empezó a llorar histéricamente mientras se bajaba el cuello del vestido para que yo viera las marcas de color morado de unas manos que estuvieron estrangulando su cuello.
Él nunca nos había golpeado pensé, mientras retrocedía. Pero ahora que escapamos... miré a los lados.
Primero me fijé en los átomos de agua que se veían con el trasluz de la lámpara que colgaba de aquel poste de alumbrado, y luego lo veía, su figura alta, serena, observándonos.
—Vamos adentro —le dije rápidamente. Mis manos se pusieron frías y mi corazón empezó a latir fuerte—, ven, corre, vamos. —le supliqué, halando su brazo. Ella se dejó caer allí y no pude conseguir moverla.
—¡Auxilio! —grité, mi voz estaba en un hilo, quebrándose, por alguna razón no quería salir de mi garganta. Mientras caminaba a la puerta de la casa me fijé en el anillo en mi dedo, ignoré los pasos que se oían detrás de mí, cada vez más rápidos. Ignoré el sonido de la camioneta encendiéndose.
—¡Ayúdenme, ayúdenme, ayúdenme! —grité repetida veces al sentir unas manos agarrar mi cintura, mi voz casi no se escuchaba, estaba llorando demasiado fuerte como para que se entendiera. —¡Ayúdennos...! —grité antes de que mi voz fuera ahogada con su mano en mi boca. Él me arrastro al interior de la camioneta.
No lo vi.
Ni siquiera pude despedirme, solo escuché el sonido de la puerta del copiloto abrirse, todo eso mientras trataba de luchar contra la chica que apretaba un paño mojado en mi boca, hasta que todo se volvía a borroso, una clase de deja vu, lo único que más doloroso.
*-**-*
Nada, que cuando corregí este capitulo hace meses me quedé encantada con él, y aun me sigue gustando, por estos capitulos es que no me rindo con Notas Libres y la engaveto en la pc. De verdad, so, eso, quería decir cuanto me agradaba este capitulo.
Vomenten :)
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