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Capitulo 10 - ¿Es usted la novia?

—Sky... —escuché una voz murmurar en el fondo—. No tienes idea de cuando te hemos extrañado. Tenemos nuevo hogar, todo será mejor allí. —dijo con la voz alegre—. Jo no puede esperar por verte... —respiró pesadamente—. No quise hacerte daño, ¿sabes? Lo lamento mucho. —Estuvo en silencio—. ¿Quieres irte ahora o paso por ti en la tarde? Oh Sky, te fuiste muy lejos, que difícil me fue encontrarte... Ese chico no puede separarnos, ¿sabías? Sky... mi bella Sky, muy pronto terminaremos lo que empezamos...

—Señor. —Escuché la voz de una mujer joven—. La paciente está durmiendo, ¿Qué tal si vuelve más tarde cuando esté despierta?

—Está bien. —respondió, pero yo sé que sabía que yo fingía, como siempre—. Nos vemos Sky. —susurró en mi oído. Todo mi cuerpo tembló—. Y si no te volveré a encontrar.

*****

Sean Walet, el exitoso cantante que ha estado robando corazones desde que cantó por primera vez detrás de un micrófono, sufrió un inexplicable y extraño accidente la noche pasada, se dice que las calles estaban mojadas por el sereno y no hubo estrellas alumbrando la carretera. Aunque aún se desconocen las causas de que las gomas del auto se pincharan por completo, se está pensando que el mecánico quien llenó las gomas sobrepasó el límite de aire y por lo tanto explotaron.

»En el auto había tres pasajeros. Sean no tuvo sino rasguños, el chofer se rompió un hueso ubicado en su brazo, y una joven que viajaba con ellos sufrió un golpe en la cabeza. Por suerte no ocurrió algo con más gravedad. Los fans de Sean, llamados seaners, han presentado su apoyo afuera del hospital donde él ha salido varias veces a autografiar y tomarse fotos con ellos, después ha vuelto dentro. Y las redes sociales básicamente explotaron con esto... Y también, lo que todas las fans celosas y preocupadas preguntan, ¿Quién es la "nueva y misteriosa" chica que Sean espera en el hospital? ¿Tendrá él una nueva novia?

Mis ojos se estaban empezando a abrir, pero ya el televisor estaba apagado, moví mi cabeza a la izquierda y vi a Sean, le sonreí débilmente.

—Skyler —dijo acercándose—. ¿Acabas de despertar?

—Justo ahora —dije con voz media dormida. —Aunque lo suficiente para poder escuchar que tus fans piensan que soy tu novia —le dije. Puse mis dos manos en las esquinas de mis ojos, sintiendo mi cabeza latir débilmente—. ¿Qué fue todo eso Sean?

—Mínimo alguien nos quiso matar. Pero descuida, ya hice la denuncia a la policía local. No nos quedaremos mucho tiempo aquí sin embargo.

—¿De qué estás hablando? ¡Hoy tienes un concierto!, ¡El penúltimo!

—Hoy a las tres de la tarde haré un comunicado anunciando que este concierto está cancelado, el de mañana se moverá para el sábado.

—Pero Sean... —Me quejé.

—No estoy en condiciones de dar un concierto —dijo mirando hacia la ventana. La abrió y el sonido de miles de gritos se escuchó entrar por ahí.

«¡Sean! ¡Oh mi Dios! ¡Sean mi amor, te amamos! ¡Chicas, mírenlo ahí!»

El la cerró. —Nunca es buena idea.

—Supongo que te pasa siempre.

—Aja, pero creo que no estarán del mismo humor cuando sepan que cancelé el concierto —dijo, por un momento su expresión estuvo triste, como si algo escondía—. Lamento lo que pasó también. —Se sentó y se pegó a mi camilla. Estaba muy cerca de mí—. Cuando me lancé sin avisarte fue una mala idea, y te golpeaste la cabeza, pero no vi otra alternativa.

Yo levanté mi mano y puse mi dedo en su ceja. —Tienes heridas por casi toda la cara.

—¿De qué hablas? Son solos rasguños, y ya escuchaste a la reportera —me dijo poniendo sus dedos sobre los míos—. Son dos o tres. Además, tenías que haber visto a Steve, estoy seguro que me mandara una citación a estrados.

—Lo siento Sean —dije en voz baja. Otra vez era mi culpa.

—No tienes qué —dijo parándose—. Iré a decirle a la enfermera que despertaste, así te chequea la cabeza y nos dirá si podemos irnos hoy.

Presiono con sus dedos detrás de mi cabeza. —¿Te duele?

—Solo un poco —me quejé.

—Creo que ella puede irse, pero debe tomar pastillas por si tiene algún dolor repentino —dijo mirando a Sean con una sonrisa—. Oiga, y antes de irse, —Sacó un papel de sus bolsillos—, ¿Puede firmarle esto a mi hija? Es una gran admiradora suya.

—Claro —dijo Sean tomando el lápiz y apoyándose de una mesa cercana.

—¿Pero usted no va a esperar al hombre que vino esta mañana? —dijo dirigiéndose hacia mí.

—¿Qué hombre? —pregunto Sean a la defensiva entregándole el papel firmado.

—Hoy a las siete de la mañana, un hombre de unos treinta y tantos, vino a visitarla, ¿no recuerda? ¡Ah! ¡Que torpe soy! Usted dormía. —Me señaló a mí—. Como sea, le dejo este papel —Buscó un papel en el otro bolsillo—. Dijo que vendría a las seis de la tarde por usted.

Sean y yo nos miramos el uno al otro. —¿Puede decirnos exactamente como lucia él?

—Estatura media, ojos marrones y el cabello también. Tenía una sonrisa muy confiable, no sé.

—¡¿Pero por qué permitió que entrara a ver a Skyler?! ¿Está usted demente?

—Lo siento —dijo apenada la enfermera—. Las visitas no les son denegadas a nadie al menos que el cliente nos lo pida.

—¿Pero...?

—Está bien Sean —le dije apeándome de la camilla—. Yo estoy bien. Solo vámonos.

Sean se fue de la habitación y yo me vestí con la ropa que habían comprado para mí. Comí algo y espere a Sean. Cuando bajamos a la planta baja, varios hombres enormes –por no decir gigantescos –nos rodearon por ambos lados. Iba a entrar en pánico, pero Sean me atrajo hacia el mientras caminaba y me dijo:

—Tranquila, son mis guardaespaldas.

—¿Pero para qué necesitaremos gorilas? ¿Esta él allá afuera?

—Sky, otra vez olvidas que soy famoso.

Uno de los guardias se río, y me ruboricé. Las enfermeras y los clientes normales del hospital y los que estaban en la sala de espera saludaban a Sean, una intento tomarse una foto con él, pero el grandulón le pidió que no lo hiciera. Casi al llegar a la salida una muchacha joven le paso a Sean unas gafas, y me miro y me dio las que tenía en su cuello.

—Ok, solo mira al suelo, y no te detengas a hablar con nadie. Ni digas ni una palabra o aparecerá en los tabloides y periódicos. Solo camina hasta el Range Rover negro, ¿Esta bien? —Busqué a Sean con la vista, él hablaba con otro hombre a unos pocos metros de mí mientras la desconocida me daba intrucciones.

Después salió él, y un estallido de gritos y personas hablando se escuchó, mientras iba saliendo solo pude ver miles de flashes frente a nosotros, parecía un caos, las personas estaban amontonadas. Podía ver a Sean siendo cubierto por los gorilas alrededor de él, y aun así los reporteros se la averiguaron para preguntarle cosas.

Di un paso atrás aterrorizada. Demasiada atención.

—¿Miedo? Vamos. —me dijo uno de los guardias y me agarro la mano. Así fue que salí del hospital con mi cabeza abajo, hasta que vi un pedazo de metal redondo cerca de mi boca, y levante la cabeza para ver a una mujer pelirroja con una cámara detrás de ella.

¿Nos dices tu nombre? ¿Quién eres? ¿Cuántos años tienes?

¿Qué causo el accidente? ¿Estaban borrachos? ¿Es usted la novia de Sean Walet?

Miles de preguntas más y como tres reporteros también. La luz de la cámara me molestaba y supongo que mi rostro estaba en completo pánico. Algunas chicas estaban empujado porque querían acercárseme, no tengo idea de porqué. Pero al menos los guardias lo amortiguaban.

Al fin, habíamos llegado a la puerta del Range Rover, y el guardia me ayudo a subir tomándome de la cintura.

Cuando cerraron la puerta, me recosté y respire profundo.

—¿Asustada? —escuche a Sean decir.

—Nunca me habían fotografiado y grabado tantas personas, digamos que estoy aterrorizada.

—Las cosas se salieron de las manos —dijo la chica que me había dado las gafas. —Soy Daisy Hanter, la estilista de Sean. Por fin he podido conocerte, todo el staff ha estado hablando de ti durante estos tres días.

*-*-*-*-*


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