V E I N T I C I N C O
El menor regresó a su casa, le pidió a Yoongi que no lo siguiera, no quería verlo, tenía mucho en qué pensar. Se preparó un té y se encerró en la habitación a beberlo mientras ponía una serie en la televisión. No pudo concentrarse en lo que veía, estaba demasiado ensimismado en sus pensamientos. Reflexionó sobre todo lo que le había estado ocurriendo en esos pocos días. ¿En qué estaba pensando? ¿Cómo había sido tan ingenuo? ¿En qué momento cedió tan fácilmente a todo lo que le decían?
Pensó en que era algo que venía arrastrando desde muy pequeño, recordó su época en la escuela en donde obedecía a todo lo que sus maestras le decían, en donde nunca se opuso a nada a pesar de no estar de acuerdo. En como dejaba que los demás niños se burlen de él sin nunca hacer nada al respecto para frenarlos. En como aceptó salir con aquella chica cuando tenía quince años y que semanas más tarde ella le confesara que sólo había salido con él por una apuesta. Ser huérfano y carecer de una crianza o amor familiar, había influido mucho en él. Dejaba que todo el mundo lo pase por encima por el simple hecho de no ser una molestia para la sociedad. Bastante molestia había sido para sus padres que decidieron darlo en adopción ¿no?
A la única persona que consideró genuinamente importante en su vida, era Hoseok. Y todo lo ocurrido con él, lo había llevado a aceptar la realidad que ahora vivía. Si hubiera pensado mejor las cosas... Si hubiera decidido a consciencia y no dejarse llevar por Hoseok, por Yoongi y por su cobardía, quizá nunca hubiera aceptado convertirse en un vampiro. Pero eso no era culpa de Hoseok o de Yoongi. Era culpa suya.
Era culpa suya haberse dejado someter por Seokjin, el mayor lo había estado manipulando meticulosamente porque tenía un plan para él. Había elegido a Yoongi para la prueba de la lujuria porque sabía que perdería allí y eso era exactamente lo que quería, quería que pierda porque así le sacaría más jugo a su potencial. Jimin era una marioneta más en esa casa, Seokjin era la mente maestra. Seokjin tenía el derecho de hacer y deshacer todo a su antojo, de plantarle cámaras y micrófonos en su casa para tener el absoluto control de Jimin.
—Infeliz.
Escupió recordando aquello, recordando las palabras de Seokjin cuando quiso "Enseñarle" sobre los vampiros. Se preguntaba si toda esa mierda era real. O si simplemente había inventado la mayoría de las cosas para llevar a cabo su plan maestro. Jimin sabía que era hijo de un vampiro muy poderoso y de una novicia que aspiraba ser monja pero que su destino fue corrompido por el pecado, y del pecado, nació él. Y ahora que era un vampiro, sentía el pecado recorriendo sus venas. La maldad, el odio, la oscuridad, el poder. Sentía con fuerza como el odio era mayor, como la ira era mayor y como la lujuria lo consumía cuando veía a Yoongi.
Yoongi, su punto débil, su guardián, el hombre que con su simple presencia lo llevó a dar un salto al vacío. A tomar la decisión de convertirse en un vampiro. Antes de su llegada, Jimin no tenía rumbo, no tenía paradero, no tenía una familia y su único amigo estaba muerto. En los brazos de Yoongi encontró todo lo que le hacía falta y en sus besos confirmó que lo quería permanentemente en su vida. Todo aquello jugó un rol importante en su decisión. No se arrepentía de eso, de lo único que se arrepentía era de ser tan ingenuo, tan inocente como para dejarse llevar por Seokjin, por sus deseos y manipulaciones. Aún se preguntaba ¿Qué era lo que verdaderamente tramaba Seokjin? ¿Qué era lo que no le estaba contando? ¿Qué papel jugaba él en este retorcido juego?
Un toque en la puerta de entrada lo sacó de sus pensamientos. Su aguda audición le hizo saber que era Yoongi, podía oír esa respiración agitada a kilómetros.
—Te dije que me dejes solo. —Dijo cuando abrió la puerta y observó al mayor con su ropa empapada, afuera estaba lloviendo a cántaros.
—No puedo estar lejos de ti. —Dijo el mayor quitándose la capucha y sintiendo como el agua se escurría por su rostro.
A Jimin no le gustaba la idea de dejarlo afuera bajo la lluvia, así que se hizo a un lado y lo dejó pasar. Estaba enojado con Yoongi y con su familia, pero sabía que era débil ante un Yoongi mojado tocando a la puerta en medio de una tormenta. Cuando ambos entraron, las luces se apagaron repentinamente, se había cortado la luz. Jimin soltó un bufido y empezó a prender algunas velas, regresó a la sala con una toalla y ropa seca para dársela al mayor. Este la tomó en silencio.
—Cámbiate en la habitación. —Le señaló en donde quedaba y Yoongi caminó hasta esa dirección. Unos minutos después, Yoongi regresó a la sala con su cabello húmedo y con la ropa ahora seca que tenía aroma a Jimin.
—¿Estás enojado conmigo? —Preguntó apoyándose en el marco de la puerta, Jimin levantó su mirada y frunció el entrecejo.
—¿Desde cuándo sabías los planes de Seokjin? —Sacó su caja de cigarrillos y encendió uno, dándole una calada.
—Aún no sé claramente cuáles son sus planes, Jimin. —Se cruzó de brazos. —Estoy tan sorprendido cómo tú.
—Tu familia me cae pésimo. —Apretó el cigarrillo entre sus dedos y soltó el humo. —No quiero saber más nada de ellos.
—Seguiremos nuestro camino en solitario, no nos acercaremos más a ellos si eso quieres. —El mayor lo miraba con atención. —Lo único que me importa a mi es ser tu guardián. No me importan los planes de Seokjin o de Namjoon, yo no quiero presionarte a ser un vampiro poderoso, ni explotar tu potencial. Sólo deseo cuidarte en el camino que tú desees recorrer.
—Me siento miserable hoy Yoongi. —Negó y apartó su mirada del mayor. —Siento que soy un puto títere y lo peor es que así me he sentido toda mi vida. Y creí por un momento en que ahora sí tendría una familia que se preocupa por mi, sin embargo, sólo estaba siendo el maldito experimento de tu familia.
—Hoseok te quiere, Taehyung te quiere. Eres un hermano para ellos. —Yoongi se acercó. —Los demás son demasiado oscuros Jimin, ellos solo velan por su beneficio, por sus deseos...
—¿Y tú? —Dijo con su expresión angustiada. —¿Tú puedes asegurar que no buscas tus propios deseos y beneficios en mi?
—Eres mi protegido.
—Me buscaste por años. —Dijo mirándolo a los ojos. —Por ser el hijo de dos pecadores, por ser un vampiro potencialmente fuerte. No me digas que soy tu protegido porque ambos sabemos que hay algo más. No me amabas antes de conocerme y dudo que me ames ahora.
—¿Dudas de mi amor por ti? —Sintió un nudo en su garganta.
—Dudo de todo Yoongi. —Apretó los labios. —Ya no sé qué creer y en quién confiar.
—Yo te dije lo de las cámaras y los micrófonos. —Yoongi soltó un suspiro. —Me duele que no confíes en mi.
—Y tú me convertiste en vampiro, tú me hiciste la prueba de la lujuria, me volviste un oscuro.
—¡Tú me lo pediste! —Negó y elevó la voz. —No vengas a culparme, yo te advertí lo que pasaría. En la prueba, incluso te pregunté si estabas seguro y tú insististe. Eres tan culpable como yo de esto.
—¡NO TUVE ELECCIÓN! —Se levantó de su asiento y se acercó al mayor. —Era que me conviertas tú o tu hermano. ¿Recuerdas? Dime que lo recuerdas. No importa la decisión que yo tome, terminaría metido en esto a la fuerza.
Yoongi guardó silencio, no podía negar la realidad.
—¿Este es el amor del que hablas? ¿El amor en el que debo confiar?
—Mis sentimientos por ti son reales. —Dijo firme el mayor. —Estoy aquí como tu protector. Y si quieres odiarme, entonces ódiame. Pero no me voy a apartar de tu lado.
—No necesito un maldito protector, si cuando debe protegerme, no lo hace. —Tiró su cigarrillo y lo pisó. —Debías protegerme de tus hermanos, de sus manipulaciones. Pero no lo hiciste, lo dejaste ser. Debiste protegerme de Namjoon que quería convertirme, pero no, preferiste darme a elegir entre él o tú, sabiendo sobre mi condición de vida, sabiendo que soy un tipo vulnerable y solitario, que había perdido a mi mejor amigo, que he crecido sin amor, sin compañía y sin un propósito de vida más que terminar hundido en este maldito pueblo. —Soltó un suspiro. —Y sólo me dieron dos días para pensarlo y decidirlo. Y lo acepté, lo acepté porque pensé que en tus brazos tendría ese hogar que tanto estuve anhelando toda mi vida.
—Lo lamento. —Yoongi estaba angustiado porque sabía que las palabras que salían de la boca de Jimin eran verdad. —Te fallé. Más de una vez.
—Que bueno que lo sepas. —Posó su mano en el hombro del mayor. —Buenas noches Yoongi, ahí tienes el sofá y unas mantas.
Se alejó del mayor y caminó hasta su habitación, cerró la puerta y se sentó en su cama sintiendo como las lágrimas recorrían sus mejillas. Una tras otra caía en su regazo, soltando un sollozo silencioso. Estaba ahogándose en sentimientos, en ira, en dolor, en impotencia. Quería volver el tiempo atrás y nunca haber conocido a la familia de Yoongi, deseaba que las cosas no fueran de esa manera, que Yoongi sea un chico normal que lo invitaba a salir. Extrañaba su humanidad. Odiaba que sus colmillos ardan, que sus emociones sean más fuertes, odiaba la pulsera en su brazo que le recordaba que era un vampiro oscuro y que podría llegar a ser muy poderoso. Odiaba sentir que los secretos de su pasado le respiraban en la nuca, más no poder hacer nada para ahuyentar la verdad. Le aterraba descubrir su pasado, porque no importa lo que descubra, sólo le traería más problemas.
Escuchó que Yoongi tocaba a su puerta.
—Déjame sólo. —Dijo con voz rota, secando sus lágrimas.
—No puedo hacer eso. —Oyó del otro lado. —No puedo escucharte llorar así Jimin. No puedo dejarte sufrir en silencio, me destruye por dentro.
El menor apretó los ojos al oír aquello, Yoongi era tan bueno con las palabras.
—Pasa.
En un instante el mayor abrió la puerta e ingresó a la habitación, había solo una vela iluminando el lugar y podía ver los ojos rojos de Jimin, sus mejillas húmedas y sus labios levemente hinchados. Se acercó hasta él y lo cubrió con sus brazos, el mayor apoyó sus rodillas en el suelo y se aferró a Jimin mientras este lo abrazaba por los hombros.
—No importa lo que pase. Siempre estaré aquí para ti. —Le susurró al oído. —Lo que sea que duela en tu interior, comparte tu dolor conmigo que yo quemaré el mundo por ti. Con el propósito de hacerte feliz. —Dejó un beso en su barbilla y luego uno en sus labios. —Destruiré todo y a todos por ti.
Jimin posó sus manos el las mejillas del mayor y observó como la luz tenue resaltaba las bellas facciones de este mismo. Era bellísimo, perfecto.
—Quememos el mundo juntos. —Susurró sobre su boca. —Destruyamos todo hasta que sólo tú y yo seamos los únicos pisando esta tierra.
Yoongi le sonrió, sabía que esas palabras no significaban su perdón, pero sí era un inicio. El menor estaba dispuesto a permitir que Yoongi se quede en su vida.
—Ardamos juntos en él.
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