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Blanquecino

Es muy idiota de mi parte creer que vendrías aquí. Siempre fuiste un cobarde y eso hace que el hecho de que te escondas ahora no represente alguna novedad. Fue muy estúpido de tu parte haberme dicho que viniera, llevo mas de veinte minutos sentada en el mismo lugar. No, creo que son mas de veinte, creo que llevo mas de una hora saboreando con sorbos pequeños esta malteada. Está sudando y se derrite lentamente entre mis manos y creo que es la única cosa capaz de oírme llorar.

Si es que tan solo pudiera llorar... Pues mi rostro sigue igual de indiferente, con la mirada puesta en la mesa de plástico que simula ser madera.

Me alegra mucho que no hayas venido. Y bebo un sorbo. Me alegra mucho mucho que no estés aquí, conmigo, en este momento. Y bebo otro sorbo, mis labios no se han separado de la pajilla. Ya no sé de qué otra forma convencerme a mi misma de que hemos terminado, de que me he desligado de tí. Pero me siento tan sola. Diría que es un sentimiento inaguantable si no llevara años aguantándolo.

Muevo mi cabeza hacia el lado, viendo por la ventana. Hay pocas personas afuera, solo logro divisar algunos vendedores y otros pocos transeúntes. Ninguno eres tú. ¿Y quién soy yo para criticar que esa chica lleve puesta una falda que no luce con su blusa? Pero mi cerebro ahí esta, con la atención sobre ella, tratando de corregirse a si mismo porque es incorrecto criticar el físico de la gente. Pero que pésima combinación, pobre blusa. No puedo evitarlo. Así como no puedo evitar pensar que las cosas serían diferentes justo ahora si hubieras venido.

La bebida está un poco mas abajo de la mitad, pero remuevo el vaso de un lado al otro de todas formas, solo para confirmar que tengo razón. Lo que queda ahora son solo pequeños trozos de hielo, pues me he tragado la mayor parte del color rosado. Ahora es solo hielo blanquecino tratando de llegar a la mitad del vaso. Recuesto mi cabeza sobre la mesa, usando mi brazo izquierdo de almohada, y empiezo a trazar líneas que unen las gotas de sudor que siguen sin caer del vaso. Estoy tan aburrida.

Pienso en irme. He pensado en irme o salir corriendo desde que llegué. Este gasto de dinero no ha valido la pena, pero al menos tragar ese líquido rosado no fue tan malo. De todas formas, me pongo de pie. Mi cabeza se marea durante un instante pero estoy demasiado ocupada tratando de llegar a la puerta como para prestarle atención. El mareo se torna en náuseas y las náuseas parecen firmar un pacto con mis ojos. Todo se ve borroso y luego, ¡pum!, adiós. Creo que he caído al suelo, mi mente está desenfocada.

¿Dónde estoy?

Glenn, maldito cobarde. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás frente a mi justo ahora? Juro que golpearía tu cara, si tan solo tuviera el control de mi cuerpo. No tengo el control de nada, mi vida es una mierda. Hay gente pululando alrededor mío. ¿Qué carajos me pasó? Glenn, ¿por qué luces tan preocupado? Juro que te golpearía si pudiera. ¡Pero no puedo! ¡No puedo moverme! ¿Por qué no puedo moverme? Carajo.

Todo se torna oscuro de una forma aterradoramente rápida. Y tengo miedo. Me estoy muriendo del miedo. Tengo miedo porque me siento vulnerable. Mis párpados no responden. ¡Mi maldito cuerpo no responde y no sé dónde estoy, quién soy o qué estoy haciendo aquí! ¿A qué sabe el color negro? Siento como alguien me carga, siento como si estuviera flotando. Mis costillas duelen y sé porqué, alguien me está cargando como si fuera una princesa. ¡No soy una princesa! Maldita sea, esta situación es un error.

Necesito despertar, debo despertar. Como mínimo, quiero saber dónde estoy o quién me está tocando. Golpearé a quien sea que me esté tocando y luego saldré corriendo. Si, ese es un buen plan. Pero ni si quiera mis ojos se abren, no tengo el control de mi cuerpo. ¡Maldita sea!

De repente, siento algo suave acariciando mi espalda. Joder, espero que sea una cama. Mis párpados empiezan a volverse rojizos, creo que es por la luz. Sigo sin saber dónde estoy...

--Samy --alguien me llama.

Mierda, ese olor lo conozco. Ese aliento a boca sin lavar y dientes que parecen llevar mas de un mes sucios. Que puto asco, dios. Está demasiado cerca.

--Samy, ¿estás bien? --Vuelven a decir.

Reconozco esa voz. Mierda, no, no tu. No me hables así de suave, así de lindo. Creo que mis dedos se están moviendo a como lo deseo, pero todo lo que sale de mi boca es un gruñido. Y sigo sin abrir los ojos, así que muevo mi cabeza lo mas que puedo. Esta situación me fastidia.

--¿Qué carajos quieres? --grito.

¿Cómo tengo fuerzas para lanzar un grito cuando me siento así de débil? Como sea, no importa, ya salió. Mis palmas están cubriendo mi rostro de la luz y tengo las rodillas dobladas. Creo que puedo ver un techo blanco, pero mi visión sigue borrosa.

Que puto asco.

--Samy, no te enojes, pero...

--¡No! --Lo interrumpo, sentándome en donde sea que esté. Sigo viendo borroso, no me puedo concentrar bien-- No quiero saber ni oír nada, ¡cállate! Los oídos me zumban --miento, pero es la única manera que sé de hacerlo cerrar las tapas.

--Samy, la prueba... Yo --lo veo por el rabillo del ojo, está avergonzado. Sé que sabe qué fue lo que hizo mal, así que me doy el gusto de mostrar mi deleite por medio de una sonrisa cínica; o al menos espero que se mire como una--, oí que la prueba funcionó --me ignora, moviéndose frente a mí y saliendo de mi rango de visión porque todo lo que está al frente lo veo borroso.

--Voy a matarte cuando me recupere --gruño, tomando mi cabello con ambas manos y acomodándolo hacia atrás, para tratar de ver mejor.

--Perdón --susurra el bastardo.

--¿Me estás oyendo? ¡Dije que voy a matarte! --Mi voz suena ronca por algún motivo. Él, o el bulto negro que creo que es él, retrocede un par de pasos.

Arqueo mi espalda, con la cabeza viendo hacia arriba, y coloco mis brazos a mis ambos lados sobre la mesa o tabla en la que estoy sentada. Mi espalda truena y yo amo ese sonido. Estoy en un cuarto pequeño, el techo es blanco, la lámpara es pequeña, redonda y blanca; ahora veo mas nítido, como si mis ojos dejaran de estar desenfocados. Lo que creí que era suave, era tan solo la chaqueta esponjosa de Matthews. Glenn Matthews. Eso me decepciona, creí que al menos me llevaría a algún hospital, no lo sé, eso sería lindo de su parte. Así podría suicidarme con algún instrumento de esos, tendría un estilo elegante y sería medianamente rápido.

--Nunca quise herirte --habla despacio, muy despacio. Despacio y dulce, como si le hablara a una niña--, estaba demasiado ocupado. Las cosas se complicaron en el laboratorio, ya sabes cómo es. Edd se pone todo loco y yo tengo que aguantarlo --muevo mi cuello y hombros, los hago tronar. Él hace mala cara y su pequeño discurso se interrumpe--. No hagas eso --me regaña. Lo ignoro y sigo dándole vueltas a mi cabeza, siento como si esta se fuera a desprender en algún momento--. ¡Samyra, no!

Entonces me río. Él no se acerca a mí, no como antes. Antes solía correr a mi lado cuando lo provocaba haciendo algo medianamente peligroso. Ahora no, ahora mantiene su distancia. Es tan frívolo y cobarde que me dan ganas de matarlo. Besarlo y luego matarlo.

--Porque siempre haces esto --ahora su voz suena severa--, ¡porque siempre haces esto es que no puedo acercarme a tí! ¡No puedo, Samy! Ya no, ya no estaré cuidándote la espalda ni limpiando todos tus desastres como si no existieran. ¡Porque si existen, Samy! Todo lo que haces es real y perturba el ambiente, el espacio, el tiempo, ¡todo! ¿Cuándo dejarás de ser una niña?

Sonrío. Sigo viendo hacia el techo. La bujía es blanca y redonda e irradia una luz blanquecina. Me hace sentir pura aunque sé que no lo soy. Que idiota de tu parte creer que quería verte solo para reconectar nuestro amor. Si es que en algún momento hubo amor...

--Realmente me amaste, Glenn --murmuro, viendo hacia los pocos espacios de pared que hay debido a la cantidad de cachivaches.

--Si --responde él, como si hubiera sido una pregunta, dejando caer sus hombres. Se nota que antes estaba tenso--. Yo --da dos pasos hacia la salida porque eso es lo único que necesita para llegar-- me voy. Espero verte pronto. Y espero que ya estés mejor.

Extiendo mi brazo y lo tomo del hombro. Él se da vuelta, tiene los ojos llorosos y está tratando de huirle a mi mirada. Me resulta difícil verlo, pero se supone que en el interior ya me despedí. Por es me resulta fácil clavar mis dientes en su suave cuello. Es tan suave que casi parece gelatina. Su cuerpo se estremece pero él se mantiene callado. Guardará silencio hasta el final, según veo. Perforo mas profundo, casi llegando al hueso. Creo que hay sangre en todas partes pero nunca he podido ver el color rojo.

¿Cómo luce el color rojo?

Hay un líquido cálido bajando por mi barbilla, sé que no debo salir así. Le quito la camisa al cadáver de Glenn, seco mis labios y el resto de mi cuerpo que se manchó. Tomo su chaqueta esponjosa porque es la única pieza de ropa que no está húmeda. Maldita sea. Me la pongo y salgo del cuartucho. Ruedo los ojos con fastidio, parece que ha ocurrido una masacre. Hay un par de humanos tirados en el piso y manchas grises en las paredes y techo. Para mi suerte, no hay nadie detrás de las vitrinas y tomo uno de los dulces luego de quebrar el vidrio. Le andaba ganas desde que entré pero era muy caro para comprarlo.

Camino sintiéndome satisfecha, con el sabor entre dulce y amargo del chocolate provocando éxtasis en mi lengua. Creo que hasta voy dando pequeños saltitos, pero no importa. Hoy fue un día medianamente divertido.

Fue muy ingenuo de tu parte creer que lo nuestro era una historia de amor.

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