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veintisiete.

· • —– ٠ El fin ٠ —– • ·

Jimin no podía sacudirse la sensación de ser observado. Cada ruido, cada sombra, cada movimiento parecía una señal de que Taehyung estaba cerca.

Su corazón latía con ansiedad cada vez que Jungkook se ausentaba, dejándolo solo en la mansión. La seguridad reforzada no lograba calmar su miedo. «¿Qué es lo que él quiere?» se preguntaba Jimin, su mente llena de interrogantes.

La respuesta más aterradora, y probable era que buscaba venganza hacia Jungkook, utilizando a Jimin y su bebé como herramientas de dolor.

Jimin se estremeció al imaginar las manos de Taehyung cerca de su vientre, cerca de su bebé. La idea de que alguien pudiera hacerle daño a su futuro hijo lo llenaba de desesperación.

Cada noche, Jimin se despertaba con pesadillas, sudando y temblando. Jungkook lo abrazaba, intentando calmarlo, pero el miedo persistía.

Taehyung. El nombre resonaba en su mente como una amenaza.

«¿Cómo podría proteger a su bebé?» se preguntaba, sintiendo su impotencia. La sombra de Taehyung se cernía sobre su vida, robándole la paz y la seguridad. Se sentía atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar.

Solo la presencia de Jungkook lograba calmar su ansiedad, pero incluso eso no era suficiente para eliminar el miedo que Taehyung había sembrado en su corazón.

Jimin sabía que debía ser fuerte, pero el miedo y la incertidumbre lograban consumirlo.

—¿Qué te parece? El cabello al frente te hace ver más joven, ¿no lo crees? —le preguntó, pero no hubo contestación—. ¿Jimin? —exclamó la estilista interrumpiendo los pensamientos del aludido.

Jimin se sobresaltó, saliendo de su ensimismamiento.

—¿¡Oh!? —reaccionó, y subió la mirada hacia la mujer, mirándola a través del espejo—. Sí, sí, está bien. Me gusta este peinado —respondió, evaluando su reflejo.

—Entendido. Entonces te veré temprano para preparar tu rostro. Recuerda ducharte la noche antes, no quiero lidiar con cabello esponjado —advirtió con una risa, mientras guardaba sus herramientas de belleza en una maleta.

—Así lo haré, gracias —replicó y le sonrió amablemente, pero su atención se desvió hacia la puerta al ver entrar a un hombre alto, fornido y de traje oscuro, señal de que era hora de irse—. Entonces hasta pronto, de nuevo gracias —se levantó de la silla y realizó una reverencia con la cabeza.

La estilista le devolvio la sonrisa y la reverencia.

—¿Puedes acompañar a la señorita a la puerta, por favor? —pidió Jimin al hombre.

—Llamaré al mayordomo, deme un...

Jimin intervino.

—Por favor, no seas descortés. El señor Hyun está ocupado con el chef. No lo hagas venir solo por esto. Estaré bien, solo iré a descansar a mi habitación —dijo con una sonrisa educada.

El hombre simplemente asintió, y salió junto a la estilista.

Desde entonces, Jimin siempre estaba flanqueado por al menos dos guardaespaldas imponentes, designados por Jungkook para protegerlo con su vida. Estos hombres seguían órdenes estrictas de mantenerlo a salvo, y cumplían su tarea con precisión militar.

Aunque su constante presencia podía ser agobiante, Jimin encontraba momentos de tranquilidad gracias a ellos. Los guardaespaldas lo rodeaban sin cesar, siempre alerta, y aunque a veces lo incomodaban con su exceso de precaución, Jimin sabía que era indispensable.

La víspera de la boda, Jihyo se afanaba en los últimos detalles. Los trajes elegantes ya habían llegado, el peinado y maquillaje estaban seleccionados, y los invitados confirmados. Todo parecía listo, excepto uno de los novios.

Jimin estaba sumido en una mezcla de emoción y ansiedad. El miedo a Taehyung lo acechaba, especialmente después de recibir aquella amenaza. ¿Qué pasaría si intentaba hacerle daño en el día más importante de su vida? La idea de que su felicidad pudiera ser arruinada por la venganza de Taehyung era aterradora.

La ceremonia, que debería ser un momento de alegría y unión, se veía empañada por la sombra de Taehyung. Jimin no podía evitar preguntarse si estaría a salvo, él, su bebé o Jungkook.

A pesar de que Jungkook estaba sumergido en su trabajo, con su ascenso inminente como presidente de las empresas, su prioridad siempre era la seguridad de Jimin y su bebé. Aunque llegaba más tarde de lo normal, su mente siempre estaba alerta, pensando en la protección de su familia.

La mansión se había convertido en una fortaleza, con hombres de seguridad expertos y dispositivos de vigilancia de última tecnología. Jungkook no escatimaba en gastos para asegurarse de que Jimin y su futuro hijo estuvieran a salvo de la amenaza de Taehyung.

Cada noche, antes de llegar a casa, Jungkook revisaba personalmente los sistemas de seguridad, verificando que todo estuviera en orden. Su instinto protector lo impulsaba a tomar medidas extremas para proteger a los seres que más quería.

—Otra vez tarde, joder —Jungkook subió las escaleras en punto de las diez y media de la noche, todo estaba silencioso y oscuro lo que decía que todo el mundo ya estaba dormido.

Abrió con cuidado la puerta de su habitación y noto ese bultito en su cama que adoraba, Jimin estaba durmiendo y siempre que lo veía dormir de esa forma tan tranquila su corazón se derretía, lo veía con tanta adoración y necesidad de mantenerlo a salvo.

—Estoy en casa —susurró—. Te extrañe, me haces falta en cada momento —le dio un beso en la mejilla oliendo ese olor tan suyo, tan embriagante, tan adictivo. Con delicadeza deslizó una de sus manos al vientre de su prometido para sentir a su bebé—. Uh, creo que creció un poco —sonrió.

De pronto, Jimin se retórico en la cama, su rostro distorsionado por el miedo. Su respiración se volvió agitada y balbuceó palabras incoherentes: "Basta... aléjate..." Estaba atrapado en una pesadilla.

Y tras un grito se despertó con un sobresalto, abriendo los ojos de par en par. En su confusión, vio a Jungkook y, en un acto reflejo, lo golpeó en el pecho.

—Hey, Jimin, amor soy yo, Jungkook. ¿Qué pasa? —lo detuvo, sujetándolo con suavidad y mirándolo a los ojos—. Solo tuviste una pesadilla, tranquilo, estoy aquí.

Jimin jadeó, su mirada desenfocada. Luego, su rostro se derrumbó y las lágrimas comenzaron a fluir.

—Es Taehyung... él me está volviendo loco, Jungkook —sollozó, su voz quebrada por la desesperación—. Siento que está en todos lados ¿por qué? ¿Por qué nos hace esto?

Jungkook lo acunó en sus brazos, acariciando su mejilla y besando dulcemente su frente para tranquilizarlo.

—Tranquilo, mírame  —susurró, su voz suave y reconfortante—. Mantén la calma esto puede hacerle daño al bebé. Nada puede separarnos, no hagas caso de esos tontas amenazas, no caigas en su juego —lo abrazo pegándolo a su cuerpo—. Cuidare de ti y de nuestro hijo, siempre.

Jimin se aferró a Jungkook, buscando refugio en su calor y seguridad. La presencia de Jungkook era su única salvación frente al terror que Taehyung había sembrado en su corazón.

Al día siguiente, veinticuatro horas antes de subir al altar, los padres de Jimin llegaron a Seúl. Ansioso por compartir un momento especial con ellos, decidió dedicar la tarde a su familia. Buscaba no solo una tarde agradable con los seres que siempre había amado, sino también tranquilidad.

Desde que era pequeño, sus padres habían sido su refugio, capaces de calmar cualquier temor o ansiedad. Al verlos, Jimin se sintió transportado a su niñez, cuando todo parecía más simple.

Corrió hacia ellos, abrazándolos con fuerza. La sensación de seguridad y protección que siempre había sentido en sus brazos regresó, y por un momento, olvidó las preocupaciones y miedos que lo habían estado acechando.

—Mamá, papá —susurró, escondiendo su rostro en sus hombros—. No saben cuánto necesitaba estar con ustedes.

Su madre lo estrechó contra sí, acariciando su cabello.

—Nuestro pequeño está a punto de casarse —dijo, sonriendo—. Estamos tan orgullosos de ti, y también muy felices.

Su padre lo abrazó también, con una sonrisa cálida.

—Siempre estaremos aquí para ti, hijo. No importa lo que pase.

En ese momento, Jimin se sintió de nuevo pequeño, protegido y seguro. La presencia de sus padres era un bálsamo para su alma, y por un rato, olvidó la sombra de Taehyung y la ansiedad que lo había estado consumiendo.

[...]

Mientras tanto, en la mansión, Jungkook esperaba pacientemente a su futuro esposo, saboreando un Whisky cerca de la ventana, contemplando la Luna. La noche había caído, pero aún no sentía preocupación, ya que se había asegurado de que Jimin estuviera bien protegido. Sin embargo, si tardaba un poco más, su tranquilidad podría desvanecerse.

La ansiedad por Taehyung seguía acechando en su mente. No solo sentía nerviosismo por la boda del día siguiente, sino también temor por la seguridad de Jimin. ¿Cuándo actuaría Taehyung?

De repente, su mirada se desvió hacia la entrada del jardín. Una sombra llamó su atención. Entornó los ojos para observar mejor y su corazón latió con emoción al reconocer la silueta familiar: alta, delgada, cabello esponjado y rizado.

—¿Taehyung? —si era realmente él debía averiguarlo, y entonces, terminar de una vez por todas con ese tormento que les estaba causando.

Salió, escudriñando cada rincón, pero no vio a nadie. Siguió caminando, llamándolo suavemente por su nombre, mientras su corazón comenzaba a latir con inquietud.

Pensando que era solo paranoia, se dio la vuelta para regresar, pero de repente, se encontró cara a cara con Taehyung. El mundo pareció detenerse.

Jungkook se heló, su respiración se cortó y su mente se vació. La presencia de Taehyung era como una bofetada, un recordatorio de la amenaza que había estado acechando en las sombras.

Taehyung sonreía, su mirada escalofriante, y Jungkook supo que estaba en problemas. Su instinto de protección se activó, y se colocó en posición defensiva, listo para enfrentar cualquier cosa que tuviera planeada.

—Hola Kookie ¿como haz estado, cariño?.

Taehyung había cambiado drásticamente. Su apariencia ahora reflejaba la tormenta emocional que lo consumía. La mirada que antes era intensa y desafiante, ahora parecía desalineada, como si hubiera perdido su centro. Las ojeras moradas bajo sus ojos eran como cicatrices visibles de su sufrimiento. Su tez, antes radiante y bronceada, ahora parecía grisácea, como si la vida hubiera sido drenada de su rostro. Sus labios, antes sensuales, ahora estaban secos y agrietados.

Pero lo que más llamaba la atención eran las vendas que cubrían sus muñecas. La repetición de su hábito autodestructivo era un recordatorio doloroso de su lucha interna.

—Taehyung, tenemos que hablar.

La escena se tensó, y el aire se llenó de electricidad. Jungkook sabía que debía mantener la calma y proteger a Jimin a toda costa.

—Bienvenido, joven Jimin —Katherine lo recibió en la puerta con una cálida sonrisa y lo ayudó con los regalos que llevaba en ambas manos—. ¿Qué tal estuvo la visita con sus padres? Veo que lo recibieron con mucho cariño.

Jimin estaba iluminado con una resplandeciente sonrisa, su rostro reflejaba una serenidad que no se veía en los días anteriores.

—Fue maravillosa —respondió—. Ellos trajeron regalos para el bebé, para Jungkook y para mí. El guardia trae los demás regalos.

Katherine asintió, su sonrisa se amplió.

—Me alegra mucho por usted, joven Jimin. Se nota que paso un momento tranquilo y agradable con su familia, ideal para antes de la boda.

—¿Dónde está Jungkook? —preguntó, mirando a su alrededor.

—El señor Jeon... —Katherine pensó—. Hace un momento estaba en su habitación, pero...

—El señor Jeon está en el patio trasero —acotó el señor Hyun, uniéndose a la conversación, apareciendo silenciosamente.—. Lo vi salir hace unos instantes. Seguramente salió a dar un paseo para calmar sus nervios. Bienvenido, joven Jimin —le sonrió—. ¿Desea algo de cenar? ¿Algún antojo en particular que tenga esta noche?

Jimin dirigió su mirada hacia el patio trasero, intrigado. ¿Por qué Jungkook estaría allí a estas horas? Conocía a su pareja lo suficiente como para saber que no era típico de él buscar tranquilidad en el jardín. Jungkook era un hombre que manejava sus nervios de manera diferente, siempre había encontrado formas más activas de calmar su ansiedad.

Entonces, ¿qué lo había llevado hacia el patio trasero? La curiosidad se mezcló con un mal presentimiento en el pecho de Jimin, y su instinto le advirtió que algo no estaba bien.

—Voy a buscar a Jungkook —dijo—. Lleven las cosas adentro, en un momento iremos.

El mayordomo y el ama de llaves acataron e hicieron una reverencia para después marcharse.

Jimin se dirigió hacia la puerta del patio trasero, su corazón latiendo con anticipación. Al salir, caminó sigilosamente hacia el sonido de murmullos a lo lejos. Su curiosidad lo llevó a seguir adelante, hasta que se encontró con una escena que lo dejó perplejo.

Taehyung y Jungkook estaban platicando en lo más profundo del jardín, rodeados de sombras. Jimin se detuvo, tragando saliva con dificultad. ¿Qué estaba sucediendo? Taehyung parecía haber salido de un manicomio, su apariencia era alarmante.

La curiosidad pecaminosa de Jimin lo retuvo en el lugar, ansioso por escuchar su conversación. Se escondió detrás de un arbusto, conteniendo la respiración para no ser descubierto.

—No, no lo amo, solo me caso con él por un contrato, todo es mentira y fingí todo este tiempo, yo solo puedo amarte a ti Taehyung —escucho la voz de su prometido pronunciar aquellas palabras que en un segundo rompieron en mil pedazos sus ilusiones.

Jimin sintió como si su mundo se hubiera derrumbado. Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendidos por la revelación. Un dolor agudo le atraviesa el pecho, como si una cuchilla hubiera penetrado en su corazón. Tuvo que cubrir su boca con ambas manos para contener un quejido de dolor.

«¿Todo es mentira?», se preguntó, su mente en estado de shock. «¿Acaso él fingió amarme y amar a nuestro hijo?» La idea era insoportable. Recordó todos los momentos compartidos, todas las palabras dulces que Jungkook le había susurrado. ¿Todo había sido una farsa?

Las lágrimas comenzaron a fluir, nublando su vista. Jimin se giró sobre sus talones, dispuesto a huir de ese lugar, a escapar de la verdad que lo destrozaba. Pero justo cuando estaba a punto de alejarse...

—¿Eso es lo que esperas que diga, Taehyung? —continuó Jungkook—. Pues estás muy equivocado, yo amo a Jimin, lo amo de verdad, así que no imagines cosas tan ridículas.

Jimin se detuvo en seco, su cuerpo inmóvil como una estatua. Levantó la mirada, y sus ojos, aún húmedos de lágrimas, se abrieron de par en par por la emoción. Escuchó de nuevo a Jungkook, y esta vez, las palabras fueron como un bálsamo para su alma.

Las dudas y el dolor se disiparon instantáneamente. Su pecho, que momentos antes estaba oprimido por la desesperación, se liberó de la carga. Las lágrimas se secaron en sus mejillas, ¿entonces, nada fue mentira? Su corazón latiendo con renovada esperanza. Las palabras de Jungkook fueron la confirmación que necesitaba. Él realmente lo amaba a él y a su bebé. Todo lo que estaba haciendo en ese momento era reafirmar su amor y compromiso al loco que querían lo contrario a eso.

—Yo también siento lo mismo Jungkook, te amo de verdad —el castaño intento abrazarlo pero el contrario no lo permitió, lo sujetó de los ante brazos, por debajo de sus vendajes, y lo alejo.

—No, tú no me amas, tú lo que tienes es una obsesión, un capricho conmigo, porqué no soportas que Jimin haya despertado en mi amor, que con él haya decidido hacer mi vida.

—¡Tú también sentiste algo por mi! ¡Niégalo! —exclamó.

—Pude haber sentido deseo, tal vez cariño, pero nunca amor Taehyung, jamás te ame, lo que nosotros teníamos era fugaz. Sabías que yo era un hombre que solo quería pasar un rato, lo aceptaste y decidiste ser una de mis aventuras, ¿acaso esperabas que con el tiempo me enamorara de ti? Sufres porque supusiste, y eso no es mi culpa.

—¡Vas a casarte con él solo por un maldito contrato! —los ojos del castaño se llenaron de lágrimas de pura impotencia.

—¡Me casaré con él por amor! —corrigió—. Despierta Taehyung, esto se termino, ¿acaso olvidaste todo lo que te dije en el hospital? Debes parar, mientras sigas aferrado en querer sepáreme de Jimin cada vez te harás más daño. Taehyung... ¿no lo entiendes?, tú eras el otro hombre, siempre lo fuiste.

—¡No! ¡tú me amabas a mi! ¡Él es el otro hombre! —Taehyung se soltó a llorar desconsoladamente cubriéndose el rostro.

—Lamento que tengas que escuchar esto pero, yo nunca te ame y nunca voy a hacer capaz de hacerlo. Comienza a vivir tú vida y deja que viva la mía por favor, mañana voy a casarme Taehyung y espero que comprendas que no te quiero volver a ver, eres tóxico y te quiero lejos de la gente que amo.

—¡No no me digas eso Jungkook! ¡Yo te amo! ¡Yo debería ser el que se case contigo! —exclamó entre lágrimas.

—¡Taehyung! —de pronto otra voz se integró, ese era Jimin yendo hacia ellos con rastros de lágrimas en sus mejillas y una notable molestia plasmada en su rostro.

—¿Jimin? ¿Cuando llegaste? Espera, no hagas esto, no discutas con él, eso te hará daño, por favor déjame a mí resolver esto —intento intervenir, pero Jimin se acercó al castaño a paso firme y seguro.

—¡No! —exclamó—. Yo me encargaré. —miró severamente al otro frente a él—. ¿Qué estás haciendo aquí Taehyung? ¡¿Qué carajo estás buscando?!.

—Tú maldito... ¡Voy a matarte! —Taehyung se abalanzo contra él, pero gracias a Jungkook que intervino sujetándole los brazos y empujándolo no pudo si quiera acercase al rubio.

—¡Hey! ¿Qué mierda pasa contigo? Intenta tocarle un cabello y te juro que no respondo de mi —lo miró fijamente a los ojos, imponente como un alfa que cuida a los suyos—. Él está esperando a mi hijo ¿entendiste? Si le pasa algo jamás te perdonaría, así que recupera tus putos sentidos.

—¿Qué? —pasmado, los ojos de castaño se llenaron de lágrimas—. ¿Como que tu hijo? ¿Él está...? —miro al rubio, y luego bajo la mirada hacia su estómago—. ¡No! ¡No! ¡Tú no puedes tener a ese bebé! ¡Ese hijo lo debería llevar yo! ¡Maldito! ¡Lo engatusaste teniendo a un hijo suyo!.

—¡Basta Taehyung! Esto se terminó —repuso Jimin—. Mírate en un espejo y dime lo que ves, ¿te reconocerías?. Jamás tuve la curiosidad de conocerte, ni siquiera cuando llegaste a joder mi vida, nunca fuiste tan interesante para mí, pero supongo que Jungkook no concuerda conmigo, lo conozco, su mirada no se desvía a mirar a cualquiera. Entonces ¿no extrañas ser el de antes? Supongo que vivías una vida tranquila, incluso antes de conocer a Jungkook, ¿por qué no vuelves a esa vida y nos dejas tranquilos? Es suficiente.

—¿Vida tranquila? —rió, sin gracia—. ¿¡A qué le llamas vida tranquila!? ¡Tu que sabes de mi! ¡No me conoces así que cállate!.

—¡Taehyung ya basta! —intervino Jungkook.

—¡No! —siguió—. Al contrario de ti, yo si te investigue en cuanto supe que tenían que ver algo con Jungkook. Nacido en Busan, hijo único, ambiente familiar sano, terminaste todos tus estudios tranquilamente, una deshonra amorosa que al final resultó ser una niñería y finalmente lograste ser secretario ejecutivo. Así que... Park Jimin, no porque tú hayas tenido una "vida tranquila" significa que los demás también, tú lo has tenido todo y aún así me robaste al único hombre que he amado. ¿Sabes que realmente eres? ¡Eres un verdadero hijo de puta!. —vociferó.

Jimin en silencio se acercó a él, y luego, simplemente le lanzó una bofetada, fuerte y dura, logrando voltearle el rostro y dejarle una marca roja y ardiente en su mejilla. Kim quedó anonadado ante la acción.

—Cállate, psicopata, aquí el único hijo de puta eres tú —exclamó entre lágrimas—. Jamás quise robarte nada, al contrario, te dejé el camino libre pero entiende, al corazón no se le puede mandar, él me escogió a mi. No es mi culpa que seas una persona con un corazón tan podrido que no logre que alguien más lo ame.

—¡Ha sido suficiente! —interrumpió Jungkook—. Esto debe terminar ahora, Jimin estas embarazado y no puedes tener este tipo de emociones porqué le harás daño al bebé, y tú Taehyung necesitas ayuda profesional.

—Si, la necesita. —repuso Jimin—. Y por eso, yo, a quien más has intentado hacerle daño, es quien decidió ayudarte.

—¿Qué? —Jungkook lo miró confundido. Luego escucho a lo lejos el sonido de una ambulancia—. ¿Jimin que hiciste?.

—Lo correcto, eso hice —su respiración se agitó, inhaló por la nariz llevando aire a sus pulmones sintiéndose un poco débil—. Estará bien, espero logren ayudarlo. —dijo, luego sus piernas flaquearon y se tambaleó.

—¡Jimin! —enseguida Jungkook lo tomó entre sus brazos y preocupado lo miró—. ¿Amor qué pasa? ¿Estás bien? ¡Jimin!.

Taehyung estaba en shock, entre el sonido de la ambulancia, los gritos desesperados de Jungkook y Jimin apunto de desmayarse, sintió el miedo, la desesperanza, la tristeza todo combinado.

—Joven Jimin ¿que le sucedió? —se presentó Katherin preocupada luego del desesperado llamado de su jefe. Miro al ya mencionado intentado jalar aire mientras sostenía su vientre.

Luego llegó Hyun junto varios hombres vestidos de blanco lo cuales enseguida se dirigieron hasta Taehyung y lo sujetaron de todas sus extremidades para llevárselo con ellos mientras él forcejeaba.

—¡Jungkook! ¡No dejen que me lleven! ¡Jungkook! ¡Ayúdenme!. —no dejaba de gritar, luego sus gritos se hicieron más lejanos junto al sonido de la ambulancia hasta desaparecer.

—Jimin ¿qué está sucediendo? —le pregunto Jungkook totalmente confundido.

—Yo... llamé a una Clinica... lo ayudarán Kook —respondió débilmente—. No me siento bien, mi corazón... late muy fuerte y...

—Tranquilo, necesitas descasar, estas emociones te hacen mal porqué tu estado es muy delicado, ahora te llevaré a la cama y llamaré a un médico. —Jungkook lo cargo con cuidado—. Katherine llama el Doctor Soo y dile que venga de inmediato.

—Enseguida señor. —la ama de llaves salió corriendo hacia el teléfono.

Jungkook se dirigió rápido hacia su habitación con su prometido débil en sus brazos.

—Te pondrás bien, ya todo se terminó amor, ya todo estará bien. —le dijo apunto de romper en llanto.

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