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veintiséis.

· • —– ٠ Ente ٠ —– • ·

Con la partida de noviembre y sus vibrantes colores otoñales, el invierno de diciembre llegó con su manto de frío y magia. Este mes traía consigo fechas emblemáticas: la Navidad, el Año Nuevo y, sobre todo, la gran boda de Jeon Jungkook y Park Jimin.

La noticia de su compromiso volvió a ocupar los titulares de los periódicos y medios de comunicación, pero lo que realmente capturó la atención del público, e inclusive, mereció minutos de cobertura en los noticieros matutinos fue el anuncio de que Jimin esperaba un bebé.

La emoción se desató. Regalos y felicitaciones llovieron sobre la mansión de Jungkook y la empresa, en honor al embarazo de su prometido. Jimin se sintió abrumado por la generosidad y cariño, sin embargo para él, lo más significativo era contemplar su reflejo cada mañana, ansioso por ver cómo su pancita crecía.

Cada día, Jimin se despertaba con una sonrisa, sabiendo que su amor por Jungkook se multiplicaba con la llegada de su hijo. La emoción de ser padre se reflejaba en sus ojos, y su corazón latía con una felicidad incontenible.

Mientras tanto, Jungkook no dejaba de admirar a Jimin, cuya belleza y luz interior se habían intensificado con el embarazo. Su amor crecía con cada paso, y la expectativa de su boda y la llegada de su hijo los llenaba de júbilo.

—Buenos días —susurró Jungkook, entrando al armario con una sonrisa—. ¿Dormiste bien? ¿Estás buscando cambios?

Miró con cariño cómo Jimin se alzaba la camiseta, estudiando su reflejo en el espejo.

—Todavía no veo nada —respondió Jimin, frunciendo el ceño, haciendo un pequeño puchero—. ¿Tú ves algún cambio?.

Jungkook se acercó, envolviéndolo con sus brazos desde atrás. Posó sus manos suavemente sobre la pancita aún plana de Jimin, sabiendo que su hijo crecía dentro.

—No importa —susurró, besando tiernamente su mejilla—. Te veo igual de hermoso.

Jimin sonrió, sintiendo la calidez del abrazo y sus palabras.

—He leído que en embarazos de hombres no siempre hay un crecimiento notable —explicó Jungkook—, pero eso no cambia nada para mí.

—No importa —repitió el rubio, su voz llena de emoción—. Lo que quiero es tener a nuestro bebé en mis brazos. Cada día que pasa, mi amor por él y por ti crece más.

Jungkook sonrió, su mirada brillando con amor.

—Eso me hace sentir afortunado —susurró, besando nuevamente la mejilla de Jimin, antes de alejarse para vestirse. Mientras se ajustaba el saco de su traje, preguntó:—. ¿Avanza todo según el plan en los preparativos de la boda?

—Está todo bajo control —respondió Jimin con una serena sonrisa—. Sol, Emma, la señora Katherine y el señor Hyun han sido increíblemente útiles. Todo marcha con rapidez y eficacia, no te preocupes.

Jungkook asintió, aliviado, pero su mirada se llenó de preocupación.

—No quiero que te agotes con los detalles —dijo, acercándose a Jimin—. Tu salud y nuestro bebé son lo primero. Debes conservar energías —su voz se suavizó—. Prefiero que te quedes en casa descansando, en lugar de trabajar en la oficina. Incluso puedo contratar personal adicional para la boda.

—Cariño, tranquilo —dijo Jimin, acercándose con una sonrisa divertida. Sus manos acariciaron las mejillas de Jungkook, llenándolo de calidez—. Apenas he cumplido dos meses de embarazo, ni siquiera el estómago me ha crecido aún, me siento fuerte y con energía, la suficiente como para rendir en mi día a día, sabes que me no me gusta estar sin hacer nada, y no hay cosa que más me haga ilusión que organizar nuestra boda.

Jungkook suspiró, y asintió, reconociendo su preocupación excesiva.

—Sí, tal vez estoy exagerando. Pero es que me preocupas tanto tú como nuestro bebé —confesó, su voz llena de amor.

Jimin sonrió, comprendiendo.

—Entiendo. Por eso, llamé a Jihyo. Vendrá a ayudarme con los preparativos. Espero que eso te tranquilice —repuso, su voz tranquila.

—Por supuesto, amor —sonrió, agradecido, para luego inclinárse para besar los labios de su amado mientras lo abrazaba por la cintura.

De pronto, tocaron la puerta con suavidad y el sonido de una tos discreta interrumpió la intimidad de la pareja. Un hombre alto y elegante, encargado de la seguridad de la mansión, se presentó con una reverencia respetuosa.

—Señor Jeon, lamento interrumpir —dijo con voz firme—. Buen día, señor Park.

Jimin y Jungkook se giraron hacia él, intrigados.

—¿Qué sucede? —preguntó Jungkook, su mirada atenta.

—Tengo información importante para compartir, señor —replicó el hombre, su expresión seria.

—Iré en un momento —respondió, asintiendo.

El hombre asintió también y se retiró con otra reverencia.

—Voy a ver qué pasa —dijo Jungkook, besando la frente de Jimin.

—¿Desayunarás? —le preguntó.

—No tengo tiempo, tengo una junta con inversionistas en la empresa —explicó—. Pero si me empacas algo, lo comeré después.

—Está bien, amor —respondió, sonriendo.

—Te veo abajo —susurró, besando suavemente la punta de la nariz de Jimin antes de partir.

[...]

—¡Joven Jimin, buenos días! —saludó Sol, con una sonrisa radiante al verlo entrar en la cocina—. ¿Viene a desayunar con nosotros?

Jimin se acercó, sonriendo.

—Sí, hoy despertamos con mucho apetito —replicó, colocando cariñosamente sus manos sobre su barriga—. Mi pequeño champiñón y yo estamos hambrientos.

Sol rió, intrigada.

—Me alegra ver que se sienta mejor. Parece que el pequeñín se está portando bien hoy —comentó, guiñando un ojo—. No tiene a su papá en la cama con esos terribles malestares, ¿verdad?

Jimin se rió, su rostro iluminado.

—Exacto. Hoy es un buen día —respondió, sonriendo agradecido.

La paternidad era un viaje emocionante, pero también desafiante. Apenas un par de meses habían pasado desde que Jimin y Jungkook se enteraron de la llegada de su bebé, y ya la transformación era palpable.

Los vomitos matutinos se habían convertido en una rutina diaria, los mareos y dolores constantes eran un reto para Jimin. Los antojos inesperados y extremos sumaban un toque de humor a la situación.

Pero lo más desafiante eran los cambios emocionales. Un momento estaba lleno de alegría y al siguiente, la ansiedad y el estrés se apoderaban de él. A pesar de todo, Jimin se esforzaba por sobrellevarlo con una sonrisa. Sabía que cada sacrificio valdría la pena cuando sostuviera a su bebé en brazos.

Jungkook, siempre atento, era su soporte, ofreciendo apoyo y amor incondicional.

—Si creo que está de buenas y hay que aprovecharlo. Empacaré algo de comida para Jungkook ¿podrías traerme algunos recipientes, por favor?.

—Por supuesto. Le hice un té, pensaba llevarle el desayuno a la cama, pero ya que está aquí... —la chica le sirvió una taza de un té que soltó un agradable aroma, luego se la entrego en las manos.

—Gracias Sol —sopló suavemente la taza para enfriar el líquido y luego sorbió, saboreando el delicioso té. Su rostro se iluminó de placer— Mmmh, está rico —susurró, dirigiéndose a su bebé—. ¿Te gusta? Al parecer, sí —le habló a su bebé, tomó otro sorbo con los ojos cerrados, disfrutando del sabor.

Jimin abrió los ojos, y su mirada se dirigió instintivamente hacia la puerta de cristal que daba hacia jardín trasero. Y entonces, lo vio. Taehyung estaba parado allí, mirándolo fijamente.

El corazón de Jimin saltó con sorpresa. Se quedó petrificado, incapaz de moverse o respirar. La taza de té que sostenía en sus manos comenzó a temblar. De repente, su mano se abrió y la taza cayó al suelo, rompiéndose en mil pedazos. El sonido del vidrio quebrado rompió el hechizo.

Jimin bajó la mirada para ver el desastre y, al volver a mirar hacia la puerta, Taehyung había desaparecido. La sensación de incredulidad lo invadió.

—¡Jimin! ¿Estás bien? —Jungkook corrió hacia él, preocupación en su rostro, acompañado por Sol.

Jimin temblaba.

—Y-yo... creo que vi a Taehyung allí afuera —tartamudeó, señalando la puerta con mano trémula.

Jungkook y Sol intercambiaron una mirada inquieta.

—¿Estás seguro? Espera, no te preocupes, revisaré —dijo, intentando calmarlo.

Con cejas fruncidas, Jungkook salió rápidamente hacia el jardín. La nieve crujía bajo sus pasos. Escudriñó cada rincón, pero no había señal de Taehyung. En cambio, vio al señor Hyun acercándose, sonriendo amablemente.

—Buenos días, señor Jungkook. ¿Todo bien?.

—Hyun ¿haz visto a alguien por los jardines? O ¿merodeando por la casa? —le preguntó, preocupado.

—No señor a nadie ¿está pasando algo?.

Jungkook asintió, aún escaneando el entorno.

—Algo así. Jimin pensó ver a alguien... tenía que verificar.

Regresó a la cocina, encontrando a Jimin aún pálido.

—No encontré a nadie, amor. Tranquilo, ven siéntate —dijo, guiándolo hacia un banquillo y tomándole la mano para calmarlo—. ¿Te sientes bien? ¿Deberíamos llamar al médico?

Jimin asintió lentamente.

—Sí... estoy bien. —pero seguía temblando—. Jungkook, era él, era Taehyung, lo juro —repitió, su voz llena de convicción.

Jungkook lo miró con seriedad.

—Lo sé, amor. Acabo de recibir un informe de seguridad que lo vieron merodeando por el recinto donde te pedí matrimonio. Parece que nos ha estado vigilando.

La noticia aumentó la ansiedad de Jimin. Jungkook lo aferró con fuerza.

—Tranquilo, no te preocupes. Voy a protegerte a ti y a nuestro bebé. Reforzaré la seguridad en la mansión y haré que revisen las cámaras ahora mismo. —un beso en la frente de Jimin fue su gesto de consuelo—. Trataré de llegar más temprano. Llámame si pasa algo —dijo, y luego se dirigió a Sol—. Llévalo a la habitación, por favor.

Sol asintió y ayudó a Jimin a levantarse, guiándolo hacia la habitación.

—Vamos, joven Jimin. Descanse un rato. El señor Jeon se encargará de todo.

Mientras se alejaban, Jungkook llamó al mayordomo

—Me voy al trabajo. Cuiden bien a Jimin. Si sucede algo, cualquier cosa, llámenme inmediatamente —ordenó, su voz firme y preocupada—. Haré que refuercen la seguridad aquí. Quiero más hombres vigilando la mansión. No lo pierdan de vista ni por un segundo —insistió y el señor Hyun asintió.

Jungkook se sumió en una profunda preocupación. Habían transcurrido mucho tiempo desde su último encuentro con Taehyung, y la incertidumbre lo consumía.

Aunque no le deseaba ningún mal, sino al contrario, su principal preocupación era la seguridad de Jimin y su bebé. La protección de su familia era su prioridad absoluta. Haría todo lo necesario para garantizar su seguridad, sin importar el costo.

La mera posibilidad de que Taehyung se acercara a ellos lo llenaba de ansiedad. «Por favor, mantente alejado» rogaba en silencio, su corazón latiendo con inquietud.

La sombra de Taehyung se cernía sobre su mente, un recordatorio constante de la amenaza potencial que pendía sobre su felicidad.

—¡Oh Jimin me siento tan emocionada de poder estar aquí contigo acompañándote a tan solo dos días antes de la boda! —exclamó Jihyo dándole un fuerte abrazo al rubio—. Te ves muy bien, la paternidad te sienta, se nota que lo único que recibes es amor ¿cierto?.

—Por suerte así es —se separó de la chica y se sonrieron dulcemente—. Pero un embarazo no es nada fácil, hay partes muy bellas, y otras más desafiantes, créemelo.

—Te creo, mi sobrino podrá ser un poco escandaloso ahí dentro, pero seguramente cuando esté con nosotros será un completo ángel.

—¿Das por hecho que es un niño? —preguntó Jimin sentándose en el sofá.

—Podría serlo, aunque no importa mucho, lo amaremos niña o niño. Mi padre es el más emocionado desde la noticia de tu embarazo, ese día incluso hubo música en la casa y una gran cena —río en voz baja mientras tomaba asiento también—. ¿Qué dicen tus padres?.

—Están muy felices, un nieto los hace muy feliz sin dudas, incluso ya tienen nombres pensados pero eso al final lo decidiremos Jungkook y yo.

—Como debe de ser. Me alegro mucho por ustedes, de verdad, no veo el momento en que ya nazca, seguramente les traerá mucha alegría, serán muy buenos padres tú sobre todo —le dijo.

—¿Qué? ¿Por qué?. —frunció levemente el ceño con una sonrisa.

—Disculpen —Emma junto a Sol interrumpieron apenadas—. Aquí tienen sus bebidas, para la señorita una copa de vino y para el joven Jimin su té, con permiso —luego de darles sus respectivas bebidas ambas se retiraron tras una reverencia.

—Jimin tú eres alguien bastante peculiar, y a decir verdad desde que te conocí me haz parecido como un regalo para el mundo —le dio un sorbo a su copa—. Eres amable, dulce, respetuoso, inteligente, bondadoso, sensible, amoroso es decir... ese bebé tendrá al mejor padre de todos, seguro aprenderá de ti muchos buenos valores.

—Jihyo me alagas —las mejillas del rubio se colorearon de un leve rosado—. Jungkook también tiene muchas cosas buenas que enseñarle al bebé, como ser independiente, inteligente, fuerte, creo que ambas cualidades le enseñarán mucho.

—Estoy de acuerdo también —le dio otro buen sorbo a bebida color carmesí—. Hablando de él ¿cómo ha sido Jungkook contigo estos días? ¿Es bueno ateniéndote?.

—Más que eso. Siempre tiene trabajo pero puedo comprenderlo, después de todo antes era su secretario y yo estaba involucrado en todo eso. Pero es muy bueno, nunca me había sentido tan mimado —respondió con una sonrisa que delataba su gran felicidad.

—Me alegra, de lo contrario le rompería las piernas por cruel.

—Si no hay...

—Joven Jimin, disculpe —ahora la señora Katherine, se presentó interrumpiendo—. Le ha llegado una carta, creo que es uno de esos presentes que le han estado enviando por su embarazo.

—Ya veo, déjame ver —dejó su taza en la mesita de centro y tomó la carta. A Jimin siempre le gustaba abrir todos los regalos, todas esas personas deseándole buena salud a él y a su bebé eran como pequeños abrazos de consuelo—. Gracias Katherine, la revisaré.

—De nada joven Jimin, señorita Jihyo —hizo una reverencia y luego se fue.

—Veamos quien me escribe —abrió la carta con una pequeña sonrisa.

"No todos los cuentos de hadas tienen un final feliz, hay veces donde los villanos logran su objetivo. Este es tu caso"

-KT

Jimin se desvaneció al leer las iniciales, su rostro pálido reflejaba el terror que sentía. La sonrisa que momentos antes iluminaba su rostro se desvaneció.

Recordó lo que había sucedido en la mañana, cuando creyó ver a Taehyung. Ahora, la carta confirmaba sus peores temores: lo estaban acechando.

Su mente se llenó de imágenes aterradoras. Tragó saliva, intentando contener el pánico.

Con manos temblorosas, dejó la carta a un lado, como si al alejarla podría borrar la realidad. Su corazón latía desenfrenado ¿por qué Taehyung lo estaba siguiendo? ¿Qué estaba buscando?:

Intentó recomponerse, ocultar su expresión de sorpresa y terror, pero era demasiado tarde. La carta había sembrado la semilla del temor en su corazón.

—¿De quién era? ¿Qué decía? —preguntó Jihyo.

—Solo es una felicitación como pensé, de un de mis familiares —forzó una sonrisa, pero en realidad estaba muy preocupado.

—Ya veo. ¿En que estábamos? Ah si, mañana te llevaré a escoger tu ramo, es mejor tenerlo fresco así lucirá más hermoso y también...

[...]

—Por dios ¿esto es real? —murmuró Jungkook, su rostro tenso mientras leía la carta.

Jimin se acercó, su voz llena de ansiedad.

—¿Qué quiere ahora? ¿Trataba de asustarme o algo peor? ¿Y si busca hacerle daño a nuestro bebé? —preguntó, su mano protegiendo instintivamente su vientre.

Jungkook se acercó, envolviendo a Jimin en un abrazo protector.

—Jamás se lo permitiré —dijo con firmeza, su voz resonando con determinación—. Calma, ya he tomado medidas. Reforcé la seguridad en la mansión, la empresa y dondequiera que estemos. No habrá manera de que Taehyung nos haga daño —aseguró, su mirada tranquila y segura —lo acunando entre sus brazos y le susurró:—. Estás a salvo, nuestro bebé está a salvo. Te protegeré con mi vida.

Su abrazo fue un refugio para Jimin, quien se sintió momentáneamente aliviado.

—Gracias, amor, ya estoy un poco más tranquilo. —murmuró y suspiro, ligeramente aliviado.

Jungkook acarició su dorado cabello, su voz suave.

—No hay necesidad de agradecer, amor. Pronto seré tu esposo, soy tu protector. Haré todo lo necesario para mantenerte a salvo, porque tú eres mi familia.

En ese momento, Hyun entró en la habitación.

—Señor Jeon, la seguridad ha sido reforzada. Los cámaras y sensores están funcionando correctamente. —notificó.

Jungkook asintió.

—Bien. Dile a los guarda espaldas que mantengan vigilancia constante. Quiero saber cualquier movimiento sospechoso. —ordeno.

El mayordomo asintió y se retiró luego de hacer una reverencia.

Jungkook miró a Jimin.

—Vamos a mantenernos juntos, ¿entendido? No te separarás de mí hasta que esto se resuelva.

Jimin asintió, sintiendo una mezcla de alivio y miedo.

—Sí, amor. Estaré contigo.

La sombra de Taehyung aún pendía sobre ellos, probablemente se había vuelto loco y ahora busca hacer daño, aunque no lo dejarían, él ya no podía hacerles más daño... ¿o si?.

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